\\\ proyecto LUX/// VOX virtual 4


Inéditos

Al tiro /
Muestra de Poesía chilena
(1990-2001)

Breve aclaración /
Marcelo Díaz

Crónicas

El ladrido siniestro / Marcelo Díaz

 

 


Reseñas

Medio Cumpleaños / Gabriela Saccone
por Carlos Battilana

Atlético para discernir funciones /
Sebastián Bianchi por Mario Ortiz.





Arte

Y todo fue por Gualeguay /
Rafael Cippolini

La fotografía es nada /
Alberto Goldenstein

Correspondencia:
Cippolini - Moguillanes

Diego Rivera o la reconstrucción
de un relato
/ Claudia Groesman

Paisajes clandestinos
(últimos cuadros de J.J.Cambre,
Octubre de 2001) /
Arturo Carrera

VOX virtual nº 4 - Octubre del 2001. Bahía Blanca, Buenos Aires, Argentina. Email: voxvirtual@yahoo.com
Editores: Marcelo Díaz - Sergio Raimondi - Gustavo López - Sebastián Morfes
www.revistavox.org.ar.

 

 

Al tiro / Muestra de poesía chilena (1990-2001)

Breve aclaración

Por Marcelo Díaz

 

Un curso rápido de basic chilean speak dicta: incorporar "güevón" en medio de la frase e invariablemente "cachai", interrogativo, al final; reemplazar "vos" por "tu" en todos los casos y adecuar en consecuencia el uso de los verbos. Después, es al menos lo que dicen, es igual al español bonaerense, con eso uno se manejaría en Chile como si fuera un nativo. No es cierto. No es lo mismo un pancho en Chile que en Argentina, un micro no es lo mismo. ¿Qué es, por ejemplo, una empanada de pino? ¿Guarda alguna semejanza, nos preguntamos, con una estantería de pino? O a la inversa: "¿A esto le llaman picante?" fue la pregunta de un amigo chileno, al dirigirles a los comensales argentinos una mirada compasiva, similar a la que se lanza sobre los condenados a dietas de purecitos y sopas desabridas.

Cuando se pensó en editar esta muestra de joven poesía chilena, preparada por el poeta Germán Carrasco y prologada por el mismo Carrasco y el también poeta Cristián Gómez O., que acompañará en formato libro la próxima salida de la revista objeto Vox, el título se impuso con naturalidad: "Los cabros chicos". Nos parecía tierno, con ese típico sabor chileno coloquial (¿?), ideal para jóvenes poetas trasandinos. Nos hicieron ver con diplomacia que esa expresión coloquial, sin ser un agravio, tampoco es todo lo tierna que creíamos; que es lo suficientemente fuerte como para que algunos registros poéticos de la antología no se vieran contenidos bajo ese título; que, para establecer una analogía burda, podría pensarse en una muestra similar argentina que se llamara "Los pendejos" o "Los boluditos". A vista de lo cual nos propusimos y a su vez proponemos a nuestros lectores:

1. Desconfiar de la naturalidad en todas sus manifestaciones, y de lo típico. Desconfiar de todo lo basic también.

2. Reemplazar "Los cabros chicos" por "Al tiro", título bajo el cual finalmente se edita la antología.

3. Reflexionar intensamente acerca de (tarea para el hogar): ¿Cuánto es lo que, sin comprenderlo, damos por entendido sobre el lenguaje de los otros? ¿Y sobre la poesía? ¿Y sobre las formas de pensar, sentir y actuar?

4. Leer esta muestra de la muestra, a manera de aperitivo, esperando con ansiedad la salida de VOX Nº 9 para, ahí sí, abalanzarse sobre las más de cien páginas de "Al tiro" y sus veinticinco poetas.

5. ¿Cachai?

[Ïndice] [ Principio de la introducción ]

 

 

Matías Rivas (1961)

 

No le vengan a borrar con globos y
servilletas el curioso infortunio de ser
viejo a los treinta y cinco. Los amigos no
se percatan de los préstamos e intereses
que otorga cada regalo de la vigilia. A nadie
le extraña la misma cara de pudú asustado.
Solamente su mujer, sin celo alguno,
sabe cuántos afanes esconde
esa cifra promedio de vida,
cuántos rumores se arroparon entre las fundas,
cuánta fe había en su implacable deseo.
¿Qué mala persona, acaso su secretaria, la muerte,
que mandó a disponer tantas cornetas de papel,
tantos regalitos sorpresa
para su difunto aniversario?
Es su mal gusto distintivo.

 

 

Opúsculo contra las falacias de Práctico

 

Que eres un maricón cizañero me han dicho,
en las bacanales agriabas dulces vinos
y de tiernas frutas hacías harina rancia.
Sin error, te advierto, Práctico,
Que tu tropiezo será el peor: como viejo
Y ordinario mamón te anclaré en mis poemas.


Práctico dice que es conocido en el circo
y que más de alguna doncella lo persigue.
No me cabe duda que te persigue más
de alguna mujer difamada por tu asquerosa lengua
y, en el circo, el burro y el camello saltan a saludarte
mientras el mono te da por la raja.

 

 

La esperma sucia de una vela

 

Que eres un maricón cizañero me han dicho,
en las bacanales agriabas dulces vinos
y de tiernas frutas hacías harina rancia.
Sin error, te advierto, Práctico,
Que tu tropiezo será el peor: como viejo
Y ordinario mamón te anclaré en mis poemas.


Práctico dice que es conocido en el circo
y que más de alguna doncella lo persigue.
No me cabe duda que te persigue más
de alguna mujer difamada por tu asquerosa lengua
y, en el circo, el burro y el camello saltan a saludarte
mientras el mono te da por la raja.

[Ïndice] [ Principio del poema ]

 

 

Yanko Gonzalez Cangas (1971)

 

Somos de los suaves

 

"Los Pistols/ los Todos Por la Casa/ Los Cacho cabra/
pero la pensamos/ no pintamos el monkey por pintarlo/ es
de adentro/ no es el cuero por el cuero/ ni el pelo
mohicano/ por el último mohicano/ es la posta/ la parada
averdadera/ no la picamos de antimisileros/ es toda una parada/
un pegarse la cachada en la profunda/ por ponerte un caso
yo no ando con muñequera/ ni clavitos/ el Tato
anda con Rimmel de pegado/ pero niuno anda colgando un
clip en la chaqueta".7

7) "Pateó en la cara al tipo caído/ traicionó a su mejor amigo/ cadena
puñetazo inglés y cortaplumas/ el diario no economizó elogios/ sangre &
porrazos en la madrugada/ Es preciso vivir matrero/ no hay de donde
agarrarse/ la cama está brava la vida está dura/ pero un sólo tiro puede
derribar/ correr con lágrimas en los ojos/ no es para cualquiera/ pero la risa
se suelta fácil/ cuando el dinero corre suelto/ necesitas ver los ojos de la
mujer/ en la cuneta del puerto/ allí es sólo un juego/ aún no inventaron
dinero que yo no pudiese ganar" (Vilhena)

 

 

Me quedé moviendo el anillo para allá

 

para acá
pensando
si daño piel con la punzona.
Me han canulado hace ya demasiados años
y paso y paso por la pretina la blanca que perfora.

