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Daniel Samoilovich El lago de los botes (y otras
observaciones) Edgardo Dobry Se verá borrosa pero se quedará Víctor Hugo Díaz Nadia Zimerman |
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Reseñas El poema que ocupo el lugar de una hiedra Osvaldo Aguirre Luis Chaves Ana Miravalles Variaciones Bélicas Espacios métricos Amelia Roselli |
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Arte Claudia Groesman Xil Buffone Una política cultural para los museos en la Argentina Américo Castilla Magnetos |
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VOX virtual
Nº 17. Febrero 2004 - Bahía Blanca,
Buenos Aires, Argentina. Números
anteriores: revistavox.org.ar no querés
recibirla más: bajavirtual@revistavox.org.ar |
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Inéditos Rodeando el lago de los botes / Daniel Samoilovich Habrá
sido en mayo de este año, era un día apenas nublado, no frío; coincidimos con
Dobry en Rosario, y lo acompañé a dar una vuelta alrededor del lago de los
botes del Parque Independencia, el lago de uno de sus poemas que habíamos
publicado en Diario de Poesía. Dobry vive en Barcelona, y aunque viaja a
Rosario más o menos una vez al año, no veía el lago desde hacía mucho tiempo.
Mientras lo rodeábamos, me preguntó si yo sabía de qué orden eran esas
columnas dispuestas en grupos de dos o tres en torno al lago. Dije que creía
que eran corintias, según una regla mnemotécnica de mi autoría: los capiteles
más sencillos son los de las columnas dóricas, los más floridos y complejos
los corintios, los del medio, jónicos. La regla era bastante mala, ya que
dependía de que hubiera o no otros capiteles más complicados que estos; si no
los había, entonces eran corintios. |
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El lago de los botes (y otras observaciones) / Edgardo
Dobry
Una
vez al año lo vaciaban
Los
pantalones se fueron alargando
Sale
la luna en enagua “Es
otoño, muchachos, salid a caminar” Pero
aquí el otoño es del sol que al ponerse
lasciate
ogni speranza... Luca
tenía un autito amarillo
Entonces
agarro mis romas líneas venéreas
Padre
me visitaba en Barcelona Edgardo Dobry nació en Rosario
en 1962; es licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona, ciudad
donde reside desde 1989. Ha publicado Tarde del Cristal (Ultimo
Reino, Buenos Aires, 1992) y Cinética (idem, 1999). |
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Se verá borrosa pero se quedará / Marcelo
Díaz Para
los que no conocen la poesía de Víctor Hugo Díaz tal vez no alcance con decir
que comienza a publicar a fines de los ochenta en Chile, como parte de una
generación entre la que habría que apuntar a Sergio Parra y Guillermo
Valenzuela, la que en parte deja constancia en sus versos del derrumbe urbano
pos Pinochet, de la corrosión del lenguaje y la esperanza. En la poesía de
Víctor Hugo Díaz hay un yo que deambula por las calles sin demasiado que
hacer, entregado a encuentros casuales o a fugaces lecturas del presente; sin
embargo ese yo está ligeramente fuera de foco, como si hubiese sido captado
en movimiento y lo que atrajera nuestra atención entonces fuera el fondo
contra el que se mueve ese personaje: la ciudad, sus espacios en ruinas, sus
habitantes, las voces que la constituyen. |
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Años
después la misma escena se ve de espaldas La
indiferencia se llenó de signos femeninos Hay
una vieja canción de la que olvidamos su letra el
sendero correcto que se bifurca en el jardín -Él
tenía miedo a la putrefacción, Te
lo puedes llevar, no te lo vas a llevar Ahora
con ropa podemos hablar Ruinas "...última
reunión, una ronda de cuatro ángulos" El
dedo extranjero oprime el obturador Fragilidad
y buen humor La
fotografía descansará en la transparencia del álbum Perderá
el color igual que la memoria La casa donde no vivimos La
culpa siempre es del empedrado Por
fin un deseo se cumple en desmedro del tiempo: El
odio se hace coágulo bajo la mala memoria El
padre no está en casa y nunca llama por teléfono No
se puede imaginar en qué estación sucede La
verdad es otro seudónimo de la mentira Su
silencio no coincide con los ojos Al
mío lo conozco desde que murió Ahora
es otra la forma de hablar Demarcación de limites Los
perros ya están ansiosos escapan
de casa y corren a rayar la cancha marcan
su mundo con orina Luego
pasamos por ahí atrasados Tiempo agregado El
anciano lee el diario La
cotona azul desteñida se descosió bajo el brazo Ahora
come de todo El rehén La
