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Inéditos Mario
Arteca La calaca deshuesada de sí misma Claudia
Elisabeth Sastre Respirar dentro del agua Matías
Rivas En vela (aclaración y pedido de disculpas) |
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Reseñas Restos de una civilización personal / Edgardo Zotto Dos chicas para
un Super Héroe Arte Entrevista a Carolina Antoniadis Quizá porque caía
la tarde sobre Avenida de los Incas |
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Recomendados Cómo moverse en la telaraña |
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VOX virtual Nº 7. Enero 2001 - Bahía Blanca, Buenos Aires,
Argentina. |
Inéditos Guatambú
Mario Arteca nació en La Plata en 1960. “Pesaba apenas un
kilo y medio. Estuve 17 días en la incubadora. Sucede que soy mellizo y el
otro, Raúl, me comió la mitad del cuerpo”. Algo de esa experiencia
refiere Horno, escrito en 1995,
y próximo a ser publicado en La Plata con prólogo de José Kozer. Luego vienen
Bestiario búlgaro (escrito en
1999 y segundo premio del concurso hispanoamericano de poesía Diario de
Poesía – Vox, a ser editado por el sello Vox), La impresión de un folleto (escrito
entre enero-julio 2000), Zentralpark
(entre septiembre y diciembre 2000), Las
distintas formas de infección (entre febrero y julio 2001) y Guatambú (entre agosto y noviembre
2001), casi todos con buenas promesas de edición y bien inéditos. Actualmente
está terminando Cuello Mao. [Inicio] [Principio del poema]
La calaca deshuesada de sí
misma por
Sergio Raimondi. Los tiempos eran otros aquí y lo
serán aún más, por lo que no habrá que esperar que Bestiario búlgaro (1999), La
impresión de un folleto (2000), Zentralpark
(2000), Las distintas formas de
infección (2001) o Guatambú
(2001) sean publicados para sentarse, estudiar, evaluar y escribir el
análisis que merecen. Dos reflexiones ligeras, por ahora; una general y otra
menos. “Una pelea sobre verdad y
belleza”, se lee en un pasaje acerca de la práctica poética. Y sí, hay
pelea, aunque la pelea es en principio sobre los modos de nominar esos
conceptos. Bien: para la disputa inevitable que se da entre los textos que se
producen hoy, ayer y mañana, los textos mismos se bastan y la sobrellevan
tranquilos, nos enteremos más tarde, más temprano o nunca; para la
peligrosamente evitable de los modos de leerlos, no parece nada insano
intentar día a día mejorar las apuestas y las herramientas de trabajo, de
modo de evitar cada vez más, por ejemplo, los felices comentarios temáticos,
la imposición a los textos de categorías previas a ellos (es decir: que no se
ponen en crisis con la experiencia de la lectura, como en el caso de
preguntas del corpus de la poesía del ochenta interrogadas sin matiz ni
precaución en textos actuales) o la voluntad de rotular de hoy y para
siempre, en general a partir de señales obvias y no de la relación de esas
señales con lo que en principio no se ve; Guatambú
parece ser conciente de esto y ofrece una y otra vez varios comentarios
útiles para precisar la discusión de la poesía. Entre los numerosos problemas que
el libro plantea, está el de la tensión entre un concepto dominante de
“superficie” y la conciencia política con la que se lo esgrime,
puesta de manifiesto en la auto-reflexión y en una pregunta definida del libro,
para sopesar la cual no importa por el momento si la proposición es o no
atinada o si soporta o no aproximación alguna a la verdad: “la poesía
está más muerta que la calaca deshuesada / de sí misma. ¿Entonces, por dónde
‘conspirar’?”. Si bien en el conjunto de 55 poemas
se pone en escena más de un modo de labor, una de las respuestas de Guatambú sería la mostración del
carácter narrativo del verso acompañado por su disolución en una oscuridad o
incertidumbre semántica: a nivel de estructura mayor, varios relatos avanzan
o yuxtaponen entre sí hasta lograr el efecto de lo que, de pronto, se esfuma;
a nivel de la estructura de cada poema, esa oscuridad –gracias al
artesanado del guatambú-- no está ligada al nivel de la frase, en general
legible y casi siempre citable (“langostas sobre el climax / del
sorgo”), sino al nivel del montaje seriado de imágenes: no termina una
de revelarse cuando otra ya ocupó su lugar. El texto sabe de este debilitarse
del nervio óptico: “Amaurosis por transportar un mensaje”; y sabe
y expone su ideología: “con cada acto verbal lo oscuro / e ilegible se
hará más ancho”, “punto / de partida de la escritura y a la par
de la privación / del sentido”, “segmentación, elipsis y aún
más”; en fin: “un palabreo estupendo, donoso, / mal situado: no
hace más que dar vuelta / en torno de sí mismo” o “sólo escritura
impersonal, babélica, / confusa travesía judía o musulmana, paraguaya”.
