Inèditos

Por Panamá te mato Dios mío
Sofía Merlino

Quedarse quieta
Nora Avaro

Zen para peatones
David Bustos

Rubito y Don Raúl
Alberto Passolini

 

Arte

Sergio Avello y Alfredo Prior Hit Tokonoma
Amalia Sato

:El fantasma y el nombre del padre
Daniel Link

Documenta I love etc.- Artist
Ricardo Bausbam

La destructividad en el arte
Silvia Gurfein

 

Reseñas

Troya, papel y después
Mario Ortíz

El carrito de Eneas
Daniel Samoilovich

 El torero en la avenida
Fernando Molle

El libro de la locura
Raúl Gómez Jattín

 Poesía y medios
de Vidrieras Astilladas
Flora Süssekind

   

VOX virtual Nº 16. Octubre 2003 - Bahìa Blanca, Buenos Aires, Argentina.
Editores: Marcelo Dìaz - Gustavo Lòpez - Sebastiàn Morfes - Sergio Raimondi - Nicolàs Testoni.
Diseño: Christian Dìaz - Carlos Mux.
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Inéditos

Por Panamá te mato Dios mío / Sofía Merlino

 Óscar es sólo una cara bonita

A todo motor

viene un puño en recta

para imponer el alcance de los brazos más largos del mundo

pero llega

en llanta

a la esquina

de

una prótesis bellísima

de loza y porcelana

que sonríe a salvo

y habla y habla

pero con los puños

acompasada por el torso

para que surja una melodía

del golpe del pie en el suelo

y se arme la milonga triste

Hoy damas gratis.

Sos mi miniturismo

De una mochada

cae de rodillas y se hunde en llanto

le he acariciado un poco la cabeza de turco

separada del tronco

y se ha ido de lengua

me ha dicho

es a ti a quien siempre he amado

y se ha arrojado a mis pies

lloriqueando

frotándose las cuencas vacías

ha gritado que gracias, muchas gracias

a mi puño quirúrgico

ha visto nuevas geografías

ahora mismo ha visto aquí

las siete maravillas del mundo

mis pies

mis brazos

mi cabeza

mis puños.

I love you Iwant you I need you

Todas las veces que me pidas, Archie

mando un cadete a buscarte

Orinoco arriba

y con mis manuelitas te lavo

te seco

te peino

y si sos wash & wear

enseguida te abro el Luna para vos solo

para verte bailar para mí

oír la música de tus pies en el suelo

pedirte un cuerpo a cuerpo

a puño desnudo

para que tu swing me amorate la boca

y ahí pueda yo abrazarte

con los labios así pintados

decirte al oído

te necesito así de cerca

sos mi primera dama.

Paragua de lona

Es lindo el batacazo, Azuaga

en tu piel paragua cubierta

de tractor duraznito

vení vení Hugo te saca

la pelusita

la pepita

te chupo el carozo

te parto al medio como

manzanita moño azul

con mis maquinitas everlast

te pelo el culo como

la mona dormíte

arrorró

paragüita

piojoso.

Mi huesito no es para los perros

Qué maldición tuve en mi vida

para engolosinarme así con tus puños

carne y uña con mi vientre

tu jab dándole a mi cuello

es el collar más lindo que nunca haya visto

una estola de armiño tu antebrazo

me ciñe la espalda

por qué entonces

Je suis venu te dire que je m’en vais

por qué te vas ahora

si puedo envolverte en una red de ganchillo

de izquierda

de izquierda

si con mis crines áureas quiero incendiarte el pecho

hacer un asado para los pobres del barrio

y de tu osamenta

un paradigma de ingeniería.

1° de mayo de 1974

Váyanse pocho a pocho

Estos estúpidos que gritan

no puedo oír tus manos

en mi pechito con hueso

Sos tan bonito les digo

a flor de labio

él es la Reina del Trabajo

él es mi gorilita

Cuando se vayan de la plaza

porque los mercenarios

no han pagado tanto

para escucharme entero

quiero comer garrapiñitas

que el lamé de tus pantalones

haga bailar al pasto

una canción caribeña

Las agujas se te embarran

mi cuerito está cosido

de tus lentejuelas

tu pintalabios recorrido

en mi columna

de la Tendencia que

gracias que se va

y puedo ya estatizar

tu espectáculo maravilloso

porque tus productos

están minuciosamente

analizados

debidamente controlados

en mi laboratorio.

1951

A mis negritos desharrapados

melenita de liendre

que suspiran suspiran suspiran por

aunque sea uno solo uno

de tus huesitos

les compré cinco mil

pistolas calibre treinta y nueve

mil quinientas

ametralladoras

para tirarte al cuerito

aplacar tu brillo Koleston

Pesa noventa

y pico

¡Qué delicia!

Te quieren

faenar todos juntos

y engordar gatos y gatitos

que comen los chicos

Apuntan todo

pero Pocho está empantanado

en tu cadera

los ejes engrasados

te refriega la espalda

la cabeza se mueve hacia atrás

el torso hacia delante

luego hacia atrás

Qué dice

decíme que dice

la bocinita de tus labios

Deceive me

El cabezón no sabe

ni medio

de tu inglés edulcorado

pero si lo dejan

puede

Me hubiera muerto

si no volvías.

Te quiere, Grasiela

Dale que dale, linda

los grasielas descosidos

chillan en el ringside

contrapicado fino veo

sus pelucas de bochita

negra sucia que son

qué serenito y rabioso

se le va la mano

al puño sicario

hace fiero ruido y feo

suena la piel de tambor

en la manta del pecho

para trozarlo pequeñito

pero uyuyuy qué ricos

qué ricos son tus pickles

con palo palo palo

palo palito bonito

de tus huesitos dulces

pincho y te robo la casita

la manta

el tambor

lo que dé

los grasielas de abajo y yo

te comemos todo juntos

mirá que es rica tu

serenísima

baila la negrada

la panza pide la sangre

y tienen mucho frío

yo me pongo un saquito,

nena.

El coloso en el Coloso

Tyson rasca el higo en Villa Mitre

Es con invitación

el mono puerta relojea

como un virola virolita

las tetas hinchadas

con nafta de jet

los botoncitos nacarados

Tyson se relame

un dedazo afilado

cuchilla de carne picada

fino le deja florido

el upite de culo

de perro

de la calle

Dale apretáme Miguel

bailamos Leo

los Pibes

apretadísimos me dice

que nadie se meta con usted

o le doy una biava

así estira las manazas cosidas

con anilllitos de strass

le toca el pinocho

a un paraguayito surfilado

en símil cuero

le pellizca el higo

a una morochita tapizada

en símil cuero

mi pollito negro hace

rodar moneditas debajo

de su pollera minina

sin peni peni naranja

Le sangra la boca

me comí higos

pero Miguel, es sábado

no sos Dominguito

se pone de la nuca

con dos tres

cuatro fernandos

mueva mueva la cintura

las cadeiras el surubí

como el príncipe

no existe

padelante patrás

padelante patrás

padelante patrás

para adelante y para atrás

uyuyuy Tyson

todo lo que quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero

es bailar con vos.

Tararí rará

Miguel Tyson de pesca embarcada en Impacto Bailable

Damas gratis pero los pibes

se ponen con diez chauchitas

en la fila el pastiche latinoamericano

pega el grito zapucay

Hacé la cola, loco

le manotean la pandereta

Tocáte algo, Miguelito

suena tropical la movida

en el culo de Tyson

ahí nomás el bola ocho

como cocorito busca maíz

ay para qué

le da vuelta y vuelta a la tortilla

tensa la pierna delantera

carga el tamborcito de sus manos

con diez tiros granizados

de fantasía enchapada

reparte que da asco

y de un derechazo lindo

salen mal parados

los de camisinha chapucera

Por entrar primeros

nos regalan canilla libre

de choripenes colorados

fiesta fiesta fiesta

Qué contentísimo Tyson

chocho le muestra al camarerito

la tararira por debajo

de sus pantalones

le regala una

dos tres cuántas yapitas

la música lo pide

baila baila

moviendo los pies

quiere que le toquen

la cumbita

mientras bailo

me da un centellazo limpio

y en el piso

me mastica me muerde

la orejita.

31 de enero del 2003

Gran inauguración El Duke

Actuación exclusiva Grupo Santa Marta

Miguel Tyson tira canitas al aire en Newton y Liniers

Tan dulces

los ojitos por el vino

hasta parecen joyas

las lobas del altiplano

qué piedrotas preciosas

con sus fajitas

de pechuga

y sus taquitos

de cerdo

se sonríen de gusto

embriagadas todas

es fuertisisímo, Miguel

tu olor a almizcle

huele como perro viejo

la envidia curtida

en el cuero de los mezcaleros

apura copas una ovejita

negra descarriada

suena el tambó tambó

le roba una empanada

de las suyas que nada más

son suyas sus lupitas

ay por qué por qué

está sola la oveja

se le va la carne

de las uñas

querías cumbia?

tomá

Ty Ty Ty

le planta el capullito

en el patio de atrás

con la vajilla del vientre

trabaja para hacer achuras

con garra de gallo

empedrada en argentina

hace hoyitos Kalashnikov

piti piti

los huesitos son míos

abajo del costillar paragua

se quema como rama seca

arde con sus hembritas

todos juntos

como yemitas de un huevo

solo.

Mendrugos

I

Dos tres vasitos

apurados brilian lioran

fuerte de los ojos

la perra duerme

las puntitas de su pelo

en el vino

esa uvita en la boca

el mono la quiere

comérsela

trepado a la parra.

II

Dale dale

todos queremos ahora

la cabeza rota ya

contra las sillas

por un beso fiero apretado

de tus dientitos como facas

filosas con pico de oro

afuera volcamos autos

barremos las patrullas

qué te parece

por uno dos besos

la calle limpita.

                           
   

Sofía Merlino Bahía Blanca, 16 de febrero de 1980
Diez días antes de lo que me habían dicho la señora Mari me saca de mi bolsito y me pega en el culo. También me pegan cuando no quiero ir al casamiento de la prima Sandra y a verle las vasijas a Alicia. El último viernes me pegaron con un zapato en el culo cuando salía de una fiesta.
Carlitos María Giménez me dijo que me amaba.
Sergio dice que soy una campeona.

                           
             

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Quedarse Quieta / Nora Avaro

 El amor brujo

Sufre de pereza sentimental

no está embrujada.

Esa tía tira

las cartas y habla

de la culebrilla en la cartera

quebrado su curso

en los pliegues de cuerina seca

las órdenes de la obra social

y los maquillajes baratos:

pintalabios duro que agrieta la boca

rimmel duro que emplasta las pestañas

y el polvo angel face que dura

dos suspiros.

Del fondo asoma la espuma amarilla

el arte tardío de la tapicería.

Antes y después

de los televisores Panoramic

está la confección

de sus últimas valijas.

Llegaba y eran escocesas

verdes y negras o

rojas y negras o

amarillas y negras o

azules y negras o

negras.

Un profesional adinerado

tan cerca del

amor florece y de

la buena estrella y de

carta viaje casa oro

triunfos y sorpresas

que las espadas son apenas

un dolorcito de panza o de cabeza.

Pero no está embrujada

esta chica.