hora que pasamos juntos estuvimos bien Ahora
escucho una canción antigua Sé
que antes te hubiera gustado Esta
carta sirvió para imaginar Los
curriculums se están moviendo Venta de memoria Los
vendedores ambulantes fundan su ciudad y su negocio llenan
su frágil dominio con nuevos signos del Asia las
multitiendas exhiben su collar de mujeres dando
Crédito a quien las quiera oír, a todo lo que dicen
-Los travestis pueden ser
atemorizantes, Despierta alborotado A esta hora deja su turno en el
hospital infantil Dicen que pisar estiércol es de
buena suerte No hay señales en la ruta y son
muy claras Desarmaron una cola de pito Era niño, siempre niño y le salía
sangre de nariz Víctor Hugo Díaz nació en
Santiago de Chile en 1965. Ha ublicado La comarca de los senos caídos
en 1987, Doble vida en
1989 y Lugares de uso
en 2000. |
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Mick
Jagger se monta a una negra: cambie
la música por fin que
haya barro
mil
gotas iridiscentes tu
respiración tranquila
tu
silencio es la piedra arrogante kamikazes Estábamos
indispuestos a todo Ágatha
sumerge el tul en la pobreza del vino
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Reseñas
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Traducción libre de un tema inédito de Chan
Marshall / Luis Chaves
Arrancaron
la hiedra. Tenías
dieciséis en esa foto,
La
lluvia sobre tu nombre La
hiedra en cambio Porque
no hay razón para nada, |
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Espacios y
Variaciones / Ana Miravalles
Amelia
Roselli es uno de los poetas "descubiertos" por Pasolini en los
años sesenta, cuyos textos lograron un reconocimiento y una valoración
inmediata y a la cual, a pesar de eso, se la sigue considerando como una
figura marginal dentro del panorama de la poesía italiana. En Italia, varias
discusiones críticas recientes con respecto a la configuración del "canon"
y a los poetas que lo constituyen, coinciden en la necesidad de dar a Amelia
Roselli un lugar que hasta ahora le ha sido retaceado y este volumen editado
por Ril Melusina explica el por qué de ese reclamo. |
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Variaciones Bélicas / Espacios métricos / Amelia
Roselli,
Questi uccelli che volano
Combinata la rima volava l'albergo. Combattiamo contro
Tutto il mondo è vedovo se è vero che tu cammini ancora |
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Arte Para reinaugurar el mundo / Claudia Groesman Liliana Porter - Retrospectiva |
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Los cuadros son paisajes de imágenes que flotan eternas en
una superficie sin memoria. |
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Todo Lo Demás Esta Perfecto / Xil
Buffone |
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Una raja desgarra la pared de la sala; durante unos cuatro
metros se continúa una línea de vacío tortuoso, mal hecha, con un taladro
forzado. La blanca pared pulcra a la altura del codo fue mancillada con una
escritura nómade y sin compasión. |
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Una política cultural para los museos en la
Argentina / Américo Castilla
"El
museo es una institución permanente, no lucrativa, al servicio de la sociedad
y su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga,
comunica, y principalmente exhibe los testimonios materiales La
idea de desarrollo predominante a fines de la década del setenta, a la que
hace alusión la definición precedente de ICOM, estaba ligada básicamente a la
producción de bienes y servicios. Existía cierto consenso en occidente acerca
de los beneficios que ese crecimiento del capital físico reportaría a la
sociedad en su conjunto. Las décadas posteriores demostraron que esto no era
exactamente así. En los ochenta, los bancos multilaterales de desarrollo
–entes decisivos en la definición de la actividad a beneficiar con la
inversión– se vieron exigidos a evaluar la incidencia de esa inversión
en términos de capital humano. En la década del noventa, cuando ya fue
evidente que crecimiento y equidad no iban de la mano, irrumpe la posibilidad
de evaluar la inversión en términos de capital social. El
concepto de capital social habilita y legitima con mayor firmeza la inversión
a favor de la sociedad civil y la cultura, y por ende a favor de los valores
simbólicos que ocupan a los museos, por encima de los beneficios físicos
directos que parecían ser la única razón que permitía acceder a los fondos
públicos, nacionales o internacionales. Desde
luego, esto no quiere decir que el criterio de capital social no tenga en