Hay en estas consideraciones una
historia de pensamiento sobre el lenguaje posterior a Saussure (tanto de la
teoría y de la crítica –en la que la importación francesa destaca--
como de los textos poéticos en sí –en la que destaca la importación
norteamericana de, p. ej., un Ashbery--) dominada por las nociones de deriva
y expansión y notable en su desconfianza hacia el control del sentido y en su
confianza hacia el fragmento. Arteca ha pensado políticamente en esto desde
el momento en que relata en uno de los primeros poemas el atentado a un jefe
de policía: una bomba puesta debajo de la cama que despedaza al tipo en
cuestión. Dos comentarios sobre el suceso: a) el poema como “detonación
segura” ofrece en bandeja como contrapartida la noción de un sentido
“seguro” como tarea y oficio de vigilante, lo cual a esta altura
tiene larga tradición y revisión corta; b) hubo que hacer “un trabajo
de hormiga” para lograr el objetivo (“la insersión de la muchacha
en el seno familiar / bajando hacia la siesta del jerarca, depositando / esos
abastos, y él encima de la munición, próximo / a repartirse entre los suyos”),
lo cual permite entender que evitar esa “seguridad” implica una
táctica detalladamente cuidada, llevada adelante al menos con plan, engaños
varios, una causa justa y el riesgo de perder la vida. Si a la hora de
“conspirar” es el sentido el objeto de la acción, y cuáles son
los modos más y menos eficaces de esas operaciones, e inclusive si las
correspondencias entre tácticas de acción directa y tácticas de acción
directa sobre el lenguaje son pertinentes, constituyen buenas hipótesis a
tener en cuenta al leer Guatambú,
en particular porque se trata de un texto enormemente conciente del proceso,
de sus dificultades y de sus consecuencias. Agua
Claudia Elisabeth
Sastre nació en La Plata en 1965 y vive desde hace 21 años en
Puerto Madryn. Editó en forma artesanal faúnicas
en 1999. “Agua” es el primero del libro inédito 5 poemas de agua y siete vidas. [Inicio] [Principio del Poema] Respirar dentro del agua por
Ana Miravalles Es el
ritmo de las brazadas de un nadador, es la sucesión de las pausas de un
avemaría lo que marca la escansión de este poema. El nudo dramático se
escamotea, al inicio, para ajustar la lectura a la respiración acompasada y
al golpeteo de los brazos en el agua. Pero luego, paulatinamene, el corte de
los versos señala la progresión de la fatiga, la intensificación del miedo,
el ahondamiento en la memoria. A
medida que el cuerpo se hunde, el poema se va volviendo más y más acuático:
si son las bocanadas de aire, al principio, los brazos como aspas de molino y
el viento, los que lo sostienen aún en superficie, el agua se desliza entre
sus miembros implacable hasta envolverlo totalmente, y raptarlo. El Agua del título, el agua que a lo largo
del poema fue siempre el agua
se vuelve en el último e implacable verso aguas
(nadar salvarse de las aguas),
en plural, como si esas eses volcaran al final del poema, mientras devoran a
ese hombre, un contundente oleaje de salvíficas aguas bíblicas. La
oración rehuye por momentos la salmodia, singularizándose en repentinas
variaciones morfológicas (la cabeza a un
lado, dios/ me salve una bocanada; en todas las orillas ruegan/ por nosotros
ahora); el ruego final del avemaría queda suspendido en y en la hora, y la que debería haber
sido “nuestra muerte” es, en el poema, la de este hijo (ese hijo único varón expire), una muerte
que, proyectada desde ese posesivo plural elidido adquiere, en realidad, un
valor paradigmático. Así, ese quien que
está nadando desde el primer verso, y esa madre/
que espera/ en la orilla siempre instalan en el poema
la sorda cadencia de los pasos en la plaza, así de emblemáticos y
persistenemente reiterados; y el jadeo de todos los muertos, y la inmensidad
de la esperanza y del dolor (santas las
madres las únicas; todo el tiempo; todos los ahogados; todas las orillas).
[Inicio]
[Principio del comentario] cuatro poemas Insomnio Apagados por el soplido de mi sombra Para una nínfula irreductible Ardilla pulcra y manipuladora Señora Gabriela Mistral Su piedad piadosa de virgen violada, La esperma sucia de una vela La esperma sucia de una vela Matías Rivas nació en Santiago de Chile en 1971. Estudió
Literatura y Lingüística en la Universidad Católica, con tesis sobre Marcial.
