Inéditos
Por Panamá te mato Dios mío /
Sofía Merlino
Óscar es
sólo una cara bonita
A todo motor
viene un puño en
recta
para imponer el
alcance de los brazos más largos del mundo
pero llega
en llanta
a la esquina
de
una prótesis bellísima
de loza y porcelana
que sonríe a salvo
y habla y habla
pero con los puños
acompasada por el
torso
para que surja una
melodía
del golpe del pie
en el suelo
y se arme la milonga
triste
Hoy damas gratis.
Sos mi miniturismo
De una mochada
cae de rodillas
y se hunde en llanto
le he acariciado
un poco la cabeza de turco
separada del tronco
y se ha ido de lengua
me ha dicho
es a ti a quien siempre he amado
y se ha arrojado
a mis pies
lloriqueando
frotándose las cuencas
vacías
ha gritado que gracias,
muchas gracias
a mi puño quirúrgico
ha visto nuevas
geografías
ahora mismo ha visto
aquí
las siete maravillas
del mundo
mis pies
mis brazos
mi cabeza
mis puños.
I love you Iwant you I need you
Todas las veces
que me pidas, Archie
mando un cadete
a buscarte
Orinoco arriba
y con mis manuelitas
te lavo
te seco
te peino
y si sos wash &
wear
enseguida te abro
el Luna para vos solo
para verte bailar
para mí
oír la música de
tus pies en el suelo
pedirte un cuerpo
a cuerpo
a puño desnudo
para que tu swing
me amorate la boca
y ahí pueda yo abrazarte
con los labios así
pintados
decirte al oído
te necesito así
de cerca
sos mi primera dama.
Paragua de lona
Es lindo el batacazo,
Azuaga
en tu piel paragua
cubierta
de tractor duraznito
vení vení Hugo te
saca
la pelusita
la pepita
te chupo el carozo
te parto al medio
como
manzanita moño azul
con mis maquinitas
everlast
te pelo el culo
como
la mona dormíte
arrorró
paragüita
piojoso.
Mi huesito no es para los perros
Qué maldición tuve
en mi vida
para engolosinarme
así con tus puños
carne y uña con
mi vientre
tu jab dándole a
mi cuello
es el collar más
lindo que nunca haya visto
una estola de armiño
tu antebrazo
me ciñe la espalda
por qué entonces
Je suis venu te
dire que je m’en vais
por qué te vas ahora
si puedo envolverte
en una red de ganchillo
de izquierda
de izquierda
si con mis crines
áureas quiero incendiarte el pecho
hacer un asado para
los pobres del barrio
y de tu osamenta
un paradigma de
ingeniería.
1° de mayo de 1974
Váyanse pocho a pocho
Estos estúpidos
que gritan
no puedo oír tus
manos
en mi pechito con
hueso
Sos tan bonito les
digo
a flor de labio
él es la Reina del
Trabajo
él es mi gorilita
Cuando se vayan
de la plaza
porque los mercenarios
no han pagado tanto
para escucharme
entero
quiero comer garrapiñitas
que el lamé de tus
pantalones
haga bailar al pasto
una canción caribeña
Las agujas se te
embarran
mi cuerito está
cosido
de tus lentejuelas
tu pintalabios recorrido
en mi columna
de la Tendencia
que
gracias que se va
y puedo ya estatizar
tu espectáculo maravilloso
porque tus productos
están minuciosamente
analizados
debidamente controlados
en mi laboratorio.
1951
A mis negritos desharrapados
melenita de liendre
que suspiran suspiran
suspiran por
aunque sea uno solo
uno
de tus huesitos
les compré cinco
mil
pistolas calibre
treinta y nueve
mil quinientas
ametralladoras
para tirarte al
cuerito
aplacar tu brillo
Koleston
Pesa noventa
y pico
¡Qué delicia!
Te quieren
faenar todos juntos
y engordar gatos
y gatitos
que comen los chicos
Apuntan todo
pero Pocho está
empantanado
en tu cadera
los ejes engrasados
te refriega la espalda
la cabeza se mueve
hacia atrás
el torso hacia delante
luego hacia atrás
Qué dice
decíme que dice
la bocinita de tus
labios
Deceive me
El cabezón no sabe
ni medio
de tu inglés edulcorado
pero si lo dejan
puede
Me hubiera muerto
si no volvías.
Te quiere, Grasiela
Dale que dale, linda
los grasielas descosidos
chillan en el ringside
contrapicado fino
veo
sus pelucas de bochita
negra sucia que
son
qué serenito y rabioso
se le va la mano
al puño sicario
hace fiero ruido
y feo
suena la piel de
tambor
en la manta del
pecho
para trozarlo pequeñito
pero uyuyuy qué
ricos
qué ricos son tus
pickles
con palo palo palo
palo palito bonito
de tus huesitos
dulces
pincho y te robo
la casita
la manta
el tambor
lo que dé
los grasielas de
abajo y yo
te comemos todo
juntos
mirá que es rica
tu
serenísima
baila la negrada
la panza pide la
sangre
y tienen mucho frío
yo me pongo un saquito,
nena.
El coloso en el Coloso
Tyson rasca el higo en Villa Mitre
Es con invitación
el mono puerta relojea
como un virola virolita
las tetas hinchadas
con nafta de jet
los botoncitos nacarados
Tyson se relame
un dedazo afilado
cuchilla de carne
picada
fino le deja florido
el upite de culo
de perro
de la calle
Dale apretáme Miguel
bailamos Leo
los Pibes
apretadísimos me
dice
que nadie se meta con usted
o le doy una biava
así estira
las manazas cosidas
con anilllitos de
strass
le toca el pinocho
a un paraguayito
surfilado
en símil cuero
le pellizca el higo
a una morochita
tapizada
en símil cuero
mi pollito negro hace
rodar moneditas
debajo
de su pollera minina
sin peni peni naranja
Le sangra la boca
me comí higos
pero Miguel, es sábado
no sos Dominguito
se pone de la nuca
con dos tres
cuatro fernandos
mueva mueva la cintura
las cadeiras el
surubí
como el príncipe
no existe
padelante patrás
padelante patrás
padelante patrás
para adelante y
para atrás
uyuyuy Tyson
todo lo que quiero
quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero
es bailar con vos.
Tararí rará
Miguel Tyson de pesca embarcada en Impacto Bailable
Damas gratis pero
los pibes
se ponen con diez
chauchitas
en la fila el pastiche
latinoamericano
pega el grito zapucay
Hacé la cola, loco
le manotean la pandereta
Tocáte algo, Miguelito
suena tropical la
movida
en el culo de Tyson
ahí nomás el bola
ocho
como cocorito busca
maíz
ay para qué
le da vuelta y vuelta
a la tortilla
tensa la pierna
delantera
carga el tamborcito
de sus manos
con diez tiros granizados
de fantasía enchapada
reparte que da asco
y de un derechazo
lindo
salen mal parados
los de camisinha
chapucera
Por entrar primeros
nos regalan canilla
libre
de choripenes colorados
fiesta fiesta fiesta
Qué contentísimo
Tyson
chocho le muestra
al camarerito
la tararira por
debajo
de sus pantalones
le regala una
dos tres cuántas
yapitas
la música lo pide
baila baila
moviendo los pies
quiere que le toquen
la cumbita
mientras bailo
me da un centellazo
limpio
y en el piso
me mastica me muerde
la orejita.
31 de enero del 2003
Gran inauguración El Duke
Actuación exclusiva Grupo Santa Marta
Miguel Tyson tira canitas al aire en Newton y Liniers
Tan dulces
los ojitos por el
vino
hasta parecen joyas
las lobas del altiplano
qué piedrotas preciosas
con sus fajitas
de pechuga
y sus taquitos
de cerdo
se sonríen de gusto
embriagadas todas
es fuertisisímo, Miguel
tu olor a almizcle
huele como perro
viejo
la envidia curtida
en el cuero de los
mezcaleros
apura copas una
ovejita
negra descarriada
suena el tambó tambó
le roba una empanada
de las suyas que
nada más
son suyas sus lupitas
ay por qué por qué
está sola la oveja
se le va la carne
de las uñas
querías cumbia?
tomá
Ty Ty Ty
le planta el capullito
en el patio de atrás
con la vajilla del
vientre
trabaja para hacer
achuras
con garra de gallo
empedrada en argentina
hace hoyitos Kalashnikov
piti piti
los huesitos son míos
abajo del costillar
paragua
se quema como rama
seca
arde con sus hembritas
todos juntos
como yemitas de
un huevo
solo.
Mendrugos
I
Dos tres vasitos
apurados brilian
lioran
fuerte de los ojos
la perra duerme
las puntitas de
su pelo
en el vino
esa uvita en la
boca
el mono la quiere
comérsela
trepado a la parra.
II
Dale dale
todos queremos ahora
la cabeza rota ya
contra las sillas
por un beso fiero
apretado
de tus dientitos
como facas
filosas con pico
de oro
afuera volcamos
autos
barremos las patrullas
qué te parece
por uno dos besos
la calle limpita. |
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Sofía
Merlino Bahía Blanca, 16 de febrero de 1980
Diez días antes de lo que me habían dicho la señora Mari me saca de
mi bolsito y me pega en el culo. También me pegan cuando no quiero
ir al casamiento de la prima Sandra y a verle las vasijas a Alicia.
El último viernes me pegaron con un zapato en el culo cuando salía
de una fiesta.
Carlitos María Giménez me dijo que me amaba.
Sergio dice que soy una campeona. |
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Quedarse
Quieta / Nora
Avaro
El amor
brujo
Sufre de pereza
sentimental
no está embrujada.
Esa tía tira
las cartas y habla
de la culebrilla
en la cartera
quebrado su curso
en los pliegues
de cuerina seca
las órdenes de la
obra social
y los maquillajes
baratos:
pintalabios duro
que agrieta la boca
rimmel duro que
emplasta las pestañas
y el polvo angel
face que dura
dos suspiros.
Del fondo asoma
la espuma amarilla
el arte tardío de
la tapicería.
Antes y después
de los televisores
Panoramic
está la confección
de sus últimas valijas.
Llegaba y eran escocesas
verdes y negras
o
rojas y negras o
amarillas y negras
o
azules y negras
o
negras.
Un profesional adinerado
tan cerca del
amor florece y de
la buena estrella
y de
carta viaje casa
oro
triunfos y sorpresas
que las espadas
son apenas
un dolorcito de
panza o de cabeza.
Pero no está embrujada
esta chica.
Que corte para su
lado tres veces
y que descruce la
piernas
y que cambie esa
cara de nada
por otra en que
se note la brujería
si está
la brujería
si está
la brujería.
Cuatro mil gatos muertos
Matan gatos en la
cárcel de Falconer
cuatro mil gatos
muertos.
Guardias llevan
carretillas
llenas de gatos
muertos
grises blancos negros
azules rosados.
El fratricida criador
de perros
tiene una esposa
irritada
y cuatro perros
vivos allá afuera
que no pasarían
entre los barrotes
ladeando metal y
terciopelo.
El fratricida vio
los gatos sombríos
de Luxor, de El
Cairo y de Roma
y vio los gatos
sombríos
de la cárcel de
Falconer
y no simpatiza con
los gatos
ni con unos ni con
otros gatos
y tampoco vincula
antiguos gatos
con nuevos gatos
muertos.
