Inéditos
Toques
y Tos /
Juan Desiderio
TOS
¿Podar el fresno?
¿Las ramas de Einstein?
Martilleo sobre
la parte podrida
de la casa. Tomo
en jardines de avenida
y el azar es vuelo
por cielos de capot.
Suerte de ser
mitad cuerpo
y una parte de la reja
¿O es la pasión
con la que evito
ser un souvenir
en la fiesta?
Una botella con
adrenalina
hundiéndose en mares
de aceite.
En 1968 me cansé de diseñar
galaxias
en un cuaderno forrado con
telarañas
y le pedí a mamá un par de
anteojos inútiles.
Entonces, me animé a contarle a
una cieguita,
lo que veía en la superficie.
18 horas en Luro.
Llueve.
las vecinas atan
pañuelos de la cabeza
se asoman a verla.
La bautizamos, entonces
con el nombre de Alicia,
que sostiene un paraguas
con manos de oración.
Sobre un lomo de burro
dispara sus ojos
hacia la noche.
Nadie se anima a decirle
que está por morir
en esa curva.
El antiguo man
lee un suplemento deportivo
en inglés.
No entiendo, de reojo,
cuando con voz
entusiasmada
dice
“look, vieja
calá this page”
mostrándome la foto
de un futbolista en trance.
Manhattan era un
pueblo
lleno de arañas
que despertaban a los huéspedes
picándoles las piernas.
“Todo huésped es un
rengo”
gritaban los chicos
de Manhattan.
Por la noche, boxeaba
y entregaba mis rodillas
a la risa del público.
“Ave rapaz” decían
con voz natural
y manos agitadas.
La gente me tiraba humo
de cigarro cubano.
Fui un boxeador
con fisuras en el pecho.
TOQUES
La atmósfera es neutra.
Hablo con una voz que hay en mí,
sin darme cuenta de donde viene
ni quién es, ni qué quiere.
La voz, no es suave
ni hermosa, y me acompaña
cuando salgo a pasear
con mi saco largo de hombre
bomba.
Pica a cada rato
la avispa del mal.
Una voz, me alerta
y si no la escucho,
me cura igual.
La carne humana
gomosa, húmeda,
de sabor dulce,
es el carozo de un ser.
Estos gigantes
de imán y plasma,
se aburren, y crecen
cada vez más lento.
Se están marchitando.
Perros ladran
a favor del viento,
viento que pronto
nos va a enloquecer.
Juan Desiderio: nació en Buenos Aires en 1963. Publicó Barrio Trucho (Ediciones Trompa de
Falopo, 1990). La Zanjita fue
editado por Ediciones Trompa de Falopo en 1996.
[Índice]
[Principio del Poema]
Libro
de los seres intermedios / Sonia Scarabelli
I
todo
es arrullo ardiendo
que se amamanta y se devora majestuoso
verde es el fondo de la hoguera.
Y nuestro reino en la vigilia se deshoja.
Amelia Biagioni
Las estaciones de Van Gogh
II
“ils se nourrissent
d’une nourriture
invisible à l’homme”
Dictionnaire de Théologie
I
Cuando sopla el viento
se golpean
los frágiles tallos de la caña,
cortados y pulidos por el hombre
y dispuestos a la súplica del aire,
siempre actúan un poco reservados,
como dando un paso atrás frente al bullicio,
esperando la hora de la noche
para tocar su música modesta
donde el ojo no alcanza.
Sube la tarde en signos invisibles
y la vaga frontera
acoge del instante
sus verdades remotas
que asaltan la mirada:
cruza un vuelo de piedra en el insecto
y en el brillo del élitro el vestigio
del ala endurecida
III
de esa altura de
setiembre
que el animal más acechante
fuera la golondrina,
columpiada tigresa del aire
acercando el estío.
IV
Pero la hoja que cruje
y se resquebraja en música de muerte
tiene también su imperio
donde inmola su breve momento de apariencia
al corazón sonoro.
V
Mujeres de dorados pies pequeños
bajan descalzas a la playa
con la tormenta:
por la curva de sus arcos
alzados sobre la suavidad,
como livianos instrumentos
de pisar el aire,
pasa desnuda
la música del viento.
VI
El caudaloso,
el fabuloso río,
nace en la fuente clara
de la noche;
semilla de otro mundo,
la luz,
pone a nadar en él
sus peces de colores.
VII
Hogueras verdes,
fresco de la llama,
primaverales músicos del viento
contra el azul pulido
de la atmósfera:
ninguno de estos árboles
necesitó elaborar
una mitología
o una metafísica
para llegar
a la idea de Dios.
VIII
Ni ninguna de las aves
- dulces prodigios
del día quinto -
interrogó jamás
por su destino
- don del ser
danzantes en otra gravedad:
simplemente
aceptaron.
IX
Aguzado el ojo
en una porción de cielo,
aquello que debe ser el alma
se deja seducir a veces
por la instantánea contemplación
de lo vacío
hasta que una pequeña voz
le advierte
que allí no hay canto.
Sonia Scarabelli: nacio en 1968 en Rosario , Santa Fe , Argentina .
Los textos editados en este número forman parte del libro El reino que en la vigilia se deshoja o el libro de
los seres intermedios.
[Índice]
[Principio del Poema]
Tatuada para siempre / Fernanda Laguna (Segunda entrega)
Una noche en la cárcel
Como no tenía nada me llevaron a la cárcel y pasé allí tres horas
entre mujeres asesinas que me acosaban constantemente. Me manoseaban, me
chupaban las orejas, se me acercaban amigables y cuando yo les sonreía se
reían y se decían “Es una tontita”. Yo no quería llorar. Quería
demostrarles que yo también había intentado escaparme sin pagar, con premeditación
y consciencia de que lo que estaba haciendo no era bueno, pero que igual no
me importaba. Las celdas estaban comunicadas por pasadizos secretos que
habían hecho las convictas por debajo de las camas. La cárcel era un gran
telo y en el poco tiempo que estuve allí conocí historias de amor increíbles.
La más conocida se trataba de una pareja de muchachas que hace diez años son
las amantes preferidas de la comisaria Báez. Esta las somete a prácticas
sexuales sadomasoquistas pero con armas de verdad, y como las chicas son
prisioneras tienen que aceptar una y otra vez. Hay dos bandos: unas que dicen
que a las muchachas les gusta la relación y otras que dicen que no, que las
chicas sufren mucho. La verdad es que ninguna de las convictas vio a las dos
esclavas pero los domingos a las cinco de la tarde, la hora del ángelus,
retumban por toda la penitenciaría gemidos de gozo mezclados con gritos y
llanto. Sonidos de cadenas contra el piso y tiros.
A la hora de haber llegado a la cárcel me empecé a hacer de algunas amigas,
que me decían que no me fuera, que me quedase, que siempre había lugar para
una más. Yo les dije que no, que ya había hablado con mi amiga Margarita y
que venía para la cárcel a pagar la fianza. “¡Quedáte, quedáte!”,
repetían todas juntas, “así escuchás el concierto
sadomasoquista”.
Los dos bandos estaban enemistados y me pidieron a mí, como era nueva, que
diera mi opinión. Me sentaron en la cucheta alta y todas se sentaron a
escucharme. Desde la cucheta podía ver todas las caritas de las muchachas,
algunas asomándose por las jaulas, otras, como no les daba el ángulo del
pasillo, miraban a través de espejitos, otras fumaban con pipas y otras
tenían tatuajes con corazones y espinas de rosas clavadas (amores no
correspondidos seguramente).
Yo pregunté si no había venido la televisión y todas dijeron que no. Luego me
dijeron que me quedaban dos preguntas nada más y que si no lograba convencer
a los dos bandos para que coincidieran y se reconciliaran me iban a violar
todas juntas. “Bueno”, dije yo, “a ver”, y miré el
reloj. Faltaba una hora y media para que llegara Margarita. A la comisaria no
la podía llamar porque obviamente sospecharía que estábamos hablando de ella.