cuenta a aquellos otros que representan los intereses predominantes: los
económicos, que tienen en cuenta a los resultados en relación al incremento
del empleo y la producción; los profesionales, que se preguntan acerca de la
viabilidad de las instituciones culturales y su capacidad de gestión para
cumplir sus objetivos; y los sociales en sentido estricto, que se preocupan
por evaluar si la inversión satisface realmente las necesidades del grupo
social de que se trate. En
la Argentina, en las últimas décadas, tendieron a revertirse estos
argumentos. Parecía no ser necesario que los museos cumpliesen con los
requisitos profesionales ni sociales, o al menos estas carencias no fueron
tomadas públicamente en cuenta. Las instituciones culturales a cargo del
Estado, en cambio, eran juzgadas en su mayoría, en los términos burocráticos
propios de otras reparticiones del Estado y en tanto sus vacantes continuasen
congeladas y no generaran gastos adicionales, parecía que funcionaban correctamente.
En ese sentido, las políticas en relación a los museos estuvieron
prácticamente ajenas al fenómeno internacional que impulsó la
profesionalización y la optimización de recursos en los museos. 1. El museo en el nuevo siglo Para
tal fin, el museo necesita ser pensado como un espacio de construcción de
ciudadanía. Una institución conciente y, por lo tanto responsable, de su
papel en la configuración de la sociedad civil. Un foro o lugar de
conversación, encuentro e intercambio, de socialización y negociación de
identidades, una puerta hacia la investigación y la inspiración de nuevas
ideas. Las exposiciones actuales buscan revertir la unidireccionalidad del
mensaje del museo incorporando las interpretaciones y opiniones del público
que las visita. De este modo, el museo se convierte en un lugar donde se
proponen lecturas, interpretaciones o visiones sin evadir la controversia. El
museo, en su concepción más contemporánea, es un medio de comunicación
colectiva y como tal, agente de la democratización de la cultura. El museo
actual no se ciñe a los límites de su propio espacio físico, el edificio que
ocupa, sino que por medio de la utilización de diversas tecnologías su rol de
difusor de información lo puede cumplir también de manera virtual. Los museos
pueden ser así el reflejo de la diversidad cultural del país, que tratan de
asegurar la equidad de representación atendiendo a las distintas
características de los grupos culturales. Los
criterios más modernos buscan establecen qué tipo de público frecuenta el
museo. Para ello aspiran a conocer la medida de las necesidades de los
visitantes por medio de los estudios científicos de público que son un
instrumento primordial para la eficiencia del servicio. Los
museos son tecnologías culturales que adquieren su efectividad a través de
una articulada combinación de representaciones, rutinas y regulaciones. Es
decir, que cada institución representa de distinto modo la idea de progreso y
debe poder distinguir cuáles son los recursos que concretan ese mensaje. De
qué modo y en qué medida estos recursos programan las conductas de los
visitantes y responden a sus horizontes cognitivos. Para acceder al
conocimiento que propone un museo se necesita de un itinerario cultural, de
una familiaridad del hábito, que permita sentirse cómodo y en actitud
receptiva. Por estas razones, es que el museo es responsable por la
adquisición cada vez mayor de estos hábitos por parte de la comunidad. En
la actualidad, habida cuenta de la incidencia de las industrias culturales en
los cambios producidos en el campo de la cultura y los museos, es una tarea
de los trabajadores de los museos adaptar los modos expositivos a las
dinámicas de las lecturas contemporáneas como las de la televisión y otros
medios digitales, sin que ello afecte la calidad de los contenidos. Concluyendo,
el museo, depositario de parte de la herencia cultural, es una institución
que reformula permanentemente su identidad. Partiendo de la concepción del patrimonio
como un conjunto de bienes que se acumulan, reconvierten, rinden y apropian
en forma desigual dependiendo del contexto histórico y del grupo de
pertenencia, este capital cultural (García Canclini, 1989) que el museo acoge
no es estable, neutro, ni de valores fijos sino que está inmerso en un
proceso social de legitimación. Como
señaláramos más arriba, la industria cultural ha colaborado a redefinir el
concepto de patrimonio en cuanto a su producción y distribución. Una política
cultural actual debe tener en cuenta este carácter cambiante del patrimonio.