El fratricida criador
de perros
sostenía cuatro
perros
y un matrimonio
razonable
y juntaba moras
en el bosque
y sacaba la nieve
del sendero
y las truchas del
lago.
"Adiós.
Adiós gatitos" saluda el fratricida.
En la zona
Si el ladeado cruza
el río
desde acá
vemos la travesía
completa
desde allá vemos
raya urgencia desvío.
Si te parás sobre
esa loma
un poco más lejos
y yo me quedo en
la costa
parecemos lo que
queremos parecer:
muchachas haciendo
turismo
de corto alcance
en rara fecha
muchachas desairando
hombres
de algún interés.
Si vamos al Paraninfo
a vigilar los improperios
de la poeta mayor
—interrumpe la conferencia
bisbisea
y luego repercute
frente al vasito de licor—
parecemos lo que
queremos parecer:
muchachas distraídas
y arrobadas.
Si en el Paraninfo
escuchamos
a la intelectual
de importancia
declarar el retorno
al museo
y el fracaso artístico
del público de masas
parecemos lo que
queremos parecer:
dos idiotas
dos inteligencias
de corto alcance.
En camino hacia
el lugar
al costado de la
ruta
que lleva a la ciudad
comemos pescado
asado.
Yo repaso todas
las novelas
y masco hielo en
vino blanco.
Vos hablás con desdén
de cualquier cosa
de salamines caseros.
De tu mamá
Souvenir
Del clavo cuelga
el collar de perlas.
En gala pesada
lo cargó
como si melones
del cuello.
Del cuello cuelgan
del clavo cuelgan
melones y perlas.
El fardo de la noche
sus taras y tamaños.
El azar objetivo
"como si estuviésemos llamados a reunirnos de repente"
André Bretón
La plancha churrasquera
viene
en picada del sexto
piso.
El viandante no
piensa
en hierro negro
en grasa en humo
en hilos de chuleta.
Cumple los tres
pasos
que desvían su trecho
y su contento
y ofrece la cabeza
el argumento
la jornada
la gravedad del
caso
el blanco cierto
a la caída
de la plancha churrasquera.
Tenedor libre
Los chinos cortan
en la fiambrera
chinos en fetas
afiladas
y preparan el vitel
tonné
y fríen rabas
y fríen langostinos
y fríen milanesas
todas todos de chinos
amarillos.
Los chinos asan
carnes amarillas de chinos escondidos
en la cocina
bajo la mesada
bajo la alacena
bajo la escalera
bajo la heladera
chinos y chinos.
Julio, 12
Es la niña que llega
y no comparte
ni parte
de su debut.
La esconde en pañoletas
la pierde en pañoletas
carga de espuma
y lana
la cubre y no hay
sitio
dicen
para la niñez.
Afuera el auto para
el frío en el frío.
Adentro el bochorno
y
de la niña única
camas altas triángulos
de acero
mesas rodantes de
una sola pata
cuna de plástico
vacío
y algo
dicen
del estupor.
La niña va en antiguo
ajuar escrupuloso.
La ignorancia henchida
de mujeres duchas
madres duchas
hijas de madres
duchas.
Y de la que poco
sabe y sabe:
No es posible
no es posible
perder nada en julio.
Lo que yo veo
Nada.
O más precisamente:
Moscas flotan en
crema para manos
porciones de moscas
en humectación.
Redes de telas de
arañas
superpuestas cacerías.
Presas.
Bichos varios.
O sólo patas aladas
y antenas
y sólo en caso de
cucarachas chicas.
Un amalgama de vaivén
de brumas
de capa de elástico
de media de descanso
entre el mundo y
el poder refringente
entre el mundo y
¿quién?
O más precisamente:
Lo que yo veo es
menos 13 con 50
en el izquierdo
y menos 11 en el
derecho
más las cataratas
del cristalino opaco.
Opacas. Prematuras.
Incipientes. |
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Nora
Avaro nació en Rufino (Santa Fe) en 1961. Vive en Rosario.
Los poemas aquí publicados pertenecen al libro inédito Quedarse
quieta. |
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Zen
para peatones / David
Bustos
:Se Prohíbe el Acceso
Toda esta literatura para transeúntes (PELIGRO NO BAÑARSE) trata de ti:
Caligrafía en imprenta o diamantes en bruto que tallan las vidrieras
de estos almacenes. Productos que mal exhibidos dan claros problemas
de vencimiento:
El tiempo que demoro
en contar estos pesos partidos por el rayo, es = al tiempo que demora
el rayo en partir estos pesos que cuento.
La operación matemática con que restas y quitas
o la indiferencia
con que observas el abrir y cerrar de la caja registradora del corazón.
Momento en que suena el timbre ($) que ya has incorporado en tu álbum
de perdidas generalizadas, y despreocupada escuchas estas razones
que son las mismas de siempre: ganas inusitadas de violar los recintos
privados de tu cuerpo;
a fuerza de limar
los barrotes de la conciencia
a fuerza de obviar
los bordes
que se deshacen
como pastillas efervescentes en un vaso de agua. (El devalúo de la
Propiedad Privada, el alza de intereses de una pareja estable).
- La costura en
que caminamos por el poema, muchas veces en calles sin salida o en
excavaciones profundas y peligrosas.
La costumbre de
cumplir con el horario y exceder la tarifa para este tipo de oficios
poco rentables.
En fin. El comercio
con que se ama, lo hace a uno perder las ganas, lo hace a uno caminar
por los barrios antiguos de Santiago y estar debajo de la cornisa
que se desmorona, único dígito, tecla, tic de todo acto sensible;
capaz de algo espantosamente útil -dijiste despidiéndote de beso-
:agárrate la cabeza en el estallido de aves: o alcanza con cierto
estilo la pluma ingrávida en el aire y escribe por ejemplo:
Que tu nunca fuiste
una alumna brillante, en esto de dar y recibir. Yo poco aprendí de
esas clases en el colegio (: recinto de curas que ya nadie de nuestra
promoción visita y que recuerdo nos hacían formar en filas todas las
mañanas (también en invierno) en el patio y rezar el Padre nuestro,
tal vez sea esa la razón de tanto compañero ateo con que te topas
en las botillerías, sitio donde siempre hay que pagar por los envases).
Por eso ser el peatón
autorizado que ahuyenta los lobos en el gran bosque de la noche, es
una cosa que no dice relación con el abismo de la letra. Sitios eriazos
que despiertan en mí las más extrañas tonterías: intensos golpeteos
en la roca húmeda del pecho, de espalda y extendido, con los ojos
fijos en un punto de fuga. Aire escrito a pulso, pantallazos de lucidez.
Luz que termina en un soplido.
Los monjes de una ciudad son sus vagabundos.
Perros callejeros
lamen nuestros tobillos y caminan junto a nosotros.
En una esquina del
mueble citadino nos detenemos casi una semana
y sabemos como se
llaman las cosas, como los automóviles cambian de color
con el crepúsculo,
como huelen las ropas húmedas de los monjes. Somos diminutos para
el helicóptero policial, somos versos sueltos y mal hilvanados, portadas
de revistas under de algún poeta
fracasado.
Somos La Calcuta
y La Manhattan, la vajilla sucia y quebrada, el murmullo de los basurales
a altas horas de la noche, en estas esquinas más bien desiertas.
Las avenidas del
mundo desembocan en la boca del lobo, al costado hay caperucitas
y cenicientas mutiladas,
drogadictas, hermosas.
Introducción a la conciencia relativa
Estuve observando
una flor por un prolongado lapso de tiempo. Nada parecía cambiar.
Buda se sentaba días completos, dicen que alcanzo la iluminación viendo
el excremento de una vaca durante una larga estadía en la inercia,
nada para delante nada para atrás.
Inventamos la máquina
para viajar al espacio (que admitamos no es poca cosa) yo cuando pequeño
también construí la mía, cuarenta inyecciones en el estomago, me había
mordido la decadencia de un clavo, que por lo demás estaba estático
hace años en una tabla que podía ser el universo.
Jesús, Buda, Bruce
Lee, Lennon, todos maestros de algo (si somos justos con mi propia
escala de valores, pero mi escala viajaba mucho en ese entonces al
espacio vacío, que con mis asociaciones completaba). En algún convite
debo haber extraviado las cartas de navegación, simples manuscritos
arrugados por las aguas del inconsciente.
Después fui un paladar
adolorido (catador de formas tristes), un muchacho que portaba una
linterna en pleno día y vagaba por plazas y mercados.
Todas estas ideas
se pasean por mí cabeza a esta hora, mientras la luz neón, la luz
de los vagabundos se atraganta por tus piernas. Mi conciencia relativa,
es de escasa información, no sé que pasa en el fondo de las cosas.
Campos sensoriales totalmente
medibles - me digo-
desde una órbita de cifras y propuestas exactas, actos fallidos que
otro (que puedo ser yo mismo) con su lámpara al hombro ve, el conocido
juego de los espejos, uno frente al otro, ad infinitum.
Y entonces contemplo
con verdadero asombro la humedad de tu espíritu
cuando tus piernas
totalmente abiertas
me ofrecen otra
perspectiva de la biología.
Le abrió las piernas y miró fijamente en su alma con asombro.
Desde la oscuridad
la luz neón se filtra por las cortinas, los pliegues y repliegues
de tu alma, un terciopelo lila o ciertos puntos de fuga, piernas como
tijeras entrecortando el aire o el papel de dos actores en medio de
un escenario demasiado conocido, la conjugación de los egos en la
deliciosa condena, el tránsito hacia una vía poco concurrida, pasos
peatonales- te digo- escaleras que trepan el cuerpo, peldaños culposos
que se desvanecen por gracia de no sé que lectura budista.
A media máquina
a medio morir saltando
a medida del cuerpo
giramos en la lavadora automática de la conciencia, ropas deshilachadas
y alertas ambientales en el engranaje del corazón -Nadie puede
ser yo, Pero yo puedo ser todos-
Un pedazo de cristal
al sol
un guiño de la muerte
cierto salvajismo
reposado en los órganos sexuales de los que se aman, con el manual
del Tántra, de libros que nadie conoce, donde tribus Sufis hacen el
amor tendidos en la hierba espectral a miles de años luz de la bomba
atómica.
Pero si quieres
podemos intentarlo:
La hierba verde
y aireada son estas sábanas que huelen a tabaco.
El archipiélago
de nubes en el cielo son estos posters de Lennon y Yoko.
Y el mantra, una
palabrita que robaremos de las etiquetas de nuestras ropas.
Entonces, respiremos
hondo y pronunciemos el idioma estelar de las ampolletas:
OM AH HUM VAJRA
GURU PADMA SIDDHI HUM o OM MANI PADME HUM. |
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David
Bustos nació en Santiago de Chile en 1972. Se desempeña como
guionista del área dramática de Televisión Nacional. Publicó poemas
en numerosas revistas y el libro Nadie Lee del Otro Lado (Mosquito
ediciones 2001, Santiago, Chile), colección "La Estocada Sorpresiva".
Textos suyos fueron seleccionados para la lluvia de poemas sobre la
ciudad de Dubrovnik, Croacia, agosto, 2002, organizado por Casa Grande.
