Inéditos

Mario Arteca
Guatambú

La calaca deshuesada de sí misma
Sergio Raimondi

Claudia Elisabeth Sastre
Agua

Respirar dentro del agua
Ana Miravalles

Matías Rivas
Cuatro poemas

En vela (aclaración y pedido de disculpas)
Marcelo Díaz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Reseñas

Restos de una civilización personal / Edgardo Zotto
Beatriz Vignoli

Dos chicas para un Super Héroe
La fuerza / Hernán La Greca

Romina E. Freschi
Mariana Bustelo

Arte

Entrevista a Carolina Antoniadis
Eva Grinstein

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Rafael Cippolini

 

 

 

 

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por Antonio Alzamendi

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VOX virtual Nº 7. Enero 2001 - Bahía Blanca, Buenos Aires, Argentina.
Editores:
Sergio Raimondi - Marcelo Díaz - Gustavo López - Sebastián Morfes. Diseño de portada: Christian Díaz.
Email
: voxvirtual@yahoo.com.ar Números anteriores, altas y bajas: www.revistavox.org.ar

 

 

 

Inéditos

 

 

Mario Arteca

Guatambú

 


2/


El lugar de observación sigue siendo el mismo:
          un cúmulo de ramas secas al filo de una hoguera
1973 ante el menor chispazo de cigarro, atalaya
          aún en plan de desprendimiento de la mirada
haciéndose visera por el fondo de la calle, y aunque
la luna irrumpa con su ojo de buey el muchacho continúa
observando. Así ninguna situación anticipa descanso
alguno para él. Además: los jefes duermen
en las cuchetas; tutelaje del daemon de una cama solar
y bajo un sueño en el que bien fornican al colimba de turno.
Así serán, lo fueron, y escaparon de nosotros. Un compás
de espera previo al seguro ataque, aquello tantas veces
un preanuncio se volverá topos de horror, dolencia,
cosa fibrilar en auténtico desgarro por el meollo
de los intestinos hacia la punta del cólon, luego inevitable:
terror mundi, a lo Lowell en el Boston Common; alzan
la barbilla igual y en consonancia con la misión interfecta.
Uno de ellos recibirá la suma de todos los disparos,
reservorio de todo blanco móvil cuando no se trata
de aquellos quienes debieran aguardar el fin
de la descarga. La carne de cañón será puesta a punto,
dente, en otros mayores desprevenidos. La clase se preserva
y la elipse de muerte frena su rasguño final, a tiempo.
          Así bien, piedra de toque, una estirpe
1974 que comprende, rezuma de importancia
          dentro del esquema: el objeto de no verse
averiada. Igual los desmalezarán, con la azada puesta
en el límite del cogote en el instante de pasar a la cena
de despedida, sin amenaza, siempre anticipación.
El esófago será recuerdo en la pluma y otra vez
vigencia de cualquier notario, apostado frente
a esos cadáveres como pequeño ante el mecano.
Conteo previo, reuniendo evidencia entre los restos
sin oriente de los grandes hombres de la fundación,
su circuito arterial en el preciso diluir de la pesquisa.
El chico hace visera, las luces de la ciudad empaquetan
su resudación a chorros frente a la antesala: vendrán,
serán muchos, enviarán la molécula huidiza
de sus pasos y el miedo se tornará arroz al arrozal.
Roce; tendrá sus ojos. Piensa en tiempos en que la duda
entre hacer y deshacer cobraba un intersticio de tedio
y sólo eso; pero en este ahora confunde esa latencia
y promueve un grito destemplado –interior- en el seno
de la entraña cuyo apogeo se contrae alicaído,
y crea su mundo de imaginaria fuera de proyecciones
y ángulos de retardo, y conoce, y más allá avienta
cuándo será el ataque, el achique. Desde su lugar,
casi diez veces su presea de diez y nueve años, el halo
de los jacarandáes alcanza con martirizar el polen
ambiente y revolverlo en un saco de colonia,
diseminando estos menesteres. La vigilancia,
desde la fundación de su mundo cargó
contra un ejercicio sagrado. Desde ya, aquello
lo ignoraba; el muchacho contemplaba la posible
llegada del racimo de enemigos, su atención
parecía venirle de los tiempos donde sólo
observar con agudeza formaba parte de una heráldica
invisible, movida incluso por el afán de paternóster
en el recuento del día, y verificada por informes
a los altos mandos, horas más tarde. Un reporte, así.
          Esa es la exigencia, y el chico la cumple muy
1976 a su pesar. El escándalo, espanto provocado
          en cada roce de telaraña contra el manubrio
de una bicicleta, en pleno intento. La más leve brisa
vacila así entre el climaterio de la garita. Al tiempo
irá recordando, en busca de alejarse mente arriba
tamaña responsabilidad, una antigua canción
de sus años (que eran hasta el momento todos
los que había acumulado: diez y nueve). Las ramas
de pronto abrazando en un anillo de ceñir novios
-dentro de la garita- eran de laurel. Sea definitivo.
Saberlo después, la perspicacia de un aroma. Pero
no se anima en decirles nada sobre cuán repentino
perfume amanera la atmósfera, y en la sordidez
espartana todo el regimiento. Llegan más datos,
según se apunta, en el interior de un camuflaje;
el muchacho exhibe tres pies de cabeza hacia
los costados, igual si estuviese comprobando
esa orientación de la calzada. Raleas de peatón,
el posible ataque llega a la medianoche. Se trata
de un comando que días atrás consiguiera los añicos
de un jefe de policía, por interpósito artefacto debajo
de la cama, previo acierto. Un trabajo de hormiga
la inserción de la muchacha en el seno familiar
bajando hacia la siesta del jerarca, depositando
esos abastos, y él encima de la munición, próximo
a repartirse entre los suyos. De inmediato
una impresión refleja, y segura detonación.