Muerdo labio muerdo encía
remuevo el seserío nuevamente
Vamos -me dicen
palabra que me topa el tímpano derecho.

No de nuevo irme sin venganza
quiero rojo quiero parka
han eliminado a todos
al caduga al carlanga
Nadie les ha puesto
el bajativo.

Vamos -insisten
-te van a dar como tomate-
pes-ta-ñe-o
y observo dos nubes ocres
estrangularse sobre los semáforos.

giro mi anillo para acá


giro mi anillo para allá


El Auto parte.

 

 

El triángulo

 

Vagué por el triángulo/ sin estómago/ bajo ombligos y de
cada tres al frentes/ uno era una arista venenosa donde se
descomponían mis amigos/ esos vértices donde el triángulo
esquina por sus fauces/ cabíamos todos/ sólo faltaban las madres
y las liendres/ algo poco usual en los triángulos/ que ofrecen su
Caída Libre y su Carniza/ por más lagos y lechales/ HUNDí en
ese entonces dentro de su dentro este par de cueros leporinos/
que el isósceles lambisqueaba como hiena/ vesícula/ vejiga/
uréter/vena iliaca/ SAQUÉ/ sanándome/ leche de teta antes de
la leche/ hitones entre uña y carne/ mordí paños traspasados por
abdomen/ y el triángulo olisqueba con las puntas/ a todo el que
zafaba de su cuadra/ a todo el que bajaba el vidrio y respiraba/
BOQUIÉ en su centro y su maraña/ destazado/ borrado por el
polvo del polvo de sus lados/ caí en su flema hipotenusa/ TOSÍ

Y rodé casualmente hacia el rectángulo.12

 

12) "¿Qué sabes tú de la vida, muchacho? " (Corso)

 

 

Derrotero de emperaire

 

Afirmado en la música del trote/ me doy a la respiración
artificial acompañado por un cono de papel
higiénico/ paseo recogiendo boletas arriba de mil pesos/las
cuales tienen fines muy diversos Cuento los pastelones al llegar a
casa y me salto las líneas impares el baldoserío/ justifico mi
existencia sumando y exclamándole a los caballos qué cara está la
avena/ He decidido abrir definitivamente una ventana que
siempre cierra a medias/ y regar este cactus que se entierra en un
vaso de yogurt helado.
Descuento los meses que me restan extrayéndoles hojas a los libros/
Generalmente a un par de enciclopedias que versan sobre 101
Razas Humanas.
La Tv transmite rayas y acabo de encontrarme otra boleta/ me
suelo sentar en el suelo preguntando a cuánto de octubre
estamos/ Me corto al afeitarme/ Y soy feliz de que alguien
-aunque sea Gillette-
me manche un cariño por la ca.

[Ïndice] [ Principio del poema ]

 

 

Andrés Anwandter (1970)

 

 

Claves para un monólogo de dos

 

Caminábamos oscuros por la noche sola
de la mano de unos versos que cosían la boca
con un par de puntos a favor del silencio
-un juego de palabras-; la lengua
se hacía un nudo de hilo para enredar
la metáfora de estas citas nocturnas
que se llevaban a cabo en parques
cuyos nombres convertíamos en claves
o cruces para marcar en el mapa
de nuestros desaciertos.

 

 

Astros corren por sílabas

 

La poesía debe ser la palabra que falta
en verdad a mí me faltan palabras
y usualmente esto es poesía: la laguna
del discurso que orillamos de la mano
a la puesta de sol. Casi alcanzo, casi
a formar una imagen concreta: los cuerpos
moviéndose por el espacio, es mentira
y el cuerpo siempre nuestra condición
inexpresable en palabras propias
o ajenas, al roce en otra orilla
de animales más suaves que

 

 

El templo

 

Tu aliento es la humedad que necesito
para hacer crecer el nombre de una planta
entre las ruinas de este templo: el poema
de tus ojos, un ensayo tembloroso
de comparar esas pestañas con helechos.

Condenado a un oficio menor, como barrer
los pasillos que abandonan las palabras,
maldigo a mis patrones entre dientes
entre versos que no alcanzan a roer
la estructura de este viejo edificio: el poema
en que trabajo hace unos meses con desgano

 

[ Ïndice ] [ Principio del poema ]

 

 

Damsi Figueroa (1970)

 

Judith y Eleofonte

 

Eleofonte y Judith
Amadores desesperanzados
Imitadores de muertes sucesivas
Ambos paridos en la cueva de Faetón
Por la ociosa necesidad de existir
Ociosa necesidad de trascender
los círculos fosforescentes
del Sinmemoria
Macho cabrío Eleofonte
Cálido desorientado eterno besador
de labios negros propios y prestados
¡Ah y la hermosa virgen ocasional!
Labia toda
Labia entera
Labia entreabierta como sombra extinta
Danzante
Fundadora del deseo sobre la Tierra
Reencarnación sagrada
de todas las carencias del mundo
Ella que no es lo que es
Amará por lo que amará por otros
hasta vencer a Eleofonte
El espejo sutil de su pureza.

 

 

 

Si fuese Judith

 

Si fuese la judía
Abriría las puertas de la ciudad
de un soplo
Soportaría la injuria del cautiverio
Viuda y virgen sería
A la vez
Devoradora de ejércitos
Y le bastaría ser hombre
para caminar erguida sobre sus muertos
Pero a la judía
le bastó ser mujer
para beber en exceso
para comer en exceso
y pasear por los sueños desnudos
de los asirios
Inventiva solitaria
Amamantadora universal
Razón del tiempo y de la historia
Si fuese la judía
Levantaría con su belleza
Los templos caídos de la Tierra
Cortaría la cabeza de Holofernes
para saltar a la luz
desde su cueva
Pero es Judith la que espera
por el espejo encorvado de su destino

Nuestra Judith aún no está bendita
y envejece a la par
de los cortejos de Eleofonte
El tejedor de cantos opacos
como el aura
de su propio culo reseco.