Como lo definió Raymond Williams , en los procesos culturales se distinguen
tres tipos de incidencia: la de lo arcaico, la tradición del pasado y quienes
la asumen; lo residual, el pasado que sigue operando en el presente y lo
emergente, los nuevos valores que se integran. 2. La misión El
museo presta un servicio público para provecho de la sociedad en su conjunto.
Cada institución debe tener la capacidad de definir y redefinir su función
con el común acuerdo de su personal, la comunidad científica de que se trate
e incluso tomando en cuenta la opinión de sus visitantes, en tanto les
permite detectar necesidades y expectativas. El concepto de misión es clave
para analizar la gestión de la institución y el cumplimiento de las premisas
que se propone. La
declaración de la misión del museo debe reflejar el entendimiento que la
institución tiene respecto de su rol con el medio en el que existe. Expresa
por medio de conceptos cuál es la forma en que su existencia realza el
bienestar de la comunidad y mejora su calidad de vida. En definitiva, cuál es
su aporte social y por medio de qué acciones espera realizarlo. En este
sentido, la misión debe consignar el objetivo del servicio y a quiénes está
dirigido. 3. La gestión La
gobernabilidad de las instituciones culturales es uno de los problemas clave
del presente. Los museos que pertenecen a la administración pública, sea esta
nacional, provincial o municipal, tienen que poder encontrar su camino para
insertarse dignamente en la sociedad civil sin depender enteramente de las
limitadas posibilidades financieras del Estado ni de un mercado que no
refleja necesariamente los intereses ni la misión que se asigna a los museos. Si
bien el Estado está obligado a proteger el patrimonio público y sus
instituciones, y de ningún modo puede declinar esa obligación, los museos
deben tener en cuenta alternativas que le permitan gestionar eficazmente,
conjuntamente con la sociedad civil a la que sirve. En
las dos últimas décadas, y prácticamente en todo el mundo, fue cuestionada la
eficacia de la gestión de los museos. Por demasiado tiempo rigió una actitud
voluntarista alejada de los criterios de gestión adoptados por las restantes
instituciones sociales, económicas y políticas. En
la actualidad, la visión que se tiene de la gestión permite cada vez más a
los museos saber con mayor seguridad cuál es su razón de ser, cuáles son sus
metas, y cómo se pueden cumplir. Algunas de las teorías y de los métodos más
relevantes aplicados con eficacia en otros sectores, permitirían establecer
sistemas de análisis organizativo de fácil manejo. Uno de los modelos más
divulgados propone la existencia de siete elementos muy relacionados entre
sí: valores compartidos, estrategia, personal, capacidad, estilo, estructura
y sistemas. Estos elementos se consideran esenciales para alcanzar éxito en
la gestión. Un
museo es una institución privilegiada en el campo de los valores compartidos.
Los equipos directivos y técnicos sienten una particular atracción y orgullo
por su trabajo, a pesar de las dificultades e impedimentos de su actual
sistema administrativo. El plan estratégico que toda institución emplea para
llevar a cabo sus objetivos, aún no ha arribado a un plano adecuado de
discusión en la Argentina, por lo que se ve necesaria la capacitación del
personal en su aplicación. En general, el personal que se desempeña en los
museos deberá ser calificado y sus funciones jerarquizadas adecuadamente por
medio de concursos públicos que convoquen a los mejores especialistas. La
capacitación permanente así como la rotación y las oportunidades de promoción
contribuyen a estimular su trabajo. La dirección no debe ser autoritaria sino
que el liderazgo debe tender a capacitar al plantel, construir equipos y
coordinar el mejor uso de los recursos humanos y materiales. Todas
las organizaciones requieren sistemas de control de la gestión. El
cumplimiento de las obligaciones legales, el de los objetivos que fije el
plan estratégico, el control financiero, el de los visitantes del museo, etc.