Me imaginé cómo sería que me violaran todas esas señoritas y señoras (algunas
parecían muchachotes físico-culturistas). Pensé en qué habría hecho Lirio
Violetsky en este caso. Quizá enfrentarlas a todas adelantándose y
diciéndoles que primero la violen y que después ella les iba a decir lo que
tenían que hacer, así por lo menos se aseguraría que de la violación saldría
con vida. Me pareció una excelente idea y se las dije. Todas me miraron y
comenzaron a avanzar hacia mí y yo grité diciendo que no, que ya sabía la
solución. Marcando un círculo en el piso con sal gruesa que traía en la
cartera dejé a una convicta adentro y grité “¡Qué les parece!”.
Miré el reloj y faltaba una hora y quince. Pensé en todo lo que me podría
pasar y cerrando los ojos comencé a hablar. Les dije que no se peleen, que
piensen en el amor, que a mí me gustaría que me violen, pero de a poco, que
aceptaba la violación pero si era con amor y que para eso me tenían que
prometer que se iban a olvidar del tema de las esclavas y la comisaría. En
ese momento se me ocurrió y grité: “¡Es una grabación!”. Me paré
en la cucheta y arranqué un grabadorcito que estaba conectado a los
altoparlantes de la cárcel y jugándome el todo por el todo apreté el play y
comenzaron a sonar como coros de ángeles y gloria, llantos y suspiros,
jadeos, tiros, cadenas, frases que evidentemente estaban preparadas. “Sí,
sí, dale, tocame ahí’”. Parecía tan obvio que ninguna de las
convictas se había dado cuenta.
Se pusieron como locas, algunas lloraban (las que pensaban que era una
historia de amor), las otras estaban enojadísimas porque la comisaria las
había engañado durante años y había logrado hacer que se enemistaran entre
ellas. Las más forzudas arrancaron algunos barrotes de las jaulas y
comenzaron a golpearlos con otros haciendo un sonido ensordecedor. Yo me
senté sin gloria en la cama. Nadie ni me miraba. Antes de solucionarles el
problema por los menos me tenían ganas, pero ahroa estaban tan enojadas y
tristes que no me prestaban atención. De repente, en otro rapto de
inspiración, volví a subirme a la cucheta y puse un cassette que tenía en el
bolsillo y comenzó a sonar. “Blue Sabana Song”, de los Erasure.
Todas dejaron caer los palos y las botellas vacías al piso. Las enojadas les
secaban las lágrimas a las tristes y se besaban y a mí también me besaron.
Algunas me violaron y yo disfruté mucho. Otras me pidieron que yo las cogiera
y me dieron elementos extraños hechos por ellas mismas, algunos, unas
especies de abanicos gigantes al croché que yo tenía que mover. Otros como
fuelles de cuero, cosidos con hilos de caja de pizza cortados a cuchillo.
Estos me gustaban más y me daban menos trabajo, aparte podía verlas ya que
con los abanicos no veía casi nada. Faltaban cuarenta minutos para que llegue
Margarita y a mí me gustaba bastante la cárcel, aparte que ya conocía la
mayoría de los pasadizos.
Con respecto a la comisaría se ve que ese día tenía franco porque no
apareció. Me hubiera encantado haber estado ese domingo, a la hora del
ángelus, cuando la comisaria prendiera el cassette y escuchara Erasure y
todas volvieran a coger felices. “La libertad del corazón es un poder
que hay que explotar” –pensé–. “Qué lindo sería el
mundo si la gente liberara sus corazones y no viera todo tan feo”.
Por ejemplo, muchas de las convictas no eran malas, habían sido víctimas del
hambre, de la ambición, del miedo, de la televisión. Muchas habrían pensado
que robar las haría más felices. Una me dijo que había robado un banco y con
la plata iba a llevar a sus hijos y a su marido a vivir a la costa y que no
iba a volver a robar nunca más. Pero la agarraron dos policías con la masa en
las manos, llevaba tres millones de pesos en la bolsa de las compras. La
derivaron al juzgado donde la declararon culpable y de allí la transportaron
en un camión oscuro al penal de mujeres peligrosas.
Me sentí un poco triste, a mí me quedaban veinte minutos de prisionera e iba
a salir en libertad. Yo lo tenía todo y quería, de alguna manera, llevar en
mi corazón todos los rostros de las chicas que estaban ahí para recordarlas
cada vez que recordara que soy libre. Y entonces vino la tatuadora y me
acostó en la cama. Yo me abrí la camisa mostrando mi pecho y le señalé...
“aquí, aquí quiero el tatuaje, y quiero que sea una jaula con un
corazón adentro. Un corazón rojo y la jaula también roja como la sangre. Mi
corazón preso de sí mismo.”
La diosa tatuadora con sus brazotes me pasó un trapo mojado para higienizar
la zona y después cargó el cartucho con tinta roja y en diez minutos se
terminó. Le pagué con una práctica sexual que me pidió ella y que es secreta
y que nunca olvidaré. Lo único que puedo contar es que sentí algo muy
especial. ¿Me había enamorado? No.
Tocaron el timbre y la recepcionista llevó a Margarita a través de puertas y
puertas a la administración. Depositó la fianza en el pequeño banco de la
prisión y me buscó. No la abracé porque tenía el tatuaje recién hecho y me
dolía un poco. Nos tomamos de la mano como grandes amigas, afuera nos
esperaba Lirio en el auto. Le mostré a Lirio el tatuaje y le gustó mucho.
Arrancamos y me sentí muy feliz. Lirio dijo: “¡Vamos a bailar!, yo
dije: “dale”, y Margarita dijo “¡sí, yo puedo escribir
también!”. Lirio abrió la puerta del auto y al bajar noté que era una
princesa y Margarita otra. Yo me saqué la camisa y mostré a todos mi tatuaje
y recordé a mi tatuadora. Creo que un poco me había conquistado con su
práctica secreta.
A los tatuadores no les gustó el tatuaje. Me dijeron que no era muy precisa
la línea y a mí eso me molestó un poco porque “Tatuadora” no
tenía medios sofisticados y lo que había hecho en mi pecho era algo único y
en sólo diez minutos. Aparte, de donde miraras, el tatuaje se veía en la
posición correcta. Yo lo veía al derecho y los demás también.
***
Han pasado 15 años y me
he reecontrado con Tatuadora porque le dieron libertad condicionada y puede salir
de la cárcel los fines de semana. La comisaria Báez se retiró y vive en el
campo. Mira el atardecer cuando no hace frío en una reposera de mimbre,
blanca y triste. Yo ya tengo 43 años y tatuadora 51. Yo con tres hijos (dos
nenes y una nena) y tatuadora una nena preciosa que concibió con un empleado
de limpieza de la cárcel. El día que nos encontramos lo primero que me pidió
fue ver el tatuaje que me había hecho hace tantos años. A diferencia de otros
tatuajes éste seguía exactamente igual, borroneado. Era aún el original, tal
cual sus manos lo habían dibujado. Ella sonrió y dijo “qué
bello”. Yo sonreí.
·
¿Puedo pedirte un favor?
·
Sí, claro.
·
Me gustaría que me tatuaras
también a mí el corazón enjaulado.
·
Pero yo no sé tatuar.
·
Yo te voy a ir enseñando.
Se quitó la camisa. Ya
no tenía los bíceps ni los tríceps de antes, pero estaba igualmente preciosa.