 

17/


Se debe apuntar, en principio, dos o tres noticias
          por boletín, todas diversificadas,

1999 y de acuerdo a la importancia
          que se le otorgue en su momento.

En todos ellos se leen primero los títulos y luego
el desarrollo de la información. En la Síntesis
(a dos voces) (ellas) yendo al grano con las noticias.
Podemos decir que no tiene una “definida” jerarquía
a la hora de la especie. Es así, a modo de ejemplo,
en el boletín del día miércoles 3 de febrero,
de las 9:00, se distribuyen en un informativo
estos temas y en este orden, siguiente: choque
de un automóvil donde viajaban militares,
con un caballo, a la altura de Los Hornos;
declaraciones del secretario general
de la Presidencia sobre la reelección; reunión
del Consejo Asesor Pesquero con funcionarios
distritales; crisis del sector en la provincia.
La información termina con la temperatura
y la humedad. En las noticias de la hora 9:30,
los temas son éstos: reunión de los legisladores
por la crisis en Brasil; suspensión del ascenso;
declaraciones narradas del juez de la causa;
pericias por el crímen de la sexagenaria
en City Bell. Estos temas, así como
los que se esbozan en los demás boletines,
no necesariamente forman parte de la Síntesis
de la hora 10. Veamos. Ley de Migraciones
(debate por la modificación de la norma, en forma
de texto breve, directo. Repercusiones políticas);
crisis brasileña: desarrollo de las distintas variables
de la crisis en la provincia y en el ámbito nacional.
          Se analiza la reunión entre instituciones
1999 con la Cámara de Diputados. Referencia
         al Comité de Crisis; ampliación de los efectos
en la industria automotriz; ciclo lectivo 99: quejas
de sectores docentes agremiados por incumplimiento
del Fondo de Financiamiento Educativo; audio al respecto
(30”). Además: estafa a turistas que viajaban a Cancún,
contra la empresa Staff. Luego, otra estafa: esta vez
con tarjetas de crédito mellizas. Audio de Sandra G.,
titular de Asociación de Defensa al Consumidor (20”).
Tratamiento en el senado bonaerense de la regulación
de las agencias de seguridad privada. Reunión
del Consejo Asesor Pesquero (reiteran la convocatoria
al encuentro con autoridades del área distrital). Protesta
de vecinos de Castelli por el peaje en la Ruta 2: desarrollo
de las diferentes posturas: los vecinos, la empresa ad hoc.
Etcétera de audios con el intendente de Castelli (30”).
Después calco de la noticia del choque de los militares
con un caballo en Los Hornos. El mismo texto. El equino
falleció tras horrible agonía. Ningún relinche. En este tramo
surgen noticias deportivas: la violencia en el fútbol,
probable suspensión del ascenso, más citas
de juez competente. Comienzo del ciclo Bielsa:
anuncio del partido Argentina-Venezuela; la situación
jurídica de Racing de Avellaneda. Ante el proyecto
de reforma de la Ley de Migraciones, el presidente
niega xenofobia. Seis minutos: cierre de noticias,
y a continuación temperatura y humedad.
Registros actualizados.