Ya no resulta suficiente proclamar el éxito de un museo por el volumen de
visitas. Tienen que elaborarse sistemas más perfeccionados de la medida del
rendimiento que permitan evaluar enteramente la gestión desde el punto de
vista de la investigación, la conservación, la educación, el registro, y
todas las otras funciones atinentes a un museo actual. 4. La investigación La
investigación en los museos está directamente relacionada con las colecciones
y disciplinas que los componen. Los investigadores son los responsables por
el ordenamiento, conocimiento e interpretación científica de los bienes
culturales que el museo custodia. También es parte de sus responsabilidades
la de asesorar acerca de las adquisiciones y/o aceptación de donaciones para
el incremento del acervo. Los
departamentos de investigación de los museos promueven estudios y trabajos
especializados sobre la temática del museo y entienden en la capacitación del
personal de su propia área. Los
investigadores se ocupan de la documentación de los estudios que conducen,
llevan el archivo correspondiente y realizan la base científica para los
guiones museográficos tanto de las exposiciones permanentes como temporarias.
Es esperable que estos trabajos sean realizados en colaboración con expertos
y académicos externos, así como que se emprendan investigaciones académicas
ad hoc en colaboración con universidades y otros museos. El
departamento de investigación tiene entre sus tareas brindar acceso a la
información sobre las colecciones a los académicos, a los profesionales del
museo y al público en general. En
conclusión, para la curaduría y la museografía actual puede considerarse como
condición necesaria la de situar en contexto a los objetos y relatos que
exhibe el museo para vincularlos a nociones conceptuales de diverso orden. 5. La conservación y la restauración Los
conservadores de museo se ocupan del examen técnico, la conservación
preventiva y la restauración de las colecciones . El área de conservación de
una institución entiende en la preservación de las colecciones permanentes de
la institución -estén estas en depósito, exhibición, tránsito, o préstamo a
otras instituciones- y en las condiciones del edificio que las contiene.
Asimismo, son responsables de la preservación de las obras que no pertenecen
a la institución pero se hallan bajo su tutela transitoria, como las obras de
exhibiciones temporarias. Para
tales fines, la conservación preventiva cumple un rol determinante que cada
vez es más aceptado como tarea que los conservadores deben emprender en su
rutina cotidiana. Evaluar cuáles son las formas de prevenir o retardar los
deterioros a que están sometidos los bienes culturales y poner en práctica
acciones consecuentes, es una tarea que el conservador debe realizar en forma
independiente del calendario de exhibiciones a que están sujetas las
colecciones. Debe actuar permanentemente sobre el entorno de las piezas para
amortiguar la incidencia de los factores externos a ellos: el control del
ambiente, la verificación del estado de los soportes de exhibición y
equipamiento de iluminación, los sistemas de guarda y la fijación de normas y
entrenamiento sobre manipulación, entre otros. El
examen de las piezas permite determinar la estructura original y componentes
del objeto, y su evolución en el tiempo, para establecer un diagnóstico. Por
su parte, la restauración permite restablecer la unidad potencial de un
objeto que ha sufrido deterioros intentando preservar su integridad estética,
histórica o documental, y priorizando, críticamente, algunos de los valores
que han persistido en él. La restauración no anula los signos del paso del
tiempo entre el momento de creación del objeto y el presente, ni aporta
nuevas cualidades creativas , antes bien, reconoce metodológicamente en la materialidad
de los objetos los aspectos originales e históricos que pueden transmitirse
al futuro. Los
técnicos del área de conservación poseen conocimientos teóricos sobre la
tecnología de los objetos y los materiales que los componen, la historia del
arte y las culturas que los originaron, los métodos de investigación y
documentación, la teoría, ética e historia de su disciplina. Conocen los
fundamentos químicos, físicos y biológicos de los mecanismos de deterioro y
de las operaciones de conservación y restauración, tendiendo cada vez más a
una especialización en la que la ciencia legitíma los procedimientos