Yo tomé las agujas, mucho más sofisticadas que las que había usado conmigo y
comencé a darle pinchacitos que teñían su piel morena de rojo. Ella me decía “ahora
para acá, ahora para allá”, y me iba señalando la zona y yo seguía con
la aguja su dedo. Me decía cuándo higienizar todo y cuándo parar, cuándo
seguir. El dibujo estaba quedando ¡tan bien! e igualito al mío. De pronto,
como una aparición, el corazón enjaulado empezó a latir con el mismo ritmo
que el de ella y me sorprendí. Ella me dijo que era el mismo corazón, que
había estudiado mucho acerca de corazones en la cárcel y que había
descubierto que esto del tatuaje en el pecho sirve para sincronizar el corazón
interior con el exterior y que hace muy bien. Al terminar ella se incorporó y
fue una gran visión. Recordé lo de la paga y me estremecí toda. “Se lo
digo”, pensé, y antes de decir nada ella comenzó a pagarme. ¡Qué
generosa era Tatuadora! Me pagó mucho más de lo que yo le había pagado en la
cárcel. Me hizo nuevas prácticas, que también había aprendido minuciosamente
en la cárcel todos estos años. Yo volví a sentir cómo se acomodaban los
deseos y sus satisfacciones. Era algo molecular, los glóbulos marchaban
sincronizados sin chocarse en un ritmo parejo a través de las venas. Mi piel
se humectaba debido a “algo de la práctica secreta”. M tatuaje
brillaba como un sol y proyectaba manchones de luz en las paredes de mi
cuarto. Hacía años que yo no tenía relaciones sexuales y como sentí que aún
lo hacía muy bien, quise volver a repetir la experiencia muchas veces para
seguir mejorando.
Ella no fuma, pero yo sólo un poquito, porque a mi edad tengo que cuidarme.
Quedamos en silencio un rato, mirando por el ventanal de mi departamento los
picos de los edificios y las copas llenas de hojitas de los árboles. Es la
primavera y nos florece el corazón con pétalos de sonrisas. Mis hijos son muy
lindos y han salido a visitar a sus respectivos padres. Mi tristeza es un palomo
en el cable de la calle pero hoy ha venido con otra palomita. Nos asomamos
con Tatuadora por el balcón y tiramos pimpollos de migas de pan sobre las
cabezas de la gente que pasa y se llena de palomas la vereda. Mi palomo baja
también (a pesar de que le hemos ofrecido miguitas en el balcón) dejándose
caer con la cabecita apuntando hacia la vereda y los ojos cerrados. Palomo
Blanco, como lo llama Lirio, nos saluda cabeceando. Sentimos una lluvia que
nos cae sobre la cabeza y es la vecina del noveno que salió a regar sus
plantas.
Fernanda
Laguna: Nació
en 1974, es poeta y plástica. Coordina las actividades de la galería , centro
cultural y editorial Belleza y Felicidad donde ha editado gran cantidad de
plaquetas de poesía y narrativa que pueden solicitarse en bellezayfelicidad@hotmail.com.
[Índice]
[Principio del relato]
Arte
La Boca también como Objet trouvé / Rafael Cipollini
Alfredo Prior /
Pinturas
Museo Quinquela Martín
Buenos Aires, Abril del 2002.
"No me den un río ni un amanecer; denme pinceles, óleos, y el
embrujo
espiritual de un genio de pulpa”.
J.M.W. Turner (1775 – 1850)
Dos históricos maestros, cual Rómulo y Remo en la rivera, se disputan
el firmamento pictórico del frondoso recetario formal que algunos académicos
denominaron la Escuela de La Boca. En ambos vértices, confundidos con sus
estilos, reaparecen así los nombres de Quinquela y Victorica. Ahora bien ¿qué
tiene que ver Alfredo Prior con ellos? ¿Esta reunión textual obedece a que
este último expone en algunas de las salas del Museo del primero?
Sí, por supuesto. Pero no.
Ha sido seducido por Victorica desde aún antes de saberse él mismo pintor. Se
sintió ya entonces fascinado por su eclecticismo, por su deriva, por la casi
absoluta sorpresa ante cada cuadro.
Con Quinquela fue diferente: del estilo del fundador de la Orden del Tornillo
le interesó su manera de transformar un motivo previo (su disponibilidad
visual: unos barcos, unos puentes, algunas nubes y muchos trabajadores
portuarios) en una técnica (la antología de remedios y desenlaces que su
destreza compiló a modo de resoluciones instrumentales).
Prior sabe que, para convertirse en un flaneûr de La Boca basta con pensar en
las síntesis formales de Quinquela, así como que cada lienzo de Victorica
agiganta su mito plagado de discreción y misterio.
Pero ¿qué hubiese sucedido si uno y otro, obliterando y mezclando su tiempo
histórico, hubiesen sucumbido al desafío del conceptualismo?
Prior juega a la sospecha de que ambos nunca dudaron que la pintura fuese Cosa mentale. Y en su ensayo sabe que la
cualidad mental proviene de los elementos de trabajo, de los trucos de cada
artista.
Parafraseando a Mallarmé: el mundo existe para ser parte de un gran cuadro.
Y ese cuadro mental, ya no librado a las aboliciones del azar, es un inmenso
puzzle posconceptual.
Posconceptual: esto es, producto del cansancio y la superación de la eterna
fatiga de las propuestas neoconceptuales.
¿Y qué se supone que hace Prior con un puzzle posconceptual? Pues nada menos
que una muestra al modo de una Antología Personal, convirtiendo su
trayectoria como pintor en un Museo de sí mismo.
Y en ese Museo, como ya sospechan, no faltará su cada vez más atorbellinano
Topos Uranos, que alcanza en una y otra oportunidad la más absoluta
abstracción. Y menos aún su numerosa fauna de pequeños animalitos y criaturas
de fábula, sus infaltables osos, las ciudades transfiguradas, los paraísos e
infiernos orientales, las visitas intempestivas a los grandes mitos
occidentales, las bambalinas de todo la Historia del Arte por la cual Prior
se desplaza como un Fantasma de la Ópera en la era de Orlan.
Pero no conforme con esto y citándose otra vez ha inventado un curador que no
es sino otro de
sus heterónimos, como en su momento lo fueron aquellos otros de su muestra ®.
Y este heterónimo, para complicar más la Cosa Mentale, ha terminado por llamarse, ni más ni menos
que Alfredo Prior.
Ahora bien ¿en qué se diferencia el curador Alfredo Prior (su heterónimo) del
pintor Alfredo Prior (él mismo)?
Pues en que el curador, a diferencia del pintor, se propuso ser un
Frankenstein compuesto por los que a ambos Prior más les interesa de Quinquela
y Victorica.
Es decir: una zambullida en el Misterio.
Y la mirada final, la mirada de estos Quinquela y Victorica mentales
determinará la Antología definitiva.
La que nunca abolirá el azar.
Otoño de 2002
[Índice]
[Principio del artículo]
Dos caras de la misma moneda / Xil Buffone
Muestra de arte mapuche
Fundación Proa
Buenos Aires, Abril 2002.
En el mismo suelo, en un mismo momento histórico
convivieron dos culturas trágicamente antagónicas.
La Argentina de altos contrastes de mediados de siglo XIX se muestra
en la Fundación Proa de Bs As a través de dos exhibiciones simultáneas: el
cosmos indígena y el cono urbano en un límite filoso.
Hijos del viento - Platas y tejidos mapuches
La Luna después de una gran disputa con el Sol derramó sus lágrimas,
las que de tan ardientes se convirtieron en plata. Aquella vez los indígenas
recibieron los dones y los cuidaron a través de las fabulosas formas de su
platería.
La joyería mapuche nació con espíritu propio y mágico, fusionando rápidamente
diferentes tradiciones –desde el “tupu” quechua hasta las
medallas españolas- conformando un lenguaje sumamente original, un estilo de
excelencia donde círculos y rectángulos se concatenan en cascada vertical que
remata en campanillas, flores o cruces.
Todo es símbolo y reflejo. Aros, casquetes, gargantillas, collares, pinches,
cadenas y prendedores se superponían tapándose unos a otros alcanzando total
climax en su conjunto, destellando música y abundancia.
La plata luce espléndida en placas gruesas y planas, pesa sobre los ropajes
azul noche de las esposas del cacique.
Según las crónicas, las indias avanzaban impactantes gesticulando en exceso,
ostentando el honor de estar bañadas por el misterio luminoso de ser luna.
La colección de Eduardo P. Pereda reúne adornos
originales femeninos de plata y de chaquiras (cuentas), textiles (ponchos y
fajas) y piezas rituales.
Un país en transición
Christiano Junior- Fotografías(1867-1883)
Fundación Proa
Buenos Aires, Abril 2002.
El portugués José Christiano de Freitas Henriques Junior (1832- 1902)
fue uno de los fotógrafos más importantes del siglo XIX en la Argentina.