Que corte para su lado tres veces

y que descruce la piernas

y que cambie esa cara de nada

por otra en que

se note la brujería si está

la brujería

si está

la brujería.

Cuatro mil gatos muertos

Matan gatos en la cárcel de Falconer

cuatro mil gatos muertos.

Guardias llevan carretillas

llenas de gatos muertos

grises blancos negros azules rosados.

El fratricida criador de perros

tiene una esposa irritada

y cuatro perros vivos allá afuera

que no pasarían entre los barrotes

ladeando metal y terciopelo.

El fratricida vio los gatos sombríos

de Luxor, de El Cairo y de Roma

y vio los gatos sombríos

de la cárcel de Falconer

y no simpatiza con los gatos

ni con unos ni con otros gatos

y tampoco vincula antiguos gatos

con nuevos gatos muertos.

El fratricida criador de perros

sostenía cuatro perros

y un matrimonio razonable

y juntaba moras en el bosque

y sacaba la nieve del sendero

y las truchas del lago.

"Adiós. Adiós gatitos" saluda el fratricida.

En la zona

Si el ladeado cruza el río

desde acá

vemos la travesía completa

desde allá vemos

raya urgencia desvío.

Si te parás sobre esa loma

un poco más lejos

y yo me quedo en la costa

parecemos lo que queremos parecer:

muchachas haciendo turismo

de corto alcance en rara fecha

muchachas desairando hombres

de algún interés.

Si vamos al Paraninfo

a vigilar los improperios

de la poeta mayor

—interrumpe la conferencia bisbisea

y luego repercute frente al vasito de licor—

parecemos lo que queremos parecer:

muchachas distraídas y arrobadas.

Si en el Paraninfo escuchamos

a la intelectual de importancia

declarar el retorno al museo

y el fracaso artístico

del público de masas

parecemos lo que queremos parecer:

dos idiotas

dos inteligencias de corto alcance.

En camino hacia el lugar

al costado de la ruta

que lleva a la ciudad

comemos pescado asado.

Yo repaso todas las novelas

y masco hielo en vino blanco.

Vos hablás con desdén

de cualquier cosa

de salamines caseros.

De tu mamá

Souvenir

Del clavo cuelga

el collar de perlas.

En gala pesada

lo cargó

como si melones del cuello.

Del cuello cuelgan

del clavo cuelgan

melones y perlas.

El fardo de la noche

sus taras y tamaños.

El azar objetivo

"como si estuviésemos llamados a reunirnos de repente"

André Bretón

La plancha churrasquera viene

en picada del sexto piso.

El viandante no piensa

en hierro negro en grasa en humo

en hilos de chuleta.

Cumple los tres pasos

que desvían su trecho y su contento

y ofrece la cabeza

el argumento

la jornada

la gravedad del caso

el blanco cierto

a la caída

de la plancha churrasquera.

Tenedor libre

Los chinos cortan en la fiambrera

chinos en fetas afiladas

y preparan el vitel tonné

y fríen rabas

y fríen langostinos

y fríen milanesas

todas todos de chinos amarillos.

Los chinos asan carnes amarillas de chinos escondidos

en la cocina

bajo la mesada

bajo la alacena

bajo la escalera

bajo la heladera

chinos y chinos.

Julio, 12

Es la niña que llega

y no comparte

ni parte

de su debut.

La esconde en pañoletas

la pierde en pañoletas

carga de espuma y lana

la cubre y no hay sitio

dicen

para la niñez.

Afuera el auto para

el frío en el frío.

Adentro el bochorno y

de la niña única

camas altas triángulos de acero

mesas rodantes de una sola pata

cuna de plástico vacío

y algo

dicen

del estupor.

La niña va en antiguo

ajuar escrupuloso.

La ignorancia henchida

de mujeres duchas

madres duchas

hijas de madres duchas.

Y de la que poco sabe y sabe:

No es posible

no es posible

perder nada en julio.

Lo que yo veo

Nada.

O más precisamente:

Moscas flotan en crema para manos

porciones de moscas en humectación.

Redes de telas de arañas

superpuestas cacerías.

Presas.

Bichos varios.

O sólo patas aladas y antenas

y sólo en caso de cucarachas chicas.

Un amalgama de vaivén de brumas

de capa de elástico de media de descanso

entre el mundo y el poder refringente

entre el mundo y ¿quién?

O más precisamente:

Lo que yo veo es menos 13 con 50

en el izquierdo

y menos 11 en el derecho

más las cataratas del cristalino opaco.

Opacas. Prematuras. Incipientes.

                           
             
       

Nora Avaro nació en Rufino (Santa Fe) en 1961. Vive en Rosario. Los poemas aquí publicados pertenecen al libro inédito Quedarse quieta.

             
 

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Zen para peatones / David Bustos

:Se Prohíbe el Acceso

Toda esta literatura para transeúntes (PELIGRO NO BAÑARSE) trata de ti: Caligrafía en imprenta o diamantes en bruto que tallan las vidrieras de estos almacenes. Productos que mal exhibidos dan claros problemas de vencimiento:

El tiempo que demoro en contar estos pesos partidos por el rayo, es = al tiempo que demora el rayo en partir estos pesos que cuento.

La operación matemática con que restas y quitas

o la indiferencia con que observas el abrir y cerrar de la caja registradora del corazón. Momento en que suena el timbre ($) que ya has incorporado en tu álbum de perdidas generalizadas, y despreocupada escuchas estas razones que son las mismas de siempre: ganas inusitadas de violar los recintos privados de tu cuerpo;

a fuerza de limar los barrotes de la conciencia

a fuerza de obviar los bordes

que se deshacen como pastillas efervescentes en un vaso de agua. (El devalúo de la Propiedad Privada, el alza de intereses de una pareja estable).

- La costura en que caminamos por el poema, muchas veces en calles sin salida o en excavaciones profundas y peligrosas.

La costumbre de cumplir con el horario y exceder la tarifa para este tipo de oficios poco rentables.

En fin. El comercio con que se ama, lo hace a uno perder las ganas, lo hace a uno caminar por los barrios antiguos de Santiago y estar debajo de la cornisa que se desmorona, único dígito, tecla, tic de todo acto sensible; capaz de algo espantosamente útil -dijiste despidiéndote de beso- :agárrate la cabeza en el estallido de aves: o alcanza con cierto estilo la pluma ingrávida en el aire y escribe por ejemplo:

Que tu nunca fuiste una alumna brillante, en esto de dar y recibir. Yo poco aprendí de esas clases en el colegio (: recinto de curas que ya nadie de nuestra promoción visita y que recuerdo nos hacían formar en filas todas las mañanas (también en invierno) en el patio y rezar el Padre nuestro, tal vez sea esa la razón de tanto compañero ateo con que te topas en las botillerías, sitio donde siempre hay que pagar por los envases).

Por eso ser el peatón autorizado que ahuyenta los lobos en el gran bosque de la noche, es una cosa que no dice relación con el abismo de la letra. Sitios eriazos que despiertan en mí las más extrañas tonterías: intensos golpeteos en la roca húmeda del pecho, de espalda y extendido, con los ojos fijos en un punto de fuga. Aire escrito a pulso, pantallazos de lucidez. Luz que termina en un soplido.

Los monjes de una ciudad son sus vagabundos.

Perros callejeros lamen nuestros tobillos y caminan junto a nosotros.

En una esquina del mueble citadino nos detenemos casi una semana

y sabemos como se llaman las cosas, como los automóviles cambian de color

con el crepúsculo, como huelen las ropas húmedas de los monjes. Somos diminutos para el helicóptero policial, somos versos sueltos y mal hilvanados, portadas de revistas under de algún poeta

fracasado.

Somos La Calcuta y La Manhattan, la vajilla sucia y quebrada, el murmullo de los basurales a altas horas de la noche, en estas esquinas más bien desiertas.

Las avenidas del mundo desembocan en la boca del lobo, al costado hay caperucitas

y cenicientas mutiladas, drogadictas, hermosas.

Introducción a la conciencia relativa

Estuve observando una flor por un prolongado lapso de tiempo. Nada parecía cambiar. Buda se sentaba días completos, dicen que alcanzo la iluminación viendo el excremento de una vaca durante una larga estadía en la inercia, nada para delante nada para atrás.

Inventamos la máquina para viajar al espacio (que admitamos no es poca cosa) yo cuando pequeño también construí la mía, cuarenta inyecciones en el estomago, me había mordido la decadencia de un clavo, que por lo demás estaba estático hace años en una tabla que podía ser el universo.

Jesús, Buda, Bruce Lee, Lennon, todos maestros de algo (si somos justos con mi propia escala de valores, pero mi escala viajaba mucho en ese entonces al espacio vacío, que con mis asociaciones completaba). En algún convite debo haber extraviado las cartas de navegación, simples manuscritos arrugados por las aguas del inconsciente.

Después fui un paladar adolorido (catador de formas tristes), un muchacho que portaba una linterna en pleno día y vagaba por plazas y mercados.

Todas estas ideas se pasean por mí cabeza a esta hora, mientras la luz neón, la luz de los vagabundos se atraganta por tus piernas. Mi conciencia relativa, es de escasa información, no sé que pasa en el fondo de las cosas. Campos sensoriales totalmente

medibles - me digo- desde una órbita de cifras y propuestas exactas, actos fallidos que otro (que puedo ser yo mismo) con su lámpara al hombro ve, el conocido juego de los espejos, uno frente al otro, ad infinitum.

Y entonces contemplo con verdadero asombro la humedad de tu espíritu

cuando tus piernas totalmente abiertas

me ofrecen otra perspectiva de la biología.

Le abrió las piernas y miró fijamente en su alma con asombro.

Desde la oscuridad la luz neón se filtra por las cortinas, los pliegues y repliegues de tu alma, un terciopelo lila o ciertos puntos de fuga, piernas como tijeras entrecortando el aire o el papel de dos actores en medio de un escenario demasiado conocido, la conjugación de los egos en la deliciosa condena, el tránsito hacia una vía poco concurrida, pasos peatonales- te digo- escaleras que trepan el cuerpo, peldaños culposos que se desvanecen por gracia de no sé que lectura budista.

A media máquina

a medio morir saltando

a medida del cuerpo giramos en la lavadora automática de la conciencia, ropas deshilachadas y alertas ambientales en el engranaje del corazón -Nadie puede ser yo, Pero yo puedo ser todos-

Un pedazo de cristal al sol

un guiño de la muerte

cierto salvajismo reposado en los órganos sexuales de los que se aman, con el manual del Tántra, de libros que nadie conoce, donde tribus Sufis hacen el amor tendidos en la hierba espectral a miles de años luz de la bomba atómica.

Pero si quieres podemos intentarlo:

La hierba verde y aireada son estas sábanas que huelen a tabaco.

El archipiélago de nubes en el cielo son estos posters de Lennon y Yoko.

Y el mantra, una palabrita que robaremos de las etiquetas de nuestras ropas.

Entonces, respiremos hondo y pronunciemos el idioma estelar de las ampolletas:

OM AH HUM VAJRA GURU PADMA SIDDHI HUM o OM MANI PADME HUM.