técnicos. En la actualidad, se impone una metodología científica que facilite
la resolución de los problemas por medio de una aproximación sistemática e
interpretación crítica de los procesos y resultados. Estas condiciones son
indispensables a la hora de decidir intervenir sobre los bienes culturales de
una institución. Si
bien el conservador ha de poder ofrecer soluciones de conservación preventiva
para toda clase de colecciones, la especialización disciplinar creciente hace
que sea preferible que para la intervención de restauración se especialice en
un área de la colección, ya sea esta designada por criterio material,
tecnológico o temporal. El
área de conservación colabora con los investigadores y museógrafos en el
manejo de la colección, asesorando y proponiendo estrategias que permitan
transmitir el mensaje contenido en los objetos sin deteriorar su
materialidad, a la vez que se sirve de los conocimientos de éstos para
interpretar los valores no materiales que han de ser preservados y puestos de
manifiesto en los objetos. Entiende
en la capacitación del personal de su propia área y en el entrenamiento del
personal general de la institución en las razones y prácticas de conservación
preventiva que se utilizan, así como en la toma de conciencia por parte del
público sobre la necesidad del cuidado del patrimonio. Estas prácticas
comprenden la provisión de normas técnicas y orientación sobre: manipulación
y traslado de objetos, montaje y desmontaje de exhibiciones, mantenimiento
del edificio, respuesta organizada ante catástrofes naturales y vandalismo,
entre otras. La conservación debe asumir un rol protagónico en el diseño
general de las políticas de una institución, puesto que es ella quien ha de
velar constantemente por un uso responsable de las colecciones.
El
área de museografía se ocupa de la teoría y práctica de la comunicación e
instalación de los museos. Esto es de lo que se refiere a las instalaciones
técnicas, las necesidades funcionales, espaciales de circulación,
almacenamiento, seguridad y conservación durante el proceso de montaje. Teniendo
en cuenta que la experiencia de una exposición es compleja ya que involucra
tanto la arquitectura del museo como las instalaciones construidas para la
disposición de los objetos, el equipo afectado a las exposiciones debe ser
conciente de que el público puede no estar familiarizado con los códigos
altamente racionalizados que el museo maneja. Hacerlos más accesibles es
parte de la tarea de los diseñadores y comunicadores a cargo de la
exhibición. La
función expositiva de los museos ha cobrado gran predominio en las últimas
décadas. La exposición participa de ciertas características de los
espectáculos. Una adecuada utilización de recursos tecnológicos y otras
innovaciones debe permitir que la exposición sea de interés y atractiva sin
descuidar la calidad de los contenidos. En
el pasado las exposiciones eran arreglos estéticos de objetos para su
contemplación. En la actualidad se considera que estética y didáctica deben
ir de la mano para lograr una narración que suscite experiencias emocionales
y comunicacionales. Para tales fines se han incluido la utilización de
recursos teatrales, de la publicidad y de los medios masivos, aún en los
museos de arte donde tradicionalmente se consideró que los objetos hablan por
sí mismos. Se ha comprobado la eficacia de diversas tecnologías digitales
(video, CD Rom, Internet) como excelentes herramientas para acceder a mayor
información en el contexto de una exposición. Para que las distintas
funciones en una exposición no compitan entre ellas ni con el mensaje de los
objetos exhibidos, el museógrafo debe planificar espacios de contemplación,
sociales, deambulatorios, de descanso y de información complementaria.
Cumplir con las disposiciones para el acceso de personas discapacitadas es
una prioridad del servicio público que un museo brinda. Es
una tendencia cada vez más generalizada la de planificar la temática de las
exposiciones a partir del resultado de sondeos de los intereses de la
comunidad. La inclusión de la actualidad en el mensaje de las exposiciones es
una práctica que se evalúa en distintos tipos de museos. Respecto
al diseño gráfico, éste cumple una doble función en el ámbito de los museos.
Por una parte, la de concretar una imagen corporativa, la del museo como
institución y, por la otra, la de compatibilizar esa imagen con la de los
distintos conceptos que cada exposición temporaria específica pone en acto.