Trabajó diez años en Bs As retratando a la sociedad porteña y al nacer de una
nueva nación. Por su estudio de Florida al 200 desfilaron notorios como
Sarmiento, Mansilla, Luis Sáenz Peña o Adolfo Alsina y también los seres
anónimos: naranjeros, canillitas, el vendedor de aves y peces, el niño
muerto, el violinista manco, la pareja de novios.
En 1879 se embarcó en un vasto y ambicioso proyecto: el “Album de
vistas y costumbres de la República Argentina desde el Atlántico a los
Andes”. Inició una gira artística de cuatro años por las provincias de
Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Luis, San Juan, Santiago del Estero,
Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy.
Es curioso como todas las personas permanecen inmóviles ante la lente, posan
estáticos simulando hacer su trabajo: levantando edificios los albañiles,
cargando bolsas los del puerto, lavando la ropa las mujeres o trazando las
nuevas rutas los hombres apostados en los campamentos del ferrocarril. Todos
los personajes del siglo XIX miran fijo a cámara, se quedan tiesos para
aparecer en el album del progreso.
La exhibición presenta 71 tomas incluidas en el
libro “Un país en transición” recientemente editado por la
Fundación Antorchas.
[Índice]
[Principio del artículo]
Retratos de mis vecinos / Osvaldo Aguirre
Carlos Darío Albornoz nació en 1956 en Tucumán y
reside en Yerba Buena, en esa provincia, donde trabaja como fotógrafo. Ha
realizado exposiciones en distintos puntos del país y del extranjero y
desarrollado investigaciones fotográficas en temas de arqueología y
antropología del norte del país. Cursó estudios de conservación fotográfica
en el Archivo Nacional de Fotografía de Francia y en el Atelier de Restauration
et Conservation de Photographies, en París. En 1999, integró un grupo de
siete fotógrafos argentinos que recibió de Francisco Da Costa, fotógrafo y
conservador brasileño, el conocimiento y la técnica del daguerrotipo. Un año
después abrió en su ciudad el primer y hasta ahora único taller de
daguerrotipos de la Argentina. En noviembre del año pasado expuso trabajos en
un simposio de la Daguerrean Society, realizado en la ciudad de Kansas, y
varios de sus daguerrotipos serán publicados en un libro del crítico Lyle
Rexer que anuncia la editorial neoyorquina Abrams.
-¿Cómo te planteaste trabajar con daguerrotipos?
¿Cómo aparece esta decisión en tu trabajo con la fotografía?
-En primer lugar como respuesta al anhelo de conseguir imágenes con
una fuerte carga de unicidad. No porque fuera un modo de desnaturalizar a la
fotografía, que esencialmente permite su reproducción al número infinito,
sino como respuesta a la captación del acto fotográfico como hecho histórico
con su correspondiente carga temporal. El daguerrotipo responde a esa
inquietud naturalmente. Lo mismo se podría conseguir con solamente no copiar
más de una vez un negativo, pero de algún modo a eso lo siento como
antinatural en su esencia morfológica.
El otro aspecto tiene que ver con la posibilidad de comenzar y terminar con
el proceso de obtención de una imagen de principio a fin. Es un modo de tener
una cuota de poder sobre el resultado de la fotografía. El hecho de pasar
horas puliendo, luego plateando, sensibilizando y por último exponiendo la
placa durante un tiempo bastante largo, es un modo de educar mi personalidad
de apuro, mi ansiedad por obtener resultados rápidos, lo que la naturaleza
del daguerrotipo impide y por lo tanto me permite sofrenarme y pensar
seriamente todo el proceso y la imagen final. Por último, yo trabajo con
varios procesos fotográficos antiguos, como goma bicromatada, cianotipo,
kallitipo, papel salado, etc., lo que me permitió educar mi percepción del
tiempo. O sea, estos procesos necesitan como el daguerrotipo mucho tiempo de
trabajo (la goma a veces hasta siete u ocho días de trabajo), lo que en
cierto modo es bajarse de un auto que va a 100 kilómetros por hora y subir a
un caballo que puede ir a 10 o 15 kilómetros por hora como máximo.
-¿El daguerrotipo implica una estética diferente al
hecho fotográfico? En ese caso, ¿cómo la describirías?
-Si, puesto que el acto fotográfico implica varios actores: el
fotógrafo, el objeto (persona o cosa) fotografiado, la luz, el tiempo. En el
daguerrotipo cambia sobre todo el tiempo. Se pasa de exposiciones de
milésimas o centésimas de segundo a varios segundos o minutos de exposición
para obtener la imagen. Esto, de hecho cambia muchas cosas. Desaparece la
instantánea. Otra, no se tienen 36 fotogramas en la cámara sino uno y esto hace
que yo reflexione mucho más sobre lo que deseo como imagen final (esto es a
título personal). Otra, cuando se trata de fotografiar personas, se requiere
de una muy buena comunicación con el modelo. Pero creo que sobre todas las
cosas se trata de los tiempos de exposición y el tipo de luz que se puede
utilizar, ya que se necesita de una luz con gran contenido de UV, luz del
sol, lo que implica que se puede trabajar en las horas en que los médicos de
piel dicen que uno no se debe exponer al sol o en su defecto utilizar una
lámpara de UV para serigrafía.
El hecho de obtener pequeñas imágenes en un espejo de plata, que requieren de
una luz puntual en un ángulo tangente a la placa y de poca luz ambiente para
que uno no se refleje en el espejo, más la carga de unicidad, la
circunstancia de revivir una técnica antigua, hacen que estas imágenes tengan
una fuerte carga externa aparte de la imagen misma. O sea, no se puede
separar la imagen del objeto y eso en cierto modo te intimida y te hace
sentir dueño único de tiempo y espacio histórico.
-¿Qué tipo de imágenes has registrado con
daguerrotipos?
-He tomado naturalezas muertas, edificios de mi
ciudad, pero sobre todo siento como más importante los retratos de mis
vecinos del barrio. Siento que la identidad está ahí, en el barrio y en esas
personas que son desconocidas para el mundo, pero que me han adoptado a mí
como su par, como su vecino y eso me llena de orgullo. Por lo tanto, haberlos
retratado me ha parecido la forma de devolverles el favor de su
reconocimiento, con mi reconocimiento y forma de hacerlos conocer a la gente
y dejarlos impresos en mis daguerrotipos.
-¿Qué perspectiva
ves para el trabajo con daguerrotipos?
-Me parece que ante la perspectiva de un fuerte cambio en el modo de
registrar imágenes con la aparición de la digitalización, esta es una
alternativa creativa que permite al fotógrafo incidir mucho más en la
obtención de sus imágenes, por las razones que expuse. Por lo tanto creo que
es fundamental reconocer y no perder estos conocimientos. En la técnica, un
nuevo procedimiento es asesino del anterior, a tal punto que pronto se pierde
de la memoria de sus actores. Recuperar técnicas antiguas en la fotografía
tiene estas implicancias de nuevos desarrollos. Ante la facilidad que
permitirá la digitalización, queda tiempo suficiente para recorrer los
caminos de las viejas técnicas fotográficas que no implican al daguerrotipo
exclusivamente, sino incluso hasta el blanco y negro tradicional.
Respecto al libro el editor es LYLE REXER; no tengo idea de cuándo sale
puesto que esas negociaciones las llevó a cabo Frittegotto,. Lo que si tuve
oportunidad en noviembre de 2001, fue de exponer en el Simposio de la
Daguerrean Society mis daguerrotipos. Esta sociedad, es la entidad madre a
nivel mundial que reúne a los coleccionistas de daguerrotipos (sobre todo
antiguos), que en esta oportunidad abrieron espacios para los
daguerrotipistas contemporáneos. Esta reunión se realizò en Kansas City los primeros
días de noviembre del año pasado. Miguel Angel Cuarterolo es un miembro de
esa Sociedad si es que necesitás más información sobre el tema.
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Imagen y Deseo / Diana Aisenberg
Lele de Troya es un
restorán, que en sí mismo es como un cuadro. Está pintado.Tiene zonas de
colores, las paredes las mesas las sillas todo del mismo color. La zona roja,
la amarilla, la violeta. Para donde mires, te encontrás con un color.