 

 

Eleofonte en busca de la pureza de Judith

 

Veamos al señor del delirio
compuesto por la batalla
Ha expulsado a las estaciones de su epicentro
y les ha ordenado naufragar
en los ojos de los hombres
Ha partido por la mitad las horas y los años
Sin prisa ha trenzado
los cabellos de todo su cuerpo
Ha perfumado sus manos
Despídese sin mirar de la niña ciega
De la labia que llora
y que tampoco lo mira
Desordena los astros y luego los sigue
Con el ojo en el vacío coge el horizonte
Al galope el animal se hunde
en el mundo de las tetas cortadas
De espaldas a la labia corre
Ve caer colores en los cuerpos de Natura
que son cuerpos de mujer
en su dolor y en su belleza
Eleofonte en el segundo fasto
separa mandíbulas y piernas
Surca la tierra de aguas pagajosas
Se vuelve canto mondo verosímil necesario
en el intento de sudar las fuerzas
hasta rescatar de los hombres
la Pureza de la ciega.

 

 

De regreso a la labia

 

Con las uñas torcidas Eleofonte se hunde
Los ojos en el cráneo
Para salvarse de la imagen
Una cabeza de mujer azotándose contra el aire
Imagen que se aplasta
alarga retuerce recoge y oscurece
finalmente en el eco enflautado del canto que desflora
Las niñas han comenzado a huír del expansivo
como bomba de neutrones
El pellejo se arrastra con su voz que colisiona
en tanto cuerpo desnudo
Eclipsado por el foco que en haces dibuja
el perfil curvilíneo de los extremos del mundo
Y es que han enmudecido a la bestia
demasiados labios prestados
líquidos y salivas hurtados por error
le han hecho confundir el camino de regreso
a la niña ciega
Convéncese con la verdad rebuscada
como el trébol de cuatro hojas
A seguir
Cuando el sol retuerce los párpados
hipopotamizando en muecas resplandecientes
los labios
A seguir
Hasta reconocerse entre los bulos cansados
Arrojados en la boca de la cueva
y con los pelos erizados arrodillarse ante la labia
Con el Alma erecta y la Pureza
áspera trenzada por miles de puños delicados
Ofrendar el ojo regocijado
La vida.

Yo no soy la que se pierde
tan pronto como se la encuentra
El amor en mí no se toca
se escribe
Yo no soy piadosa como los hombres de poca fe
no intercambio los calzones con nadie
En cambio asumo la desverguenza
de una desnudez colectiva
En una casa de playa
o en una playa a secas
Yo no escribo para nadie
Aunque intente escapar
y evite sacarte al baile
en malabares y piruetas
Siempre exigen un aplauso cerrado
es decir, una palabra
Yo no me complico la vida
omitiendo adverbios y conjunciones
Patino por la hoja
y tapo los surcos amargos
con la sangre de mis amigos
Yo no hago el amor
lo desarmo
Por el puro gusto de volverlo a armar
una y otra vez
hasta tener sexo
Para olvidarme

de todos ustedes

 

[Ïndice] [ Principio del poema ]

 

 

Yuri Pérez (1966)

 

 

Raquel y Laura

 

Sueño con Raquel y Laura
Sobre la cama de suave lino, flojas se cruzan
Y son gotas de dulzura extraña
La perfecta luz para el gusano

Las locas y bellas criaturas
Caen a la periferia del bosque, me invitan
Veo pechos delicados en manos vitrales
Encaje y terciopelo

Por el veneno príncipe de las gargantas
Mis flores eufóricas
Se excitan a la sombra de sus tallos
Todas las noches de cuatro alhelíes

No existen relojes ni coronas
Pero son reinas de pueblos tristes
A los que han llegado con cantos frescos
Por amor al fulgor y al desamparo.

 

 

Boca a boca

 

Mi aporte se reduce
A un par de mujeres lujuriosas
Que leen y eyaculan frente a poetas rusos del novecientos

Las narraciones que hago con la vida y la muerte
Son torpes intentos simbolistas
Mis berrinches
Ya no son la envidia de nadie

No he hecho nada importante
Pero es bueno enloquecer como Dios manda
Furioso y decepcionado
A la luz de un cigarro mal encendido

A poco de los 32 años, en el quinto mes
Con la lengua gastada de cerdo ciego
Sin una gota de talento entre mis fracasos
Mi aporte son estos gestos

 

 

Borracho escribo peor

 

Faltan poemas –comento a solas–
La genialidad se oculta a cada instante
Mis experiencias límites con la palabra
Son vacas echadas, sin alfalfa ni estiércol
Tengo en la lengua espinas de cactus
Costras de sangre añeja, infecciones
Metáforas plagiadas a poetas simbolistas
De los cuales cargo traducciones cojas
Así como Martín Vargas cuelga los guantes
Tras haber disputado el sexto título mundial de los mosca
Quizás deba huir del campo de batalla
Yo pensé que todo era blanco o negro
Pero heme aquí sin ser ni lo uno ni lo otro
A la altura de un perfecto desastre
Que nada tiene que ver con la fantasía inicial

 

 

Primer jardín

 

Me voy feliz y desquiciado
Fui en ti el peor de los gusanos del río
Aposté la orfandad del corazón, vaca y brisa
A los fatales cantos de los vampiros en los álamos

Sé tu nombre y el riesgo brutal de tu sangre
Nuestro beso malo escupió entre alhelíes bárbaros
Dicha y desgracia
Por eso me alegro bajo esta horrorosa tormenta

Estoy en ti hasta la inevitable lluvia del puñal
Otros como yo o mejores pétalos de dulzura enferma
Levantarán tu cintura entre buitres o amapolas
Y dejarán bajo los nichos la orina fresca de tu patio

Sólo yo te he amado con infatigable tristeza
La furia de la escarcha sobre la luna echada en la faz de la muerte
El tonel de sangre que arrastra el mosquito hasta la tumba
Me condenan a la hoguera y al aburrimiento mortal de los puentes

Soy el insobornable Yuri Richard, tu espina de ceniza y sal
Entra en este poema como un dedo de nieve al agua
Ven al polvo del jardín, al hielo del pueblo
Como entra un poeta a la desgracia del lenguaje

 

[Ïndice] [ Principio del poema ]

 

 

Antonia Torres (1975)

 

El paisaje da cuenta del estado del alma
no en la memoria, pasión que reconstruye.
Reminiscencia del mundo que nos duele
como al cangrejo de mi pasillo
sus pesadas tenazas.