             
       

David Bustos nació en Santiago de Chile en 1972. Se desempeña como guionista del área dramática de Televisión Nacional. Publicó poemas en numerosas revistas y el libro Nadie Lee del Otro Lado (Mosquito ediciones 2001, Santiago, Chile), colección "La Estocada Sorpresiva". Textos suyos fueron seleccionados para la lluvia de poemas sobre la ciudad de Dubrovnik, Croacia, agosto, 2002, organizado por Casa Grande. Dirigió el Taller de Introducción a la Poesía Chilena en la Universidad Diego Portales (agosto- octubre, 2002). Actualmente prepara su libro de poesía La Cena Triste.

                         
 

 ìndice

 

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Rubito y Don Raúl / Alberto Passolini

Entré a laburar con Don Raúl en Febrero del año pasado, hace casi un año. Me acuerdo que con unos pibes de allá, donde vive mi vieja, fuimos a una obra que buscaban peones. El único que quedó fui yo. Para mí, gracias que había conseguido laburo. Con diecisiete años quién me iba a tomar para otra cosa más que para afanar pasacasets. A lo primero, no me jodía mucho eso de viajar tanto, pero quería ahorrar un poco de guita. Entonces agarré y me empecé a quedar a dormir en la obra: me iba cuando salían todos y me quedaba dando vueltas. Cuando no me veía nadie, volvía, saltaba una tapia y dormía debajo de un alero donde guardaban las herramientas. Ni el casero sabía que me escondía ahí. Al otro día, apenas clareaba, volvía a saltar la tapia y esperaba que llegara Don Raúl, que siempre era el primero. Comer, comía ahí, con toda la cuadrilla y me acostumbré fácil a no cenar.
Los domingos me volvía a lo de mi vieja y le daba la guita. Si estaba mi hermano el Nestor, minga; Lo tenía que echar o no le daba nada. El Nestor me lleva dos años y es un poco chorro. Dice mi vieja que salíó al padre, que mi viejo era distinto, laburador como yo. Medio que Don Raúl se empezó a maliciar que yo dormía ahí y una vuelta me encaró antes de que hiciera como que me iba. Pensé que me rajaba, pero no, es mas bueno que no se qué.
-"Rubito, no te vayas que tengo que hablar con vos." –Me agarró una tristeza de pensar que me iba a tener que buscar otro laburo, pero me ponía mas triste pensar que no lo iba a ver más a Don Raúl.
-"Decime la verdad, vos dormís en el alero, nocierto?" – me dijo cuando nos quedamos solos. No le pude mentir, Don Raúl tiene unos ojos que cuando los miro, soné. A veces son marrones y a veces verdes. Tiene una barba que le empieza a aparecer durante el día, porque cuando llega, la cara es lisita y cuando nos vamos ya tiene una sombra verdosa. Debe ser porque es de pelo negro; a los rubios no nos crece esa barba. Yo, me parece que voy a quedar así, lampiño. Es grandote, Don Raúl. Tira más bolsas de cemento y ladrillos que ninguno y si alguno de la cuadrilla empieza aflojar en el pica- pica, se pone a la par a dar unos mazazos que te dejan sordo. Así como es buenazo, si se cabrea, mejor no cruzarcelo.
Le dije la verdad, que dormía en el alero, pero que me lavaba con la manguera y jabón que tenía en el bolso. Cuando me preguntó donde cenaba, miré al piso y no le dije nada. Me hizo sacar la camisa y cuando me vió las costillas se enojó. Me dijo que a él los flacos no le sirven, que si seguía así, iba a desaparecer y me llevó a casa, para hablar con mi vieja. Pagó los dos colectivos él, su boleto y el mío. Mi vieja no entendía nada cuando llegamos. Pensó que me había hecho chorro, como el Néstor, pero don Raúl la tranquilizó. Me hicieron salir de la casilla y hablaron un rato largo. Desde ese día, me fui a vivir con él.
A lo primero dormía en un sillón largo que tiene en la entrada, donde está la cocina, pero me cagaba de calor porque el ventilador está en la pieza de don Raúl. Una noche que hacía un calor que no podía dormir, se me apareció a buscar una cerveza bien fresquita de la heladera y me dijo:- "si no tenés las patas sucias, vení a mi cama."
-"Tengo pies, no patas"
-"Si están sucios, son patas"
-" Don Raúl, si sabe que siempre me baño apenas llegamos"- le rezongué.
-"Ya se, boludito" dijo mientras se reía y me sacudía el pelo de la frente que es un mechón que nunca me queda peinado.-" dale, traete un vaso para vos y vení a la pieza.
La cama es enorme, como la de un gigante, y está en la parte más ventilada de la casa, que se la hizo toda él. Igual, me seguía cagando de calor porque me hizo acostar del lado de la pared porque dice que él se levanta mucho a mear. La cerveza duró nada, con el calor y la sed.
Don Raúl se durmió al toque, pero yo no podía dormir. Además, tenerlo tan cerquita me ponía loco. Acercaba la nariz a su espalda, para tocarle los pelos que le crecen desde la nuca hasta los hombros. Tenía olor a transpiración, pero no del que larga cuando labura o cuando vamos a jugar a la pelota. Me acordaba de cuando fuimos a jugar a la pelota la primera vez, porque vi que usaba el mismo pantaloncito para dormir: uno rojo, de Independiente. Me levanté despacito y me fui a pajear al baño. Cuando volví me preguntó si me pasaba algo y le dije que nada, que era el calor.
-"Te tapo todo el aire, ponete adelante"- me dijo corriéndose para la pared. Ahí me quedé frito. Un rato, nada mas, porque empecé a sentir el resuello de su ronquido en mi oreja, los pelos pinchudos de su barriga en mi espalda y la mano en mi panza, como si yo fuera una almohada. Me empecé a encoger hasta hacerme un bollito contra él y sentí su verga, que parecía el mango de la maza cuando está guardada en el bolso de las herramientas. Haciéndome el boludo dejé caer una mano hasta tocarla y dejó de roncar. Pensé que se me paraba el corazón. –"ahora me echa a la mierda" –pensé.
Enseguida volvió a roncar y seguí con la mano ahí, tanteando ese pedazo enorme, como todo en Don Raúl, que me lleva una cabeza y media y eso que mido uno setenta y tres. Volvió a dejar de roncar y me volví a quedar quieto. Así tres veces, hasta que se sacó el pantaloncito y me la puso entre las piernas. Yo jadeaba como un hijo de puta, aunque hacía poco que había acabado. Me empezó a chupar atrás de la oreja, con una lengua caliente que quemaba. Me di vuelta y lo busqué para besarlo con toda mi alma. Me abrazó tan fuerte que sentía que se me abrían las costillas. Apenas me soltó fui volando abajo, a chupar esa verga que ya estaba bien mojadita, como los pelos de su panza, pero más pegajosa
-"Rubito!"- decía a cada rato. Se sentó en la cama y me agarró de las piernas, sin que yo le soltara la pija y me puso arriba de él, para poder chuparme el culo. Siempre me había imaginado cómo sería chupar una pija, pero nunca había pensado lo lindo que sería que me lamieran el culo. Me la saqué de la boca porque me daban ganas de morderle la punta. –"seguí chupando"- me dijo como cuando me manda a hacer algo en la obra. Quería meterme más en la boca, pero me daban arcadas, así que le empecé a pasar la lengua por la tronca, que quedaba fuera de la boca. Él me quiso meter un dedo en el culo, pero tiene las manos muy ásperas y me dolió. Enseguida lo sacó. Me levantó de la cintura y me sentó en su barriga, para mirarme a los ojos. Yo me le escapé resbalando, sentado, hasta la cabeza de su verga.
-"Te va a doler..."
-"No me importa, tengo muchas ganas"
-Entonces sentate vos y andá bajando despacito, hasta donde te entre.
Don Raúl me sostenía de las nalgas, para que yo fuera sentándome de a poquito en su verga. La verdad, que me dolía, pero no me raspaba, como su dedo. Esto era más lindo. Se ve que el agujero del culo se fue agrandando y al rato la tenía más de la mitad adentro.
Con sus manazas me hacía subir y bajar suavecito, como si hiciera dormir a un bebé.
Por arriba de la barba que al otro día se tenía que afeitar, le aparecieron unas gotitas de transpiración que me salpicaban cuando bufaba. Cerraba los ojos y los abría en blanco. También jadeaba, con la boca abierta y me incliné un poquito para adelante y le dejé caer un hilito de saliva adentro. Me sacó la pija , y con el culo hice un ruido como de sopapa, que me dio vergüenza, pero Don Raúl ni se enteró. Se levantó de la cama y me agarró con un brazo haciéndome upa, chupandome todo el cuello y mordiéndome las tetillas hasta que me puso la cabeza en el cuello. Yo no podía ver que hacía con la otra mano, pero por la sacudida supe que se pajeaba fuerte. Pegó un gemido que con su boca cerca de mi oreja me pareció un grito y paró en seco. Yo quería alcanzar el piso con los pies y no podía. Don Raúl se tambaleaba conmigo sentado en su brazo que tenía las venas marcadas, como cuando descarga materiales del camión. Empecé a sentir la mano que no podía ver en mi espalda, calentita, parecía que se hubiera puesto pomada y me frotaba.
Esa fue la primera vez. Me acuerdo de otras que fueron cada vez más lindas. Será porque nos queremos mucho .
Una vez, un sábado que ya hacía frío yo me había ido visitar a mi vieja. Cuando llegué a la noche, me lo encontré sentado en la mesa de la cocina con una botella de ginebra casi vacía. Nunca me enteré por qué se había empedado. Nomás entrar me empezó a buscar pelea, a decirme patasucia que sabe que es lo que más me enoja, a cargarme diciendo que estaba más blanco que chorizo en puchero, todo lo que sabe que me jode. Yo no le contestaba. Empecé a lavar los platos que estaban sucios desde el mediodía, que ni los había lavado.
-"deme el vaso, don Raúl, así dejo la cocina limpia."- le dije. Cuando se lo fui a sacar me metió un cachetazo y me dijo que me mandara a mudar. No lloré ni nada, porque de chico ya me acostumbré a aguantarme las ganas, pero me quería morir. Fui a la pieza y me armé mi bolsito. El entró y me hacía así con la mano, que me las tomara "- olivando, pendejo."- me decía. Ya era tarde y los colectivos no pasaban más. El se acostó y yo me senté en la puerta de calle, con la campera bien cerrada porque estaba empezando a caer una helada, a esperar que se hicieran las cuatro, que es cuando pasa el primer colectivo. Me quedé dormido, y no lo sentí acercarse. Me desperté con Don Raúl en pantaloncito y en cueros, durmiendo al lado mío, sobre las lajas heladas. Vaya uno a saber cuánto estuvo así. En voz baja lo empecé a despertar, no fuera cosa que nos vieran los vecinos. –"levántese don Raúl que se me va a enfermar".
Cuando abrió los ojos, se puso a llorar como una criatura. Pesaba más que las bolsas de cemento que estoy acostumbrado a hombrear, pero a los tropezones llegamos a la pieza. Lo acosté y lo empecé a friccionar para que entrara en calor. Tenía los labios azules y tiritaba, la frente le hervía; no paraba de llorar y de pedirme perdón y que no lo dejara. Traté de tranquilizarlo, le explicaba que a veces con mi hermano el Néstor nos hacíamos re cagar y nos pegábamos más fuerte.
-"Abrazame, Rubito, por lo que más quieras abrazame."
Me desvestí y me metí con él en la cama. Estaba frío y resbaloso, como un pescado que saqué una vuelta que me llevó al Tigre a pescar. De a poco se fue tranquilizando y se puso de costado, dándome la espalda. Yo nunca me lo había cogido y quería saber como era. A lo primero le metí un dedo y sentí como un tubo duro de tan rígido, pero suavecito y encremado. Don Raúl ni se movía. Pensé que se había muerto. Haciendo mucha fuerza pude ponerlo boca abajo y me trepé a su espalda. Por debajo de las cobijas llegué hasta su agujero, que era muy peludo y le pasé la lengua despacito. Le metí la pija de un solo envión y medio que se despertó, apretando los cantos. Cuando vio lo que pasaba me agarró una mano y me la empezó a besar. – "Mi guachito hermoso"- me dijo. Y se volvió a dormir. El frío me había dado ganas de hacer pis, pero no quería bajarme entonces empecé a largarle el chorrito de meo adentro y esto lo empezó a reanimar. Ese calorcito a él lo despertaba y a mí me hacía hervir las orejas. No se cuándo dejé de mear y cuándo a largar guasca, porque ya no distinguía. Lo acompañé al baño, para que largara todo y lo lavé. Esa fue la única vez que me lo cogí.
Pero la vez que más nos acordamos, tanto yo como Don Raúl, fue una que estábamos en el sillón, viendo la tele y le dije que me quería tatuar la letra "R".
–"Te tatuás y no entrás más a esta casa."
-"Pero es que quiero tener una marca que diga que yo soy suyo. Aunque sea muérdame el culo fuerte para que me quede la marca de sus dientes."
-"No señor, y se acabó"
Me levanté haciéndome el ofendido y le dije:- "Entonces me voy a buscar otro señor que quiera que sea de él y no tenga vergüenza de mí."- Se puso loco. Me agarró de un brazo y me empujó contra él; me bajó el calzoncillo y me empezó a dar unos chirlos que me hacían arder.
-"Te voy a dar marca, a vos. Te mato, antes que te vayas con otro, ¿oíste, pendejo?"
-"Pare, Don Raúl, lo decía en broma... Yo lo quiero a usted..."- trataba de calmarlo, pero se ponía peor. Me tiró en el sillón y me encajó un mordiscón en la nalga izquierda, que sentí que se me dormía la pierna. Grité contra el respaldo y me levantó del pelo. Me aterroricé al verle la boca ensangrentada y temblando. Aprovechó que yo abría la boca para gritar y me hizo que le chupara la pija. Me tenía arrodillado frente a él que se había sentado. Con una mano me sujetaba la nuca contra su ingle y la otra la llevó hasta mi culo, donde me enterró dos dedos con esa piel de lija de grano grueso que tiene, que sabe que me lastima y no me gusta.
Abrí más la boca para gritar y me empujó la pija hasta la garganta. Me quedaba sin aire, sentía que me iba a desmayar y ahí nomás me encajó otro dedo. Antes de desmayarme sentí el guascazo de él en las amígdalas. Me desperté en la ducha, con Don Raúl que estaba asustadísimo, zamarreándome y diciendo:-"rubito, volvé, volvé guachito."
Digo que esa es la vez que más nos acordamos, porque hasta ahora, la marca de sus dientes nunca se me fue.