Arriba, al fondo, mas allá de los colores dice "espacio de arte"
-señala una chapa esmaltada- y es ahí donde se encuentran pegadas a la pared
blanca las 17 fotos de Marcelo de la Fuente, artista y curador de la Casona
de Olivera, en el Parque Avellaneda. El espacio de arte Lele de Troya está
coordinado por la artista Ana Gallardo, también curadora. Rescato este
fenómeno que crece sin parar. Los artistas argentinos pareciera, hemos
decidido ocupar los espacios que otros no ocuparon, para constituir así
nuestra obra, y nuestro lugar de artistas.
La obra de Marcelo es una invitación, un deseo, la idea de una noche.
Bienvenidos y habitación 18 son los textos que abren y cierran el recorrido.
Mi vida es privada es mía y quizás sea la tuya. Carteles, neón, hotel
alojamiento, pasillos larguísimos y mucho rojo. Solo, podrías intentar
imaginarte un acto sexual, un encuentro que jamas aconteció. Me acuerdo de
happy together, esa película que hizo bum. El lenguaje de las luces, los guiños
y las tentaciones.
La stidicam que se acerca hace foco en la palabra caja, se detiene en una
mujer sentada frente a un plato de arroz moldeado. Comida china y cama
redonda. Ella está sola. Una ausencia infinita. La onda setentista de un
hotel fuera de moda. Aquí, en este hotel, en esta noche, nada está mas lejos
que el cuerpo. Nada sucedió ni va suceder.
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Arco 2002 / Rodrigo Alonso
Resguardada por
estrictas medidas de seguridad, y en medio de un insistente clima de
confusión provocado por el pasaje de la peseta al euro (¡cuánto tienen que
aprender de la Argentina!), la ciudad de Madrid volvió a albergar a una de
las ferias de arte contemporáneo más importantes del mundo: ARCO 2002.
Generosa en sus dimensiones y súper-eficiente en su organización, ARCO
constituye sin lugar a dudas una de las propuestas más serias y prestigiosas
en su género. Las casi trescientas galerías participantes de este año, entre
expositoras e invitadas, atestiguan la magnitud del proyecto.
Sin embargo, a pesar de su envergadura, son pocas las figuras rutilantes del
arte contemporáneo representadas en la feria. Por algún motivo ignoto pero
seguramente de gran peso, las grandes galerías del mundo no llegan a tierras
madrileñas con sus artistas. Las norteamericanas fueron menos de quince y las
británicas -por mencionar un mercado líder del arte contemporáneo muy próximo
geográficamente a España- apenas cinco. En cambio, es apreciable el número de
galerías de Latinoamérica, si bien muchas de ellas participan de la feria por
invitaciones especiales.
A diferencia de otras ferias comerciales, ARCO reserva un gran espacio a
galerías no comerciales y a propuestas alternativas, que ingresan al evento
invitados por curadores de prestigio internacional. De igual manera, uno de
sus mayores aciertos lo constituyen las Mesas de Debates que reúnen a los
curadores, críticos y teóricos más destacados del circuito artístico contemporáneo,
propiciando, al mismo tiempo, un intercambio fluido entre éstos y los
artistas expositores.
Las galerías y los artistas invitados aportan un aire de diversidad a una
exposición que, por momentos, se torna muy monótona. Aún cuando las galerías
expositoras son bastante permeables a los nuevos medios, lo cierto es que, en
definitiva, los que mejor se venden son los tradicionales y los stands se
pueblan de pinturas, esculturas y grabados, que no siempre portan la marca de
lo contemporáneo.
En los espacios de las galerías invitadas (Cutting
Edge) y de los artistas invitados por algunas de éstas para
presentar proyectos especiales (Project
Rooms), el triunfo de los “nuevos medios”, y en
particular del video, es, por momentos, excesivo.
Destacan el video “Els Segadors” de Coco Fusco, una aguda mirada
sobre la particular posición del pueblo vasco dentro de España y el registro
de la performance “Duplex” de Gustavo Artigas, en la que el
artista más otras quince personas parecidas a él cuestionan las identidades
nacionales del arte en un delirante discurso sobre las personalidades
múltiples.
También participan de esta sección, dos niños mimados del arte español: la
estrella gay Carles Congost con un video que ironiza su propia obra, y
Santiago Sierra, un madrileño radicado en México que paga a personas para
realizar acciones entre absurdas y siniestras, supuestamente señalando -pero
definitivamente poniendo en práctica- al sistema capitalista de explotación
social.
No obstante, uno de los más destacados en la sección Project Rooms fue, a mi juicio, Marcel
Dzama, un artista canadiense que presentó unos dibujos coloreados a la
acuarela con personajes y situaciones enigmáticas, que evidencian su doble
inspiración en la caricatura y la estética surrealista.
En cuanto a las galerías invitadas para la sección Cutting Edge, son muy pocas las que presentan a artistas
interesantes y prácticamente una la que, además, se preocupa por transformar
el espacio concedido por la feria, produciendo un quiebre en la homogénea sucesión
de stands de paredes blancas. Me refiero a la galería M&M Proyectos, de
Puerto Rico, cuya sala fue convertida en un espacio abigarrado de
fotografías, impresos, volantes, objetos, etc, con una estética similar a la
local “Belleza y Felicidad”, donde no se presentaban obras sino
más bien documentación de acciones, información sobre eventos, producciones
independientes de artistas, etc.
Del resto de las galerías, algunas decepcionaron particularmente, como la
mexicana Kurimanzutto o la brasilera Brito Cimino, que suelen alcanzar
importantes niveles de calidad pero que en esta oportunidad no lo
consiguieron. En cambio, la Galería Botello de Puerto Rico, presenta unas
máquinas de Arnaldo Morales y objetos con documentación fotográfica de una
performance de Ana Rosa Rivera-Marrero en un espacio particularmente cuidado.
Entre las restantes, sólo se destacan algunos artistas individuales. El más
sobresaliente, a mi parecer, fue el noruego Mikkel McAlinden, que presentó
una excepcional instalación fotográfica con una partida de naipes registrada
desde diferentes puntos de vista, en un trompe
l’oeil postmoderno de inquietantes reminiscencias barrocas.
Como todos los años, uno de los espacios más importantes de la feria estuvo
dedicado a un país invitado, en este caso, Australia. Catorce galerías
representaron el arte contemporáneo de ese país, aunque fue Roslyn Oxley9 la
que se llevó las palmas al tener entre sus artistas a la estrella
internacional Tracy Moffat. Otra galería destacada fue Darren Knight, que presentó
la obra de Ricky Swallow, una serie de calaveras en polietileno con el diseño
de las computadoras Mac, cuya imagen resultó una de las más publicitadas.
En cuanto a las galerías expositoras, es poco lo que puede decirse a nivel
general. Como en toda feria, las calidades no siempre son parejas, y es
posible encontrar obras de los artistas más destacados conviviendo con otras
decididamente impresentables.
Algunas situaciones llamaban particularmente la atención. Por ejemplo, la
contigüidad de las galerías Luis Adelantado -de Valencia- y Gmurzynska -de
Alemania- la primera presentando obras de marcado tono feminista u
homosexual, la segunda con una delicada selección de obras de Malevich,
Moholy-Nagy, Gris y Miró. Desde las salas de Gmurzynska, era imposible no ver
los pequeños dibujos de Malevich con una serie de desnudos masculinos de
fondo en posiciones un tanto comprometidas... Donatello entre las fieras!
hubiera dicho algún crítico de arte algunos años atrás.
Un par de esculturas de Rebecca Horn se habrían paso en el pequeñísimo stand
de la Galerie de France. Muy cerca, las fotografías de Andrés Serrano no
tenían problemas para atraer a la gente desde un espacio minúsculo, ya que
las imágenes de un Elvis semi-desnudo y un sacerdote negro desteñido a nadie
pasaron desapercibidas.