Dirigió el Taller de Introducción a la Poesía Chilena en la Universidad
Diego Portales (agosto- octubre, 2002). Actualmente prepara su libro
de poesía La Cena Triste. |
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Rubito
y Don Raúl / Alberto Passolini
Entré a laburar
con Don Raúl en Febrero del año pasado, hace casi un año. Me acuerdo
que con unos pibes de allá, donde vive mi vieja, fuimos a una obra
que buscaban peones. El único que quedó fui yo. Para mí, gracias que
había conseguido laburo. Con diecisiete años quién me iba a tomar
para otra cosa más que para afanar pasacasets. A lo primero, no me
jodía mucho eso de viajar tanto, pero quería ahorrar un poco de guita.
Entonces agarré y me empecé a quedar a dormir en la obra: me iba cuando
salían todos y me quedaba dando vueltas. Cuando no me veía nadie,
volvía, saltaba una tapia y dormía debajo de un alero donde guardaban
las herramientas. Ni el casero sabía que me escondía ahí. Al otro
día, apenas clareaba, volvía a saltar la tapia y esperaba que llegara
Don Raúl, que siempre era el primero. Comer, comía ahí, con toda la
cuadrilla y me acostumbré fácil a no cenar.
Los domingos me volvía a lo de mi vieja y le daba la guita. Si estaba
mi hermano el Nestor, minga; Lo tenía que echar o no le daba nada.
El Nestor me lleva dos años y es un poco chorro. Dice mi vieja que
salíó al padre, que mi viejo era distinto, laburador como yo. Medio
que Don Raúl se empezó a maliciar que yo dormía ahí y una vuelta me
encaró antes de que hiciera como que me iba. Pensé que me rajaba,
pero no, es mas bueno que no se qué.
-"Rubito, no te vayas que tengo que hablar con vos." –Me
agarró una tristeza de pensar que me iba a tener que buscar otro laburo,
pero me ponía mas triste pensar que no lo iba a ver más a Don Raúl.
-"Decime la verdad, vos dormís en el alero, nocierto?" –
me dijo cuando nos quedamos solos. No le pude mentir, Don Raúl tiene
unos ojos que cuando los miro, soné. A veces son marrones y a veces
verdes. Tiene una barba que le empieza a aparecer durante el día,
porque cuando llega, la cara es lisita y cuando nos vamos ya tiene
una sombra verdosa. Debe ser porque es de pelo negro; a los rubios
no nos crece esa barba. Yo, me parece que voy a quedar así, lampiño.
Es grandote, Don Raúl. Tira más bolsas de cemento y ladrillos que
ninguno y si alguno de la cuadrilla empieza aflojar en el pica- pica,
se pone a la par a dar unos mazazos que te dejan sordo. Así como es
buenazo, si se cabrea, mejor no cruzarcelo.
Le dije la verdad, que dormía en el alero, pero que me lavaba con
la manguera y jabón que tenía en el bolso. Cuando me preguntó donde
cenaba, miré al piso y no le dije nada. Me hizo sacar la camisa y
cuando me vió las costillas se enojó. Me dijo que a él los flacos
no le sirven, que si seguía así, iba a desaparecer y me llevó a casa,
para hablar con mi vieja. Pagó los dos colectivos él, su boleto y
el mío. Mi vieja no entendía nada cuando llegamos. Pensó que me había
hecho chorro, como el Néstor, pero don Raúl la tranquilizó. Me hicieron
salir de la casilla y hablaron un rato largo. Desde ese día, me fui
a vivir con él.
A lo primero dormía en un sillón largo que tiene en la entrada, donde
está la cocina, pero me cagaba de calor porque el ventilador está
en la pieza de don Raúl. Una noche que hacía un calor que no podía
dormir, se me apareció a buscar una cerveza bien fresquita de la heladera
y me dijo:- "si no tenés las patas sucias, vení a mi cama."
-"Tengo pies, no patas"
-"Si están sucios, son patas"
-" Don Raúl, si sabe que siempre me baño apenas llegamos"-
le rezongué.
-"Ya se, boludito" dijo mientras se reía y me sacudía el
pelo de la frente que es un mechón que nunca me queda peinado.-"
dale, traete un vaso para vos y vení a la pieza.
La cama es enorme, como la de un gigante, y está en la parte más ventilada
de la casa, que se la hizo toda él. Igual, me seguía cagando de calor
porque me hizo acostar del lado de la pared porque dice que él se
levanta mucho a mear. La cerveza duró nada, con el calor y la sed.
Don Raúl se durmió al toque, pero yo no podía dormir. Además, tenerlo
tan cerquita me ponía loco. Acercaba la nariz a su espalda, para tocarle
los pelos que le crecen desde la nuca hasta los hombros. Tenía olor
a transpiración, pero no del que larga cuando labura o cuando vamos
a jugar a la pelota. Me acordaba de cuando fuimos a jugar a la pelota
la primera vez, porque vi que usaba el mismo pantaloncito para dormir:
uno rojo, de Independiente. Me levanté despacito y me fui a pajear
al baño. Cuando volví me preguntó si me pasaba algo y le dije que
nada, que era el calor.
-"Te tapo todo el aire, ponete adelante"- me dijo corriéndose
para la pared. Ahí me quedé frito. Un rato, nada mas, porque empecé
a sentir el resuello de su ronquido en mi oreja, los pelos pinchudos
de su barriga en mi espalda y la mano en mi panza, como si yo fuera
una almohada. Me empecé a encoger hasta hacerme un bollito contra
él y sentí su verga, que parecía el mango de la maza cuando está guardada
en el bolso de las herramientas. Haciéndome el boludo dejé caer una
mano hasta tocarla y dejó de roncar. Pensé que se me paraba el corazón.
–"ahora me echa a la mierda" –pensé.
Enseguida volvió a roncar y seguí con la mano ahí, tanteando ese pedazo
enorme, como todo en Don Raúl, que me lleva una cabeza y media y eso
que mido uno setenta y tres. Volvió a dejar de roncar y me volví a
quedar quieto. Así tres veces, hasta que se sacó el pantaloncito y
me la puso entre las piernas. Yo jadeaba como un hijo de puta, aunque
hacía poco que había acabado. Me empezó a chupar atrás de la oreja,
con una lengua caliente que quemaba. Me di vuelta y lo busqué para
besarlo con toda mi alma. Me abrazó tan fuerte que sentía que se me
abrían las costillas. Apenas me soltó fui volando abajo, a chupar
esa verga que ya estaba bien mojadita, como los pelos de su panza,
pero más pegajosa
-"Rubito!"- decía a cada rato. Se sentó en la cama y me
agarró de las piernas, sin que yo le soltara la pija y me puso arriba
de él, para poder chuparme el culo. Siempre me había imaginado cómo
sería chupar una pija, pero nunca había pensado lo lindo que sería
que me lamieran el culo. Me la saqué de la boca porque me daban ganas
de morderle la punta. –"seguí chupando"- me dijo como cuando
me manda a hacer algo en la obra. Quería meterme más en la boca, pero
me daban arcadas, así que le empecé a pasar la lengua por la tronca,
que quedaba fuera de la boca. Él me quiso meter un dedo en el culo,
pero tiene las manos muy ásperas y me dolió. Enseguida lo sacó. Me
levantó de la cintura y me sentó en su barriga, para mirarme a los
ojos. Yo me le escapé resbalando, sentado, hasta la cabeza de su verga.
-"Te va a doler..."
-"No me importa, tengo muchas ganas"
-Entonces sentate vos y andá bajando despacito, hasta donde te entre.
Don Raúl me sostenía de las nalgas, para que yo fuera sentándome de
a poquito en su verga. La verdad, que me dolía, pero no me raspaba,
como su dedo. Esto era más lindo. Se ve que el agujero del culo se
fue agrandando y al rato la tenía más de la mitad adentro.
Con sus manazas me hacía subir y bajar suavecito, como si hiciera
dormir a un bebé.
Por arriba de la barba que al otro día se tenía que afeitar, le aparecieron
unas gotitas de transpiración que me salpicaban cuando bufaba. Cerraba
los ojos y los abría en blanco. También jadeaba, con la boca abierta
y me incliné un poquito para adelante y le dejé caer un hilito de
saliva adentro. Me sacó la pija , y con el culo hice un ruido como
de sopapa, que me dio vergüenza, pero Don Raúl ni se enteró. Se levantó
de la cama y me agarró con un brazo haciéndome upa, chupandome todo
el cuello y mordiéndome las tetillas hasta que me puso la cabeza en
el cuello. Yo no podía ver que hacía con la otra mano, pero por la
sacudida supe que se pajeaba fuerte. Pegó un gemido que con su boca
cerca de mi oreja me pareció un grito y paró en seco. Yo quería alcanzar
el piso con los pies y no podía. Don Raúl se tambaleaba conmigo sentado
en su brazo que tenía las venas marcadas, como cuando descarga materiales
del camión. Empecé a sentir la mano que no podía ver en mi espalda,
calentita, parecía que se hubiera puesto pomada y me frotaba.
Esa fue la primera vez. Me acuerdo de otras que fueron cada vez más
lindas. Será porque nos queremos mucho .
Una vez, un sábado que ya hacía frío yo me había ido visitar a mi
vieja. Cuando llegué a la noche, me lo encontré sentado en la mesa
de la cocina con una botella de ginebra casi vacía. Nunca me enteré
por qué se había empedado. Nomás entrar me empezó a buscar pelea,
a decirme patasucia que sabe que es lo que más me enoja, a cargarme
diciendo que estaba más blanco que chorizo en puchero, todo lo que
sabe que me jode. Yo no le contestaba. Empecé a lavar los platos que
estaban sucios desde el mediodía, que ni los había lavado.
-"deme el vaso, don Raúl, así dejo la cocina limpia."- le
dije. Cuando se lo fui a sacar me metió un cachetazo y me dijo que
me mandara a mudar. No lloré ni nada, porque de chico ya me acostumbré
a aguantarme las ganas, pero me quería morir. Fui a la pieza y me
armé mi bolsito. El entró y me hacía así con la mano, que me las tomara
"- olivando, pendejo."- me decía. Ya era tarde y los colectivos
no pasaban más. El se acostó y yo me senté en la puerta de calle,
con la campera bien cerrada porque estaba empezando a caer una helada,
a esperar que se hicieran las cuatro, que es cuando pasa el primer
colectivo. Me quedé dormido, y no lo sentí acercarse. Me desperté
con Don Raúl en pantaloncito y en cueros, durmiendo al lado mío, sobre
las lajas heladas. Vaya uno a saber cuánto estuvo así. En voz baja
lo empecé a despertar, no fuera cosa que nos vieran los vecinos. –"levántese
don Raúl que se me va a enfermar".
Cuando abrió los ojos, se puso a llorar como una criatura. Pesaba
más que las bolsas de cemento que estoy acostumbrado a hombrear, pero
a los tropezones llegamos a la pieza. Lo acosté y lo empecé a friccionar
para que entrara en calor. Tenía los labios azules y tiritaba, la
frente le hervía; no paraba de llorar y de pedirme perdón y que no
lo dejara. Traté de tranquilizarlo, le explicaba que a veces con mi
hermano el Néstor nos hacíamos re cagar y nos pegábamos más fuerte.
-"Abrazame, Rubito, por lo que más quieras abrazame."
Me desvestí y me metí con él en la cama. Estaba frío y resbaloso,
como un pescado que saqué una vuelta que me llevó al Tigre a pescar.
De a poco se fue tranquilizando y se puso de costado, dándome la espalda.