 

 

27/


Decir que la imagen de María con el Niño
          es típica (iconográfica) en su vida,

1963 salvando la crucifixión, presume
         de nada. Nada de agiografías, lo sacro.
El realismo consiste en el hecho de que en torno
a la Virgen persisten objetos reales, de su vida
real de esposa pobre, y por esto conmovedores,
abisales, augustos. Calles de Jerusalén. Exterior.
Día. Un mercado: el zoco de las city de oriente
-el sucker- detenido en las raeduras del siglo;
movimientos animales, los niños y el lodo
donde se cuarteó el poco uso voluntario.
O mejor: las posadas de las caravanas,
junto a camellos igual en cantidades de barro
amarillo. Lombrices. Existe un calor parecido
al bochorno, de pronto inserto en la oscuridad
de la modorra. Y lo perenne, el abuso de eso
perenne al margen del tropiezo devenido
adoración. La luz irradia ahora una ceguera
en cintas, minusválidas, positivas hasta el diente,
ya: anunciadas hasta el dolo. Esas lombrices,
en sus anillos. Niño y madre huyendo a Egipto;
señor José durmiendo tieso, la suya –mano-
tomándola hasta deshacerse en mitades: casa
de José en Belén. Interior. Amanecer (Jordania):
estáte allí hasta que alguien haga, de noche,
oídos sordos al zureo que revira en las montañas.
          De fondo, un motivo profético de Bach
1965 estalla de inmediato y parece diluirse,
          mientras el chirrido de un cubo hace música
de cerditos riendo entre jofainas. Con ello un campo
se convierte nada más en camino. Hacia fariseos
con pompa y donaire, para la clase superior.

 

 

51/


Las emociones comunes a todos cambian
        con el desarrollo de la sociedad.
1937 Las tribus primitivas, dedicadas

        a la caza y a la pesca, se proyectan
en la naturaleza y hallan en ella sus mínimos
deseos. Cambia la tribu para amoldarse
a la índole del lugar. De ahí que el arte,
algunas veces, sea naturalista, añadiendo
el olfato a un silencioso giro argentino, tal
como ocurre con los garabatos del paleolítico,
o las danzas que imitan animales, pájaros,
polinizaciones entre los nativos australianos.
Es el signo del tótem, el hombre siempre
naturaleza, su religión es el maná. Después,
la admisión de la naturaleza en la tribu lleva
a la división del trabajo y así surgen los jefes,
luego los sacerdotes y más tarde la clase dirigente.
Los miembros del coro se alejan de los ritos
y se transforman en actores. Así, el arte
se refiere tanto a los dioses como a los personajes
nobiliarios. Broquel. Y el coro se torna épico;
más tarde lírico. El hombre se hace consciente
de sus diferencias al existir por única vez
        condiciones para su realización.
1936 De esa manera, la poesía se irá
       segregando lo mismo que la técnica
de la cosecha, y el poema adaptará el corazón
a esos nuevos fines. Broqueles, donde el agua
pasa -y mucha- bajo el puente. Más tarde, algunos
poetas, cada cual a su manera, traducirán toda
revuelta ideológica como una asonada romántica.
Menos mal, podría haber sido peor, aunque
el efecto será el mismo. John Donne expresará
a su modo la transición, a pesar que ésta logra
por fin desgarrarlo y en más de un sentido
mantenerlo pendiente, como peatón ante sirena
de ambulancia. Así sea. Un Robespierre cede
        su lugar a un directorio, luego
2000 a un Napoleón; en una fase anterior,
        Mr Cromwell abre camino a un Monk,
a un Carlos Segundo. El trapiche nunca da giro
completo, para después volver al punto de partida.
Los mejores momentos siempre suceden antes,
porque lo demás es desaliento y eternorretorno.
Qué duda cabe, si el mundo se ha movilizado
sin dificultades en sus noventa grados (magnífica
posición, de acuerdo a la estética dominante).