Publicó Aniversario y otros poemas
y, junto a Roberto Merino, la selección de Enrique Lihn Antología de paso editada por Lom. Sus
poemas han aparecido en varias antologías, entre ellas Vivos pero desdoblados, realizada por
Matías Ayala y Cristobal Joannon y Antología
de la poesía joven chilena, por Francisco Vejar para Editorial
Universitaria. Ha sido crítico, periodista y editor en distintos medios de
prensa escrita. Actualmente trabaja como editor de un portal de internet. [Inicio] [Principio del poema] En
vela (aclaración & pedidos de disculpas) por Marcelo Díaz Quienes
hayan leído el número 4 de VOX virtual, de Octubre de 2001, se habrán
sorprendido, seguramente, con la calidad de los jóvenes poetas chilenos
publicados como muestra de la antología Al
Tiro. Calidad que en el caso de Matías Rivas resultó a prueba de
editores como nosotros que, sin mediar otro motivo más que nuestra célebre e
inexcusable torpeza, sometimos al poema "La esperma sucia de una
vela" a múltiples cortes, inversiones e, incluso, incrustaciones de
versos ajenos. Tarde ya como para hacer pasar el error por una osada
experimentación vanguardista, pedimos disculpas a los lectores en general y a
Matías Rivas en particular, y pretendemos resarcirnos con la inclusión del
poema completo en compañía de otros tres, todos ellos, esta vez sí, sanos y
en perfectas condiciones. También
podría verse todo este asunto como una maniobra de VOX virtual tendiente a
ofrecer a los lectores, pese a haber sido publicado hace tan poco tiempo
atrás, más poemas de Matías Rivas, y no sería una hipótesis descabellada. [Inicio] [Principio del comentario] Reseñas Página
y paisaje / Beatriz Vignoli Restos
de una civilización personal / Edgardo Zotto En un
barrio olvidado de la casi mítica ciudad de Rosario, en la provincia
argentina de Santa Fe, vive en una casa muy humilde un anciano filólogo
llamado Salvador Costa Parga. Este hombre ha dedicado su vida a investigar la
etimología de ciertas palabras, y a anotar sus conclusiones prolijamente a
mano en cuadernos y papeles sueltos. En una de estas páginas, Costa Parga
explica que las palabras “página” y “paisaje” tienen
una etimología en común. Rosario está rodeada de suburbios arbolados, uno de
los cuales se llama Funes, igual que el personaje de Borges que constituía, a
su modo, una parodia de Proust. Y los domingos por la tarde, el cielo de esos
suburbios se llena de barriletes con los colores de los tres equipos de
fútbol locales: el rojo y el negro de Newell’s Old Boys, el azul y el
oro de Rosario Central, al azul y el rojo de Central Córdoba. Ninguno de
estos datos es ocioso, como luego se verá. Ya en su primer libro, Memoria de Funes (Tsé-tsé, 1998), el
autor rosarino Edgardo Zotto se perfilaba en el horizonte de la poesía
contemporánea argentina como un heredero de las poéticas imagistas de Robert
Frost o de Wallace Stevens que -en versión Girri/ Revol- contribuyeron a
forjar eso que dio en llamarse poesía objetivista. Heterodoxo al respecto,
Zotto nutre además su obra de influencias regionales, como la de Beatriz
Vallejos, y de otras muy diversas que le llegaron mediadas por la de Arturo
Carrera (y no por la de Saer, como a los representantes más ortodoxos del
mismo estilo). De modo que si hay en su obra una poética fundada en la
percepción, esta se halla más cerca de la pincelada epigramática o del
intimismo biografista que del distanciamiento cinematográfico. Esta nueva serie de poemas parece
reencontrar el sentido cabal de la etimología que emparenta las palabras
paisaje y página. Su título nombra el sentido mismo del quehacer lírico: se
escribe -dice Edgardo Zotto- para que algo quede. “Queda un jardín/
quedan los fragmentos de un libro luminoso”: el mundo es escritura, son
caracteres sobre lo blanco del cielo y de la arena todos aquellos restos que
permanecen, duran, esperan, resisten, “no terminan de
desaparecer”. Y como toda escritura, las “semillas
cuneiformes” de las que el poeta deja constancia participan de las tres
dimensiones del tiempo; de este modo, el presente recuerda y aguarda. Los
girasoles montan guardia. Vuelto libro, fijo en la incapacidad de distraerse
de sí, el paisaje evoca la muerte, y el terror empuja a la fuga. En el ocio,
a veces cambios leves, mínimos tropos locos que exotizan lo cotidiano, ayudan
a salirse. Otras, basta con mirar sin esperar, para olvidar. El gesto es el
de sostener un barrilete... mirada Bovary, la del que huye por la rama
japonesa, por “el muaré del vidrio”, por los colores de Rosario
Central transmutados en el azul y el amarillo de Van Gogh. Pero cuando el
deseo es “ir hacia allá, irse, vagabundear”, nunca se satisface,
ya que “la noche profunda, la del largo viaje” cansa, y entonces
“es hora de volver, de huir hacia el desierto merecido”, donde el
ciclo recomienza. Si bien estos versos, estos restos de experiencia se
reconocen deudores de la mirada casi táctil de los imagistas norteamericanos,
la civilización personal de la que vacilan en renegar se constituye en torno
a un núcleo sereno de angustia más cercano a algunas fábulas de Franz Kafka.
¿Qué más parecido al héroe trágico de Informe
para una academia, el mono demasiado humano que aprende a hablar a
cambio de “libertad no, sólo una salida”, que esas ranas recién
nacidas, “diminutas formas luchando/ por salir, por renunciar/ al
límite” en un estanque dormido en medio de la pampa húmeda, entre el
agua y el brillo del pasto? [Inicio] [Principio de la reseña] Dos chicas para un super-héroe
La Fuerza / Hernán La Greca Cómo jugar sólo / Romina E.
Freschi ¿No es un don Ser único, distinto, especial. Ser
el mejor. Crecer fuerte. Tener fuerza. Son deseos y mandatos que nos
persiguen desde la infancia y nos llenan de admiración y envidia ante la
visión de héroes y heroínas y sus poderes y superpoderes. Un escuadrón extraño es esta fuerza
convocada por Hernán La Greca. Catorce personajes nos invitan a esperar con
nostalgia la aventura del otro. Sin embargo, ese espectáculo, esa
sobrenaturalidad ajena, no resaltan aquí. Sólo lo cotidiano reluce y nos
somete a atravesar baños, calles y paredes, como todos los días. Afeitarse, caminar, nadar, pensar,
dormir. Solos. La soledad es el archienemigo pero
estos personajes deben llevarla consigo en el propio cuerpo poderoso, inmune,
siempre entero y grande que impide la presencia de cualquier otro cuerpo, y
llena la existencia de roces y sombras imposibles.