No el recuerdo colgando el alba del horizonte
En su lugar,
el recogimiento ante la forma.
Y es que, al final de cuentas,
la vaguedad del pensamiento diluye
la sal que podría lamer de tu cuerpo.


Nunca volví a estas playas porque nunca me alejé de ellas.
Así como las olas se obligan a la orilla sin pensar
me obligo al Regreso una y otra vez,
EL CORAZÓN, SI PUDIERA PENSAR, SE PARARÍA.

Verdaderamente

nunca salí de este paisaje
porque el recuerdo latía
bajo la pétrea coraza del cangrejo
y la vida se aspiraba al ritmo marino.

 

 

[Índice] [ Principio de los poemas ]

 

 

 

Crónicas

 

El ladrido siniestro

Acerca de "Una velada imperdible" de Alejandro Rubio, en VOX virtual N º 3, Bahía Blanca, Septiembre de 2001.

 

Lo confieso: yo fui un Platero. Yo estuve esa noche de agosto entre vino tinto, manises y aceitunas negras en la Casa de la Poesía de la ciudad de Buenos Aires, leyendo bajo la luz retórica de un velador retórico en la sala principal, llena de público. Yo estuve esa noche de la cual dio cuenta Alejandro Rubio en VOX virtual N º 3, de una manera, digamos, polémica.

¿Cuál era el motivo de la convocatoria? Una lectura de poetas aglutinados bajo una perspectiva cromática: todos negros; poetas negros para Los Plateros, presentados por un poeta, si cabe, aún más negro. Entre tanto negro, Rubio.

Hola, Rubio. ¿Qué tal, Rubio? ¿Cómo te va, Rubio? Nos conocemos con Rubio. Pienso, una lectura de poemas conlleva este tipo de situaciones: reencuentros, algún abrazo, alegrías moderadas, cierto ejercicio sano de la hipocresía en ocasiones, gente que busca gente.

El grupo de poetas a leer era a priori heterogéneo, pensándolo obviamente desde cada discurso poético. Rubio ensaya, sin embargo, una primera aproximación sorprendente: el núcleo del encuentro es una sólida columna 18 Whiskies (Casas, Durand, Ríos), más un toque de Belleza y Felicidad (Laguna), más un marginal (Soria), más un poeta del interior (yo). Comprendí por descarte que se refería a mí cuando hablaba de un poeta del interior, hasta el momento yo estaba convencido de ser un poeta de la calle Parera a la altura del 500, en Villa Mitre, cerca de Bahía Blanca. Me di cuenta que mi entrada en la categoría interior se hacía bajo la definición "todo aquel poeta que siendo argentino (por ahora), no es porteño". Me dio un poco de vértigo enfocar la categorización de Rubio desde su perspectiva: tres poetas se definen por haber pertenecido a una revista con halo mítico (en realidad dos, porque Ríos nunca perteneció a 18W, pero es amigo de Durand, así que...), una por su adscripción a un determinado grupo y una determinada estética, uno por su frecuencia de salidas y otro por su difusa procedencia geográfica. Después pensé que Durand, Ríos y Soria son de Entre Ríos. Después me acordé de cierto catálogo de animales en una enciclopedia china de la que habla Borges en "El idioma analítico de John Wilkins". Después pensé en las aceitunas negras, que estaban riquísimas, en el ajustado comentario de Durand sobre el maní ("no hay que comprarlo de tanta calidad porque sinó no dura nada"), en lo movilizador que puede resultar ese comentario trasladado a la poesía, y en lo rápido que se había ido el vino.

No voy a comentar palabra por palabra lo que escribió Rubio acerca de la lectura, léanlo en el número anterior. Voy a detenerme, simplemente, en tres puntos y medio:

1. Es importante notar que Laguna estaba producida. Es importante notar su aire ausente, infantil y distraído antes, durante y después de la lectura. Es importante que teniendo 30, lea como si tuviera 15 y que eso nazca del poema. Son importantes sus zoquetes rosas.

2. La luz retórica del velador retórico de la sala delimita un territorio que favorece el florecimiento de ciertos discursos y que va en desmedro de otros. Por ejemplo: Ríos flotó cómodamente en esa luz, su poesía de tono sereno, mate, reclama cierto sosiego para su lectura que el velador proveyó de manera conveniente. Durand, en cambio, bajo ese velador parecía un animal sedado.

Me acuerdo de Durand en el 90, en Santiago de Chile, en un bar-librería (que luego del paso del contingente poético argentino-chileno quedó convertido solamente en bar) declamando sobre una mesa, moviendo los brazos, doblándose como si trabajara con el cuerpo cada palabra, adentro, antes de que salieran de la boca. Me acuerdo del efecto poderoso de cada palabra lanzada así. Tengo presente, con nitidez, aquella lectura de hace once años atrás. Y entiendo entonces la objeción al velador. Y la comparto.

3. Casas, es cierto, ligó cada poema a una anécdota previa, conversó con Cucurto, tiró anzuelos, hizo guiños, se movió como un campeón en el centro del ring. Distendió el ambiente, despertó a los que cabeceaban, aprovechó esa situación en la que el público bajó la guardia, y golpeó con cada poema. En un momento comparó Woodstock con Ezeiza en la presentación del poema homónimo (que es a los oídos peronistas algo así como una violenta patada en las bolas) y demostró, según mi humilde criterio, que también los campeones a veces golpean en falso, trastabillan y se mandan solos contra las cuerdas. En todo caso, nadie tuvo reflejos como para aprovechar la situación y contragolpear (a Zurita, por ejemplo, le gritaron demagogo en el último festival de poesía en Bs. As. Ver al respecto "Buenos Aires, la capital del verso" de Sebastián Morfes, en VOX virtual N º3, Bahía Blanca, Septiembre de 2001), por lo que Casas se repuso y conservó el título de la categoría. Quedaría por ver si se trató de un empate en un ambiente difícil, si ganó por puntos o por knock out técnico.

Contra Soria finalmente conspiró el tiempo: leyó demasiado y leyó último. También la duración de un evento hace a la recepción del poema. El tiempo es al poema leído como el agua al pez. Pasada la hora de lectura se produce inevitablemente el "efecto Riachuelo", cierto enrarecimiento del canal auditivo, y los poemas flotan sobre la superficie con mal color y así son arrastrados cada vez más lejos del oído.

. Que yo haya tenido cara de asustado, según Rubio, se corresponde menos, creo, con mi propia expresión que con el estereotipo del poeta del interior amedrentado/deslumbrado por las luces porteñas. Respecto a mi texto, diría que no tiene, como atributo, una sintaxis barroca, antes bien, el poema es esa sintaxis barroca. De ahí que no sea posible seguir un hilo; si lo que se buscara hubiera sido eso, la sintaxis sería otra.