 

 

Mario Arteca nació en La Plata en 1960. “Pesaba apenas un kilo y medio. Estuve 17 días en la incubadora. Sucede que soy mellizo y el otro, Raúl, me comió la mitad del cuerpo”. Algo de esa experiencia refiere Horno, escrito en 1995, y próximo a ser publicado en La Plata con prólogo de José Kozer. Luego vienen Bestiario búlgaro (escrito en 1999 y segundo premio del concurso hispanoamericano de poesía Diario de Poesía – Vox, a ser editado por el sello Vox), La impresión de un folleto (escrito entre enero-julio 2000), Zentralpark (entre septiembre y diciembre 2000), Las distintas formas de infección (entre febrero y julio 2001) y Guatambú (entre agosto y noviembre 2001), casi todos con buenas promesas de edición y bien inéditos. Actualmente está terminando Cuello Mao.

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La calaca deshuesada de sí misma
Sobre Guatambú de Mario Arteca

por Sergio Raimondi.

Los tiempos eran otros aquí y lo serán aún más, por lo que no habrá que esperar que Bestiario búlgaro (1999), La impresión de un folleto (2000), Zentralpark (2000), Las distintas formas de infección (2001) o Guatambú (2001) sean publicados para sentarse, estudiar, evaluar y escribir el análisis que merecen. Dos reflexiones ligeras, por ahora; una general y otra menos.

“Una pelea sobre verdad y belleza”, se lee en un pasaje acerca de la práctica poética. Y sí, hay pelea, aunque la pelea es en principio sobre los modos de nominar esos conceptos. Bien: para la disputa inevitable que se da entre los textos que se producen hoy, ayer y mañana, los textos mismos se bastan y la sobrellevan tranquilos, nos enteremos más tarde, más temprano o nunca; para la peligrosamente evitable de los modos de leerlos, no parece nada insano intentar día a día mejorar las apuestas y las herramientas de trabajo, de modo de evitar cada vez más, por ejemplo, los felices comentarios temáticos, la imposición a los textos de categorías previas a ellos (es decir: que no se ponen en crisis con la experiencia de la lectura, como en el caso de preguntas del corpus de la poesía del ochenta interrogadas sin matiz ni precaución en textos actuales) o la voluntad de rotular de hoy y para siempre, en general a partir de señales obvias y no de la relación de esas señales con lo que en principio no se ve; Guatambú parece ser conciente de esto y ofrece una y otra vez varios comentarios útiles para precisar la discusión de la poesía.

Entre los numerosos problemas que el libro plantea, está el de la tensión entre un concepto dominante de “superficie” y la conciencia política con la que se lo esgrime, puesta de manifiesto en la auto-reflexión y en una pregunta definida del libro, para sopesar la cual no importa por el momento si la proposición es o no atinada o si soporta o no aproximación alguna a la verdad: “la poesía está más muerta que la calaca deshuesada / de sí misma. ¿Entonces, por dónde ‘conspirar’?”.

