La poesía paraguaya ha sido -durante décadas- un misterio para el intelectualado argentino que no miraba nada que no proviniera de Paris o Nueva York. ¡Y toda la culpa es de Borges y de Bioy Casares! Con la llegada de Chaves al poder, nos dimos cuenta que estaba bueno acercarse a Bolivia y a Paraguay. "Algo puede haber", decían los escribas pequeñoburgués de mi generación, cuando les hablaba que había que leer Hurras a Bizancio... Así eran las cosas, pero el estado de las cosas no contaba con la aparición de Douglas Diegues y sus célebres libros cartoneros. Douglas y sus secuaces -Meza, Cristino, Montse y el Domador de Yacarés-, pusieron en el ojo de la tormenta a muchos que aparecen en este libro fundamental. Morales, hace décadas que escribe una de las literaturas mas jugadas del Planeta (Hurras a Bizancio); Jorge Kanese ya es un clásico de la autogestión y la iconoclastia. Monsterrat Alvarez, quien lo duda, es de lo mejor del lenguaje. Ningún poeta latinoamericano escribió una poesía tan intensa, ni antes ni después. El joven Kent, tiene un par de libros notables y ni hablar de mi admirada Maggie Torres, una escritora exquisita con un alto grado de reflexión y desarrollo de una voz propia potentísima. Cristino Bogado es nuestro gran rebelde. A los demás no los conozco y me muero de ganas de correr a leerlos. No pierdo más el tiempo, chau.
Washington Cucurto |