La propia fuerza es una prisión, un
traje ajustado que asfixia. Creer que se llega a ser grande y una vez allí
permanecer hasta perecer por la fuerza grandiosa que no sirve para resistir
la soledad por la que se ha trabajado. También el cuerpo miente y esa fuerza
física enorme y reglamentada no puede superar la ausencia. Sea por accidente,
o sea por disciplina, el arte de ser super es un arte de la soledad, un escapismo
del amor. Persiguiendo la fuerza como a un
sueño, este primer libro de Hernán La Greca no flaquea en ningún lugar de su
pequeño y encantador corazón. Y encuentra una fuerza otra, extraña e
intangible, pero común a su lector como un globo rojo que nos lleva a casa en
la madrugada. Un
traje que neutralice el corazón / Mariana Bustelo
Este
libro de Hernán La Greca transita un mundo de superhéroes, seres solitarios
cuya fuerza extraordinaria es consecuencia o causa de una pérdida o un
accidente. Superhéroes anunciados en los títulos, que luego dejan paso a
confesiones y escenas de otros hombres, individuos comunes; como avances de
dibujitos animados o películas que luego no se nos muestran por ya conocidos.
El imaginario pop queda desarticulado por un lirismo que aprovecha de los
temas clásicos (el amor, el abandono). En La
fuerza asistimos a la creación de un mundo donde la infancia no es
un paraíso que se percibe con nostalgia, sino un escenario trágico del que se
viven las huellas. Leemos “nuestra madre nos dejó a los nueve/ sin
despedirse o Había en mi cama al cumplir siete un obsequio, amuleto de
infancia con el tiempo(...) un libro que anticipa Cómo jugar/ solo”. Niñez marcada por pérdidas,
hechos extraordinarios; una zona que provoca reverberancias siempre
transformadas: el llanero solitario está en "Silver Surfer" con
traje de neoprén y tabla para galopar sobre las olas. Algo de la niñez
permanece en la percepción (el hombre afeitándose, “mitad hombre, mitad
papá noel”; las sandalias sobre la arena “desalineadas, como
chicas lindas”) y en los juegos solitarios, lo que desarticula la
nostalgia por ese tiempo como un todo. “No soy como los otros.
Ni alado/ ni dueño de esa fuerza que viene/ no sé de dónde”. Pregunta que, de algún modo, tiene su
respuesta: estos personajes adquieren fuerza por esconder el dolor o esperar
el amor (o escapar de él, que acaso sea lo mismo) bajo un traje, cualquiera
sea, que neutralice el corazón. “Sufre por ser tan fuerte y no poder/
perder un brazo, el corazón/ en una balacera. Sufre/ porque no ama, y es ése/
el aire que le falta”. Por momentos, querríamos que estos personajes no
fueran tan fuertes, que tuvieran más momentos de debilidad, como en estas
confesiones donde el resto de agua que resbala no es otra cosa que el llanto
acumulado en la rejilla. Desde la tapa, un muñequito del
hombre araña con su casco en la mano mira, y es esta mirada del hombre por
debajo del traje (de neoprén, de payaso, de superhéroe, de trabajo) la que
impera en los poemas. Flecha
verde
/ Hernán La Greca No tengo don, carezco de toda No soy como los otros. Ni alado Soy el que al caer la tarde toca la áspera madera de los pinos y cruza, Es de noche. Está todo oscuro. Mis flechas en la espalda. Tenso el arco, el canto [Inicio]
[Principio de la reseña] Arte Entrevista a Carolina Antoniadis / Eva Grinstein La
obra pictórica de Carolina Antoniadis se configura a partir de un proyecto
vasto y ambicioso en el cual la artista aborda el tratamiento de diferentes
problemas de composición y modo de construir la superficie del cuadro desde
un punto de vista desestimado por las tendencias más expresionistas y amantes
del gesto y la chorreada que dominaron el panorama de la pintura argentina
hasta mediados de los 90. Así la amabilidad decorativa, tan desprestigiada
por entonces, se combina con imágenes que para nada remiten a la quietud
bucólica: seriados de rostros multiétnicos, pachucos en permanente tensión,
chinos postrevolucionarios, dandys con sombrero conviven con mujeres
estilizadas, lánguidas, propias de una revista de modas de la década del 50;
éstas componen el plano con un círculo o la alusión de una esfera en donde
resalta el paisaje de montañas, mariposas y cervatillos ridículos. Pasado el
encuentro gratificante la imagen comienza a distorsionar y pervertirse
ofreciéndonos un relato que nos inquieta como una piedra en el zapato. La
materia es aplicada con obsesivo cuidado; construye tramas y fondos que
simulan diseños textiles, armados en colores producidos por mezclas en las
cuales agrega distintos barnices mate y brillantes que otorgan a las mínimas
diferencias cromáticas un valor de contraste sutíl y refinado. G. L. -Podemos empezar hablando de cuál es la mecánica de
construcción de tu obra. Armo
mi trabajo desde un eclecticismo total. Trabajo con archivos, voy juntando
cosas que me gustan. Guardo desde ropas de época hasta imágenes totalmente