Si bien en el conjunto de 55 poemas se pone en escena más de un modo de labor, una de las respuestas de Guatambú sería la mostración del carácter narrativo del verso acompañado por su disolución en una oscuridad o incertidumbre semántica: a nivel de estructura mayor, varios relatos avanzan o yuxtaponen entre sí hasta lograr el efecto de lo que, de pronto, se esfuma; a nivel de la estructura de cada poema, esa oscuridad –gracias al artesanado del guatambú-- no está ligada al nivel de la frase, en general legible y casi siempre citable (“langostas sobre el climax / del sorgo”), sino al nivel del montaje seriado de imágenes: no termina una de revelarse cuando otra ya ocupó su lugar. El texto sabe de este debilitarse del nervio óptico: “Amaurosis por transportar un mensaje”; y sabe y expone su ideología: “con cada acto verbal lo oscuro / e ilegible se hará más ancho”, “punto / de partida de la escritura y a la par de la privación / del sentido”, “segmentación, elipsis y aún más”; en fin: “un palabreo estupendo, donoso, / mal situado: no hace más que dar vuelta / en torno de sí mismo” o “sólo escritura impersonal, babélica, / confusa travesía judía o musulmana, paraguaya”.

Hay en estas consideraciones una historia de pensamiento sobre el lenguaje posterior a Saussure (tanto de la teoría y de la crítica –en la que la importación francesa destaca-- como de los textos poéticos en sí –en la que destaca la importación norteamericana de, p. ej., un Ashbery--) dominada por las nociones de deriva y expansión y notable en su desconfianza hacia el control del sentido y en su confianza hacia el fragmento. Arteca ha pensado políticamente en esto desde el momento en que relata en uno de los primeros poemas el atentado a un jefe de policía: una bomba puesta debajo de la cama que despedaza al tipo en cuestión. Dos comentarios sobre el suceso: a) el poema como “detonación segura” ofrece en bandeja como contrapartida la noción de un sentido “seguro” como tarea y oficio de vigilante, lo cual a esta altura tiene larga tradición y revisión corta; b) hubo que hacer “un trabajo de hormiga” para lograr el objetivo (“la insersión de la muchacha en el seno familiar / bajando hacia la siesta del jerarca, depositando / esos abastos, y él encima de la munición, próximo / a repartirse entre los suyos”), lo cual permite entender que evitar esa “seguridad” implica una táctica detalladamente cuidada, llevada adelante al menos con plan, engaños varios, una causa justa y el riesgo de perder la vida.

Si a la hora de “conspirar” es el sentido el objeto de la acción, y cuáles son los modos más y menos eficaces de esas operaciones, e inclusive si las correspondencias entre tácticas de acción directa y tácticas de acción directa sobre el lenguaje son pertinentes, constituyen buenas hipótesis a tener en cuenta al leer Guatambú, en particular porque se trata de un texto enormemente conciente del proceso, de sus dificultades y de sus consecuencias.

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Claudia Elisabeth Sastre

Agua

 

“...pero poca agua, para que la tengas como Dios
y para que retengas la señal de su palabra...”