Alberto Passolini es artista plàstico y escribe en publicaciones especializadas sobre arte contemporàneo. Reside en Buenos Aires.

                         
 

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   Reseñas

Troya, papel y despuès / Mario Ortiz

El Carrito de Eneas, Daniel Samoilovich, Bajo la luna nueva, Rosario, 2003

Hay una extensa teorización acerca de la parodia como procedimiento estético y su función en la serie literaria. De un modo explícito, "El Carrito de Eneas" se monta sobre ella, en este caso a partir de dos de los momentos más descriptivos de La Ilíada: el catálogo de las naves y el escudo de Aquiles. Buenos Aires es una Troya devastada por la guerra, y por sus ruinas deambulan los mitológicos héroes griegos y troyanos, pero también Hernán Cortés, Mao y Stalin entre otros, todos los cuales se han vuelto cartoneros. El efecto primero producido por este contraste es de comicidad, como cuando Borges - reflexionando sobre el costado conservador y autoritario de Quevedo - concluye que de haber vivido en el siglo XX el poeta barroco hubiera sido peronista.

En el carrito que Venus le regala a su hijo Eneas, Vulcano forjó diversas escenas de este Buenos Aires arrasado, como así también los elogios alegóricos del papel, el vidrio y la lata, los desperdicios más codiciados para su venta. Entonces aquí es donde, pasado ese primer momento de sorpresa, el texto se va complejizando en una serie de envíos y reenvíos entre el plano puramente anecdótico y el espesor ideológico en su efectuación verbal. La parodia agrega aquí un nuevo capítulo a las teorizaciones ya conocidas al proponerse no sólo como burla sino como "reciclado": el lenguaje o texto que se devalúa vuelve a su materialidad más concreta de ser papel que, luego de vendido y reciclado, es soporte de nuevos textos, y así sucesivamente. Los deshechos imponen su lógica, y entonces el lenguaje y sus respectivos y contenidos semánticos entran en un estado de fluidez, de sucesivas reencarnaciones de una posibilidad combinatoria virtualmente infinita y aleatoria:

irse y retornar eternamente

hoy en las grandes helvéticas

de la crónica roja, mañana como diccionario de rimas,

pasado como envase de yogurt,

.....

¡Ah, después ser la obra

del arduo estagirita, la enjundiosa

introspección del obispo de Hipona,

encontrar la calma naranja

del papel milimetrado! (pág. 43)

Aquí creo encontrar un interesante punto de tensión: es posible hacer una lectura moral, en cierto modo pedida por el propio texto al verificar que en este proceso se juntan lo alto y lo bajo "verdades y mentiras / y cómo unas y otras se igualan, y tornan / a nacer bajo otra forma, sin cuajar / en ninguna..." (loc.cit.) Pero al mismo tiempo la voz del poema nos advierte que cuando un cartonero destroza un libro de poemas con influencias lacanianas u otro de Umberto Eco que acertó a encontrar en el tacho, no lo hace como manifestación de un juicio literario (como en el capítulo del cura de don Quijote), sino para separar el cartoné satinado del papel, ya que así vale más. Al lado de los saberes letrados hay otro saber que puede distinguir el valor de cada residuo. Y después de todo, en cada momento el hombre recicla los materiales artísticos de acuerdo a sus particulares necesidades históricas y sin pacatos respetos por la tradición: el cielito romántico del siglo XVIII se convierte en cielito militante y revolucionario luego de 1810; la cumbia romántica se volvió cumbia villera; los bailanteros muertos trágicamente suben al paraíso de los santos y, a la inversa, los héroes grecorromanos bajan a los tachos de basura como en este texto donde también se entreveran y contaminan los distintos niveles de lenguaje: la jerga poética de los clásicos (o al menos sus traducciones en español arcaico) y la de la calle:

Fue voluntad divina que Troya palmara

trayendo igual desgracia a sitiadores y sitiados

tanto que ahora no sabemos quién era quién

y allá está lo que queda: batería, madera, trapos... (pág. 16)

Claro, no me resulta inocente o mero recurso cómico que se traten precisamente de los héroes griegos quienes cirujeen. Lo que que queda son los restos de la ciudad que alguna vez se creyó con orgullo algo así como la Atenas del Plata, una prolongación de Europa de espaldas a su ubicación latinoamericana. Daniel Moyano dijo que, contrariamente a Buenos Aires, La Rioja por su atraso colonial y su pobreza era una región más bien perteneciente ve a Latinoamérica. Después de diez años de menemato, todo el país es La Rioja.

Lo que nos queda son los restos del consumo de la "alta cultura" como bien suntuario o religión laica para espíritus sensibles, del 1 a 1 y del 0 Km. en cuotas. Restos de un sueño secular, inducido más tarde por convertibilidades alucinógenas. Restos del "viaje" (al primer mundo), o sea, resaca.

Estalla también la ironía amarga como en "Cambalache". Pero mientras en Discépolo hay más bien la idea de un desorden - el viejo tópico medieval de "el mundo al revés" - y un reclamo a medias explícito por alguien que vuelva a poner las cosas en su lugar (que el burro no sea igual que el gran profesor), en el texto de Samoilovich lo que domina es la imagen de la destrucción final, de basura ("comida chatarra", "contratos basura"). En el clímax de la cínica amargura la voz del que describe la ciudad proclama al final del libro: "El futuro es lo que más rápido envejece / dejando una plétora de residuos excelentes" (pág. 56)

Extraña virtud la de este libro: nos obliga a volver a mirar y pensar la ciudad, la polis, y por eso es un texto plenamente político. Pero lo interesante es que esos contenidos políticomorales no se dan mediante una simplista apelación a una realidad compartida por todos, sino a partir de un trabajo sobre el lenguaje y la tradición literaria. Y este es un pensamiento central en nuestros poetas políticos argentinos (Lamborghini, por citar uno de los más cercanos): todo poema verdaderamente político debe ser, por eso mismo, verdaderamente literario.

                             
                           
 

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 El carrito de Eneas / Daniel Samoilovich, Bajo la luna nueva, Rosario, 2003

   
       