Yo nunca me lo había cogido y quería saber como era. A lo primero
le metí un dedo y sentí como un tubo duro de tan rígido, pero suavecito
y encremado. Don Raúl ni se movía. Pensé que se había muerto. Haciendo
mucha fuerza pude ponerlo boca abajo y me trepé a su espalda. Por
debajo de las cobijas llegué hasta su agujero, que era muy peludo
y le pasé la lengua despacito. Le metí la pija de un solo envión y
medio que se despertó, apretando los cantos. Cuando vio lo que pasaba
me agarró una mano y me la empezó a besar. – "Mi guachito hermoso"-
me dijo. Y se volvió a dormir. El frío me había dado ganas de hacer
pis, pero no quería bajarme entonces empecé a largarle el chorrito
de meo adentro y esto lo empezó a reanimar. Ese calorcito a él lo
despertaba y a mí me hacía hervir las orejas. No se cuándo dejé de
mear y cuándo a largar guasca, porque ya no distinguía. Lo acompañé
al baño, para que largara todo y lo lavé. Esa fue la única vez que
me lo cogí.
Pero la vez que más nos acordamos, tanto yo como Don Raúl, fue una
que estábamos en el sillón, viendo la tele y le dije que me quería
tatuar la letra "R".
–"Te tatuás y no entrás más a esta casa."
-"Pero es que quiero tener una marca que diga que yo soy suyo.
Aunque sea muérdame el culo fuerte para que me quede la marca de sus
dientes."
-"No señor, y se acabó"
Me levanté haciéndome el ofendido y le dije:- "Entonces me voy
a buscar otro señor que quiera que sea de él y no tenga vergüenza
de mí."- Se puso loco. Me agarró de un brazo y me empujó contra
él; me bajó el calzoncillo y me empezó a dar unos chirlos que me hacían
arder.
-"Te voy a dar marca, a vos. Te mato, antes que te vayas con
otro, ¿oíste, pendejo?"
-"Pare, Don Raúl, lo decía en broma... Yo lo quiero a usted..."-
trataba de calmarlo, pero se ponía peor. Me tiró en el sillón y me
encajó un mordiscón en la nalga izquierda, que sentí que se me dormía
la pierna. Grité contra el respaldo y me levantó del pelo. Me aterroricé
al verle la boca ensangrentada y temblando. Aprovechó que yo abría
la boca para gritar y me hizo que le chupara la pija. Me tenía arrodillado
frente a él que se había sentado. Con una mano me sujetaba la nuca
contra su ingle y la otra la llevó hasta mi culo, donde me enterró
dos dedos con esa piel de lija de grano grueso que tiene, que sabe
que me lastima y no me gusta.
Abrí más la boca para gritar y me empujó la pija hasta la garganta.
Me quedaba sin aire, sentía que me iba a desmayar y ahí nomás me encajó
otro dedo. Antes de desmayarme sentí el guascazo de él en las amígdalas.
Me desperté en la ducha, con Don Raúl que estaba asustadísimo, zamarreándome
y diciendo:-"rubito, volvé, volvé guachito."
Digo que esa es la vez que más nos acordamos, porque hasta ahora,
la marca de sus dientes nunca se me fue.
Alberto Passolini es artista plàstico y escribe en publicaciones especializadas
sobre arte contemporàneo. Reside en Buenos Aires. |
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Reseñas
Troya, papel y despuès / Mario Ortiz
El Carrito de Eneas, Daniel Samoilovich, Bajo la luna nueva, Rosario, 2003
Hay una extensa
teorización acerca de la parodia como procedimiento estético y su
función en la serie literaria. De un modo explícito, "El Carrito
de Eneas" se monta sobre ella, en este caso a partir de dos de
los momentos más descriptivos de La Ilíada: el catálogo de las naves
y el escudo de Aquiles. Buenos Aires es una Troya devastada por la
guerra, y por sus ruinas deambulan los mitológicos héroes griegos
y troyanos, pero también Hernán Cortés, Mao y Stalin entre otros,
todos los cuales se han vuelto cartoneros. El efecto primero producido
por este contraste es de comicidad, como cuando Borges - reflexionando
sobre el costado conservador y autoritario de Quevedo - concluye que
de haber vivido en el siglo XX el poeta barroco hubiera sido peronista.
En el carrito que
Venus le regala a su hijo Eneas, Vulcano forjó diversas escenas de
este Buenos Aires arrasado, como así también los elogios alegóricos
del papel, el vidrio y la lata, los desperdicios más codiciados para
su venta. Entonces aquí es donde, pasado ese primer momento de sorpresa,
el texto se va complejizando en una serie de envíos y reenvíos entre
el plano puramente anecdótico y el espesor ideológico en su efectuación
verbal. La parodia agrega aquí un nuevo capítulo a las teorizaciones
ya conocidas al proponerse no sólo como burla sino como "reciclado":
el lenguaje o texto que se devalúa vuelve a su materialidad más concreta
de ser papel que, luego de vendido y reciclado, es soporte de nuevos
textos, y así sucesivamente. Los deshechos imponen su lógica, y entonces
el lenguaje y sus respectivos y contenidos semánticos entran en un
estado de fluidez, de sucesivas reencarnaciones de una posibilidad
combinatoria virtualmente infinita y aleatoria:
irse y retornar eternamente
hoy en las grandes helvéticas
de la crónica roja, mañana como diccionario de rimas,
pasado como envase de yogurt,
.....
¡Ah, después ser la obra
del arduo estagirita, la enjundiosa
introspección del obispo de Hipona,
encontrar la calma naranja
del papel milimetrado! (pág. 43)
Aquí creo encontrar
un interesante punto de tensión: es posible hacer una lectura moral,
en cierto modo pedida por el propio texto al verificar que en este
proceso se juntan lo alto y lo bajo "verdades y mentiras / y
cómo unas y otras se igualan, y tornan / a nacer bajo otra forma,
sin cuajar / en ninguna..." (loc.cit.) Pero al mismo tiempo la
voz del poema nos advierte que cuando un cartonero destroza un libro
de poemas con influencias lacanianas u otro de Umberto Eco que acertó
a encontrar en el tacho, no lo hace como manifestación de un juicio
literario (como en el capítulo del cura de don Quijote), sino para
separar el cartoné satinado del papel, ya que así vale más. Al lado
de los saberes letrados hay otro saber que puede distinguir el valor
de cada residuo. Y después de todo, en cada momento el hombre recicla
los materiales artísticos de acuerdo a sus particulares necesidades
históricas y sin pacatos respetos por la tradición: el cielito romántico
del siglo XVIII se convierte en cielito militante y revolucionario
luego de 1810; la cumbia romántica se volvió cumbia villera; los bailanteros
muertos trágicamente suben al paraíso de los santos y, a la inversa,
los héroes grecorromanos bajan a los tachos de basura como en este
texto donde también se entreveran y contaminan los distintos niveles
de lenguaje: la jerga poética de los clásicos (o al menos sus traducciones
en español arcaico) y la de la calle:
Fue voluntad divina que Troya palmara
trayendo igual desgracia a sitiadores y sitiados
tanto que ahora no sabemos quién era quién
y allá está lo que queda: batería, madera, trapos... (pág. 16)
Claro, no me resulta
inocente o mero recurso cómico que se traten precisamente de los héroes
griegos quienes cirujeen. Lo que que queda son los restos de la ciudad
que alguna vez se creyó con orgullo algo así como la Atenas del Plata,
una prolongación de Europa de espaldas a su ubicación latinoamericana.
Daniel Moyano dijo que, contrariamente a Buenos Aires, La Rioja por
su atraso colonial y su pobreza era una región más bien perteneciente
ve a Latinoamérica. Después de diez años de menemato, todo el país
es La Rioja.
Lo que nos queda
son los restos del consumo de la "alta cultura" como bien
suntuario o religión laica para espíritus sensibles, del 1 a 1 y del
0 Km. en cuotas. Restos de un sueño secular, inducido más tarde por
convertibilidades alucinógenas. Restos del "viaje" (al primer
mundo), o sea, resaca.
Estalla también
la ironía amarga como en "Cambalache". Pero mientras en
Discépolo hay más bien la idea de un desorden - el viejo tópico medieval
de "el mundo al revés" - y un reclamo a medias explícito
por alguien que vuelva a poner las cosas en su lugar (que el burro
no sea igual que el gran profesor), en el texto de Samoilovich lo
que domina es la imagen de la destrucción final, de basura ("comida
chatarra", "contratos basura"). En el clímax de la
cínica amargura la voz del que describe la ciudad proclama al final
del libro: "El futuro es lo que más rápido envejece / dejando
una plétora de residuos excelentes" (pág. 56)
Extraña virtud la
de este libro: nos obliga a volver a mirar y pensar la ciudad, la
polis, y por eso es un texto plenamente político. Pero lo interesante
es que esos contenidos políticomorales no se dan mediante una simplista
apelación a una realidad compartida por todos, sino a partir de un
trabajo sobre el lenguaje y la tradición literaria. Y este es un pensamiento
central en nuestros poetas políticos argentinos (Lamborghini, por
citar uno de los más cercanos): todo poema verdaderamente político
debe ser, por eso mismo, verdaderamente literario. |
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El carrito de Eneas / Daniel Samoilovich, Bajo la luna
nueva, Rosario, 2003 |
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Héroes
y naciones cartoneras
Mira bien Marforio, allí lo tienes,
Aquiles exhausto, mas vigilante, y a su lado,
en el cordón sentados, taciturnos,
Ho Chi Minh, Mao y Lao Tsé, sin que siquiera
una cerveza los anime. Exhalan apenas
al azar, una que otra palabra,
palabras que desde aquí no llegamos
a percibir, y que, probablemente,
tampoco ellos escuchan, apagadas
que quedan por el aire turbio, húmedo.
Mira, mira bien en la niebla
se distinguen los rostros de los héroes:
Agamenón, con una bolsa negra
erizada de vidrios, Héctor
con sus envases de plástico aplastados, Casandra,
que fue princesa entre los teucros, ahora
especialista en todo género de latas,
excepto de aceite, a esas
no las quiere nadie. Aquel otro
que ahí ves con un carrito de supermercado
rajando con su espada unas bolsas verdes, ese
es Hernán Cortés, Marqués del Valle de México;
ese otro que trae en el volquete
tres coronas de plata en campo azul, ese
no es otro que el gran Stalin, también llamado
"Acero" o bien "Martillo", que tanta
gloria hallara en los saqueos de diciembre; el otro,
el de los miembros giganteos
que está a su derecha mano, con un buzo negro
ornado de tres rayas en las mangas,
excelente falsificación de los buzos Adidas de Hong-Kong
realizada también en Hong-Kong, ese
es el nunca medroso Menelao,
ayer nomás el rey entre los griegos.
Vuelve, Marforio, los ojos a estotra parte
y verás una entera familia de gentes
nacidas en el Chaco, tan blancas como crueles,
descendientes de los salvajes germanos
que se untan el pelo con manteca rancia.
Mira, los hay de todas las naciones:
esos que juntan hierro, cual tácito
homenaje a su sangre goda; númidas de Chile,
dudosos en sus promesas; obsequiosos
paraguayos, de modales jesuíticos y preferencia
por las pequeñas monedas extraviadas
y aun talento para lograr que se extravíen;
colombianos cordiales.