Como era de esperar, había una sobredosis de artistas españoles. En
ocasiones, ese exceso se hacía demasiado evidente: tal era el caso de Antoni
Tapies, Julio González o Antonio Saura que se repetían hasta el hartazgo. Lo
más lamentable, era que muchas galerías internacionales con importantes
artistas en su cartera, decidieran mostrar también a artistas españoles. Sólo
por dar un ejemplo, la legendaria galería Art of this Century, representante
de Louis Bourgeois, Anish Kapoor o Robert Rauschenberg, entre otros, exponía
en cambio a Eduardo Chillida, Jaume Plensa, Miquel Navarro y Manolo Valdés.
Argentina tuvo una importante presencia en la feria, de la mano de las
galerías Ruth Benzacar, Luisa Pedrouzo, Arte x Arte y Del Infinito, si bien
el espacio de esta última parecía un poco acotado para los artistas que
presentaba.
Quizás sea ésta una de las últimas gestas nacionales en este foco de
atracción internacional, uno de los tantos últimos episodios del sueño de una
indiscriminada inserción en el mundo. Lo cierto es que ARCO sigue brillando y
que nos va a ser difícil no observarla, aunque sea en la lejanía, por lo
menos mientras nuestras esperanzas permanezcan acorraladas.
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Reseñas
Todo orden no tiene explicación / David Wapner
Taiga / Andi Nachon;
ediciones Suscripción,
Buenos Aires, 2000.
Cuando en 1990 Andi Nachon publicó su primer libro de poemas, Siam, se
la suponía cercana al grupo de poetas jóvenes, que por aquellos días
encaró en Buenos Aires su traducción o versión a grosso modo del realismo
sucio
norteamericano, echando mano a su vez a las reservas de poetas de
generaciones anteriores como Wallace Stevens y buscando aliento en
paradigmas locales como los hermanos Lamborghini y Joaquín Giannuzi.
Pero en Taiga, su último libro,
aparecido en diciembre del 2000, poco o
nada quedan de aquellos poemas angostos, acelerados, de versos cortos,
llenos de gestos punk y yeites generacionales, salvo una mención de pasada a
una
botella de cerveza de marca guiness: Taiga
es una epístola de la poeta a
sí misma, o de alguien a sí mismo, desplegada en versos irregulares,
lánguidos, trabajados, sin espinas a la vista. Del rocanrol del siglo
pasado al, por momentos, dolor, de este monólogo interior hablado a un
alter silencioso, hubieron de pasar diez años, durante los cuales algo
importante habrá pasado en el crecimiento --si se me permite tal
expresión ambigua-- de Nachon, pero no puedo dar fe, porque no leí Warzsawa, su
libro de 1996. Pero Varsovia reaparece en castellano, entre otras imágenes,
fragmentos, alusiones, o sensaciones de países, o ciudades, calles, casas,
"traslados" o personas del mundo, en el viaje no iniciático de Taiga: un viaje por
segunda vez, que ve, y muestra, los resabios de paisajes ya recorridos de un
mundo
exterior, o interior, o intermedio. Es en este último plano en donde se
desarrolla
el texto del libro, una suerte de pasillo poroso, permeable, en donde se
filtran,
y se mezclan, elementos de uno y otro lado, y que posibilita, incluso, la
re-escritura de otros
textos, o ideas que aparecen como fantasmas, que se intuyen, pero no
pueden ser aprehendidas: "un río que es un mar". Un río que es un
mar, un mar
que es un río: ¿qué es qué? ¿En qué orden? Una de las ideas centrales de
Taiga es la dificultad de
comprender un orden, cualquier orden, un
sistema, cualquier sistema que, por el contrario, puede ser perfectamente
descrito. En un poema se describe la vivisección de las retinas de un
hamster, al estilo de los experimentos "científicos" del siglo XIX
y buena
parte del XX, y que se repetían en las clases de "ciencia" en las
escuelas: aquí el corazón, acá los intestinos, y esos son los ojos. Pero
ninguno
de aquellos despojos explicaba por qué vivía el conejo, o sapo: "--Lo
siento, hámster." La otra idea, subsidiaria de la que acabamos de
describir, es
la posibilidad de que tales sistemas, u órdenes, pueden ser alterados, aún
cuando su sentido último no puede ser comprendido. Cualquier perturbación y
sus consecuencias pueden ser independientes del significado de aquello
que altera: cualquier alteración a un orden o sistema es gratuita y
arbitraria
si no se dota al evento de un significado que, paradójicamente, puede
ser arbitrario. En el poema "Surf", dice Nachon: "/(...)
¿Buscaste la
irrupción/ del desorden del sistema para quemar tus ojos viendo nada?
No hay tempestad... ". Andi Nachon cree que la sola idea de alteración
contiene en sí la capacidad de alterar, y eso es así: algunos se vuelven
locos
con ese sólo principio. De todos modos, creo el conjunto, dividido en
secciones o capítulos, presenta una alteración real: para mí, Taiga termina
en la
última línea de "Mariscos en Calipso". El bloque que viene,
"Dentro", y
que en los hechos cierra el volumen, parece pertenecer a otra colección de
poemas, aunque contenga el poema Taiga.
Como muchas veces nos ocurre,
Andi Nachon sucumbió a la tentación de alterar lo logrado y cerrado. De
este modo, y al mismo tiempo, anula y potencia sus planteos.
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Agotadora cantinela /
Carlos Battilana
La musa inclemente / Juan Gustavo Cobo Borda,
Barcelona, Tusquets, 2001.
Juan Gustavo Cobo Borda (Bogotá,
1948) es poeta y ensayista. Entre sus títulos de poesía se encuentran, entre
otros, Consejos para sobrevivir
(1974) y Todos los poetas son santos
(1987); en el campo de la crítica ha trabajado sobre autores como Jorge Luis
Borges y Gabriel García Márquez, y también se puede recordar la realización
de una controvertida Antología de la
poesía hispanoamericana (1985).
La musa inclemente se divide en cuatro partes. La primera de ellas, la
única interesante del conjunto, centra su contenido en Grecia. El pasado que
se yergue en el paisaje, el sol que alumbra las ruinas y los templos
antiguos, se confunden con un presente lúgubre, en un cruce temporal que es
al mismo tiempo una reflexión sobre la decadencia. El pasado luminoso regresa
incesantemente, y su vigencia es tan definitiva que la fuerza de lo nuevo es
absorbida por la contemplación de parajes y monumentos que remiten,
inevitablemente, a días pretéritos. La convivencia de una imagen viva del
presente y las relaciones que el sujeto poético establece con la antigüedad
produce un efecto casi melancólico, donde el futuro no tiene lugar ni sentido
(“Del mismo modo/que las sobrecogedoras montañas de Delfos/se remansan
luego/en las playas dulces de Itea/es necesario abrir tumbas/y hollar
cementerios”).
Las siguientes partes del libro recurren al tema amoroso. La pasión, la
decepción, el acto sexual, el furor de los amantes son los tópicos que
recorren los textos. Sin embargo, asistimos casi azorados a una colección de
lugares comunes, versos ya transitados por la poesía amorosa y una escritura
que se presenta ingenua e inexperta. Insólitas rimas que nada aportan a una
acústica sugerente, un cierto afán pedagógico que empobrece el sentido y una
trillada reflexión sobre el amor, son los desaciertos más reiterados de los
poemas (“La dictadura del amor/te exalta y te humilla./Te brinda/su
esplendor y su fastidio./Su voracidad justa y necesaria./El terror de su pérdida/y
la incertidumbre que todo lo roe.”). Como si se tratara de esos textos
que aleccionan al lector por la moraleja que dejan, pero en los que
advertimos, rápidamente, un sentido del que la literatura se retrae por su
carácter unívoco, el poema que da título al libro recurre a la repetición del
mismo verso al comienzo de cada estrofa: ”Aprendí contigo/que todo
acto/ se torna irrisorio/ sobre el telón de la distancia/ /Aprendí
contigo/que cualquier ímpetu/naufraga/ante las atareadas murallas/de lo
razonable/ /Aprendí contigo (…)”. Esa agotadora cantinela,
obviamente, no permite ningún resquicio al lector en la construcción de la
significación.