Para que esta coherencia sea efectiva el diseñador debe ser conciente del
valor comunicacional de cada uno los objetos exhibidos ?en el caso de una
exposición? y de los elementos de señaléctica en la programación visual
general del museo. 7. La documentación, el registro y la gestión de las
colecciones Los
técnicos responsables del área de documentación, tienen a su cargo entender
en el tratamiento de la información sobre las distintas colecciones del
museo, sus archivos corrientes, intermedios e históricos. Es
necesario actualizar en forma permanente la situación patrimonial de las
piezas, es decir, registrar tanto sus altas y bajas como su movimiento por
préstamo o exposición. El personal de registro tiene a su cargo la
elaboración y control del inventario. El registro otorga identidad a cada
pieza por medio de la codificación numérica que permite la posterior
recuperación de la información. También
la catalogación de las piezas es tarea del departamento de documentación.
Esto implica que luego del registro se le asigna al objeto la pertenencia a
un conjunto determinado, conforme a una técnica, a sus características
físicas, a una escuela estética, a un período histórico, etc. A la vez debe
consignarse la documentación existente sobre la historia de la pieza. Esta
tarea se realiza en consulta permanente con el personal a cargo de las tareas
de investigación. A
la luz de las características de las obras más recientes, se amplía el
concepto de objetos reales, aceptando como tales a la fotografía, las
réplicas, los elementos que componen las instalaciones artísticas, etc.
Resulta indispensable mantener actualizado el uso de la tecnología para
documentar y gestionar las colecciones. El trabajo se guiará a la creación de
base de datos para acceso interno y externo desarrollando un thesaurus de
características comunes con los de los restantes museos de habla hispana del
país y del exterior. Se recomienda el uso de las tecnologías contemporáneas
de la imagen para reconstrucción de objetos y/o instalaciones, tomando en
consideración las normas éticas y jurídicas que deben primar sobre el uso y
reproducción de las obras. En
el caso de objetos de culturas indígenas se deberán aceptar las solicitudes
de los pueblos originarios sobre el cuidado ceremonial de los mismos. La
sección de documentación es objeto de consultas internas y externas por parte
de académicos, estudiantes, coleccionistas y público en general. 8. La educación Desde
el siglo XVIII, cuando nace el museo moderno, la educación ha sido uno de sus
objetivos primordiales. Es para educar que se convierte en institución
pública. El museo, público o privado, expone patrimonio y mensajes de interés
público y lo brinda a la comunidad para los distintos fines que fija su
misión específica. Es un espacio para la educación no formal que combina
aprendizaje con entretenimiento. En su deseo de ser más amplio y accesible,
dedica especial atención a que su mensaje sea comprendido no sólo por los
especialistas sino también por los niños y el público en general. Es
función del departamento educativo establecer relaciones de intercambio de
información con otros servicios semejantes en el orden nacional,
internacional y de la actividad privada. A esos efectos es necesario que
coordine y controle el servicio de visitas guiadas. También es recomendable
que implemente programas didácticos relativos a cada colección en particular
que permitan la captación de una diversidad de públicos, a fin de incorporar
de una manera más amplia a la comunidad. Teniendo
en cuenta que los museos actuales son instituciones culturales complejas, y
dada la importancia y calidad del patrimonio que custodian, la misión
educativa debe entenderse de una manera vasta. El trabajo interdisciplinario
es indispensable y supone la relación entre la educación, la interpretación y
la comunicación. Para ello los objetos y mensajes que el museo exhibe deben
estar contextualizados de manera tal que permitan comunicar un sistema amplio
de significados y valores que puedan ser reconocidos por los distintos
públicos. Sin duda, un instrumento para estos fines es el cabal conocimiento
y aplicación de las distintas teorías de aprendizaje que permanentemente
aportan elementos científicos que ayudan a la tarea de comunicación. La
noción ampliada de servicio público y la educación como fundamentos del
museo, implica la admisión de adecuados valores y actitudes tanto de sus
dirigentes como del personal y de aquellos que colaboran desde afuera de la
institución. Las exposiciones, los programas públicos y los académicos que el
museo conduce, participan así en la elaboración compleja de mensajes
educativos. Cada