Odysseas Elytis

Nadar
como quien
recita una oración
enhebrar
palabra por palabra
enlazar con el cuerpo
la brazada
largar el aire
la cabeza a un lado, dios
me salve una bocanada
para maría aire
que el señor sea contigo bendito
eres, nadar
el miedo al calambre y la mano
que entra al agua
el ritmo sea aire
el cuerpo sea aire
recordar
al molino esa máquina
perfecta sus aspas
los brazos son
aspas del molino
sacando agua
el verano los mosquitos
el tanque australiano
girando el viento
bocanada de calor
como quien
recita su oración
del bendito es el fruto
del tu vientre, jesús
una brazada y aire y otra
agua abajo del tu cuerpo
lleno eres de gloria
por todos lados agua
y santa sea la madre
que espera
en la orilla siempre
santas las madres las únicas
que esperarán
todo el tiempo en la orilla
y cuando llegue el día
de todos los ahogados
y cuando salgan a flote
buscando el aire
encontrarlos en el trayecto
quedarse abrazado a sus cuerpos
erráticos como boyas
sus pestañas curvas
su cansancio infinito
cansancio de nadar aunque
sus santas madres nunca
se cansaron esperan
en todas las orillas ruegan
por nosotros ahora
aprietan en sus manos
un pañuelo anudado dos veces
y en la hora
una brazada y otra
la cabeza a un lado la boca
expulsa agua
círculos fugaces más adelante remolinos
son los brazos en el agua
son un rito un reto
un rapto de amor
como las ballenas son
se hacen el amor
dentro del agua
pero no saber de cierto cuando
se sumergió por vez
primera debería poder
recordar debería
poder respirar
dentro del agua
el cuerpo recordaría
debería
recordar flotar
suspendido en el tiempo
lejos de la orilla
y santa la madre aguardando
que dice que seré
salvado de las aguas
nadar como quien
recita su plegaria
verme como si reflejado
el agua rozar los surcos
cerca de los ojos
tocar las orillas los sauces
semejante al recuerdo
de los ojos del padre, nadar
amplio su pecho buscar aire
como aquel que busca agua
con los ojos al cielo
y una vara que tiembla
creer en él como aquel
que dice su plegaria
creer hasta querer recordar
el padre joven nadar
hacia la orilla amplio
su pecho subir
bajar por el esfuerzo
la orilla aún lejos
nadar sea recordar flotar
y madre que ruega que pide
hijo único varón expire
inspire no jadee expulse
el agua por la boca
otra brazada ora plegaria dice
nadar salvarse de las aguas.

 

Claudia Elisabeth Sastre nació en La Plata en 1965 y vive desde hace 21 años en Puerto Madryn. Editó en forma artesanal faúnicas en 1999. “Agua” es el primero del libro inédito 5 poemas de agua y siete vidas.

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Respirar dentro del agua
Sobre el poema de C. E. Sastre

por Ana Miravalles

Es el ritmo de las brazadas de un nadador, es la sucesión de las pausas de un avemaría lo que marca la escansión de este poema. El nudo dramático se escamotea, al inicio, para ajustar la lectura a la respiración acompasada y al golpeteo de los brazos en el agua. Pero luego, paulatinamene, el corte de los versos señala la progresión de la fatiga, la intensificación del miedo, el ahondamiento en la memoria.

A medida que el cuerpo se hunde, el poema se va volviendo más y más acuático: si son las bocanadas de aire, al principio, los brazos como aspas de molino y el viento, los que lo sostienen aún en superficie, el agua se desliza entre sus miembros implacable hasta envolverlo totalmente, y raptarlo. El Agua del título, el agua que a lo largo del poema fue siempre el agua se vuelve en el último e implacable verso aguas (nadar salvarse de las aguas), en plural, como si esas eses volcaran al final del poema, mientras devoran a ese hombre, un contundente oleaje de salvíficas aguas bíblicas.

La oración rehuye por momentos la salmodia, singularizándose en repentinas variaciones morfológicas (la cabeza a un lado, dios/ me salve una bocanada; en todas las orillas ruegan/ por nosotros ahora); el ruego final del avemaría queda suspendido en y en la hora, y la que debería haber sido “nuestra muerte” es, en el poema, la de este hijo (ese hijo único varón expire), una muerte que, proyectada desde ese posesivo plural elidido adquiere, en realidad, un valor paradigmático. Así, ese quien que está nadando desde el primer verso, y esa madre/ que espera/ en la orilla siempre instalan en el poema la sorda cadencia de los pasos en la plaza, así de emblemáticos y persistenemente reiterados; y el jadeo de todos los muertos, y la inmensidad de la esperanza y del dolor (santas las madres las únicas; todo el tiempo; todos los ahogados; todas las orillas).

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Matías Rivas

cuatro poemas

 

Insomnio

Apagados por el soplido de mi sombra
los últimos candelabros,
recojo el gusto
de una noche en vela.
Me muevo sin dirección de
la cama a la noche.
Qué sueño encandilará
este cuerpo sin raíz,
a quién se culpa
de los ojos cancelados.
Hay tiempo para presunciones
o dudas sobre mi persona.
Mientras,
descanso sobre los manteles
servidos con desidia.