Héroes y naciones cartoneras


Mira bien Marforio, allí lo tienes,
Aquiles exhausto, mas vigilante, y a su lado,
en el cordón sentados, taciturnos,
Ho Chi Minh, Mao y Lao Tsé, sin que siquiera
una cerveza los anime. Exhalan apenas
al azar, una que otra palabra,
palabras que desde aquí no llegamos
a percibir, y que, probablemente,
tampoco ellos escuchan, apagadas
que quedan por el aire turbio, húmedo.
Mira, mira bien en la niebla
se distinguen los rostros de los héroes:
Agamenón, con una bolsa negra
erizada de vidrios, Héctor
con sus envases de plástico aplastados, Casandra,
que fue princesa entre los teucros, ahora
especialista en todo género de latas,
excepto de aceite, a esas
no las quiere nadie. Aquel otro
que ahí ves con un carrito de supermercado
rajando con su espada unas bolsas verdes, ese
es Hernán Cortés, Marqués del Valle de México;
ese otro que trae en el volquete
tres coronas de plata en campo azul, ese
no es otro que el gran Stalin, también llamado
"Acero" o bien "Martillo", que tanta
gloria hallara en los saqueos de diciembre; el otro,
el de los miembros giganteos
que está a su derecha mano, con un buzo negro
ornado de tres rayas en las mangas,
excelente falsificación de los buzos Adidas de Hong-Kong
realizada también en Hong-Kong, ese
es el nunca medroso Menelao,
ayer nomás el rey entre los griegos.
Vuelve, Marforio, los ojos a estotra parte
y verás una entera familia de gentes
nacidas en el Chaco, tan blancas como crueles,
descendientes de los salvajes germanos
que se untan el pelo con manteca rancia.
Mira, los hay de todas las naciones:
esos que juntan hierro, cual tácito
homenaje a su sangre goda; númidas de Chile,
dudosos en sus promesas; obsequiosos
paraguayos, de modales jesuíticos y preferencia
por las pequeñas monedas extraviadas
y aun talento para lograr que se extravíen;
colombianos cordiales.
Esos de allí, los de cetrina frente
y cejas prontas al enojo y la venganza,
llevan itálicos nombres y fueron,
soldados marsios, de los más valientes
y mejores ciudadanos de Roma, esclavos luego
del invasor ostrogodo, más tarde míseros
campesinos calabreses, migrantes a América,
exitosos pequeños industriales, con hijos dentistas,
¡y aquí los tienes ahora, buscando dentaduras
postizas entre medio la basura!
Esotros, taciturnos y taimados,
fueron súbditos no del todo leales
de los Incas del Cuzco, cada tanto levantaron
un eléctrico pucará en las fronteras
igual que ahora alzan pircas de cartón,
aunque éstas más endebles, negociables.
¡Y mira, allí, aquellos
fueron gitanos, hunos afincados en Europa,
y tal vez aún lo sean, sólo que ahora
han perdido sus rasgos específicos
desde que todos gitanean! ¡Mil años
de historia perderse en un instante, por culpa
de una súbita generalización
de las propias mañas y costumbres!
¿Y aquellos dos que sobre una frágil litera
traen a cuestas un inodoro patizambo?
¡Has de creer que esos fieros hermanos,
son los propios Dioscuros, Cástor y Pólux,
y al menos uno de ellos compartió el huevo
del que nació la blanca Elena!
Mas no cedas, Marforio,
a la tentación de llorar su suerte.
Fue voluntad divina que Troya palmara
trayendo igual desgracia a sitiadores y sitiados
tanto que ahora no sabemos quién era quién
y allí está lo que queda: baterías, madera, trapos,
una estrella de mar con sus cinco tentáculos intactos
que tardamos algo en identificar
como la pata de una silla de oficina
preparada para desplazarse en los cinco destinos
que las oficinas suelen tener, pero ahora
detenida para siempre, para siempre apartada del asiento
que soportaba, negra y hosca ahora, inútiles
ahora sus ruedas y sin embargo
orgullosa, armada; mira, mira, miríadas, Marforio
de restos del big bang, hasta donde la vista alcanza:
restos de loza y vidrio, sebo de velas,
gafas con mero un cristal, restos
de gabanes, jubones, guanteletes,
puchos que a veces y por milagro arden,
pedazos de una tabla de esquí acuático
mordida por los tiburones, partida por un tsunami,
jirones de un planeta con tan otras preocupaciones,
tapitas de botellas, anillos de latas,
y sobre todo
el príncipe de los desechos hogareños,
comerciales e industriales: el papel.

                           
 

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El torero en la avenida / Fernando Molle

     
       

El libro de la locura. Raúl Gómez Jattín, Colección de la Casa de la Poesía, Buenos Aires, 2002.

"Se vestía de pordiosero para que nadie truncara su libertad". "Raúl era un híbrido, era teatro y era hombre". "Raúl vivió con las vísceras afuera, no decía las cosas metafóricamente sino que te las arrojaba al cuerpo". "Era un aristócrata de finos gestos y modales que por haberse dedicado a la poesía vivió de la limosna". La novela oral de amigos y conocidos atestigua la leyenda de Raúl Gómez Jattín: el poeta pordiosero, el "marihuano conocido", el intratable, el zoofílico polimorfo amante de burritas y gallinas, el que se acostaba en el parque y amanecía en la comisaría, el de las temporadas en los psiquiátricos. Nacido en Cartagena en 1945, Gómez Jattín pasó su infancia asmática en Cereté, que abandonó años después para volver a Cartagena, aunque en su poesía siguieron zumbando las experiencias pueblerinas. A partir de Poemas (1980) da a conocer una lírica de aires adánicos, de pureza y frescura withmanianas. El Tríptico Cereteano (1988) expone ese yo teatralizado y protagónico, de un sentimentalismo a flor de piel que no empastaba sino que potenciaba a una lírica al paso, circunstancial. Al lirismo confesional, le agrega un tono conversado y una escenografía prosaica, atributos ya asentados en la poesía colombiana posnadaísta.
Su esquizofrenia declarada y florecida lo ubicó de entrada en un espacio de pura libertad, ajeno a cualquier compromiso civil y domiciliado en sus últimos años en parques y plazas. Su prontuario policial semanalmente renovado y sus internamientos cíclicos ("de cada ida al Hospital Psiquiátrico salía un libro nuevo") atestiguan el precio que le costó su indiferencia por los lineamientos que la realidad urbana impone (la laboriosidad, la higiene, el pudor). A su vez, esto le regaló la distancia vivencial para medir el absurdo y la arbitrariedad de tales costumbres. Pese a este perfil de desclasado de la polis, tal como ocurrió en cierta forma con Fijman, no hay en la obra de Gómez Jattín ni exaltación del malditismo ni la búsqueda del castigo social para obtener algún aura de sublimidad para su locura. Todo lo contrario: su última poesía expone una angustia y una tristeza continuas ante la soledad, el rechazo de los otros y la decadencia del cuerpo.
Sobran las anécdotas del poeta loco de Cartagena. La más notable de ellas fue la última: en mayo de 1997 Raúl Gómez Jattín fue atropellado por un "carro fantasma", que se dio a la fuga. El hecho -cubierto por todos los medios de Cartagena, donde el poeta ya era famoso- dio pie a especulaciones de suicidio, aún sin resolver. (Hubo otra versión de su muerte: al parecer, Raúl a veces se divertía toreando a los autos).
Esa breve obra maestra que es El libro de la locura, uno de sus últimos libros, supone un momento diferente de su obra. Aquí, los mecanismos de su enfermedad aparecen funcionando explícitamente. Se trata de un teatro de voces, cuyo tablado es el cerebro del poeta. Tendido en la acera, con la mano derecha como almohada, varias voces entrecomilladas visitan al vagabundo: brujos blancos y negros, Jesucristo, Satanás, y otros monstruos que llevan su sangre: su madre, su padre y sus hermanos. Ajeno a cualquier tematización idealizante de la locura, Gómez Jattín orquesta la nitidez de la virtualidad alucinatoria: "Es verdad que tú me hablas o estoy loco? Ambas cosas. Son dos verdades unánimes" le contestan al que se contesta. Las "dos verdades", delirio y realidad, conviven y se interinfluyen sin contradecirse; se sabe que lo alucinado es lo real del loco. Y las noticias que recibe nunca son buenas. Todo lo que afirman las voces le es adverso: una madre caníbal que lo vende al diablo, una hermana bruja que lo martiriza y le informa "Cada dolor tuyo nos contagiará / de un inmensa felicidad". Un Cristo socio de Satanás, que desea y ordena sufrimiento eterno. Brujos negros que, divertidos, castran con escalpelos, feminizando a la fuerza a este Schreber impotente, que fue cuidado "como a una mujercita" por su madre "para cuando llegara la hora -¡y ha llegado!- no opusieras ninguna resistencia". Paranoia que se duplica, por afuera de los límites psíquicos, en el espacio de la ciudad, escenificado en un continuo narrativo que hilvana los poemas. La realidad ocurre a la intemperie, entre bancos de plaza y bares donde no se puede entrar, donde todos saludan con un rechazo.
El libro de la locura arroja una ecuación: las voces, para existir, exigen la humillación del que escucha. Tal como los orígenes de la ley en el onirismo kafkiano, esta polaridad es inconmovible, fuera de toda elucidación y discusión. El ensañamiento de los victimarios es porque sí, obedece a un principio vital, a un darwinismo impenetrable. El sufrimiento ("eterno") del poeta-víctima es el maná de las voces: "Tu pena es nuestra alegría".
Novela familiar, autopsicografía, teatro íntimo, El libro de la locura nos queda como el legado del poeta de Cereté. Una guerra mental perdida desde el vamos, una obra indeleble y terminal.

                         
 

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El libro de la locura / Raùl Gòmez Jattìn

     
       

Despertarse súbitamente al filo de la madrugada
y sentir al diablo en un rincón del cuarto
Erizarse de los vellos de brazos y piernas
de auténtico pavor
Oír en medio del cerebro:
"Somos los brujos negros Estás embrujado"
Oír a los brujos blancos: "Aféitate
las cejas el bigote y el cráneo
Apúrate No hay tiempo sólo
unos minutos para hacerlo"

Enciende el bombillo y toma la afeitadora
y rápido tala los pelos de la cara
antes que amanezca
Cuando termina oye la voz vibrante de su madre:
"Hijo ¿cómo amaneciste?"
Los brujos blancos hablan en el silencio de su cerebro
"No respondas: ella es la culpable"
Silencio


Entra al baño que queda entre su cuarto y el de la
madre
y canta gritando canciones de amor
Canta para matar a la madre
de un infarto al corazón
Esto se lo aconsejan los brujos blancos
Canta casi por media hora y la madre no muere

El agua inunda el baño y entra en los cuartos vecinos
Silencio
"Hijo deja ya de cantar Cierra la llave del agua"
dice la madre desde la sala
No responde
Se asoma a la sala y ve a la madre salir
Desnudo va hasta la puerta
y mira a la madre entrar a la casa de enfrente
¡No ha podido matarla con canciones de amor!

El olor brota de su cuerpo Huele a infierno
En el cerebro la voz de los brujos blancos:
"Hueles a serpiente cascabel Te han echado
su veneno en el café"
Es un olor de muerte Huele a diablo
"Échate perfume en la cabeza rapada"
dice la voz lo hace
Pasa por un momento el olor pestífero
"Preparémonos para morir valientemente"
piensa él mas la muerte no llega


Harto de maíz se refugia en unas ruinas Llueve
Mira sus manos sucias con asco
Un hombre humilde le entrega ropa limpia:
"Aquí le manda su señora madre"
Una camisa de lujo y un pantalón de fino algodón
Se baña sin jabón junto a un muro
Casi limpio espera que el viento lo seque
El hombre le entrega una pequeña moneda de cobre
Se viste con trabajo la nueva ropa
El hombre le dice: "Que no fume demasiado haschis"
pues le hace daño "Que mendigue con dignidad"

La ciudad vestida de luz lo espera y llama
Esa ropa lujosa mañana estará sucia y hedionda

                         
 

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Vidrieras astilladas / Flora Süssekind, Corregidor, Buenos Aires, 2003

Recién salido del horno, este libro, que viene a engrosar la colección Vereda Brasil que dirige Gonzalo Aguilar, reúne una serie de artículos de esta joven crítica brasilera. Se recomienda altamente la lectura del libro completo; como muestra transcribimos el presente artículo :

Poesía y medios / Flora Süssekind

En un poema de 1984, " 2V vía", Augusto de Campos al distinguir dioses y poetas hace uso de una analogía suavemente irónica y algo sorprendente a los ojos de un lector actual. Asocia el poeta a un personaje que ahora es una especie de resto arqueológico pero que era bastante popular a principios del siglo XX, cuando la publicidad recién comenzaba a ganar terreno en un país obstinado en un proyecto de modernización acelerada. Se trata del hombre-sandwich, este cartel publicitario animado del cambio de siglo, esta reliquia cada vez más rara, con la que algún transeúnte apresurado quizás pueda encontrarse por casualidad aún hoy.