Sin ánimo de personalizar demasiado el asunto, creo que Rubio queda atrapado entre dos fuegos: por un lado cierta interna poética porteña de la que parte para analizar el listado de poetas (punto de partida que, definitivamente, no permite el despegue de una mirada crítica) y por otro de una nostalgia del libro que hace que difiera, en algunos casos, su juicio para después de haber leído los textos. Es decir, la lectura como una suerte de anticipo que debe sí o sí saldarse en el libro. En realidad, es una lástima que Rubio parta del prejuicio (estos dos son esto, esta es lo otro) y llegue a la sentencia lapidaria evitándonos en medio el posible tedio de un análisis minucioso, que es en realidad lo que esperábamos. El problema, creo, es esa sujeción a la letra impresa ( y en ese sentido, la historia reciente de la poesía de los 90, con sus consagrados y excluidos, sus ascendencias y descendencias, sus escaramuzas, patrocinios e incestos, se vive al menos en Buenos Aires, en ciertos círculos, como letra impresa, aunque no esté escrita en ningún lado). Por eso Rubio puede decir que Durand hace diez años que escribe lo mismo y que Laguna opta por leer el poema que editó Ediciones del Diego (es decir, Durand & Cía); por eso posterga el juicio ante textos que no vio impresos en el papel. Que quede claro, no es que Rubio sea incapaz de encarar la crítica con solvencia (al respecto, y más allá de algunas diferencias de criterio, sus reseñas en Diario de Poesía y en Vox suelen ser muy agudas) sino que, desde donde él se propone hablar no es posible acercarse demasiado a la lectura. Con un pie en cada orilla, lo que va a leer y lo que ya leyó, no hay nada que pueda hacer para que el fenómeno en sí de leer poemas frente a un grupo de gente no se le escape por esa abertura. Y me parece importante, atendiendo a la multiplicación de recitales y lecturas, desarrollar un pensamiento y un lenguaje críticos pertinentes a esa escena. Insisto, no es lo mismo un poema en un libro, en una lectura silenciosa y privada, que un poema en una lectura pública, con el cuerpo del poeta delante, sus gestos, su voz, sus guiños y anécdotas, las aceitunas negras, los zoquetes rosas, las luces y las sombras. Tal vez deberíamos preguntarnos si no hay ya poetas que producen sus poemas pensando menos en el libro que en la voz. Busquemos adecuar, entonces, nuestra reflexión crítica a un medio que tiene sus leyes y sus potencialidades y que es muy distinto al papel impreso. Hay un ambage de César Fernández Moreno que dice: "Si se lo considera un cacareo, todo ladrido resulta siniestro". Se trataría, en todo caso, de ejercer la crítica desde la especificidad del evento, y no ya desde el malentendido.

 

[Índice] [Principio del artículo]

 

 

Reseñas

 

Medio cumpleaños / Gabriela Saccone
Rosario, Editorial Municipal de Rosario, 2000.

Por Carlos Battilana

 

La biografía de la autora de Medio cumpleaños, que aparece en la solapa, tiene un carácter fundante en el libro. Allí alternan proyectos truncos ("cursó la carrera de Letras, pero no se recibió") tamizados con datos personales ("se casó y tuvo tres hijos, dos mujeres y un varón") y logros literarios. Ese relato, sin embargo, concluye en un presente que da cuenta de una tarea específica, alejada de los afanes literarios o del mundo intelectual ("Hoy trabaja como preceptora en una escuela nocturna de nivel terciario"). Casi como si el yo poético estuviera desde el principio contándonos su historia, campea un clima de cierta decepción y perplejidad, en el que el único tesoro que la experiencia segrega parece ser el pleno presente.

Los poemas de Medio cumpleaños son instantáneas que presentan cuadros familiares, escenas domésticas y percepciones sobre la naturaleza. Sin embargo, en todos ellos aparece, larvadamente, un leve aire de amenaza, como si algo terrible estuviera a punto de suceder ("Tierra agrietada, la mica resecando los labios/y la quietud del cielo amenazando tormenta").

La mirada en estos poemas se sitúa con cierta precisión y neutralidad sobre objetos y detalles, pero no deja de estremecerse porque se sabe afectada por los acontecimientos. El tiempo sucede, y en su discurrir, nada puede esperarse más que la concreta consistencia de una contemplación silenciosa o de un momento de calma. Las varias apelaciones al deseo, a su distancia, y la vindicación del presente, configuran formas modestas de la felicidad; la única aspiración posible, entonces, parece ser lo mínimo planteado como ética y como acción: "busco eso que vuelva las cosas a su lugar:/ alegrarme de estas pocas hojas verdes,/ de estar bajo y cerca del cielo/ en un camino de montaña,/ de la frescura de un río donde las nenas/ se mojen los pies, reconociendo/ formas y colores en las piedras".

Esos sucesos parecen obrar, sin proponérselo, como pequeños actos de resistencia a una situación mayor, donde el mercado y la política banal vacían de contenido cualquier proyecto colectivo. Sin embargo, también existen otros actos pequeños que operan a manera de síntoma de un sistema opresivo, sobre los que el libro ironiza: "Todos en la mira del censista/ que exige documentos/ o fotocopias debidamente legalizadas".

Hay una presencia que se repite en el libro, y que llama la atención. Se trata de la figura de los vecinos que, en los poemas, parecen recordarnos, de un modo tenue y sin grandilocuencia, que en aquello que nos resulta más cotidiano suele anidar la huella del horror o del espanto ("Entre la lengua y el paladar/fuegos artificiales, o si no/las carcajadas condimentadas con puteadas/del vecino a su hija muda"). Este libro propone una mirada extrañada sobre los hechos habituales, y se detiene en aquellas cosas y circunstancias minúsculas a las que toma como el objeto preferido de su discurso. En esa observación minuciosa que contiene una especie de fruición desencantada, se sitúa la apuesta de esta poesía y reside el estremecimiento que produce.

Medio cumpleaños de Gabriela Saccone (Rosario, 1961), obtuvo el segundo premio en el concurso de poesía Felipe Aldana durante el año 2000.