personales. Están mezcladas la trama cultural y la personal, trato de hacer
un juego, un diálogo entre las dos. Armo la obra desde la variedad de la
información, justamente porque empiezan a rebotar los sentidos y se arman
discursos que escapan de mí. Con respecto a las fuentes, siempre dije que yo
soy cuentapropista: tengo mi kioskito propio. Se me puede circunscribir,
históricamente, al grupo de la pattern painting, a la línea decorativa
trabajada por la Secesión Vienesa. Me siento más cercana a ellos en lo formal
que en lo ideológico. Un tema que estoy rondando últimamente es que justo
Austria, que tiene una tradición decorativa tan fuerte, tiene esta ideología
nazi, de derecha. Es increíble cómo lo decorativo, que es tomado por la gente
como algo banal, superficial, inofensivo, viene con una carga ideológica
terrible. Siempre trabajé en ese contrasentido, en la peligrosidad de lo
inocente. Por ejemplo ahora, que estoy trabajando con la computadora, hago
que muchas cosas bellas se transformen en algo horroroso, denso. -¿Cómo te relacionás con el mercado, las instituciones y
los fenómenos adyacentes a la producción artística? Aquella
idea de que había que mantenerse al margen del sistema yo nunca la compartí,
ni aún viviendo en el coletazo de los setenta: sé que se pueden transformar las
cosas desde adentro y no desde el margen. De todas formas debo reconocer que
es difícil, hice mi carrera llorando. En los primeros tiempos había que
hacerle frente a todo eso, a lo económico, lo cultural, la tradición... En la
escuela de arte me atacaban porque usaba colores en la época del americanismo
y los sepias. Por usar color yo era guerrillera. No necesitás llegar al
mercado para sentirte condicionado: en la formación ya estás condicionado, el
primer filtro es ese y si lo pasas estás más fortalecido para pasar otros. La
mayoría de los estudiantes están condicionados sin saberlo, y eso es lo más
peligroso porque ni siquiera lo detectan. Cuando ya conoces los peligros, te
manejás con puras estrategias, es como manejar las leyes del juego. Con respecto
a la relación con las instituciones, yo soy docente en la educación pública
(esa es mi militancia) porque por lo menos no se trata a los chicos como
clientes. Las galerías son lo que son, manejan productos: uno no va a ser tan
soberbio de pensar que puede cambiar esa trama. Los museos son arbitrarios,
el error es pensar que no lo son. Sería tranquilizador que se dijera
“éste es mi recorte”, en vez de tratar de recubrirlo de justicia.
Si se dijera más descarnadamente que las muestras son caprichosas, todos
pensaríamos “hoy me toca a mí, mañana a otro”. La crítica me
avivó de muchas cosas que yo no conocía. Que me encuadraran en lo decorativo,
por ejemplo, me sirvió para investigar; cuando me pusieron en el cliché de
“lo femenino” me hice más fuerte para luchar contra eso. La
crítica y el público evitan que todo sea monólogo y autorreferencialidad,
posibilitan el diálogo. ¿Cómo inciden en tu obra las nuevas tecnologías asociadas a
la creación y manejo de imágenes? Hace
poco, cuando pasé de la pintura “artesanal” a lo digital, me
pregunté cómo respondería el mercado, hasta qué punto la incidencia de mi
huella personal era lo valioso de mi obra. Creo que, ahora, la huella no pasa
más por lo fáctico sino por el pensamiento. Los programadores de computadoras
son diferentes porque tienen distintas maneras de elaborar el concepto, en el
arte creo que va a pasar lo mismo. Mi desafío es cómo, con este sistema tan
ligado a lo técnico, lograr algo poético. Probar con lo digital es un riesgo,
pero es así. Es lo perverso del sistema: termina premiando al que es
transgresor, pero lo castiga mientras se forma. Todo el sistema es perverso:
en el futuro van a decir que en el 2000 había gente que se moría de hambre y
gente que iba al Dieta Club y pagaba para no comer. Cuando apareció la
televisión se pensaba que la radio iba a desaparecer, y no fue así. Cada una
tiene su lugar, conviven. No creo que porque aparezcan nuevas tecnologías
vayan a reemplazarse: hay un sistema de simultaneidad. Lo nuevo no invalida
todo lo anterior. -¿Qué expectativas sentís en torno al futuro? Creo
que el mayor desafío es vivir sin expectativas, sin los conceptos de futuro y
trascendencia. Es muy difícil. No es tener más ilusiones ni sueños, es no
estar ansioso esperando algo. Las predicciones del 2000 son un poco absurdas:
cuando me vi el 3 de enero viajando en un colectivo lleno de gente, me
pareció lo más lejano a lo que me había imaginado. Yo esperaba un mundo como
el de los Supersónicos. -Hay agoreros que hace bastante profetizan el fin de la pintura,
¿cuál es tu opinión? El
otro día miraba un libro con las obras rupestres de Lascaux, y pensé: no
puede ser que desaparezca la pintura, son 17.000 años. Yo no puedo ser