vez es más reconocida la importancia del patrimonio de los museos como fuente
de primera mano para la educación escolar. Es misión del museo hacer
conciente a la comunidad de este valor y fortalecer las relaciones con
administradores y juntas directivas escolares para optimizar la de por sí
lógica vinculación entre el museo y la escuela. En este sentido, el museo
debe colaborar a la formación de los docentes para que adopten metodologías
propias del modo de aprendizaje a través de objetos y colecciones, en el
ambiente del museo. 9. Conclusión Una
política cultural referida a los museos, a comienzos del siglo XXI, exige una
mirada más orientada hacia la inclusión social de nuevos públicos así como
una más rica oferta para los visitantes habituales. Un mayor énfasis en la
calidad profesional del personal y la dirigencia de los museos, un
mejoramiento de las cualidades técnicas de las prestaciones y una
investigación continua de las colecciones a fin de develar nuevos contenidos
a transmitir a un público más habituado a ofertas alternativas para el uso de
su tiempo libre. La
eficacia del mensaje que emite un museo no puede quedar sólo librada a lo que
los objetos exhibidos puedan denotar, en tanto estos no hablan necesariamente
por sí mismos. Muchos de esos objetos, instalados a la manera del siglo XIX,
siguen proponiendo una relación autoritaria de predominio del emisor frente
al receptor u observador. La exhibición de estas piezas como trofeos,
obtenidos por razones de poder político, militar o económico, evita la
generación de un diálogo democrático dónde el visitante pueda verse
reflejado. El
visitante está conforme con que los científicos conozcan más que él de los
temas a que aluden los objetos y los relatos que estos disponen en un museo,
pero los herméticos códigos taxonómicos o la ausencia de contexto dificulta
la comunicación. El observador tampoco quiere que ese especialista le cuente
todo lo que sabe, ni que lo haga de un modo paternalista. Agradece, en
cambio, que le sea propuesto un diálogo abierto a más de una interpretación,
donde su parecer también pueda tener cabida. La
facilitación de ese espacio de construcción democrática es el desafío que se
le presenta actualmente a los museos de la Argentina y los conceptos que se
enuncian en las páginas que anteceden pueden contribuir a lograrlo. Diciembre
de 2003 |
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1
- Raymond Williams. Sociología de la cultura, Bs. As., Ediciones Paidós, 1994 2
- Algunos ejemplos de formas mixtas de gestión pueden encontrarse en: Lo
público y privado en la gestión de museos, Buenos Aires, Fondo Nacional de las
Artes y Fundación Antorchas. Fondo de Cultura Económica, 1999. 3
- La definición de conservación –restauración que aquí se utiliza es la
adoptada en 1984 por el ICOM ( reunión de Copenhague), que pretendió aclarar
las diferencias de uso entre los idiomas latinos y los anglosajones, ya que
los primeros utilizan el término”conservación” para referirse
también a las prácticas de administración y curaduría de una colección, en
tanto los anglosajones lo restringen a la responsabilidad material de la
misma. 4
- Brandi, C., Teoría del restauro, Torino, Einaudi, 1977. |
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Qué Monumento!!
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DISCURSO MONUMENTAL
Recordemos
juntos que desde la más remota antigüedad las comunidades han erigido
estatuas, ídolos, monumentos en lugares centrales de sus poblados, en el caso
de pueblos sedentarios, o pequeños y portátiles en el caso de pueblos
nómades. Monumentos para la comunidad, pero también para los grupos
familiares que reverenciaban a sus antepasados en el interior de sus casas, y
pequeñas deidades en los jardines y en los campos, vínculos con la tierra,
dadores de fertilidad: Venus redondísimas y opulentas, falos gigantescos, que
llenaban de alegría a hombres y mujeres. Fuerzas vitales de una comunidad,
punto vinculante entre los pobladores y de ellos con el universo. Esos
tiempos han pasado, amigos, lo sabemos. Aún así, el emplazamiento de
monumentos debería regirse por cierta lógica. No se sabe de ciudades que en
su centro tuvieren un monumento en celebración de la bosta de caballo, siendo
que para muchos pueblos los desechos de ese noble animal amigo del hombre han
brindado y brindan gran utilidad como abono y como combustible. Tampoco
sabemos de comunidades que tengan un monumento central (ni periférico, para
ser precisos) al colador, y eso que sería imposible comer pasta con la
itálica frecuencia con la que lo hacemos de no existir tan noble utensilio
culinario. LA MOMIA!!!!! |
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