 

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Atlético para discernir funciones / Sebastián Bianchi
Bs. As., Ediciones del Dock, 1999

Por Mario Ortiz

 

Bianchi no es el DT de Boca, aunque mereceria serlo por la altura de su talento, del mismo modo que su libro efectua un gol de media cancha al mejor estilo del equipo xeneize (aunque no se si don Sebatian revista en la fila de hinchas de tan glorioso equipo)

En principio digamos que la estructra del libro es sumamente simple tanto como original: se trata nada más ni nada menos que de un manual de gramática, dividido en sus secciones tradicionales: la primera abarca la oración simple y sus partes constitutivas (objeto directo, indirecto, predicativo, etc) y la segunda, la oración compuesta (coordinación y subordinación). Luego de un breve párrafo explicativo que aparece al principio de cada una de esas funciones, hay una serie interminable de oraciones numeradas para que el imaginario alumno se ejercite, exactamente similar a los gigantescos prácticos de sintaxis que sudábamos con el Negro Díaz en la Universidad.

La gramática es para casi todos los chicos la parte más odiosa de la asignatura Lengua y Literatura, al punto de que hoy en día prácticamente se la ha eliminado o edulcorado en los manuales (también han eliminado o edulcorado la literatura, pero esa es harina de otro costal) La enseñanza de las escolásticas discriminaciones entre, por ejemplo, el Pretedicativo No Obligatorio Subjetivo u Objetivo, o el "se" como signo de Cuasi Reflejo, de Pasiva o de Impersonal, se justificaba en la idea de que eso favorecía la escritura y la comprensión, o como dice muy bellamente Bianchi en el prologuito del libro: "Hay docentes que piensan la sintaxis como una especie de cohete sobre el cual los alumnos viajan hacia el significado, para comentar luego con sus pares lo que permanecía oculto en la oración" Tan sobredimensionada estaba la sintaxis en el colegio, tanto nos rompió las bolas la profesora de tercer año, en una de cuyas pruebas me saqué un 2, que al momento de decidirme a estudiar Letras en cuarto año, mi primer pensamiento fue de angustia: "seguramente vamos a estar por lo menos tres años de la carrera analizando oraciones". No dejé de sentir una cierta decepción y alivio al enterarme de que era una sola materia entre vientitantas y que duraba un solo cuatrimestre. Allí también la menospreciábamos porque la considerábamos la parte más reaccionaria del lenguaje, la policía que vigila lo correcto y lo incorrecto, frente a la cual se alzan las fuerzas liberadoras de la poesía. Boludeces. La cosa cambea, dijo el paisano, cuando uno comienza a saber que el orden del lenguaje pretende corresponderse con un eventual orden del mundo, como lo dice el propio Bianchi en el prólogo: la función de la gramática es organizar con palabras un contexto posible de realidad. O también que el sustantivo es la clase de palabra que designa a la sustancia y el adjetivo al accidente, de donde la gramática es parte de los principios metafísicos que gobernaron el pensamiento occidental durante siglos, y que han estado al servicio de la razón instrumental como pensamiento hegemónico. Ahora bien, Bianchi sabe que la gramática, al igual que la lógica o la matemática, es un sistema formal que sólo verifica la corrección de las estructuras más allá de la veracidad de sus contenidos semánticos. Así, por ejemplo Todos los hombres son azules; Cecilia es un hombre y por lo tanto es azul es un razonamiento lógicamente correcto, construido con proposiciones gramaticalmente correctas. Y a partir de esto se produce la grieta por donde se filtra la poesía.

En efecto, las oraciones que integran los ejercicios de este Atlético... se proponen de algún modo como los versos o quizá estrofas de un poema. Y entre ellas hay de todo, al igual que en la vida, dirá Bianchi, la mayoría de suma vaguedad, como ocurre con cualquier oración extraída de contexto, pero de una indeterminación que siempre propende hacia la más exquisita poesía; por extraer algunos ejemplos cualesquiera, la oración 4 de los "ejercicios" de coordinación: "Los tres títeres dejaron la boca abierta y el diálogo se detuvo allí." O la oración 11 de entre las subordinadas: "Macedonio Fernández sabía que tenía un tambor adentro."

Claro que, tomado este conjunto como un poema unitario, la lectura avanza con cierta dificultad, primero por la heterogeneidad de tantas proposiciones que Bianchi dispara como una ametralladora, y segundo porque el resplandor de cada una de ellas hace que a cada rato estemos levantado la cabeza para dejarla en suspensión tomando aire. Pero de a poco se ve que hay una ciertas líneas de sentido, imágenes que se van entrejiendo, muy tenues, por cierto, pero allí están el emperador Maxi que somete a su población con el consentimiento de esta, o Mar del Plata, repitiéndose en algunas oraciones aisladas, como si de un modo cubista se fuese armando ese mundo posible.

Por todo esto decía que la idea de Bianchi es original, en el sentido de novedosa, pero también en su sentido etimológico de que remite a los orígenes, a la base matemática que hay en toda oración, verso, enunciado, poema, novela o declaración de amor. Similar a decir: vean el edificio, pero antes vean los cálculos que lo sostienen. Borges, citando no me acuerdo ahora a quién, decía que en última instancia Hamlet o don Quijote no son sino un conjunto de palabras. De allí que uno de los principales méritos de este libro es hacernos recordar que el principal problema del ser humano es, además de económico, lingüístico.

 

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Arte

 

 

Correspondencia

A raíz de "El pronombre y su talle", de Rafael Cippolini, en VOX virtual N º3, Bahía Blanca, Septiembre de 2001, Andrés Moguillanes le planteó al autor del artículo una serie de interrogantes. Reproducimos a continuación los mails que al respecto intercambiaron Moguillanes y Cippolini.


cippolini:

leí con gusto el texto que publicaste en vox, "el pronombre y su talle" . te escribo, en verdad, en demanda de cierta clarificación. como vos sabés conozco poco de pintura argentina y menos aún del género "relato de pintura"que, por cierto, suena como un filón muy productivo. mi consulta se circunscribe al texto (su resolución, su sintaxis) y a un par de cosas que se me escapan, cosas que probablemente están formuladas en clave. y eso es lo que quiero saber.

de algún modo, el texto podría cerrar en la oración "se use como se use eso que la cultura ha hecho de cada uno de nosotros", la cita de autoridad de picabia. si el texto termina acá, el problema del yo se resuelve en un problema de estilo (interacción entre yo y materia), y la consecuente relativización del problema del yo, que queda como polo de una relación, más allá de los posibles excesos (los vicios tienen sus atractivos). bien. entonces, seguís con "todo yo (y más que ninguno el yo de un crítico) se enfrenta (…) con la impertinente elegancia". si identificamos elegancia y estilo, podríamos decir que el yo en relación observa la interacción entre yo y materia. digamos, la puesta en funcionamiento de una verdadera crítica. ¿el pensamiento del pensamiento y la idea de absoluto en la crítica romántica alemana? hasta aquí podría decir que entiendo.
pero termino perdiéndome algo en el final. Este medirse con la "Historia" ¿es medirse con la "historia de la crítica de arte en la argentina", en esto te estás midiendo vos? bueno, de hecho lo estás haciendo, en verdad. sigo ¿no estás de acuerdo en la ordenación de la "galería de estilos"? ¿por qué petronio? ¿hay relación entre la tiranía del yo y la historia? en fin, preguntas. y un fuerte abrazo.

andrés.