testigo de que desaparezca la pintura. No porque exista la electroacústica
desaparece el violinista. En la fotografía hubo un desplazamiento cuando
cambió el concepto de materia prima: antes la base era el negativo y ahora es
la copia. Tal vez en la pintura se produzca algún tipo de desplazamiento a
partir de lo digital. De todas formas, creo que el arte parte de lo
imprevisible, de lo excepcional. Al recorrer la historia del arte, ves que lo
que se desarrolló quizás fue la fisura de algo, y no lo que supuestamente iba
a desencadenarlo. Carolina Antoniadis nació en Rosario en 1961, egresó
de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyredón, participó de
numerosas exposiciones y obtuvo reconocimientos como el Primer Premio
Fundación Klemm (1994) y el Premio Leonardo al Artista del Año (1994). [Inicio] [Principio
de la entrevista] Quizá porque caía la tarde sobre Avenida de
los Incas / Rafael Cippolini A Pablo Dreizik En su
tratado por la defensa y refundación del sujeto cartesiano, en ese maravilloso
compendio de estratégicas razones políticas que se titula The Ticklish Subject (El espinoso
sujeto), el filósofo esloveno
Slavoj Zizek revisita fascinado algunas páginas de La filosofía de la nueva música, de Theodor Adorno. En el
centro del teatro belicoso que juega en su lectura a su vez analítica y
fascinada, “esa obra maestra del
análisis dialéctico de la lucha de clases en la música”, dos
pesos pesados miden sus fuerzas, sus recursos, hacen gala de sus universos forrados (como el Filiflor de
Gombrowicz) en reglas prestadas por algún no tan incierto Freud con su
pizarra de síntomas a cuesta. Así, en un costado, aguarda la Tendencia Schoenberg, (el compositor en
cargada reunión de discípulos y plagiarios) “música
progresiva que presenta los rasgos claros de una extrema tensión histérica
– reacciones cargadas de angustia ante encuentros traumáticos -; en
tanto, a su frente espera una Tendencia
Stravinsky, hundido de perversidad polimorfa, dueño de un museo de
máscaras sin ningún compromiso efectivo con
nada ni nadie, maestro de la imitación, de la subjetividad presente en el
tumulto. Y una
vez más pienso en una situación que integre la misma diversidad de fuerzas y
caracteres pero en la singularidad y el pathos propio de la imagen (¿cómo se
logra escapar de los trances del obseso? ¿trepando por lo alto del laberinto,
como es sabido que escribía Marechal en libertina lectura de los gnósticos?). Así me
paseo, en estricto orden alfabético, por dos típicos productos de nuestro
país: para empezar, por un argentino nacido en 1911 en Torroella de Montgrí,
Cataluña y, así continuar, por otro procedente de Chietti, Italia, fallecido
en Buenos Aires en 1987, a los noventa años. El
primero un histérico exquisito, intenso y a la vez plácido reservorio de
figuras ligeras, un árbol de sucesivas promenades,
piezas de cámara teñidas de luz. Ya lo saben, sí, acertaron, estoy
haciendo cita de Batlle Planas. Si en 1936 hizo publicas sus Radiografías paranoicas, lentamente,
como quien está en apuros, fue deslizándose hacia la discreción histérica. Ahí en
frente, gran degustador de sanguches de milanesa, convoco a Del Prete, pues
¿no es Don Juan nuestro más grande perverso, alguien capaz de ir y venir sin
apenas salirse de sí? Ahora,
que lograra mantenerse en su centro en la tormenta de todos los estilos, de
todas las libertades, no es óbice que sí sacara
a, por ejemplo, ciertos críticos. “Caía la tarde en ese barrio vecino a la Avenida de
los Incas. La temperatura era inusualmente fresca para un día de fines de
diciembre. Para mantenerme a la par de Juan Del Prete tuve que apurar el
paso. Me acompañaba a tomar el colectivo en una parada que implicaba cruzar
un par de avenidas que se encontraban en ese punto. Para seguirlo a mi guía
lo tomé del brazo, lo que me permitió sentir debajo de la
manga del saco unos músculos que no hubiese adivinado en el rostro del hombre
que hacía un par de meses había cumplido los ochenta y siete años. Aunque intenté que nos mantuviéramos por los
cruces más seguros, el maestro con paso apresurado que obligaba al trote,
caracoleó entre vehículos y gente hasta dejarme en el lugar indicado. Luego
fue una amable sonrisa y desde la ventanilla del colectivo pude apreciar su
saludo agitando la mano, mientras desaparecía una vez más en medio del
tráfico y del bullicio”. Esa
fascinación táctil frente al vigor adolescente del artista anciano es
producto de la pluma del crítico Rafael Squirru, en un texto de 1984
titulado, precisamente, El Hombre. Como
se demuestra, la atracción ejercida por los llamados perversos polimorfos, es
impostergable. [Inicio] [Principio del artículo] Recomendados Cómo
moverse en la telaraña / Antonio Alzamendi Estamos
de nuevo, y esta vez con la regularidad soñada: contra lo que pudiera
parecer, amigos, no es poca cosa que el número de Enero vea la luz en Enero.