Esos de allí, los de cetrina frente
y cejas prontas al enojo y la venganza,
llevan itálicos nombres y fueron,
soldados marsios, de los más valientes
y mejores ciudadanos de Roma, esclavos luego
del invasor ostrogodo, más tarde míseros
campesinos calabreses, migrantes a América,
exitosos pequeños industriales, con hijos dentistas,
¡y aquí los tienes ahora, buscando dentaduras
postizas entre medio la basura!
Esotros, taciturnos y taimados,
fueron súbditos no del todo leales
de los Incas del Cuzco, cada tanto levantaron
un eléctrico pucará en las fronteras
igual que ahora alzan pircas de cartón,
aunque éstas más endebles, negociables.
¡Y mira, allí, aquellos
fueron gitanos, hunos afincados en Europa,
y tal vez aún lo sean, sólo que ahora
han perdido sus rasgos específicos
desde que todos gitanean! ¡Mil años
de historia perderse en un instante, por culpa
de una súbita generalización
de las propias mañas y costumbres!
¿Y aquellos dos que sobre una frágil litera
traen a cuestas un inodoro patizambo?
¡Has de creer que esos fieros hermanos,
son los propios Dioscuros, Cástor y Pólux,
y al menos uno de ellos compartió el huevo
del que nació la blanca Elena!
Mas no cedas, Marforio,
a la tentación de llorar su suerte.
Fue voluntad divina que Troya palmara
trayendo igual desgracia a sitiadores y sitiados
tanto que ahora no sabemos quién era quién
y allí está lo que queda: baterías, madera, trapos,
una estrella de mar con sus cinco tentáculos intactos
que tardamos algo en identificar
como la pata de una silla de oficina
preparada para desplazarse en los cinco destinos
que las oficinas suelen tener, pero ahora
detenida para siempre, para siempre apartada del asiento
que soportaba, negra y hosca ahora, inútiles
ahora sus ruedas y sin embargo
orgullosa, armada; mira, mira, miríadas, Marforio
de restos del big bang, hasta donde la vista alcanza:
restos de loza y vidrio, sebo de velas,
gafas con mero un cristal, restos
de gabanes, jubones, guanteletes,
puchos que a veces y por milagro arden,
pedazos de una tabla de esquí acuático
mordida por los tiburones, partida por un tsunami,
jirones de un planeta con tan otras preocupaciones,
tapitas de botellas, anillos de latas,
y sobre todo
el príncipe de los desechos hogareños,
comerciales e industriales: el papel.
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El
torero en la avenida / Fernando Molle |
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El
libro de la locura. Raúl Gómez Jattín, Colección de la
Casa de la Poesía, Buenos Aires, 2002.
"Se vestía
de pordiosero para que nadie truncara su libertad". "Raúl
era un híbrido, era teatro y era hombre". "Raúl vivió con
las vísceras afuera, no decía las cosas metafóricamente sino que te
las arrojaba al cuerpo". "Era un aristócrata de finos gestos
y modales que por haberse dedicado a la poesía vivió de la limosna".
La novela oral de amigos y conocidos atestigua la leyenda de Raúl
Gómez Jattín: el poeta pordiosero, el "marihuano conocido",
el intratable, el zoofílico polimorfo amante de burritas y gallinas,
el que se acostaba en el parque y amanecía en la comisaría, el de
las temporadas en los psiquiátricos. Nacido en Cartagena en 1945,
Gómez Jattín pasó su infancia asmática en Cereté, que abandonó años
después para volver a Cartagena, aunque en su poesía siguieron zumbando
las experiencias pueblerinas. A partir de Poemas (1980) da a conocer
una lírica de aires adánicos, de pureza y frescura withmanianas. El
Tríptico Cereteano (1988) expone ese yo teatralizado y protagónico,
de un sentimentalismo a flor de piel que no empastaba sino que potenciaba
a una lírica al paso, circunstancial. Al lirismo confesional, le agrega
un tono conversado y una escenografía prosaica, atributos ya asentados
en la poesía colombiana posnadaísta.
Su esquizofrenia declarada y florecida lo ubicó de entrada en un espacio
de pura libertad, ajeno a cualquier compromiso civil y domiciliado
en sus últimos años en parques y plazas. Su prontuario policial semanalmente
renovado y sus internamientos cíclicos ("de cada ida al Hospital
Psiquiátrico salía un libro nuevo") atestiguan el precio que
le costó su indiferencia por los lineamientos que la realidad urbana
impone (la laboriosidad, la higiene, el pudor). A su vez, esto le
regaló la distancia vivencial para medir el absurdo y la arbitrariedad
de tales costumbres. Pese a este perfil de desclasado de la polis,
tal como ocurrió en cierta forma con Fijman, no hay en la obra de
Gómez Jattín ni exaltación del malditismo ni la búsqueda del castigo
social para obtener algún aura de sublimidad para su locura. Todo
lo contrario: su última poesía expone una angustia y una tristeza
continuas ante la soledad, el rechazo de los otros y la decadencia
del cuerpo.
Sobran las anécdotas del poeta loco de Cartagena. La más notable de
ellas fue la última: en mayo de 1997 Raúl Gómez Jattín fue atropellado
por un "carro fantasma", que se dio a la fuga. El hecho
-cubierto por todos los medios de Cartagena, donde el poeta ya era
famoso- dio pie a especulaciones de suicidio, aún sin resolver. (Hubo
otra versión de su muerte: al parecer, Raúl a veces se divertía toreando
a los autos).
Esa breve obra maestra que es El libro de la locura, uno de sus últimos
libros, supone un momento diferente de su obra. Aquí, los mecanismos
de su enfermedad aparecen funcionando explícitamente. Se trata de
un teatro de voces, cuyo tablado es el cerebro del poeta. Tendido
en la acera, con la mano derecha como almohada, varias voces entrecomilladas
visitan al vagabundo: brujos blancos y negros, Jesucristo, Satanás,
y otros monstruos que llevan su sangre: su madre, su padre y sus hermanos.
Ajeno a cualquier tematización idealizante de la locura, Gómez Jattín
orquesta la nitidez de la virtualidad alucinatoria: "Es verdad
que tú me hablas o estoy loco? Ambas cosas. Son dos verdades unánimes"
le contestan al que se contesta. Las "dos verdades", delirio
y realidad, conviven y se interinfluyen sin contradecirse; se sabe
que lo alucinado es lo real del loco. Y las noticias que recibe nunca
son buenas. Todo lo que afirman las voces le es adverso: una madre
caníbal que lo vende al diablo, una hermana bruja que lo martiriza
y le informa "Cada dolor tuyo nos contagiará / de un inmensa
felicidad". Un Cristo socio de Satanás, que desea y ordena sufrimiento
eterno. Brujos negros que, divertidos, castran con escalpelos, feminizando
a la fuerza a este Schreber impotente, que fue cuidado "como
a una mujercita" por su madre "para cuando llegara la hora
-¡y ha llegado!- no opusieras ninguna resistencia".
Paranoia que se duplica, por afuera de los límites psíquicos, en el
espacio de la ciudad, escenificado en un continuo narrativo que hilvana
los poemas. La realidad ocurre a la intemperie, entre bancos de plaza
y bares donde no se puede entrar, donde todos saludan con un rechazo.
El libro de la locura arroja una ecuación: las voces, para existir,
exigen la humillación del que escucha. Tal como los orígenes de la
ley en el onirismo kafkiano, esta polaridad es inconmovible, fuera
de toda elucidación y discusión. El ensañamiento de los victimarios
es porque sí, obedece a un principio vital, a un darwinismo impenetrable.
El sufrimiento ("eterno") del poeta-víctima es el maná de
las voces: "Tu pena es nuestra alegría".
Novela familiar, autopsicografía, teatro íntimo, El libro de la locura
nos queda como el legado del poeta de Cereté. Una guerra mental perdida
desde el vamos, una obra indeleble y terminal. |
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El
libro de la locura / Raùl Gòmez Jattìn |
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Despertarse
súbitamente al filo de la madrugada
y sentir al diablo en un rincón del cuarto
Erizarse de los vellos de brazos y piernas
de auténtico pavor
Oír en medio del cerebro:
"Somos los brujos negros Estás embrujado"
Oír a los brujos blancos: "Aféitate
las cejas el bigote y el cráneo
Apúrate No hay tiempo sólo
unos minutos para hacerlo"
Enciende el bombillo
y toma la afeitadora
y rápido tala los pelos de la cara
antes que amanezca
Cuando termina oye la voz vibrante de su madre:
"Hijo ¿cómo amaneciste?"
Los brujos blancos hablan en el silencio de su cerebro
"No respondas: ella es la culpable"
Silencio
Entra al baño que queda entre su cuarto y el de la
madre
y canta gritando canciones de amor
Canta para matar a la madre
de un infarto al corazón
Esto se lo aconsejan los brujos blancos
Canta casi por media hora y la madre no muere
El agua inunda el
baño y entra en los cuartos vecinos
Silencio
"Hijo deja ya de cantar Cierra la llave del agua"
dice la madre desde la sala
No responde
Se asoma a la sala y ve a la madre salir
Desnudo va hasta la puerta
y mira a la madre entrar a la casa de enfrente
¡No ha podido matarla con canciones de amor!
El olor brota de
su cuerpo Huele a infierno
En el cerebro la voz de los brujos blancos:
"Hueles a serpiente cascabel Te han echado
su veneno en el café"
Es un olor de muerte Huele a diablo
"Échate perfume en la cabeza rapada"
dice la voz lo hace
Pasa por un momento el olor pestífero
"Preparémonos para morir valientemente"
piensa él mas la muerte no llega
Harto de maíz se refugia en unas ruinas Llueve
Mira sus manos sucias con asco
Un hombre humilde le entrega ropa limpia:
"Aquí le manda su señora madre"
Una camisa de lujo y un pantalón de fino algodón
Se baña sin jabón junto a un muro
Casi limpio espera que el viento lo seque
El hombre le entrega una pequeña moneda de cobre
Se viste con trabajo la nueva ropa
El hombre le dice: "Que no fume demasiado haschis"
pues le hace daño "Que mendigue con dignidad"
La ciudad vestida
de luz lo espera y llama
Esa ropa lujosa mañana estará sucia y hedionda |
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Vidrieras
astilladas / Flora Süssekind,
Corregidor,
Buenos Aires, 2003
Recién salido del
horno, este libro, que viene a engrosar la colección Vereda Brasil
que dirige Gonzalo Aguilar, reúne una serie de artículos de esta joven
crítica brasilera. Se recomienda altamente la lectura del libro completo;
como muestra transcribimos el presente artículo :
Poesía y medios / Flora Süssekind
En un poema de 1984,
" 2V vía", Augusto de Campos al distinguir dioses y poetas
hace uso de una analogía suavemente irónica y algo sorprendente a
los ojos de un lector actual. Asocia el poeta a un personaje que ahora
es una especie de resto arqueológico pero que era bastante popular
a principios del siglo XX, cuando la publicidad recién comenzaba a
ganar terreno en un país obstinado en un proyecto de modernización
acelerada. Se trata del hombre-sandwich, este cartel publicitario
animado del cambio de siglo, esta reliquia cada vez más rara, con
la que algún transeúnte apresurado quizás pueda encontrarse por casualidad
aún hoy.