 

Querido Andrés:

Es que el Yo es un problema histórico que me interesa leer desde la perspectiva de un estilo (entre otros estilos). En cuanto a la elegancia, claro que pueden existir estilos sin elegancia (y dejo entre paréntesis esta posibilidad). Puede que para los psicólogos el Yo tenga problemas per se (el Yo en tanto concepto genérico de Yo) aunque particularmente me interesen algunos Yo (una galería, la de los críticos de arte; más exactamente, el museo de los críticos de arte, aquel donde sus textos y actuaciones están en exhibición). En la decantación que el tiempo propone, la memoria insiste en unos pocos nombres, unos pocos estilos, casi todos con su peculiar elegancia.

En esta instancia es cuando la historia se cobra su venganza: pone en escena la sombra de Petronio (todos los críticos deberían participar, en menor o mayor manera de él, árbitro de la elegancia nada menos que en la Roma Imperial).

¿Existen críticos sin estilo? No, cada cual tiene el suyo.

¿Es el Yo constituyente de un estilo? Todo lo contrario: el estilo lo preexiste: el Yo se forma en el estilo. Aquellos Yo que se reponen del estilo alcanzan la elegancia.

Y esto es: participan de la materia histórica de la que surgió la que hoy es la sombra de Petronio.

Espero que te haya sido útil esta aclaración.

Yo también te envío un fuerte abrazo.

 

Rafael

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La fotografía es nada / Alberto Goldenstein.

 

Puro deseo. Inasible e ideal.
Sé que lo que veo no es como lo veo. Pero yo lo quiero fijar, quiero vencer al tiempo. Quiero que exista, que sea así.
Entonces decido tomar una fotografía.
Tomo la cámara y miro: la escena es maravillosa y brillante. Es esa luz, este lugar, esa persona, este momento...
Fijo los bordes: ¿hasta dónde muestro? Si me acerco demasiado perderá el encanto, si me alejo perderá poder.
Hasta aquí: ni un milímetro más ni menos. Aquí se esfuma la intención y mi presencia se vuelve silenciosa. No quiero interrumpir: sólo quiero admirar, sentirme ajeno para poder adorarlo.
Aprieto...
Por un instante sentí que algo me rozó.
Días después estoy mirando la fotografía: tengo entre mis manos un papel sobre el que nadie dibujó ni escribió nada jamás. No hay rastro de mano, instrumento o tinta alguna que se haya posado.
Sobre su superficie se despliega ahora una imagen hipnotizante que viajó a través de la luz.
¡¡Se ve como la realidad!!
Se la muestro a alguien y observo su rostro: ojos que se agrandan y escrutan. Silencio. En medio de una sensación a la que yo no accedo, está reconociendo lo que ve.
Familiaridad y extrañeza a la vez. Un ojo encontrándose con otro.
Puro contacto visual.
Luego ríe.
No fue nada: fue una foto.

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Y todo fue por Gualeguay / Rafael Cippolini
Vivezas y arcanos del tiempo y el espacio en una Estética Criolla

Para Alfredo Prior.

Los dos más grandes poetas nacidos a orillas del río Gualeguay, Juanele Ortiz y Carlos Mastronardi, compartieron algo más que haber participado en la creación de la biblioteca pública de su pueblo, o, simétrica y en este orden de enumeración, haber antologado juicios y razones contra y deliciosamente a favor del ya entonces laureado Valéry.

Fue obsesión del primero convertirse en un poeta del espacio, de manera que jamás siquiera concibió la idea ni la posibilidad de una vida lejos del cauce fluvial que lo alimentó e inspiró, convirtiéndose así en un instrumento magnético de su voz acuosa.

Mastronardi, diversamente, desde muy chico supo que sería un poeta del tiempo, ávido de entregarse a la simultaneidad de un mundo cautivado por las velocidades inéditas del siglo XX.

Si Juanele amó el amanecer y los atardeceres, su colega fue víctima de las emanaciones solares, ya que sufrió de febofobia y sólo consentía en deambular a cielo descubierto cuando la noche se imponía, tarea para su paladar más grata en una ciudad cosmopolita y vertiginosa como la Buenos Aires a la que se mudó.

No me caben dudas que, si trasladamos estas inclinaciones a la reflexión visual, lo más interesante es teñir de mayor literalidad la indagación de estas poéticas.

Poetisas del espacio, entonces y en primer lugar, Delia Cancela, especialmente en su exhibición Love & life, junto a Pablo Mesejean, en la galería Lirolay por 1962, tan rebosante de amor astronáutico y delicadezas cósmicas, de trajes metálicos orbitales suavizados en el pop celeste y rosa de obras incapacitadas para el comercio: "No somos raros, simplemente nos sabemos parte de un mundo feliz. La mayor parte de nuestra obra se autodestruye, por gracia de los materiales que elegimos".

En segundo término, ¿cómo pasar por alto aquellos tempranos y luminosos Encuentros con Astroseres en Ischigualasto, de 1957, visiones que abrieron la figuración de Raquel Forner a otra vivencia del universo? (particularmente, mi fanatismo por la serie ya andrógina de Los Astronautas, de 1975, no conoce atenuantes).

Sin embargo, cuando se me da por pensar en las poéticas del tiempo en el territorio óptico, me acude un solo nombre propio que deja rezagados a todos cuantos podrían rodearle; me refiero, por supuesto, a Federico Martino, creador y artífice del Tiempismo.

Este movimiento, esta tendencia de un único artista fue, como nadie ignora, consecuencia de la efervescencia tardía y final de los sueños concretos de las décadas del cuarenta y cincuenta.

A los veintinueve años, y casi coincidiendo con una muestra suya en la galería Rubbers y con su participación en dos bienales internacionales, la de París y la de Montevideo, en 1959 da vida a su nueva teoría. Para difundirla, al año siguiente viaja a Bahía Blanca para exponer en la Universidad Nacional del Sur. Debido al entusiasmo con que se lo recibe, escribe un segundo manifiesto tiempista al año siguiente y un tercero un año aún después, proponiendo de esta forma un conjunto de ideas cronometradas (medidas por el dios Cronos) en la puntualidad del calendario.