Si hay estilo en estos poemas, es el de un aprendizaje sin pudor, aquel
aprendizaje trajinado en los textos que los poetas esconden en los cajones de
sus escritorios, y frente a los cuales sonríen por la impericia de lo escrito
hace ya mucho tiempo. El efecto de lectura que producen estos poemas es el
del tedio. No asistimos a un trabajo cuyo tema sea el de la inexperiencia, o
un trabajo poético con los materiales que la inexperiencia segrega; ni
siquiera consiste en una reflexión acerca de la disonancia que produce, a
veces, el encuentro entre la auténtica intensidad de los sentimientos y la
escritura de un poeta que recién comienza su obra, lo que volvería
interesante el asunto. No. Es la publicación de poemas casi adolescentes,
como si se trataran de textos enviados, furtivamente, a una novia o a una
amante en edad escolar; pero también en el sentido de que adolecen, padecen
de impericia. Un fragmento a modo de ejemplo: “Marcado/por la humedad
de tu entraña/por fin te veo/mujer despiadada/que me cela y me acompaña/en el
pecho y en el ansia.”
Tal vez una de las formas de valorar la poesía sea equivalente a la de su necesidad,
valorarla cuando la pregunta resulta frontal y contundente: ¿es necesario
este libro de poemas? En el caso de La
musa inclemente la respuesta
resulta evidente: no.
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El
jardín nevado de Dios / Beatriz Vignoli
El cántaro (Poemas
escogidos) / Beatriz
Vallejos,
Ediciones en danza,
Buenos Aires, 2001.
Estos poemas de Beatriz Vallejos, elegidos por Javier Cófreces,
permiten acceder a una parte, de otro modo imposible de conseguir, de la obra
de la pequeña gran poeta santafesina. No hay carátula de separación entre los
libros, que se indican solamente en el índice: el efecto es el de leer una
obra nueva.
Una delicadeza editorial permite ver el facsímil del manuscrito del único
poema del libro que no había sido publicado antes. Quedan en una relativa
oscuridad los poemas que el compilador no eligió. Ausencia que sólo podrá
saldarse mediante una edición de las obras completas de esta sobreviviente de
su generación, quien publica libros de poesía desde 1945. Nacida en la
capital de la provincia en 1922, Beatriz Vallejos también es artista
plástica. Ha mostrado sus obras en laca junto a las pinturas al óleo de
Supisiche, los cromos de Gambartes, o los grabados de Mele Bruniard. Como en
el caso de su coterráneo Hugo Padeletti, conviene señalar las similitudes
profundas entre la poesía y la obra plástica de Beatriz Vallejos.
Los materiales de algunas de las esculturas de la poeta son sencillos pero
sacros: incienso, hueso. En la tradición del antiguo arte de la alfarería (al
que remite el título del libro, El cántaro,
continuación alegórica de la metáfora acuática del alma), Vallejos les
imprime a los materiales de su poesía una rotación ritual. El arranque puede
ser una ocurrencia súbita (“Y el solitario árbol, entonces,
...”); pero al volver, verso a verso, sobre sí mismo, el poema se
intensifica: “...o qué modo de mí, regresara/ también solo, a traer una
imagen,/ a traer una imagen/ ¿que no era sin embargo así?”.
Esta primera persona del singular es casi objetiva: el mundo y el alma se
encuentran en fusión en la experiencia poética donde radican estos versos.
Tal experiencia es siempre gozosa en la poesía de Beatriz Vallejos. Se trata
de una poesía extrañamente bendita, impulsada por una solitaria voluntad
prometeica de bienaventuranza: busca la intemperie, a la vez que parece
fundarse sobre un deber ético de felicidad. Acción y aventura, la poesía se
propone borrar el límite entre lo sacro y lo profano, para lo cual no degrada
lo alto, sino que consagra lo cotidiano. La nada, aquí, no es la noche triste
del ser, sino un “mundo invisible” donde la simbólica flor supera
y trasciende su condición efímera. “Allí donde nada pesa” (como
escribe en el prólogo otra poeta, Celia Fontán) la nada, en palabras de
Vallejos, se vive como “el jardín nevado de Dios”. Amplitud
dichosa la de este mundo redimido de toda muerte y de la sujeción a toda
necesidad, excepto una: la firme voluntad de forma que otorga al poema
–en palabras de Celia– “una tersura casi vegetal”.
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Todo
x 2
OVNIpersia / ná Kar
Eliff-ce ,
Editorial Tsé - Tsé,
Buenos Aires 2002
Durante el mes de mayo se presentó en una micro rave el
último libro de ná Kar Eliff-ce, OVNIpersia,
entre disfraces y el fundamentalismo del chirimbolo rescatamos a
Washington Cucurto y Romina Freschi para que nos acerquen sus lecturas,
reflexiones y lo que quedó del movimiento residual de sus seseras.
¡Eu! / Washington Cucurto
Anotaciones sobre un nuevo estilo. El nacimiento del
curepírocó. La influencia de Alberto Olmedo.
OVNIpersia, libro de ná
Kar-Elliff-ce, se publicó este año, el delirio editorial lo llevó a cabo una
pequeña editorial independiente de nombre casi impronunciable (Tsé-Tsé). OVNIpersia al igual que Mar Paraguayo,
del paranaense Wilson Bueno, no es un libro de lecturas primarias sino de
reelecturas infinitas. Todo un mundo poético de desopilantes cauces
lingüísticos se va desplegando a medida que la lectura avanza. Juegos de
frases, despepites, atolondramientos memorables, mezclas, invenciones
descaradas de palabras compuestas onda “aeronave”,
“noctiarena”, “milhoja”. Un fuerte aire carnavalesco
se siente en el lenguaje, una libertad sintáctica con pocos precedentes en la
poesía argentina más seguidillas de imágenes y exclamaciones de otro mundo, o
mejor dicho, del nuevo mundo ovnipérsico (¡Pero advíneme ahora, pluripersonal
proteinouca!). Acá antes de que me olvide, antes de ahogarme en mi propio
atolondramiento, voy a decir lo que considero más importante con la aparición
de este libro: la tremenda desfachatez humorística-tragicoparódica en el
tratamiento del lenguaje. OVNI,
es un libro abierto, y nos trae un lenguaje en pleno movimiento, un barullo
de fuga, un aletear de torcazas violadas en las islas del Tigre, y por lo
tanto vitalidad. ná Kar escribió una poesía de absoluta libertad, donde todo
está permitido, es un libro “olmediano” en varios aspectos. Más
adelante explicaremos esto. Al terminar la primera lectura del libro lo
primero que pensamos es, ¡esto es rebarroco, ché!. Pensamos en un tono
experimental, pero ná Kar nos pinta la cara, pues enseguida aparece un sólido
y casi consumado estilo poético, que echa por tierra nuestras prejuiciosas
aspiraciones teóricas. No hay nada experimental en OVNI, sino todo lo contrario: se exhibe un nuevo lenguaje
en ebullición, un mundo ovnipérsico.
Ahora bien, ¿dónde encasillar este libro, sería un neobarroco elefantásico?
Una escritura que viene a concluir, de alguna forma, lo que empezó Sarduy?