Somos una revista argentina, por eso mismo el número anterior llegó más
atrasado que salario de empleado estatal. Pero ya está, guardamos las
cacerolas por un momento, nos untamos de bronceador y salimos en busca de las
galvanizadas ¿arenas? de Puerto Galván, para retozar en ese paisaje de
cangrejos mutantes y nubes multicolores provenientes de la pujante industria
petroquímica y pergeñar allí las ediciones veraniegas. ¿Quién
dijo que en Enero nunca pasa nada? En Argentina cada día que pasa trae
cambios y transtornos que a cualquier país civilizado le llevaría años
siquiera imaginar. Así las cosas, decir “se verá qué pasa mañana”
equivale a preguntarse por la historia de los últimos veinte años y por el
desarrollo de por los menos los próximos diez. Yo, al respecto, tengo un
montón de preguntas planteadas: ¿Podrá la multitud aceitar sus mecanismos de
organización, coordinar sus movimientos y aprovechar esta oportunidad
histórica? ¿Dónde están los otrora mediáticos dirigentes sindicales ahora que
todo el mundo está en la calle? ¿De vacaciones en Punta del Este? ¿Ocultos en
Tora Bora? ¿Seguirá el ex – presidente Menem en su exilio mexicano
acongojado por el destino del dólar? ¿Podrá el agente Fox Mulder, o en su
defecto Víctor Sueiro, o de última Jorge Bucay, explicarnos cómo fue que el
citado ex – mandatario gobernó durante diez años Argentina si nadie,
absolutamente NADIE, recuerda haberlo votado? No se pierdan la continuación
de esta apasionante historia. He
recibido muchos mails en mi residencia de Isla de los Guanacos. Iré de a poco
dándolos a conocer; les agradezco desde ya por haberse comunicado y los invito
a hacerlo a islaguanaco@yahoo.com.ar . Como yo no doy
abasto con tanto material, y aparte tanta amabilidad me tiene un poco
podrido, pedí la colaboración de alguien idóneo. Al no hallarlo, encomendé a
uno de nuestros editores, Gustavo López, que se encargara de reseñar un par
de revistas más que interesantes. He aquí el resultado: Ramona 19
- 20 Es
difícil decir “esta publicación” o “esta revista” por
que Ramona es Ramona, uno de los referentes destacados
de la cultura argentina. Dedicada a las artes visuales y su epifenómeno, no
tiene en su gráfica una sola fotografía ni imagen: sólo textos, dossier,
ideas, comentarios. En los
primeros ejemplares sus páginas daban cuenta de la crítica profesional y
aficionada, investigaciones temáticas, discusiones entre artistas por un
quítame de aquí esos bastidores y sobre todo las opiniones de gusto y
chusmerío del ambiente, aunque con el correr de los números algunos de estos
abordajes se han ido perdiendo. También
Ramona engordó y tiene ahora
190 páginas. A pesar de ello, como sus colegas en época de crisis (me refiero
a las chichis que dan vueltas por Constitución), se consigue por lo que usted
desee entregar, a voluntad: pero si puede deje por lo menos 5 pesitos o
patacones, no sea ratón. En el
19 - 20 se puede leer un informe sobre las Jornadas de la Crítica en Mendoza
que se desarrollaron en octubre pasado con la participación de artistas,
críticos y curadores peso pesado. El artículo “Pequeño proyecto de ciudad futura” de Ricardo
Piglia, una serie de cartas inéditas entre Emilio Petorutti y el pensador
peruano José Carlos Mariátegui, “Cómo resusitar una liebre
muerta” por Alfredo Prior, están entre otros materiales de primera. Ramona también tiene una página web
donde se pueden consultar números anteriores, las muestras que están
funcionando en Buenos Aires y otros puntos, participar de un foro y dar
opiniones: http://www.proyectovenus.org/ramona G.L. Milpalabras De
cachilete nos llegó el número 2 de la revista de artes y letras Mil Palabras dirigida por Alejandra
Laera, Martín Kohan, Marcelo Cohen, Gonzalo Aguilar y Graciela Speranza desde
la populosa Buenos Aires, Reina del Plata. Empieza
la revista con un acertado señalamiento de la definición de realismo extraída
del diccionario, ya que esta palabra y distintos abordajes e interpretaciones
de su significado son el leiv motiv del número. Arranca
entonces luego con tres poetas que echan sus dados sobre el asunto. Jorge
Aulicino dedica la mitad de su artículo “La verdad está afuera” a
construir una serie de inferencias y conexiones entre el voluntarioso Goethe,
Isaac Newton, Courbet, Kepler y algún otro; estas nos acomodan a una noción
de realismo desde la cual la nota enfila hacia la poesía de los noventa. Pero
de pronto lo que prometía ser un artículo brillante y lúcido se troca en una
especie de berrinche contra la revista Diario
de Poesía y algunos de sus integrantes por el mapa que estos han
relevado del firmamento poético argentino y del cual, según cree Aulicino, se
han recortado algunas estrellas novas y fulgurantes. Paradójicamente los
lectores que no vivimos en Bs. As. tuvimos la fortuna de conocer a estos
poetas a través de las páginas del Diario
de Poesía en donde han sido publicados, comentados y premiados
desde la época en que Aulicino integraba el consejo de dirección. Estos
poetas, dice la nota, “trabajan en la semi oscuridad en laboratorios
altamente radioactivos... construyendo su prestigio con ediciones secretas y
un perfil obsesivamente bajo”, etc.Y a esta altura chau pinela, la
reflexión sutil se hace reproche y queda la sensación de aquellos partidos
inolvidables del Diego en que en una jugada apilaba 5 rivales mordiéndose la
punta de la lengua y en la otra protestaba al árbitro casi hasta el llanto
porque le cobraron orsai; una costumbre que a veces aleja la mirada de los
poemas y con la cual el ejercicio responsable de la crítica y la manera con
que ésta ilumina los textos pasan a segundo plano para convertirse en una