 

 

Para una nínfula irreductible

Ardilla pulcra y manipuladora
se hace llamar niña. Enciende y apaga
su vida a caprichos y argucias vergonzantes,
finge taquicardia y pena negra en el espíritu
y los hace patentes con lágrimas
y gritos sexualizados.
Es difícil escapar intacto al verla dormir
porque desnuda
desnuda su cama y su mente frente a
los ojos de sus preceptores. Inocencia
febril, regaña su madre. Dolores
de cabeza y testículos argumentan sus
admiradores en el parque.
Al parecer todo y nada la hace feliz,
un burro podría llevársela a un internado
de degeneraditas y enseñarle normas
un tanto menos singulares
que las que practica para torturar a sus abuelos
con calculados e histéricos gemidos.
Una niña preciosa,
jugosa en su jumper apretado.

 

 

Señora Gabriela Mistral

Su piedad piadosa de virgen violada,
de reina de los afligidos y madre de leche roja,
escasa como densa, señora de pocos aspavientos,
nadie le va a negar el lugar suyo en la corte de
los presumidos señores de la lengua.
Aunque se derramaran hordas de ira contra
su gusto a clavo muerto y se encendieran piras
con sus libros, sería sólo por vernos reflejados
en el espejo infeliz de un niño mordiendo
su propia mano.
Nadie se espanta, sin embargo, con las cascadas
de letras que aterran el decir.
Nadie sumerge su cara en el agua quebrada
de su lirismo de veguina del Siglo de Oro.
Señora, usted, que masca la lengua de llanto
y reza en acaloradas iglesias plegarias de viva,
disculpe la torpeza de los alcaldes y del mundo
cultural, usted ya no es una estatua, su gusto
a nada parecido es el sostén de los peñones
más duros de nuestro idioma. Una vieja para Chile,
qué honor.

 

 

La esperma sucia de una vela

La esperma sucia de una vela
y la incapacidad tuya
para decirme las cosas
está definiendo de alguna manera
mis días. No creo tener
el alcance que tu reclamas
ni la tranquilidad ni los dolores
calmos que tanto te hacen falta.
Las cosas se delinean en la fineza

de sus contornos, y aquí
la esperma se ha mezclado
con la mecha negra quemada.
Lo único que se me ha ocurrido hacer
ya estaba hecho por otro
y mis libros nunca
salieron de mi casa.
Para tu seca belleza extranjera
mal vistas son las despedidas,
yo por mi parte, no tengo qué hacer
sino poner la vista
en los edificios de enfrente,
recordar el patio de mi colegio
formado para entrar a clases
y de esta manera
encubrir el imposible
olvido de estar arriba
o abajo tuyo. Debí aspirar
una vida común,
seca de rabia y sin
tanta ostensible pasión.
Ninguna tarde más
será regada con tu fría mirada
ni sabré cómo me queda
la ropa. Te fuiste sin haber
llegado y yo con el aire
entre los dedos,
reclamo ceguera
en asuntos de amor.

 

 

Matías Rivas nació en Santiago de Chile en 1971. Estudió Literatura y Lingüística en la Universidad Católica, con tesis sobre Marcial. Publicó Aniversario y otros poemas y, junto a Roberto Merino, la selección de Enrique Lihn Antología de paso editada por Lom. Sus poemas han aparecido en varias antologías, entre ellas Vivos pero desdoblados, realizada por Matías Ayala y Cristobal Joannon y Antología de la poesía joven chilena, por Francisco Vejar para Editorial Universitaria. Ha sido crítico, periodista y editor en distintos medios de prensa escrita. Actualmente trabaja como editor de un portal de internet.