Y es justamente
a este personaje que el texto de Augusto presenta como un casi doble
de los poetas invocados enseguida en el primer verso: "poetas
/ basta de poesía / a los dioses ambrosía / a nosotros 2a vía / sólo
cabe a hombres-sandwich / anunciar lo que avisan / la vida es kitsch
/ y ellos no hacen bis". Esta es, sin duda, apenas una de las
posibles lecturas del texto. Quizás la más literal. Quedémonos con
ella, sin embargo. Y, observando exclusivamente la analogía, es posible
preguntar, por ejemplo, por qué actualmente, en plena sociedad del
espectáculo, cuando las relaciones entre arte y tecnología, arte y
publicidad, se estrecharon extraordinariamente, la asociación de la
figura del poeta con la del hombre-sandwich es casi cariñosa, al contrario
de lo que sucedía a comienzos de siglo, cuando no sólo eran tipos
rnás comunes, sino cuando también todavía andaban gateando la industrialización
y los procesos modernos de propaganda. A1 contrario de lo que sucede,
por ejemplo, en una novela como O Ateneu (El Ateneo), de Raúl
Pompéia, en donde la identidad misma de su narrador se constituye
en oposición a la figura de Aristarco, dueño del colegio "Ateneo",
descripto exactamente como un "genio del anuncio", "un
hombre-sandwich de la educación nacional".
En 1888, pues, un
hombre-sandwich todavía sorprende. Y nada más apartado de un hombre
de letras, a los ojos de Raul Pompéia, que él. Por eso es contra él,
es sobre sus escombros que se desarrolla la narración de su novela
y que Serginho, el narrador, define su propio perfil. Como si literatura
y aviso publicitario, subjetividad y publicidad, fueran enemigos irreconciliables.
Cosa que, dos décadas después de la publicación en folletines de O
Ateneu en la Gazeta de Notícias, cambiaría completamente.
En medio del nuevo
orden republicano, las primeras décadas del siglo XX están marcadas,
al menos en los más grandes centros cosmopolitas del país, por la
remodelación urbana, por una aceleración vertiginosa del ritmo de
vida, por el impulso de la industrialización y por enriquecimientos
y empobrecimientos entre gallos y medianoche. Y, desde el punto de
vista específico de la prensa, por el abaratamiento de los costos
de edición, por la introducción de nuevas técnicas de impresión, por
la difusión de las revistas mundanas ilustradas y por la fijación
del hábito de la lectura cotidiana de los diarios en las clases letradas.
Los diarios pasarían, entonces, a dictar moda y a servir como polo
de atracción, empleo posible para un buen número de escritores, además
de un eficiente vehículo de propaganda de los más variados productos.
De esa manera, en la misma época en que el dandy y el smart
se convierten en personajes más y más frecuentes del paisaje urbano,
ganan contornos más definidos figuras también relativamente nuevas,
como las del poeta-cronista y el poeta con aspecto de hombre-sandwich.
En el primer caso es ejemplar un escritor como Artur Azevedo que,
con el seudónimo de Gavroche, acompañaba en versos el día a día carioca
del cambio de siglo. En cuanto al segundo tipo, en él calzan como
un guante figuras como Olavo Bilac y Emílio de Menezes.
Porque, teniendo
en cuenta la profesionalización a la que se somete entonces el escritor
y la creciente moda de anuncios, carteles y avisos, la semejanza con
un hombre-sandwich deja de ser algo esporádico o sólo un privilegio
de personajes "mal mirados" como el Aristarco de O Ateneu.
En la versión brasileña de la belle époque, el sujeto no siempre
se constituye en oposición al hombre-anuncio, como en la novela de
Raul Pompéia. La literatura más popular del período se escribe precisamente
en diálogo con las fluctuaciones de la moda, de la modernización y
de la publicidad y con las nuevas técnicas de impresión y ampliación
del público lector. No es de extrañar, por lo tanto, que para coronar
ese alegre enlace entre el poeta y la vida moderna, haya surgido un
nuevo género en la prensa: la propaganda rimada. Y que, con él, el
poeta haya vestido sin mayores pudores los trajes, puestos antes a
un costado con embarazo por Pompéia, del hombre-sandwich.
Típicos de esta
época son el anuncio en versos escrito por Olavo Bilac, con el seudónimo
de Puck, para la confitería Colombo, o los versitos de propaganda
firmados irónicamente con el nombre de "Gabriel D'Anuncio"
por Emílio de Menezes. Verdaderamente ejemplar es su propa-anda del
jarabe Bromil publicada en D. Quixote (Don Quijote) en agosto
de 1917. El título ya es significativo: "Un milagro'. Y el poema
comienza invocando a la Lira. casi con miedo, pero con una justificación:
"Como todo lo que existe cabe en rima. / Bien cabe un certificado
en un soneto / Por eso, la idea que hoy aquí me anima. / En estos
catorce versos le someto". Si todo cabe en rima, también el frasco
de Bromil: "A la horrible tos que me puso febril. / Di fin, usando
apenas la mitad / De un milagroso frasco de Bromil". Y, aún reduciendo
el poema a una forma mas que conocida (el soneto), sin el menor atisbo
de alguna innovación formal, los anunciantes Daudt & Lagunilla
todavía se veían en la obligación de agregar un texto en prosa a guisa
de explicación: "Los poetas son los mensajeros de las verdades
bellas. Emílio de Menezes, con su astro generoso, consagra un concepto
indiscutible y socorre a los desconsolados de la salud, enseñándoles
el remedio. Es el poder revelador de una bella verdad que, en prosa,
se traduce así: Bromil cura todas las enfermedades del pecho, tales
corno bronquitis, coqueluche, resfriados y asma".
Habanos, cervecerías,
sastres y cigarrillos, cualquier cosa es asunto para un aviso rimado
y para esa combinación de poeta y cartel ambulante. Por otro lado,
empieza a aumentar la exigencia de que quepa igualmente en rima una
dicción más prosaica y el registro detallado del día a día como se
hacía en la prensa diaria: éste es el papel de un poeta-cronista como
"Gavroche". Se trata, además, de un papel bastante conocido
para cualquier lector actual, para cualquiera que haya acompañado
un poco la trayectoria de Carlos Drummond de Andrade, por ejemplo,
en sus crónicas periodísticas.
Sólo que entre Gavroche
y Joáo Brandáo son muchas las diferencias. Sobre todo en lo que se
refiere a las relaciones entre la crónica y el propio diario. "El
diario que ahí reposa, miente", avisa el poema "Contemplación
en el banco" de Claro enigma. Drummond cronista se permitió
muchas veces poner en jaque a la propia ideología de la objetividad
periodística desde adentro mismo de las páginas de un diario. Y, después
de la publicación de una foto de Greta Garbo, muy vieja, en una playa
vacía, se preguntaba en "El comercio de la privacidad":
¿Pero ésta es la vieja Garbo, semidesnuda
así en la playa, lamentablemente?
No. El retrato, en que la maldad se agita,
es del alma del fotógrafo, solamente.
El documento fotográfico
necesita del deseo realista del lector. Y Drummond, con astuta ironía
de cronista, no sólo lo niega, sino que estimula a su público a ponerse
en guardia y a percibir al periodismo corno un tipo de lenguaje con
características peculiares y una "producción literaria"
de la verdad como en otros géneros de discurso.
En ese sentido,
hubo dos crónicas de Drummond, hoy bastante conocidas y publicadas
originalmente en el Correio da Manhá, capaces de desautomatizar
un poco los hábitos diarios de un lector de periódico. Se trata de
"Garbo: Novedades", en donde con apariencia de veracidad,
hablaba de un viaje de Greta Garbo, de incógnito, a Belo Horizonte,
del cual habría únicamente tres testigos (uno de ellos, el cronista);
y de "Un sueño modesto', en donde, frente a la repercusión del
texto anterior, Drummond se veía obligado a explicarlo y a resaltar
la ficcionalidad de la crónica y el hecho de que "los sueños
sueños son". Una broma con la propia idea de "hecho"
que trata de desarrollar una recepción más crítica en los lectores.
Un empleo estratégico de la crónica corno un espacio en donde se comienza
y a veces se critica al resto del diario. Cosa que pocos cronistas,
más allá de Drummond o de Machado de Assis (y es fantástica su crónica
del 31 de enero de 1897 contra la persecución a António Conselheiro
en A semana (La semana), por ejemplo), se han mostrado aptos
para hacer, en general limitándose a volver a narrar noticias ya divulgadas,
pero con un tono más moralizante o humorístico. Y con mayor obsecuencia
a las reglas de redacción del propio vehículo o a las expectativas
de la masa de lectores.
Porque a veces los
media se muestran tan seductores, pero tan seductores, que
se hace difícil mantener un diálogo más crítico con ellos. No se trata
evidentemente de proponer duelos. Fue desde el interior del diario
que Drummond algunas veces logró tensionar de manera eficiente su
lenguaje. Como fue desde una emisora de radio que Orson Welles, H.G.
Wells en mano, sembró el pánico en sus oyentes radiofónicos frente
a una ficticia invasión de la tierra. Fue también a fines del los
años 50, en pleno optimismo desarrollista, que se inició uno de los
diálogos rnás provechosos entre poesía, tecnología y espectáculo en
Brasil. Porque, sin temor a mirar de frente a la publicidad, los carteles
luminosos y la televisión fueron los poetas concretos paulistas quienes,
en el cambio de la década, redefinieron el libro en cuanto objeto,
procuraron modificar la mirada del lector de poesía, ahora también
espectador del poema. Y trabajaron y recrearon logotipos, objetos
industriales, recursos de los media. A veces comercialmente
incluso. El nombre Lubrax, por ejemplo, como se sabe, es creación
de Décio Pignatari. Las marcas de "Mobília Contemporánea",
del "Centro de Coleccionistas de Arte" de la "Galería
Seta" fueron ideadas por Willys de Castro y Hércules Barsotti.
Pero lo mejor realmente es el trabajo de desmontaje y collage de slogans
o logotipos, como el que hizo Décio Pignatari con Coca-Cola en 1957,
o como hizo Augusto de Campos con la semántica de las siglas en "SS"
(1964), con un recorte pop de "palabritas chic" en "O
anti-ruido" (El anti-ruido, 1964), o con los slogans o
titulares de diario en "Psiu" (1966). Cupo a los concretos
también, en especial a Agusto de Campos, en ese cuerpo a cuerpo con
los procedimientos característicos de la industria cultural, la percepción,
entre otras cosas, del hábil golpe espectacular contra la espectacularización
de la sociedad brasileña -incentivada sobre todo a través de la televisión
por parte de los gobiernos militares- que era el Tropicalismo, que
es el uso crítico de los propios recursos de los media.
En ese sentido se
ha mostrado extremadamente inteligente en las tres últimas décadas
el aprovechamiento que hicieron los "concretos" de los suplementos
literarios de la prensa diaria (del "Suplemento Dominical"
del Jornal do Brasil al "Folhetim" de la Fo1ha
de Sao Paulo). Sea para la divulgación de poetas o de artistas
menos conocidos por un público más amplio por la vía de la prensa,
sea para la realización de poemas gráficamente inusitados, aprovechando
al máximo los recursos tipográficos de un diario. Cosa que raramente
se hace, inclusive en las pocas ocasiones en que se divulga poesía
por televisión. En general, impera la linealidad. Un embalaje de fácil
digestión (como el soneto de Emílio de Menezes que anunciaba el Bromil),
para reduplicar imágenes (como las de una carrera de automóviles,
por ejemplo), glorificar héroes (basta con recordar los panegíricos
a Tancredo Neves cuando murió) y no tensionar en absoluto el vehículo
que lo transmite. Esto es lo que generalmente se ve. Poca cosa que
recuerde a Macalé masticando pétalos de rosas en un festival de música
popular, a Caetano Veloso de espaldas al público de la Record o a
José Celso Martínez Correa desestructurando completamente el programa
"Canal libre", todavía con Roberto d'Avila al frente.