Al fin de cuentas, como suele recordarme Luis Chitarroni, "no en vano el tiempo pasa en vano".

 

Villa Ballesta, primavera de 2001

 

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Paisajes clandestinos / Arturo Carrera
(últimos cuadros de J.J.Cambre, Octubre de 2001)

 

...hace mucho mucho tiempo el tiempo ya
nos medía con su vara parecida a un pincel, a un quejumbroso rodillo,
a una paleta sin comienzo ni fin, un calendario rústico con grumos
cósmicos
y utensilios de pintor...



busqué la interpretación extrema de la técnica llamada "all over",
miramos el dibujo que al extenderse se mezcla con el sueño,
parecía un campo coloreado, el color mismo que escapa
al arco iris mordido de un esbozo del tiempo,
pero sobre todo la seguridad eterna que se guarece en el dolor
directamente
como en una "relación" del espacio con el espacio mismo



queridos tíos kelly, olitski, noland,
vuestros cuadros tenían una composición matemática casi,
nacida, siempre, de una "inspiración naturalista".
"Sena", de tío kelly, era un cuadro extenso, me acuerdo,
una grilla de rectángulos iguales y contrastados
que en función de su reparto restituían sin saberlo
el aspecto escintilante de la superficie de una orilla;



mi primo Cambre ya pinta otra cosa, pero la superficie de sus cuadros,
también de apariencia monocroma, también está a disposición
de un envío anecdótico. Hay un paisaje en cada cuadro.
Un paisaje clandestino.



¿Cuento la progresión, la Evolución de un Niño Artista?
¿Su crecimiento variable, su avance despótico? ¿No somos
la memoria atrofiada de aquel envión anecdótico?
Pensamos en la transparencia que todavía golpea
con picos de diferentes pájaros la duradera retina de un sueño de niños.

Aquella en la que nunca supimos distinguir con rigor ni detalles
ni palabras ni sombras ni colores;
aquella que dibujaba el cuenco de una mano,
de unas manos pequeñas ploteadas punctiformes como vasijas
que volaran en una presencia parecida al paisaje, al estilo,
a la múltiple cercanía de la confundida Belleza.



y de ese cuenco bebimos el agua incolora del cambio, del secreto,
de la alegría que nos viste pero que no nos ampara todavía
aunque nos custodia como el ángel de la distorsión,
pincel en mano, ahora, entre el acetato de una foto y la luz,
proyectada sobre un fondo crudo, de tela, blanco, amarillento,
donde la luz será pintada, maquillada, y el resto quedará en el color
de fondo, acechante, cubierto después con veladuras transparentes
de un "color definitivo", único. Porque el triunfo es que la apariencia
y lo tangible sean "ese color" final, que disimula la naturaleza
ante la figura o la sombra de la emoción.



Ni la naturaleza imita al arte, ni el arte a la naturaleza. Hay un
procedimiento cautivo que Cambre nos entrega. Vínculos, señuelos y
señales de una vida distante. No nos unía la misma certidumbre, ni las
palabras necesarias para justificar en los colores
la velocidad de la vuelta a la laguna.



se ha ido momentáneamente a su paisaje clandestino: a su morada. ¿No
había detrás
una orilla, un movimiento de río, unas hojas gigantescas de gomero,
ramas carbonizadas y el deseo centinela de la prisión de cada instante,
la línea que cada noche en amarillo sobre los ojos, bajo los párpados
cerrados
eligiría en la palabra una riqueza desmedida?



Y aceptará después que los niños se lleven consigo las propiedades
portátiles: tatuajes
muy leves, casi invisibles, ocelos parpadeantes en la lejanía de la
bruma.
Y lo que ellos son ahora, ¿no fueron ellas
cuántas veces?



¿Cederías al dolor toda la seda del tacto...



Sé lo que vas decir. Hay un arbitrio secreto para decidir cada gesto,
cada punto, cada línea, cada color, cada inflexible acción. Toda la
serenidad
se reúne en la tensión que reparte los pigmentos de una voz deseada.
¿Tiene la aparente variedad el esfuerzo que nos burla? La Maravilla, la
Pintura,
el Sentido. El follaje que ahora vibra en el álamo, el invisible aspecto

de cada hoja y su sonido, ¿no son colores dormidos que Cambre despierta?




Llegar a ser sensible es visitar a un amigo. En la seguridad de su
presencia
está el refugio instantáneo del potlatch: Cuadros, "transparentes
guardianes
que inventaste para lo que había que ocultar".



...quedándonos en el cuadro. La única forma de agrandar la presencia
está en quedarse en el cuadro. Como volver a la pesadilla
para resolver una contradicción enfrentando a la muerte. Como si
el más gigante de los tres nos revelara sus obsesiones.



¿El color retiene
un alto olvido ideal?

 

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Diego Rivera o la reconstrucción de un relato / Claudia Groesman
Fundación PROA; del 16/8 al 28/ 10



La muestra ensaya una topografía visual del itinerario de Rivera, una ruta por donde transitar que se imagina a sí misma homologando la propia mirada a la del artista.

Nos encarnamos en esta suerte de cámara subjetiva, habitando un punto de vista que se transforma cada vez, se bifurca y se continúa en el tiempo.

Atravesando los espacios que separan una obra de otra, podemos intuir los pasajes, allí donde aparece el silencio. La organización de la muestra nos ofrece por corte momentos hilvanados en un suceder histórico en el que confluyen y se entrecruzan discursos que construyen un cuerpo.

El artista se sumerge en su tiempo abonando un territorio que se nutre de las corrientes vanguardistas para luego acreditarlo a la búsqueda de un decir propio. La serie de naturalezas muertas, los paisajes y los retratos dan cuenta de la retroalimentación entre la investigación plástica y las marcas de su cultura que irán paulatinamente conformando un estilo.

El espesor de la obra de Rivera se manifiesta en la articulación de la experimentación del lenguaje, la ocupación por retratar lo mexicano y el contenido ideológico, que encontrará su síntesis en el muralismo, en su devenir épico monumental.

Se nos ofrecen las piezas para armar el puzzle cronológico de imágenes: registros fotográficos de personajes, situaciones, lugares, retratos de Diego y Frida, en un plano que transcurre paralelo al de la obra y aporta los datos objetivos de su vida privada y pública.

Esta escritura fotográfica completa la ilusión de retomar con fidelidad el trayecto vital del artista.

La fe con la que cada espectador participa de la reconstrucción del relato resignifica la pieza faltante por donde inscribir el propio texto.

 

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