Y es justamente a este personaje que el texto de Augusto presenta como un casi doble de los poetas invocados enseguida en el primer verso: "poetas / basta de poesía / a los dioses ambrosía / a nosotros 2a vía / sólo cabe a hombres-sandwich / anunciar lo que avisan / la vida es kitsch / y ellos no hacen bis". Esta es, sin duda, apenas una de las posibles lecturas del texto. Quizás la más literal. Quedémonos con ella, sin embargo. Y, observando exclusivamente la analogía, es posible preguntar, por ejemplo, por qué actualmente, en plena sociedad del espectáculo, cuando las relaciones entre arte y tecnología, arte y publicidad, se estrecharon extraordinariamente, la asociación de la figura del poeta con la del hombre-sandwich es casi cariñosa, al contrario de lo que sucedía a comienzos de siglo, cuando no sólo eran tipos rnás comunes, sino cuando también todavía andaban gateando la industrialización y los procesos modernos de propaganda. A1 contrario de lo que sucede, por ejemplo, en una novela como O Ateneu (El Ateneo), de Raúl Pompéia, en donde la identidad misma de su narrador se constituye en oposición a la figura de Aristarco, dueño del colegio "Ateneo", descripto exactamente como un "genio del anuncio", "un hombre-sandwich de la educación nacional".

En 1888, pues, un hombre-sandwich todavía sorprende. Y nada más apartado de un hombre de letras, a los ojos de Raul Pompéia, que él. Por eso es contra él, es sobre sus escombros que se desarrolla la narración de su novela y que Serginho, el narrador, define su propio perfil. Como si literatura y aviso publicitario, subjetividad y publicidad, fueran enemigos irreconciliables. Cosa que, dos décadas después de la publicación en folletines de O Ateneu en la Gazeta de Notícias, cambiaría completamente.

En medio del nuevo orden republicano, las primeras décadas del siglo XX están marcadas, al menos en los más grandes centros cosmopolitas del país, por la remodelación urbana, por una aceleración vertiginosa del ritmo de vida, por el impulso de la industrialización y por enriquecimientos y empobrecimientos entre gallos y medianoche. Y, desde el punto de vista específico de la prensa, por el abaratamiento de los costos de edición, por la introducción de nuevas técnicas de impresión, por la difusión de las revistas mundanas ilustradas y por la fijación del hábito de la lectura cotidiana de los diarios en las clases letradas. Los diarios pasarían, entonces, a dictar moda y a servir como polo de atracción, empleo posible para un buen número de escritores, además de un eficiente vehículo de propaganda de los más variados productos. De esa manera, en la misma época en que el dandy y el smart se convierten en personajes más y más frecuentes del paisaje urbano, ganan contornos más definidos figuras también relativamente nuevas, como las del poeta-cronista y el poeta con aspecto de hombre-sandwich. En el primer caso es ejemplar un escritor como Artur Azevedo que, con el seudónimo de Gavroche, acompañaba en versos el día a día carioca del cambio de siglo. En cuanto al segundo tipo, en él calzan como un guante figuras como Olavo Bilac y Emílio de Menezes.

Porque, teniendo en cuenta la profesionalización a la que se somete entonces el escritor y la creciente moda de anuncios, carteles y avisos, la semejanza con un hombre-sandwich deja de ser algo esporádico o sólo un privilegio de personajes "mal mirados" como el Aristarco de O Ateneu. En la versión brasileña de la belle époque, el sujeto no siempre se constituye en oposición al hombre-anuncio, como en la novela de Raul Pompéia. La literatura más popular del período se escribe precisamente en diálogo con las fluctuaciones de la moda, de la modernización y de la publicidad y con las nuevas técnicas de impresión y ampliación del público lector. No es de extrañar, por lo tanto, que para coronar ese alegre enlace entre el poeta y la vida moderna, haya surgido un nuevo género en la prensa: la propaganda rimada. Y que, con él, el poeta haya vestido sin mayores pudores los trajes, puestos antes a un costado con embarazo por Pompéia, del hombre-sandwich.

Típicos de esta época son el anuncio en versos escrito por Olavo Bilac, con el seudónimo de Puck, para la confitería Colombo, o los versitos de propaganda firmados irónicamente con el nombre de "Gabriel D'Anuncio" por Emílio de Menezes. Verdaderamente ejemplar es su propa-anda del jarabe Bromil publicada en D. Quixote (Don Quijote) en agosto de 1917. El título ya es significativo: "Un milagro'. Y el poema comienza invocando a la Lira. casi con miedo, pero con una justificación: "Como todo lo que existe cabe en rima. / Bien cabe un certificado en un soneto / Por eso, la idea que hoy aquí me anima. / En estos catorce versos le someto". Si todo cabe en rima, también el frasco de Bromil: "A la horrible tos que me puso febril. / Di fin, usando apenas la mitad / De un milagroso frasco de Bromil". Y, aún reduciendo el poema a una forma mas que conocida (el soneto), sin el menor atisbo de alguna innovación formal, los anunciantes Daudt & Lagunilla todavía se veían en la obligación de agregar un texto en prosa a guisa de explicación: "Los poetas son los mensajeros de las verdades bellas. Emílio de Menezes, con su astro generoso, consagra un concepto indiscutible y socorre a los desconsolados de la salud, enseñándoles el remedio. Es el poder revelador de una bella verdad que, en prosa, se traduce así: Bromil cura todas las enfermedades del pecho, tales corno bronquitis, coqueluche, resfriados y asma".

Habanos, cervecerías, sastres y cigarrillos, cualquier cosa es asunto para un aviso rimado y para esa combinación de poeta y cartel ambulante. Por otro lado, empieza a aumentar la exigencia de que quepa igualmente en rima una dicción más prosaica y el registro detallado del día a día como se hacía en la prensa diaria: éste es el papel de un poeta-cronista como "Gavroche". Se trata, además, de un papel bastante conocido para cualquier lector actual, para cualquiera que haya acompañado un poco la trayectoria de Carlos Drummond de Andrade, por ejemplo, en sus crónicas periodísticas.

Sólo que entre Gavroche y Joáo Brandáo son muchas las diferencias. Sobre todo en lo que se refiere a las relaciones entre la crónica y el propio diario. "El diario que ahí reposa, miente", avisa el poema "Contemplación en el banco" de Claro enigma. Drummond cronista se permitió muchas veces poner en jaque a la propia ideología de la objetividad periodística desde adentro mismo de las páginas de un diario. Y, después de la publicación de una foto de Greta Garbo, muy vieja, en una playa vacía, se preguntaba en "El comercio de la privacidad":

¿Pero ésta es la vieja Garbo, semidesnuda

así en la playa, lamentablemente?

No. El retrato, en que la maldad se agita,

es del alma del fotógrafo, solamente.

El documento fotográfico necesita del deseo realista del lector. Y Drummond, con astuta ironía de cronista, no sólo lo niega, sino que estimula a su público a ponerse en guardia y a percibir al periodismo corno un tipo de lenguaje con características peculiares y una "producción literaria" de la verdad como en otros géneros de discurso.

En ese sentido, hubo dos crónicas de Drummond, hoy bastante conocidas y publicadas originalmente en el Correio da Manhá, capaces de desautomatizar un poco los hábitos diarios de un lector de periódico. Se trata de "Garbo: Novedades", en donde con apariencia de veracidad, hablaba de un viaje de Greta Garbo, de incógnito, a Belo Horizonte, del cual habría únicamente tres testigos (uno de ellos, el cronista); y de "Un sueño modesto', en donde, frente a la repercusión del texto anterior, Drummond se veía obligado a explicarlo y a resaltar la ficcionalidad de la crónica y el hecho de que "los sueños sueños son". Una broma con la propia idea de "hecho" que trata de desarrollar una recepción más crítica en los lectores. Un empleo estratégico de la crónica corno un espacio en donde se comienza y a veces se critica al resto del diario. Cosa que pocos cronistas, más allá de Drummond o de Machado de Assis (y es fantástica su crónica del 31 de enero de 1897 contra la persecución a António Conselheiro en A semana (La semana), por ejemplo), se han mostrado aptos para hacer, en general limitándose a volver a narrar noticias ya divulgadas, pero con un tono más moralizante o humorístico. Y con mayor obsecuencia a las reglas de redacción del propio vehículo o a las expectativas de la masa de lectores.

Porque a veces los media se muestran tan seductores, pero tan seductores, que se hace difícil mantener un diálogo más crítico con ellos. No se trata evidentemente de proponer duelos. Fue desde el interior del diario que Drummond algunas veces logró tensionar de manera eficiente su lenguaje. Como fue desde una emisora de radio que Orson Welles, H.G. Wells en mano, sembró el pánico en sus oyentes radiofónicos frente a una ficticia invasión de la tierra. Fue también a fines del los años 50, en pleno optimismo desarrollista, que se inició uno de los diálogos rnás provechosos entre poesía, tecnología y espectáculo en Brasil. Porque, sin temor a mirar de frente a la publicidad, los carteles luminosos y la televisión fueron los poetas concretos paulistas quienes, en el cambio de la década, redefinieron el libro en cuanto objeto, procuraron modificar la mirada del lector de poesía, ahora también espectador del poema. Y trabajaron y recrearon logotipos, objetos industriales, recursos de los media. A veces comercialmente incluso. El nombre Lubrax, por ejemplo, como se sabe, es creación de Décio Pignatari. Las marcas de "Mobília Contemporánea", del "Centro de Coleccionistas de Arte" de la "Galería Seta" fueron ideadas por Willys de Castro y Hércules Barsotti. Pero lo mejor realmente es el trabajo de desmontaje y collage de slogans o logotipos, como el que hizo Décio Pignatari con Coca-Cola en 1957, o como hizo Augusto de Campos con la semántica de las siglas en "SS" (1964), con un recorte pop de "palabritas chic" en "O anti-ruido" (El anti-ruido, 1964), o con los slogans o titulares de diario en "Psiu" (1966). Cupo a los concretos también, en especial a Agusto de Campos, en ese cuerpo a cuerpo con los procedimientos característicos de la industria cultural, la percepción, entre otras cosas, del hábil golpe espectacular contra la espectacularización de la sociedad brasileña -incentivada sobre todo a través de la televisión por parte de los gobiernos militares- que era el Tropicalismo, que es el uso crítico de los propios recursos de los media.

En ese sentido se ha mostrado extremadamente inteligente en las tres últimas décadas el aprovechamiento que hicieron los "concretos" de los suplementos literarios de la prensa diaria (del "Suplemento Dominical" del Jornal do Brasil al "Folhetim" de la Fo1ha de Sao Paulo). Sea para la divulgación de poetas o de artistas menos conocidos por un público más amplio por la vía de la prensa, sea para la realización de poemas gráficamente inusitados, aprovechando al máximo los recursos tipográficos de un diario. Cosa que raramente se hace, inclusive en las pocas ocasiones en que se divulga poesía por televisión. En general, impera la linealidad. Un embalaje de fácil digestión (como el soneto de Emílio de Menezes que anunciaba el Bromil), para reduplicar imágenes (como las de una carrera de automóviles, por ejemplo), glorificar héroes (basta con recordar los panegíricos a Tancredo Neves cuando murió) y no tensionar en absoluto el vehículo que lo transmite. Esto es lo que generalmente se ve. Poca cosa que recuerde a Macalé masticando pétalos de rosas en un festival de música popular, a Caetano Veloso de espaldas al público de la Record o a José Celso Martínez Correa desestructurando completamente el programa "Canal libre", todavía con Roberto d'Avila al frente.