Cuando recibe el
imprimatur de la TV, la poesía de tan domesticada se vuelve
incapaz de mortificar por mínimamente que sea la recepción habitual.
Y, de cualquier manera, el vehículo suele alertar con comillas literarias
en el video, con locución exageradamente emocionada (marcando bien
que lo que se lee es "Cultura"), o con una hábil preferencia
por textos francamente convencionales. Es igualmente así que se seleccionan
las obras pasibles de adaptación en series y novelas. Y es por eso
que el aumento de ventas de novelas, motivado por su versión televisiva
no puede impresionar. Es necesario preguntarse primero qué novelas
son estas que la Casa de Criacáo de la Globo selecciona o que TVS
se interesa por exhibir. En el caso de la Globo, y sobre todo después
de que se lanzó de forma más aguerrida en el mercado europeo, la receta
es más que obvia: la obsesión por el regionalismo (ver Tenda dos
milagres (Tienda de los milagros) y su acento bahiano, O
tempo e o vento (El tiempo y el viento) con colores sureños
y el propio Guimaráes Rosa probablemente como representante del mineirismo)
y por una imagen de "Brasil brasileño" para que la clase
media carioca y paulista y los extranjeros vean. Y, en general, poca,
muy poca poesía. Incluso la adaptación de Morte e vida severina
(Muerte y vida severina), de Joáo Cabral, sirvió para los mismos
propósitos: "Retrato del Nordeste". Y el texto que no se
pretenda retrato parece quedar fuera. Porque el vehículo, conservador,
no parece nada interesado en explorar los propios recursos técnicos
en otras direcciones. Cuanto mucho, se divisa lo que se podría haber
hecho en una u otra apertura de Hans Donner y Ricardo Nauenberg. 1
En cuanto a la radio,
es impactante la falta de osadía. Los momentos "poéticos"
solían quedar por cuenta de alguna discutible versión de letra de
música extranjera, enunciada de modo lacrimógeno y lleno de exclamaciones
de júbilo ("Lindo, ¿no?") por disc jockeys de poco
vuelo. O, bien, por cuenta de mensajes de final de la noche de algún
oyente a la novia, a veces con un fragmento de poema acompañado del
pedido musical. Y nada más que eso. Por lo demás, los momentos de
mayor creatividad verbal de la radio brasileña siguen vinculados a
la sonoplastia de las antiguas radionovelas y a las transmisiones
y programas deportivos. Son ellos, incluso, los que sirven de lema
para una de las retomadas poéticas más inteligentes de los media
realizadas en los últimos años. Es el caso del Almanach sportivo
(1981) de Joáo Padilha y Zuca Sardana. Allí, extrañas exhibiciones
atléticas se hacen acompañar por irónicas glosas del lenguaje radiofónico
y
de la eficiencia
de la televisión. Los diseños ingenuos deliberadamente remiten, por
el contrario, a la tecnología de las propagandas audiovisuales. Es
excelente, por ejemplo, un fragmento de la entrevista radiofónica
en donde nada, literalmente nada, es dicho. "Cordiales Buenas
Tardes. Para empezar, quiero decir que no tengo palabras, me faltan
inclusive sujeto, verbo y predicado para expresar y, por qué no decir...",
comienza uno de los interlocutores. "¿....Expresar, doctor?",
indaga el periodista Zuca. Dr. Palhares: "...Expresar..."
Y, sin más, el locutor se despide: "Acabamos de escuchar la palabra
del Doctor Walter Ufanoso Palhares y para continuar nuestro trabajo,
volvemos a la cabina
con la voz de Jota Parilha, el locutor que habla y no gasta pila,
al frente del Comando". Aún mejor que esta entrevista es la propaganda
de la "Cerveza Boa Viagem" (Cerveza Buen Viaje),
"el resto es puro paisaje". Rimas adrede obvias, diseños
simplificados, Carlos Saldanha liquida de un tiro certero logotipos
y slogans en una página titulada justamente "Logotipos
para una efemérides que sale por abajo" y en la cual no hay siglas
o imágenes reductoras, sino los contornos de un vídeo con escenas
comunes impresas. Logotipos que no son logotipos, entrevistas en las
que no se dice nada, collages críticos de las transmisiones de radio
y TV.
A veces hasta es
posible, por descuido, escuchar a Caetano Veloso en "Verdura",
de su disco Outras palavras y con texto de Paulo Leminski,
en alguna emisora radial.
Y el juego rápido,
la poesía de un minuto de la canción, bordeando el silencio, es casi
una interferencia en la programación habitual. Lo mismo sucede con
"Língua" de Caetano Veloso, incluida en Veló. Nada
que recuerde, sin embargo, a Luciano Berio en 1968 retomando a Beckett
o los mesostics y los juegos con la voz y la desarticulación
verbal de un John Cage. No se tiene ni siquiera el coraje de dejar
rodar pura y simplemente en una radio la bellísimas grabaciones que
hizo Caetano Veloso de los poemas de Augusto de Campos: "días,
dias, dias" y "o pulsar" (esta última también de Veló).
Sería un verdadero corte en la modorra auditiva del oyente de radio.
Acostumbrado a tener de "poético" apenas lo que los antiguos
integrantes de la generación mimeógrafo, y ahora obedientísimos al
consumo, le ofrecen. En general "Menina veneno" y correlatos.
Con menos frecuencia el grupo Os titás y Go back, de
Torquato Neto.
Y más interesado
en la interferencia que en acondicionar, es que se puede considerar
el trabajo astutísimo de un Valéncio Xavier con los diarios de 1918
en O mez da Grippe (1981) o de un Glauco Mattoso, por ejemplo.
Son de él el jornal do brabril y la revista de domingo,
parodias evidentes del Jornal do Brasil.. "Yo parto del
principio de que soy un plagiario, y no respeto la propiedad intelectual
de nadie. Poco importa si la idea es mía o de otro. Yo pongo mi nombre
debajo de cosas que no son mías y pongo el nombre de otras personas
en cosas que son mías", explicó Glauco a la revista Remate
de Males de la Unicamp. Es así que redacta sus diarios, solo con
frente y reverso, en columnas como las del diario y "encabezados
compuestos por puntitos hechos com la "o" minúscula de la
máquina de escribir". Siempre tematizando de manera inteligente
el medio intelectual brasileño, la idea de noticia y la noción de
autoría. Y observando de cerca, para desmontarlos después, los procedimientos
característicos de la gran prensa.
Si, a fines de los
años 50, con el concretismo, y a fines de los años 60, con el Tropicalismo,
novelas como PanAmérica, de José Agripino de Paula, y proyecciones
como la de una estrofa de Mário Faustino en plena Terra em transe
de Glauber Rocha, las relaciones entre literatura y media se estrecharon
con resultados especialmente inteligentes, en esta mitad de la década,
ante la inmersión generalizada (incluso de ex alternativos) en la
industria cultural, parece necesaria una nueva reflexión táctica.
No con vistas al abandono puro y simple de los media o algo
semejante sino, por lo menos, para tensionarlos un poco. Para que
se busque una mirada más crítica. En ese sentido es que Régis Bonvicino,
un poeta que trabaja en general con la marca, los emblemas de la publicidad,
se volcó recientemente a los trabajos del 50 de los concretos. Y erigió,
por ejemplo, su tótem basado en el beba coca-cola de
Décio Pignatari. Retomada crítica de uno de los momentos en que la
poesía se permitió tocar sin pudor la publicidad, la tecnología. Toques
mágicos más o menos críticos que fueron objeto de exposición en el
Museo de Arte Contemporánea de la USP, en ocasión del 2° Congresso
Brasileiro de Semiótica.
Y es ante esa expansión
del mundo de la propaganda y de la tecnología que Augusto de Campos
se refiere al poeta de "2a vía", como un antiguo hombre-sandwchich
que se relaciona, quiera o no, con este universo. Y con el cual tal
vez podría, a veces, intercambiar de posición. Y, con los ojos en
los ojos, pasar de seducido a seductor.
1 Artistas que trabajaron
en la televisión brasileña y transformaron su imagen durante los años
setenta sobre todo en los logos y en las presentaciones o aperturas
de las telenovelas. (N. de la T.) |
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Arte
Sergio Avello y Alfredo Prior
Hit Tokonoma /
Amalia Sato
Avello y Prior traspasan
cierto control: ahora les interesa dominar el marco del marco, por
eso esta muestra: evocación de altares, recovas, relicarios, esos
espacios instituidos. La puesta en escena supervisada al milímetro
como el tokonoma de Sen no Rikyu del que habla Italo Calvino:
con la inclinación exacta que permitía la vista del mar infinito por
una mirilla entre dos setos.
Concéntrense en
el zócalo, observen el tatami, registren la sutil putrefacción
del mundo vegetal que se les presenta, armonicen la tríada de pintura,
arreglo floral y espacio. Disfruten de esta versión de still life
digna de cualquier D&D – aclaro Dioses & Dones.
Un pintor es a su
color. Avello y Prior. Maestros de las gamas, inventores de las tonalidades.
Diseños como colas de faisanes, escamas de gliptodontes, mica de rocas
en cúspides inalcanzables. El tornasol para una capa imperial. Microcosmos
cumplidos. Macrocosmos del ego.
Hace veinte años
sé de la admiración que sienten uno por el otro. Dragones, de agua
y madera.
Tal vez las últimas
obras deban ser como los primeros trabajos: una técnica senex puer
que perfeccione obstinadamente los primeros logros límpidos de aquel
puer senex. Avello y Prior lo fueron. Niños artistas. Muchachos
artistas. Avello reverentemente persistió en la abstracción siempre.
Prior la practica con intermitencia lustral.
Birlo
a Hugo Padeletti su párrafo sobre el logro sintético, redondo, cantado.
"(…) comparto el punto principal del arte poética de Verlaine:
‘De la musique avant toute chose’, y la estética formulada,
entre otros, por Walter Pater, de que todas las artes aspiran a la
condición de la música. ¿Qué condición? La de poder prescindir de
la mimesis: lo que Kant fue el primero en llamar "belleza libre"
en contraposición a "belleza adherente", y que después se
llamó arte abstracto, lo cual no es sinónimo para mí, de geometría
o lógica. Cuando hablo de artes abstractas o de la abstracción en
las artes me refiero siempre a la multívoca expresividad de lo orgánico".
Entonces, esta muestra,
la primera a dúo, lance de los blasones más temerarios, una declaración
oportuna. El entusiasmo de dos camaradas por la acción. |
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:
El fantasma y el nombre del padre / Daniel
Link
Conocí a Roberto
Jacoby en el invierno de 1987. La primera vez que nos vimos, comimos
bortsch, que después yo mismo aprendí a cocinar. Durante mucho
tiempo me preocupé por averigüar cómo funcionaba una inteligencia
como la suya, a la altura de la cual (yo pensaba) jamás me encontraría.
Todos sabemos que no me equivocaba.