forma de dirimir el territorio entre gallos. Sigue
Roberto Echavarren y “El Protocolo Poético” donde extiende una
serie de consideraciones sobre su obra literaria y el fetiche, regalando por
momentos reflexiones de esta delicadeza: “Las descripciones poéticas no
son ni interiores ni exteriores, sino que se mantienen en un estadio
intermedio que participa de ambos. Es lo que llamo por falta de mejor
término, el fetiche. El fetiche es un centro de atracción impersonal, un
objeto no objetivo que irradia, sin que en principio sepamos por qué, un
poder que reúne lo interior y lo exterior ...”. En
“Apuntes sobre el realismo en Groppa, Raimondi y Rubio”, Daniel
García Helder desarrolla el enunciado del titulo pero sus expresiones se
remiten a los textos. Por fin, dice uno aliviado, por fin aparecen los poemas
y las reflexiones se circunscriben a ellos y a la particularidad que aportan
a esa masa heterogénea llamada “realismo”. La
revista pasa de la poesía al cine con una nota de Gonzalo Aguilar que va de
los comienzos del neorrealismo a las últimas producciones fílmicas
argentinas, en especial “La Libertad” de Lisandro Alonso. Guillermo
Kuitca y la crítica australiana Lynne Cooke despliegan, en el íntimo
intercambio de correspondencia a través de e-mail, análisis profundos sobre
el arte contemporáneo y la manera en que se van construyendo las últimas
telas de K con la naturalidad de dos amigos que se cuentan cosas. Las
imágenes de su ultima producción ilustran además la bellísima tapa y páginas
del interior. Hay
notas de Martín Kohan, Graciela Speranza, Marjorie Perloff y un reportaje de
lujo de Pablo Bardauil al talentoso dramaturgo Rafael Spregelburd que da
cuenta de un teatro que rumbeó lejos de la dicotomía entre absurdistas y
realistas para dar lugar a la convivencia de lenguajes y pluralidad de materiales
narrativos. Mil palabras es una revista de lujo,
editada con maestría y atenta a todo lo que un lector exigente puede esperar
de una publicación de letras y artes. Ya esperamos el número 3. Mil palabras - Apartado postal Nº440 sucursal 28
- cp 1428 - Buenos Aires – Argentina. e-mail:
milpalabras@yahoo.com
Bueno, pasemos ahora a las páginas que recomienda un servidor: ·
Una amplia convocatoria bajo el
nombre de ARGENTINA ARDE han realizado grupos de videastas, fotógrafos,
documentalistas independientes. ¿En qué consiste el llamamiento? En acercar
todo regístro fílmico o fotográfico que pudiera haberse tomado desde el 20 de
diciembre en adelante, de las marchas, cacerolazos, piquetes y sus previsibles
represiones. Pueden ver ese material en argentina.indymedia.org . Armarse de
paciencia porque es un sitio muy visitado en estos días. ·
Nos llegó el aviso de que ya
salió un nuevo número de LA IDEA FIJA. Albricias. Aquí la gacetilla que nos
acercaron: Cuando todo parecía perdido... Cuando la esperanza
era puesta a prueba... Cuando incluso los más optimistas veían el vaso medio
vacío... se abrieron los cielos y en un rayo de áurea luz bajó un Ángel del
Señor y proclamó para todos los hombres y mujeres de buena voluntad:
"¡Ya salió el número 4 de La Idea Fija!
¡Regocijaos!" Sí, ya está abierto al público el nuevo número de la
revista bastante literaria preferida por grandes y chicos. Al mismo precio de
siempre (es decir, lo que te cuesta estar conectado a Internet), en el lugar
habitual (http://www.laideafija.com.ar)
y con material de primera calidad. Para empezar, tenemos tres especiales: El
primero está dedicado al poeta colombiano JOTAMARIO,
con un texto de JAIME JARAMILLO ESCOBAR,
poemas del libro del homenajeado MI REINO
POR ESTE MUNDO y un reportaje exclusivo. También incluye un anexo
nadaísta con material de GONZALO ARANGO
y MARÍA DE LAS ESTRELLAS. El
segundo es sobre el escritor de fantasía inglés TERRY PRATCHETT, también con un reportaje exclusivo,
fragmentos de sus novelas, una bibliografía comentada y una nota
introductoria de SAURIO. Y el
tercero completa el de C. E. FEILING
iniciado en el número 3. En este caso incluye un cuento de Feiling y dos traducciones,
una que hiciera de SAMUEL BECKETT
y otra de FLANN O'BRIEN, ambas
con sendos artículos introductorios por el homenajeado en cuestión. En el
cuerpo de la revista tenemos una coincidencia de tres poetas de sexo
femenino: GRISELDA GARCÍA nos
presenta EN MIS SUEÑOS DIOS ME LA CHUPA,
ANA LEMA hace lo mismo con MADAME LA MORT y MIRIAM REYES
con ESPEJO NEGRO. En un ataque
de egolatría SAURIO publica
completo su libro de poemas ¿QUÉ CULPA
TENGO YO SI SOY HERMOSO? ELOÍSA SUÁREZ ofrece un nuevo capítulo de
su novela LA PRUEBA DE DANIEL SIRVA. GLADYS
LUQUE, quien hasta ahora había colaborado con sus fotos en
nuestras postales promocionales, muestra algunas de sus imágenes en LOCUS ISTE. Y, por supuesto, el correo de
lectores, la posibilidad de leer números anteriores, participar en DOS DEDOS DE FRENTE y alguna que otra
cosa más.
C o r r e O E x t r e m a f i c c i o N
Es un envío mensual de ficciones. Idea y dirección: David Wapner Equipo:
Israel: David Wapner, Ana Camusso, Chiflón. Argentina: Sebastián Bianchi,
Gabriel Yeannoteguy El CorreoExtremaficción, que se envía por correo
electrónico los días 5 de cada mes, y desde la ciudad de Beer-Sheva, Israel,
inaugura en febrero su Tomo III. La colección completa del CEF, que es
continuidad en formáto electrónico del tabloide Extremaficción, publicado en Buenos Aires entre 1996 y 1998,
puede ser consultada en: http://www.paginadigital.com.ar/index/lectura.html
(Cliquear "CorreoExtremaficción" en el menú principal) Para
suscribirse, tan sólo enviar un e-mail a: vafner@shani.net
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