¿Será acaso un newbarranco
llevado al colmo de sus posibilidades? ¿Bajo que rótulo lo encerraría Salamín
de mi Selva y el Clan-Puán? ¿Y si lo metemos en la bolsa del Cerrismo,
actualizado con pizcas de humor, doblemente ingenioso y paródico? ¿Tal vez el
Perlongher de Aguas Aéreas? Y
delirando un poco más, no tendría OVNI
su origen en los mosaicos fonéticos de Livro
de ensaios-Galaxias de Haroldo de Campos, el Rey carioca de las
aliteraciones y los rompimientos del significante etc, sino escuchen esto:
“mesma e mesmirando ensimesma, enmimmermando filipendula de texto
extetexto/ por isso escrevo rescrevo cravo no vazio os grifos desse texto os
garfos/ as garras eda fabula so fica o finar da fabula o finir da fabula
o/…” No señores, todo encasillamiento es pobre para OVNIpersia, todo parentesco con la
literatura nacional es ridículo, pero no así con otra ramas del quehacer
nacional. Ya veremos. La estética ovnipérsica se moviliza de un lado a otro y
por momentos da la sensación de estar frente a una mega producción de
pintura, cine, video, poesía, cómix, desfiles al estilo De Loof, y otros
entretenimientos. Versos trabalengüísticos y como los trabalenguas, asonantes
y musicales a su vez, sonoros, quizás acá esté uno de los puntos de OVNIpersia, ningún artificio, ningún
mecanismo mas hermoso, bullicioso y vital que un trabalengua, pues en él, el
lenguaje toma una forma vital, se mezcla, sólo tal vez el habla mestiza de
una dominica puede acercársele, pero tampoco. No puedo olvidarme de este
verso trabalengüístico: “El tren que atrae la lejanía de trazos de
trajo al trepidar de tormentas y el trailer los témpanos triza”. Sin
duda este libro desde su concepción argentina, tiene una proyección
continental, y su lenguaje pinturero, a veces estridente, a veces asonante,
pero siempre increíblemene caótico, como diría Sarduy, lo coloca en su
concepción latinoamericanista. Como los buenos libros de poesía desbarranca a
cada tanto, y acá cabría llamarlo barranco
desopilante. Tal vez, ¿por qué no? Esta ostentación del lenguaje,
este derroche de energías, este despepite de vivacidades estrafalarias, este
culipandeo culinario, este trepidar en el trepar de titánicas tarántulas,
¿este cantar canchero en la cancha la marcha peronista? esta explosión de
colores, nos lleva a otro arte, quizás el arte más perfecto de este siglo: la
televisión.
Perlongher le pifiaba fiero cuando aseguraba que el neobarroso de estas
orillas nacía primero con El Fiord
de Osvaldo Lamborghini (l973), y La
Partera canta, (l985), de Arturo Carrera, dos libros clave, si se
quiere, para la historia de la literatura argentina. Se equivocó la paloma.
Yo, modesta, cucurtescamente, me atrevería a decir que el verdadero
surgimiento y explosión, fulgor, o cómo quieran llamarle del neobarroso
rioplatense nace y llega a su máximo desarrollo como manifestación artística
y no solamente literaria en la comicidad. El
neobarroso es mucho más que una manifestación poética y pienso que sería
interesante buscar sus fuentes en otros menesteres del sentir; por ejemplo en
los sketch humorísticos de Alberto Olmedo. ¡Sería muy disparatado pensar que
ahí nace el neobarroso? El descubrimiento de este new stile viene por el lado de la comicidad, de la
parodia, del humor ácido y político, la complicidad con el público al romper
las escenografías truchas, la exhaltación de la carencia, de lo truchamente vulgar,
las interpretaciones de variado calibre que se desarrollaba en el alma de
esos sketch de la década del 70 y el 80´. Ahí es donde este new stile, esta forma desenfadada del
ser , explota para el mundo. El ser argentino en constante movimiento, como en
el libro de ná Kar, no? No obstante no creo que OVNIpersia, sea un libro neobarroso, aunque
tenga muchos condimentos que vienen de la televisión y la televisión le deba
un montón a Olmedo. Lo que sí creo, es que este libro es el punto de
estallido y de mayor tensión poética, de una nueva poesía argentina que se
comenzó a escribir a partir de l995, por poetas nacidos a mediados de la
década del 70 ( y que no pertenecen para nada a la generación del 90*). Y
esto sí es un invento argentino al que yo le llamaría curepírocó. Leámos estos versos de OVNI: “Y qué va del mí si en mí
cualquiera habla/ en mi cualquiera ordena y sin mí el que canta
ordena…/ y de saber que el baile nos tiene/ que un pequeño baile nos
troca/ y que no es representatura ni poemadomancia o grito demédium/ que esto
no es prueba/ que es veniencia a la recorredura que conviene y se afianza y
no condena/ que es el hueso hueco-de- aire
en el cuerpo y la doble tracción a trip de ala/ la pequeña
hacienda a doble voz y triple trino de risa/ y sin cuerpo". Sin duda que
es una nueva forma de interpretar y escribir poesía, muy ligada a mucho de lo
que hace Romina Freschi como Entremezcales,
como Alga de G. Bejerman,
algunos poemas de Lola Arias, y todo lo que pude leer de Manuel D´Onofrio.
Todos estos poemas tienen un fuerte aire curepesco. Pero estaría bueno
seguirlo con más tiempo y más ganas.
* Un par de veces me sorprendí cuando en varios ensayos de profesores
y gente conocedora de poesía se mezclan las generaciones bajo el rótulo de
poetas del 90. ¿Qué es lo que separa a una generación de otra? ¿Su temática,
su fecha de nacimiento? Sí todo eso, y sobretodo su posición frente a la
literatura, no creo que puedan ser de la misma generación un poeta como
Daniel Durand y Martín Rodríguez, Juan Desiderio y Romina Freschi, sus
diferencias saltan a la vista y sobretodo sus inquietudes, ya no se ve (como
en la gran mayoría de los poetas que empezaron a escribir hacia fines de la
década del 80 hasta mediados de los 90), una inquietud “sociológica”.
Tanto Elliff, como muchos poetas nacidos en los 70, tienen otra interpretación muy distinta y
yo diría que no son poetas del 90, sino del nuevo
siglo.
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Ovnipersia / Romina E. Freschi
Capsulazona, nave regia, nave región. Nave, barco, lugar – casa
que se traslada intacta (Nautilus) -casa que se transforma con cada toque
(barco ebrio). 1
Ovnipersia es un lugar: una sinestesia (ovni – omni – persa
– pérdida – inmensa), un espacio donde la historia (el tiempo
como consensuamos conocer) es una impresión más que entra por los sentidos y
en ellos se re-suelve. En sentido contrario entonces, ese espacio ovnipersia
es un espacio de puro tiempo – un viaje – de los sentidos, lo
sentido y el sentido ; ¡casi una infancia! ¡una eternidad!. La recuperación
de la aventura pura, pre-histórica.
En la bitácora de este ovni (ya no sólo ebrio sino mucho más sofisticadamente
alterado), el recuerdo como impresión es el único dato histórico. Recordar el recuerdo: ¡un récord!
. Como única historia entonces el record
es, a la vez, procedimiento – la grabación – y resultado –
el registro registrado de un presente que se actualiza en cada impresión (la
que imprime el escritor y la que se imprime en el lector)-. La palabra
– máscara – contrae y expande las impresiones en el chart del
poema. Presente vivido, grabado, escrito, leído y vuelto a vivir. Escritura-lectura
re-cordadas. Presente vívido en
el movimiento de la nave-cuerpo que viaja, y en el viaje, cambia.
Intentar recortar una cita de
ovnipersia es la prueba más irrefutable de ello. Cada palabra frasecifra es
un “presente” en sí misma, indelimitable, representándose a sí misma y al libro tan
efímera como concluyentemente. Inolvidable en su accionar (motor del viaje,
escenario no sólo móvil sino fluctuante) pero in-re-cordable en la cuerda de la historia y del lenguaje cuerdos.
Elijo entonces por puro gusto, por aceptar “el presente” como un
canto cantado para mí en este momento, lectora-cántaro, golosa y gozosa de la
ovnibilación recibida.
“Estamos en el
rancho de cualquierparte
en el rancho de la bienquerida por el que cruza la estrella del mediodía.
su galería se inicia a la altura del eco seno:
estoy retirado al costado del mar y descanso (pero como quien dice “ahí
me
/comen”)
y permite la costilla
de la hora entrar a su sable de siesta:
no deja de temblar este hilo del que un habla cuelga.
Azulamarillo de la
aguafiesta y del emerger a la espuma y al ovni de la ola:
salgo hacia donde cuelgan los trapos
sector de parición a pleno día brasa un canto que aplasta los cardos.
Vida solita entre el mar y la ropa disparada contra el suelo:
mi ranchera es mi germen de naviger,
fotografemas del espacio en sus paredes caseras
la vuelven el módulo de desconocimiento que orbita la arena.”
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