Tal
vez por eso, algunos lo consideran culpable de la irrupción de la
mercadotecnia en el universo del arte. O de todo lo contrario. Es
como decir que Roberto es culpable de este clima de mierda que tiene
la ciudad de Buenos Aires. Esta bien que así sea (en una ciudad donde
no se ha podido resolver el atentado a la AMIA, hasta se podría decir
que Roberto es culpable de él), porque todos sabemos, también, que
el edificio cultural de Buenos Aires tiene en Roberto, desde hace
mucho tiempo, uno de sus cimientos y eso hace que, para algunos, Roberto
siga siendo un fantasma. Para mí, dejó de serlo (y hoy puedo decir
que es mi amigo) cuando conseguí entender cómo funcionaba una inteligencia
como la suya. Si fue mi fantasma (una vez, hice sufrir a una
persona en nombre de ese fantasma; otra vez, supe que estaba sentado
frente al que había sido su analista), lo fue sobre todo porque yo
vengo de un universo católico tortuoso, y me encontraba con una mirada
epicúrea sobre las cosas de este mundo que yo no estaba acostumbrado
a sostener.
"Las grandes
almas epicúreas", dice Séneca, "no las formó la doctrina,
sino la asidua compañía de Epicuro. Tanto durante su vida como después
de su muerte, los discípulos y los amigos le tributaron honores casi
divinos y procuraron modelar su conducta sobre su ejemplo". Actúa
siempre como si Epicuro te viera, era el precepto fundamental de la
escuela. Lucrecio, de quien se dice que compuso su De rerum natura
en intervalos de locura, lo consideraba tan grande que no vaciló
en postularlo como el fundador de la verdadera sabiduría, a saber:
* Liberarse del temor de los dioses, que por su naturaleza feliz no se
ocupan de los asuntos humanos,
o
Liberarse del temor a la muerte,
que no es nada para el hombre: "cuando existimos nosotros, la
muerte no existe; cuando existe la muerte, no existimos nosotros"
(Ep.a Men., 124),
* Asumir la accesibilidad del límite del placer (la fácil obtención
del placer mismo).
* Asumir la lejanía del límite del mal (la brevedad y la provisoriedad
del dolor
Esa
sabiduría es la que roberto quiere sostener |
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Documenta
I love Etc. – Artist / Ricardo Basbaum
01.
ADVERTENCIA:
Estar consciente
de esta distinción de vocabulario:
(1) Cuando un curador
es un curador de tiempo completo, podríamos llamarlo "curador-curador";
cuando el curador cuestiona la naturaleza y función de su rol, podríamos
escribir "curador-etc" (por lo tanto podemos imaginar varias
categorías: curador-escritor, curador-director, curador-productor,
curador-agente, curador-ingeniero, curador-doctor, etc.).
(2) Cuando un artista
es un artista de tiempo completo, podríamos llamarlo "artista-artista";
cuando el artista cuestiona la naturaleza y función de su rol, podríamos
escribir "artista-etc." ( por lo tanto, podemos imaginar
varias categorías: artista-curador, artista-escritor, artista-activista,
artista-productor, artista-agente, artista-teórico, artista-terapeuta,
artista-docente, artista-químico, etc.).
Lo enunciado arriba
presupone que un "curador-curador" (o incluso un "artista-curador")
trabaja de manera diferente que un "curador-artista." Es
a partir de este punto que me gustaría comentar sobre la cuestión
planteada: "La próxima Documenta debería ser curada por un artista."
02.
Amo a los artistas-etc.
Quizás porque me
considero a mí mismo uno de ellos.
Los artistas-etc
no se ajustan fácilmente a las categorías y no son fácilmente empaquetados
para viajar alrededor del mundo, a causa, la mayoría de las veces,
de varios compromisos que revelan no simplemente una agenda ocupada,
sino fuertes vínculos con los circuitos locales del arte en los cuales
están inmersos. Veo al "artista-etc" como un desarrollo
extremo del "artista-multimedia" que emergió a mediados
de los 70, mezclando el "artista-intermedial" Fluxus con
el "artista-conceptual" -hoy, la mayoría de los artistas
(interesantes…) podrían ser considerados "artistas-multimedia",
pero por razones de "lenguaje", son aludidos solamente como
"artistas" por la literatura y los medios especializados.
"Artista" es una palabra con múltiples capas de significados
(lo mismo es cierto para "arte" y palabras relacionadas,
como "pintura", "dibujo", "objeto")
-esto es, tiene varios significados al mismo tiempo, aunque uno la
escriba siempre de la misma manera. Sus significados múltiples son
invariablemente reducidos a uno fuerte y dominante (con la ayuda obvia
de una mayoría de lectores conformistas). Por lo tanto, se necesita
hacer una diferenciación semántica. Los "artistas-etc" incluso
traen a la vanguardia conexiones entre el arte y la vida (por ejemplo,
el "no-artista" de Kaprow), el arte y las comunidades, abriendo
un camino para una rara, rica mixtura de circunstancias casuales y
singulares, diferencias culturales y sociales, e ideas. Si la próxima
Documenta va a ser curada por un artista, deberíamos esperar encontrar
a un artista-etc trabajando como artista-curador.
Cuando los artistas
curan, no pueden evitar mezclar sus investigaciones artísticas con
el propósito curatorial propuesto: para mí, esta es la fuerza y singularidad
que ellos aportan a la curadoría. El evento puede tener una oportunidad
de quedar claramente insertado en una red de nudos próximos, resaltando
la circulación de energía "sensorial" y "afectiva"
–un flujo que el campo del arte se las ingenió para comprender en
términos de su economía y circulación.
Si un artista-curador
planeara/dirigiera/curara el denominado "mayor evento de arte
contemporáneo en el mundo del arte occidental", tendría que incluir,
más allá de los varios tipos de artistas (con una fuerte simpatía
por los artistas-etc.), pensadores contemporáneos de diferentes disciplinas
(para los críticos de arte: "o eres un pensador-sensorial o no
existes"), y un grupo completo de no artistas, incluyendo personas
que trabajen en cualquier campo de investigación u ocupación en cualquier
parte del mundo. Esas personas no estarían produciendo arte, al fin
y al cabo, sino que estarían conjuntamente implicadas en producir
actos sensoriales provocativos (SPACTs, Sensorial Provocative Acts).
El soporte digital es un requerimiento fundamental aquí. Con una dinámica
semejante, ¿quién se preocuparía por el público? El evento no sería
abierto al público, sino que estaría dedicado en cambio al "consumo
interno" –este auto-enclaustramiento sería entendido como un
reconocimiento del fracaso de la "esfera pública" y su transición
en una nueva clase de post-escena pública (colectivo-multitud-comunidad-diagrama
de amistad), un gesto a ser asumido como necesaria provocación con
el objetivo de buscar nuevas formas de relación con los espectadores.
Queremos que los visitantes lleguen a ser sujetos de un proceso de
cambio durante (y después de) el evento, y que desarrollen una especie
de responsabilidad y compromiso con respecto a él. Una propuesta final
es que la Documenta abandone la ciudad de Kassel y comience una gira
mundial, pasando seis meses en ciertas ciudades en los cinco continentes,
coordinada por un equipo de artistas-etc locales. Cuando finalmente
regrese a su sitio original (¿volvería a ese sitio llamado "origen"?),
habría bastante material para una serie de films documentales sobre
el papel que el arte contemporáneo juega en el cambiante mundo de
hoy, para ser apreciado en la seguridad hogareña a través de la TV
por cada familia del mundo.
Amo a los artistas-etc.
Quizás porque me considero uno de ellos, y no es razonable odiarme
a mí mismo.
Ricardo Basbaum
es un importante artista brasilero, que ha expuesto en el pabellón
de su país en la Bienal de San Pablo reside en Rio de Janeiro.
Traducción. Francisco Ali-Brouchoud |
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La
destructividad en el arte / Silvia Gurfein.
El ejercicio de
pensar los temas que nos convocan me llevó por distintos caminos hasta
encontrar la postura correcta, y con postura me refiero al lugar interno
desde donde abordarlos y no al sentido moral de la palabra correcta.
Los artistas, como
todos los sujetos sociales, tenemos algún tipo de moral que seguramente
se filtre en la obra, del mismo modo en que otras cuestiones lo hacen.
Las obras de arte son siempre marcas ideológicas.
Ahora bien, creo
que en el momento de la producción y generación de una obra no intervienen
los juicios de tipo moral.
Por definición los
artistas tienen voluntad transformadora. En la medida en que dan cuenta
de visiones singulares que cobran existencia en la obra y que tienden
puentes hacia el encuentro con otros que allí se puedan reconocer.
Pero el otro, condición fundamental para la comprensión moral. Es
otro simbólico, internalizado, fantasmático.
A la hora de la
creación, el artista está ocupado de sus obsesiones, atento a la verdad
interna, ocupado de llevar a cabo la obra en su máxima justeza, empujando
sus propios límites, caminando por los bordes, poniendo el cuerpo,
sometiendo a riesgo su mente.
Quien tomó el compromiso
de actuar en el mundo, de llevar a cabo una acción en el mundo, de
hacer arte, creo que se presupone bueno, se presupone inocente.
Con inocencia me
refiero al estado libre de segundas intenciones. Es decir, consecuente
con las primeras intenciones, con propósitos primordiales.
El movimiento original
es inocente.
La creación parte del supuesto de inocencia.
La inocencia no es un estado inmanente, es una práctica. Es un espacio,
al que el artista retorna.
Un estado cero, un espacio en el que miramos todo por primera vez
cada vez.
Si se cumple este
supuesto, cualquier asunto, incluso el mal, o aquello que es considerado
moralmente malo, o los temas tabú de una determinada sociedad en un
determinado momento, puede ser abordado.
Ahora bien, inocencia
no es ingenuidad.
Miro el mundo y
observo las estrategias cargadas de segundas intenciones. Me refiero
a los que hacen uso del conocimiento de las leyes del mundo para obtener
beneficios particulares y ejercer algún tipo de control.
La intencionalidad,
la manipulación especulativa intenta ejercer el control, apoderarse
del otro.
La inocencia nos
libera y libera al otro.
De la especulación
pueden medirse los efectos. Su efectividad es mensurable.
La libertad no es
posible de medir.
Es obvio que cuando
me refiero a las estrategias especulativas hablo de la propaganda,
del marketing, de las obras efectistas, de las políticas neoliberales,
etc. etc. etc.
Las obras de provocación ligan la obra a la búsqueda de una determinada
reacción del otro. La obra parece tener existencia en esa operación
que requiere de la reacción del otro ( rechazo, repugnancia, miedo,
morbo, etc. )
Entonces me pregunto si la materia con la que trabaja esa obra no
es la estrategia misma y si la obra ES la estrategia o quiere dar
cuenta de ese material.
Creo que los artistas
siempre están empujando un límite, un borde y abren zonas nuevas de
pensamiento, de sentido, de noción, de reflexión, de visión. Iluminan
una zona que estaba en la oscuridad.
Esa tensión, el empuje del límite, es parte del movimiento del arte.
Pero el escándalo, aún siendo un instrumento de acción simbólica por
excelencia, no es el único camino de correr el límite.
Hay obras silenciosas que desplazan los bordes e iluminan territorios
nuevos.
El arte nos instala
ante la pregunta por el sentido y no por la funcionalidad.
En el arte no hay búsqueda directa de efectos, hay construcción de
sentido.
Y por supuesto que esto tiene efectos. Cuando hay arte hay liberación
del otro.
La responsabilidad
del artista es el enorme compromiso con su inocencia. El rigor de
estar en el c e n t r o mismo de su ser inocente. |
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