Cuando recibe el imprimatur de la TV, la poesía de tan domesticada se vuelve incapaz de mortificar por mínimamente que sea la recepción habitual. Y, de cualquier manera, el vehículo suele alertar con comillas literarias en el video, con locución exageradamente emocionada (marcando bien que lo que se lee es "Cultura"), o con una hábil preferencia por textos francamente convencionales. Es igualmente así que se seleccionan las obras pasibles de adaptación en series y novelas. Y es por eso que el aumento de ventas de novelas, motivado por su versión televisiva no puede impresionar. Es necesario preguntarse primero qué novelas son estas que la Casa de Criacáo de la Globo selecciona o que TVS se interesa por exhibir. En el caso de la Globo, y sobre todo después de que se lanzó de forma más aguerrida en el mercado europeo, la receta es más que obvia: la obsesión por el regionalismo (ver Tenda dos milagres (Tienda de los milagros) y su acento bahiano, O tempo e o vento (El tiempo y el viento) con colores sureños y el propio Guimaráes Rosa probablemente como representante del mineirismo) y por una imagen de "Brasil brasileño" para que la clase media carioca y paulista y los extranjeros vean. Y, en general, poca, muy poca poesía. Incluso la adaptación de Morte e vida severina (Muerte y vida severina), de Joáo Cabral, sirvió para los mismos propósitos: "Retrato del Nordeste". Y el texto que no se pretenda retrato parece quedar fuera. Porque el vehículo, conservador, no parece nada interesado en explorar los propios recursos técnicos en otras direcciones. Cuanto mucho, se divisa lo que se podría haber hecho en una u otra apertura de Hans Donner y Ricardo Nauenberg. 1

En cuanto a la radio, es impactante la falta de osadía. Los momentos "poéticos" solían quedar por cuenta de alguna discutible versión de letra de música extranjera, enunciada de modo lacrimógeno y lleno de exclamaciones de júbilo ("Lindo, ¿no?") por disc jockeys de poco vuelo. O, bien, por cuenta de mensajes de final de la noche de algún oyente a la novia, a veces con un fragmento de poema acompañado del pedido musical. Y nada más que eso. Por lo demás, los momentos de mayor creatividad verbal de la radio brasileña siguen vinculados a la sonoplastia de las antiguas radionovelas y a las transmisiones y programas deportivos. Son ellos, incluso, los que sirven de lema para una de las retomadas poéticas más inteligentes de los media realizadas en los últimos años. Es el caso del Almanach sportivo (1981) de Joáo Padilha y Zuca Sardana. Allí, extrañas exhibiciones atléticas se hacen acompañar por irónicas glosas del lenguaje radiofónico y

de la eficiencia de la televisión. Los diseños ingenuos deliberadamente remiten, por el contrario, a la tecnología de las propagandas audiovisuales. Es excelente, por ejemplo, un fragmento de la entrevista radiofónica en donde nada, literalmente nada, es dicho. "Cordiales Buenas Tardes. Para empezar, quiero decir que no tengo palabras, me faltan inclusive sujeto, verbo y predicado para expresar y, por qué no decir...", comienza uno de los interlocutores. "¿....Expresar, doctor?", indaga el periodista Zuca. Dr. Palhares: "...Expresar..." Y, sin más, el locutor se despide: "Acabamos de escuchar la palabra del Doctor Walter Ufanoso Palhares y para continuar nuestro trabajo,

volvemos a la cabina con la voz de Jota Parilha, el locutor que habla y no gasta pila, al frente del Comando". Aún mejor que esta entrevista es la propaganda de la "Cerveza Boa Viagem" (Cerveza Buen Viaje), "el resto es puro paisaje". Rimas adrede obvias, diseños simplificados, Carlos Saldanha liquida de un tiro certero logotipos y slogans en una página titulada justamente "Logotipos para una efemérides que sale por abajo" y en la cual no hay siglas o imágenes reductoras, sino los contornos de un vídeo con escenas comunes impresas. Logotipos que no son logotipos, entrevistas en las que no se dice nada, collages críticos de las transmisiones de radio y TV.

A veces hasta es posible, por descuido, escuchar a Caetano Veloso en "Verdura", de su disco Outras palavras y con texto de Paulo Leminski, en alguna emisora radial.

Y el juego rápido, la poesía de un minuto de la canción, bordeando el silencio, es casi una interferencia en la programación habitual. Lo mismo sucede con "Língua" de Caetano Veloso, incluida en Veló. Nada que recuerde, sin embargo, a Luciano Berio en 1968 retomando a Beckett o los mesostics y los juegos con la voz y la desarticulación verbal de un John Cage. No se tiene ni siquiera el coraje de dejar rodar pura y simplemente en una radio la bellísimas grabaciones que hizo Caetano Veloso de los poemas de Augusto de Campos: "días, dias, dias" y "o pulsar" (esta última también de Veló). Sería un verdadero corte en la modorra auditiva del oyente de radio. Acostumbrado a tener de "poético" apenas lo que los antiguos integrantes de la generación mimeógrafo, y ahora obedientísimos al consumo, le ofrecen. En general "Menina veneno" y correlatos. Con menos frecuencia el grupo Os titás y Go back, de Torquato Neto.

Y más interesado en la interferencia que en acondicionar, es que se puede considerar el trabajo astutísimo de un Valéncio Xavier con los diarios de 1918 en O mez da Grippe (1981) o de un Glauco Mattoso, por ejemplo. Son de él el jornal do brabril y la revista de domingo, parodias evidentes del Jornal do Brasil.. "Yo parto del principio de que soy un plagiario, y no respeto la propiedad intelectual de nadie. Poco importa si la idea es mía o de otro. Yo pongo mi nombre debajo de cosas que no son mías y pongo el nombre de otras personas en cosas que son mías", explicó Glauco a la revista Remate de Males de la Unicamp. Es así que redacta sus diarios, solo con frente y reverso, en columnas como las del diario y "encabezados compuestos por puntitos hechos com la "o" minúscula de la máquina de escribir". Siempre tematizando de manera inteligente el medio intelectual brasileño, la idea de noticia y la noción de autoría. Y observando de cerca, para desmontarlos después, los procedimientos característicos de la gran prensa.

Si, a fines de los años 50, con el concretismo, y a fines de los años 60, con el Tropicalismo, novelas como PanAmérica, de José Agripino de Paula, y proyecciones como la de una estrofa de Mário Faustino en plena Terra em transe de Glauber Rocha, las relaciones entre literatura y media se estrecharon con resultados especialmente inteligentes, en esta mitad de la década, ante la inmersión generalizada (incluso de ex alternativos) en la industria cultural, parece necesaria una nueva reflexión táctica. No con vistas al abandono puro y simple de los media o algo semejante sino, por lo menos, para tensionarlos un poco. Para que se busque una mirada más crítica. En ese sentido es que Régis Bonvicino, un poeta que trabaja en general con la marca, los emblemas de la publicidad, se volcó recientemente a los trabajos del 50 de los concretos. Y erigió, por ejemplo, su tótem basado en el beba coca-cola de Décio Pignatari. Retomada crítica de uno de los momentos en que la poesía se permitió tocar sin pudor la publicidad, la tecnología. Toques mágicos más o menos críticos que fueron objeto de exposición en el Museo de Arte Contemporánea de la USP, en ocasión del 2° Congresso Brasileiro de Semiótica.

Y es ante esa expansión del mundo de la propaganda y de la tecnología que Augusto de Campos se refiere al poeta de "2a vía", como un antiguo hombre-sandwchich que se relaciona, quiera o no, con este universo. Y con el cual tal vez podría, a veces, intercambiar de posición. Y, con los ojos en los ojos, pasar de seducido a seductor.

1 Artistas que trabajaron en la televisión brasileña y transformaron su imagen durante los años setenta sobre todo en los logos y en las presentaciones o aperturas de las telenovelas. (N. de la T.)

                         
 

   
             
 

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Arte

Sergio Avello y Alfredo Prior

Hit Tokonoma / Amalia Sato

Avello y Prior traspasan cierto control: ahora les interesa dominar el marco del marco, por eso esta muestra: evocación de altares, recovas, relicarios, esos espacios instituidos. La puesta en escena supervisada al milímetro como el tokonoma de Sen no Rikyu del que habla Italo Calvino: con la inclinación exacta que permitía la vista del mar infinito por una mirilla entre dos setos.

Concéntrense en el zócalo, observen el tatami, registren la sutil putrefacción del mundo vegetal que se les presenta, armonicen la tríada de pintura, arreglo floral y espacio. Disfruten de esta versión de still life digna de cualquier D&D – aclaro Dioses & Dones.

Un pintor es a su color. Avello y Prior. Maestros de las gamas, inventores de las tonalidades. Diseños como colas de faisanes, escamas de gliptodontes, mica de rocas en cúspides inalcanzables. El tornasol para una capa imperial. Microcosmos cumplidos. Macrocosmos del ego.

Hace veinte años sé de la admiración que sienten uno por el otro. Dragones, de agua y madera.

Tal vez las últimas obras deban ser como los primeros trabajos: una técnica senex puer que perfeccione obstinadamente los primeros logros límpidos de aquel puer senex. Avello y Prior lo fueron. Niños artistas. Muchachos artistas. Avello reverentemente persistió en la abstracción siempre. Prior la practica con intermitencia lustral.

            Birlo a Hugo Padeletti su párrafo sobre el logro sintético, redondo, cantado. "(…) comparto el punto principal del arte poética de Verlaine: ‘De la musique avant toute chose’, y la estética formulada, entre otros, por Walter Pater, de que todas las artes aspiran a la condición de la música. ¿Qué condición? La de poder prescindir de la mimesis: lo que Kant fue el primero en llamar "belleza libre" en contraposición a "belleza adherente", y que después se llamó arte abstracto, lo cual no es sinónimo para mí, de geometría o lógica. Cuando hablo de artes abstractas o de la abstracción en las artes me refiero siempre a la multívoca expresividad de lo orgánico".

Entonces, esta muestra, la primera a dúo, lance de los blasones más temerarios, una declaración oportuna. El entusiasmo de dos camaradas por la acción.

                           
 

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: El fantasma y el nombre del padre / Daniel Link

Conocí a Roberto Jacoby en el invierno de 1987. La primera vez que nos vimos, comimos bortsch, que después yo mismo aprendí a cocinar. Durante mucho tiempo me preocupé por averigüar cómo funcionaba una inteligencia como la suya, a la altura de la cual (yo pensaba) jamás me encontraría. Todos sabemos que no me equivocaba.

            Tal vez por eso, algunos lo consideran culpable de la irrupción de la mercadotecnia en el universo del arte. O de todo lo contrario. Es como decir que Roberto es culpable de este clima de mierda que tiene la ciudad de Buenos Aires. Esta bien que así sea (en una ciudad donde no se ha podido resolver el atentado a la AMIA, hasta se podría decir que Roberto es culpable de él), porque todos sabemos, también, que el edificio cultural de Buenos Aires tiene en Roberto, desde hace mucho tiempo, uno de sus cimientos y eso hace que, para algunos, Roberto siga siendo un fantasma. Para mí, dejó de serlo (y hoy puedo decir que es mi amigo) cuando conseguí entender cómo funcionaba una inteligencia como la suya. Si fue mi fantasma (una vez, hice sufrir a una persona en nombre de ese fantasma; otra vez, supe que estaba sentado frente al que había sido su analista), lo fue sobre todo porque yo vengo de un universo católico tortuoso, y me encontraba con una mirada epicúrea sobre las cosas de este mundo que yo no estaba acostumbrado a sostener.

"Las grandes almas epicúreas", dice Séneca, "no las formó la doctrina, sino la asidua compañía de Epicuro. Tanto durante su vida como después de su muerte, los discípulos y los amigos le tributaron honores casi divinos y procuraron modelar su conducta sobre su ejemplo". Actúa siempre como si Epicuro te viera, era el precepto fundamental de la escuela. Lucrecio, de quien se dice que compuso su De rerum natura en intervalos de locura, lo consideraba tan grande que no vaciló en postularlo como el fundador de la verdadera sabiduría, a saber:

* Liberarse del temor de los dioses, que por su naturaleza feliz no se ocupan de los asuntos humanos,

o       Liberarse del temor a la muerte, que no es nada para el hombre: "cuando existimos nosotros, la muerte no existe; cuando existe la muerte, no existimos nosotros" (Ep.a Men., 124),
* Asumir la accesibilidad del límite del placer (la fácil obtención del placer mismo).
* Asumir la lejanía del límite del mal (la brevedad y la provisoriedad del dolor

            Esa sabiduría es la que roberto quiere sostener

             
 

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Documenta I love Etc. – Artist / Ricardo Basbaum

01.

ADVERTENCIA:

Estar consciente de esta distinción de vocabulario:

(1) Cuando un curador es un curador de tiempo completo, podríamos llamarlo "curador-curador"; cuando el curador cuestiona la naturaleza y función de su rol, podríamos escribir "curador-etc" (por lo tanto podemos imaginar varias categorías: curador-escritor, curador-director, curador-productor, curador-agente, curador-ingeniero, curador-doctor, etc.).

(2) Cuando un artista es un artista de tiempo completo, podríamos llamarlo "artista-artista"; cuando el artista cuestiona la naturaleza y función de su rol, podríamos escribir "artista-etc." ( por lo tanto, podemos imaginar varias categorías: artista-curador, artista-escritor, artista-activista, artista-productor, artista-agente, artista-teórico, artista-terapeuta, artista-docente, artista-químico, etc.).

Lo enunciado arriba presupone que un "curador-curador" (o incluso un "artista-curador") trabaja de manera diferente que un "curador-artista." Es a partir de este punto que me gustaría comentar sobre la cuestión planteada: "La próxima Documenta debería ser curada por un artista."

02.

Amo a los artistas-etc.

Quizás porque me considero a mí mismo uno de ellos.

Los artistas-etc no se ajustan fácilmente a las categorías y no son fácilmente empaquetados para viajar alrededor del mundo, a causa, la mayoría de las veces, de varios compromisos que revelan no simplemente una agenda ocupada, sino fuertes vínculos con los circuitos locales del arte en los cuales están inmersos. Veo al "artista-etc" como un desarrollo extremo del "artista-multimedia" que emergió a mediados de los 70, mezclando el "artista-intermedial" Fluxus con el "artista-conceptual" -hoy, la mayoría de los artistas (interesantes…) podrían ser considerados "artistas-multimedia", pero por razones de "lenguaje", son aludidos solamente como "artistas" por la literatura y los medios especializados. "Artista" es una palabra con múltiples capas de significados (lo mismo es cierto para "arte" y palabras relacionadas, como "pintura", "dibujo", "objeto") -esto es, tiene varios significados al mismo tiempo, aunque uno la escriba siempre de la misma manera. Sus significados múltiples son invariablemente reducidos a uno fuerte y dominante (con la ayuda obvia de una mayoría de lectores conformistas). Por lo tanto, se necesita hacer una diferenciación semántica. Los "artistas-etc" incluso traen a la vanguardia conexiones entre el arte y la vida (por ejemplo, el "no-artista" de Kaprow), el arte y las comunidades, abriendo un camino para una rara, rica mixtura de circunstancias casuales y singulares, diferencias culturales y sociales, e ideas. Si la próxima Documenta va a ser curada por un artista, deberíamos esperar encontrar a un artista-etc trabajando como artista-curador.

Cuando los artistas curan, no pueden evitar mezclar sus investigaciones artísticas con el propósito curatorial propuesto: para mí, esta es la fuerza y singularidad que ellos aportan a la curadoría. El evento puede tener una oportunidad de quedar claramente insertado en una red de nudos próximos, resaltando la circulación de energía "sensorial" y "afectiva" –un flujo que el campo del arte se las ingenió para comprender en términos de su economía y circulación.

Si un artista-curador planeara/dirigiera/curara el denominado "mayor evento de arte contemporáneo en el mundo del arte occidental", tendría que incluir, más allá de los varios tipos de artistas (con una fuerte simpatía por los artistas-etc.), pensadores contemporáneos de diferentes disciplinas (para los críticos de arte: "o eres un pensador-sensorial o no existes"), y un grupo completo de no artistas, incluyendo personas que trabajen en cualquier campo de investigación u ocupación en cualquier parte del mundo. Esas personas no estarían produciendo arte, al fin y al cabo, sino que estarían conjuntamente implicadas en producir actos sensoriales provocativos (SPACTs, Sensorial Provocative Acts). El soporte digital es un requerimiento fundamental aquí. Con una dinámica semejante, ¿quién se preocuparía por el público? El evento no sería abierto al público, sino que estaría dedicado en cambio al "consumo interno" –este auto-enclaustramiento sería entendido como un reconocimiento del fracaso de la "esfera pública" y su transición en una nueva clase de post-escena pública (colectivo-multitud-comunidad-diagrama de amistad), un gesto a ser asumido como necesaria provocación con el objetivo de buscar nuevas formas de relación con los espectadores. Queremos que los visitantes lleguen a ser sujetos de un proceso de cambio durante (y después de) el evento, y que desarrollen una especie de responsabilidad y compromiso con respecto a él. Una propuesta final es que la Documenta abandone la ciudad de Kassel y comience una gira mundial, pasando seis meses en ciertas ciudades en los cinco continentes, coordinada por un equipo de artistas-etc locales. Cuando finalmente regrese a su sitio original (¿volvería a ese sitio llamado "origen"?), habría bastante material para una serie de films documentales sobre el papel que el arte contemporáneo juega en el cambiante mundo de hoy, para ser apreciado en la seguridad hogareña a través de la TV por cada familia del mundo.

Amo a los artistas-etc. Quizás porque me considero uno de ellos, y no es razonable odiarme a mí mismo.

Ricardo Basbaum es un importante artista brasilero, que ha expuesto en el pabellón de su país en la Bienal de San Pablo reside en Rio de Janeiro.

Traducción. Francisco Ali-Brouchoud

             
 

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La destructividad en el arte / Silvia Gurfein.

El ejercicio de pensar los temas que nos convocan me llevó por distintos caminos hasta encontrar la postura correcta, y con postura me refiero al lugar interno desde donde abordarlos y no al sentido moral de la palabra correcta.

Los artistas, como todos los sujetos sociales, tenemos algún tipo de moral que seguramente se filtre en la obra, del mismo modo en que otras cuestiones lo hacen. Las obras de arte son siempre marcas ideológicas.

Ahora bien, creo que en el momento de la producción y generación de una obra no intervienen los juicios de tipo moral.

Por definición los artistas tienen voluntad transformadora. En la medida en que dan cuenta de visiones singulares que cobran existencia en la obra y que tienden puentes hacia el encuentro con otros que allí se puedan reconocer. Pero el otro, condición fundamental para la comprensión moral. Es otro simbólico, internalizado, fantasmático.

A la hora de la creación, el artista está ocupado de sus obsesiones, atento a la verdad interna, ocupado de llevar a cabo la obra en su máxima justeza, empujando sus propios límites, caminando por los bordes, poniendo el cuerpo, sometiendo a riesgo su mente.

Quien tomó el compromiso de actuar en el mundo, de llevar a cabo una acción en el mundo, de hacer arte, creo que se presupone bueno, se presupone inocente.

Con inocencia me refiero al estado libre de segundas intenciones. Es decir, consecuente con las primeras intenciones, con propósitos primordiales.

El movimiento original es inocente.
La creación parte del supuesto de inocencia.
La inocencia no es un estado inmanente, es una práctica. Es un espacio, al que el artista retorna.
Un estado cero, un espacio en el que miramos todo por primera vez cada vez.

Si se cumple este supuesto, cualquier asunto, incluso el mal, o aquello que es considerado moralmente malo, o los temas tabú de una determinada sociedad en un determinado momento, puede ser abordado.

Ahora bien, inocencia no es ingenuidad.

Miro el mundo y observo las estrategias cargadas de segundas intenciones. Me refiero a los que hacen uso del conocimiento de las leyes del mundo para obtener beneficios particulares y ejercer algún tipo de control.

La intencionalidad, la manipulación especulativa intenta ejercer el control, apoderarse del otro.

La inocencia nos libera y libera al otro.

De la especulación pueden medirse los efectos. Su efectividad es mensurable.

La libertad no es posible de medir.

Es obvio que cuando me refiero a las estrategias especulativas hablo de la propaganda, del marketing, de las obras efectistas, de las políticas neoliberales, etc. etc. etc.
Las obras de provocación ligan la obra a la búsqueda de una determinada reacción del otro. La obra parece tener existencia en esa operación que requiere de la reacción del otro ( rechazo, repugnancia, miedo, morbo, etc. )
Entonces me pregunto si la materia con la que trabaja esa obra no es la estrategia misma y si la obra ES la estrategia o quiere dar cuenta de ese material.

Creo que los artistas siempre están empujando un límite, un borde y abren zonas nuevas de pensamiento, de sentido, de noción, de reflexión, de visión. Iluminan una zona que estaba en la oscuridad.
Esa tensión, el empuje del límite, es parte del movimiento del arte.
Pero el escándalo, aún siendo un instrumento de acción simbólica por excelencia, no es el único camino de correr el límite.
Hay obras silenciosas que desplazan los bordes e iluminan territorios nuevos.

El arte nos instala ante la pregunta por el sentido y no por la funcionalidad.
En el arte no hay búsqueda directa de efectos, hay construcción de sentido.
Y por supuesto que esto tiene efectos. Cuando hay arte hay liberación del otro.

La responsabilidad del artista es el enorme compromiso con su inocencia. El rigor de estar en el c e n t r o mismo de su ser inocente.

             
 

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