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En vela (aclaración & pedidos de disculpas)

por Marcelo Díaz

 

Quienes hayan leído el número 4 de VOX virtual, de Octubre de 2001, se habrán sorprendido, seguramente, con la calidad de los jóvenes poetas chilenos publicados como muestra de la antología Al Tiro. Calidad que en el caso de Matías Rivas resultó a prueba de editores como nosotros que, sin mediar otro motivo más que nuestra célebre e inexcusable torpeza, sometimos al poema "La esperma sucia de una vela" a múltiples cortes, inversiones e, incluso, incrustaciones de versos ajenos. Tarde ya como para hacer pasar el error por una osada experimentación vanguardista, pedimos disculpas a los lectores en general y a Matías Rivas en particular, y pretendemos resarcirnos con la inclusión del poema completo en compañía de otros tres, todos ellos, esta vez sí, sanos y en perfectas condiciones.

También podría verse todo este asunto como una maniobra de VOX virtual tendiente a ofrecer a los lectores, pese a haber sido publicado hace tan poco tiempo atrás, más poemas de Matías Rivas, y no sería una hipótesis descabellada.

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Reseñas

 

 

Página y paisaje / Beatriz Vignoli

Restos de una civilización personal / Edgardo Zotto
Tsé-tsé, Buenos Aires, 2001

 

En un barrio olvidado de la casi mítica ciudad de Rosario, en la provincia argentina de Santa Fe, vive en una casa muy humilde un anciano filólogo llamado Salvador Costa Parga. Este hombre ha dedicado su vida a investigar la etimología de ciertas palabras, y a anotar sus conclusiones prolijamente a mano en cuadernos y papeles sueltos. En una de estas páginas, Costa Parga explica que las palabras “página” y “paisaje” tienen una etimología en común. Rosario está rodeada de suburbios arbolados, uno de los cuales se llama Funes, igual que el personaje de Borges que constituía, a su modo, una parodia de Proust. Y los domingos por la tarde, el cielo de esos suburbios se llena de barriletes con los colores de los tres equipos de fútbol locales: el rojo y el negro de Newell’s Old Boys, el azul y el oro de Rosario Central, al azul y el rojo de Central Córdoba. Ninguno de estos datos es ocioso, como luego se verá.

Ya en su primer libro, Memoria de Funes (Tsé-tsé, 1998), el autor rosarino Edgardo Zotto se perfilaba en el horizonte de la poesía contemporánea argentina como un heredero de las poéticas imagistas de Robert Frost o de Wallace Stevens que -en versión Girri/ Revol- contribuyeron a forjar eso que dio en llamarse poesía objetivista. Heterodoxo al respecto, Zotto nutre además su obra de influencias regionales, como la de Beatriz Vallejos, y de otras muy diversas que le llegaron mediadas por la de Arturo Carrera (y no por la de Saer, como a los representantes más ortodoxos del mismo estilo). De modo que si hay en su obra una poética fundada en la percepción, esta se halla más cerca de la pincelada epigramática o del intimismo biografista que del distanciamiento cinematográfico.

Esta nueva serie de poemas parece reencontrar el sentido cabal de la etimología que emparenta las palabras paisaje y página. Su título nombra el sentido mismo del quehacer lírico: se escribe -dice Edgardo Zotto- para que algo quede. Queda un jardín/ quedan los fragmentos de un libro luminoso: el mundo es escritura, son caracteres sobre lo blanco del cielo y de la arena todos aquellos restos que permanecen, duran, esperan, resisten, “no terminan de desaparecer”. Y como toda escritura, las “semillas cuneiformes” de las que el poeta deja constancia participan de las tres dimensiones del tiempo; de este modo, el presente recuerda y aguarda. Los girasoles montan guardia. Vuelto libro, fijo en la incapacidad de distraerse de sí, el paisaje evoca la muerte, y el terror empuja a la fuga. En el ocio, a veces cambios leves, mínimos tropos locos que exotizan lo cotidiano, ayudan a salirse. Otras, basta con mirar sin esperar, para olvidar. El gesto es el de sostener un barrilete... mirada Bovary, la del que huye por la rama japonesa, por “el muaré del vidrio”, por los colores de Rosario Central transmutados en el azul y el amarillo de Van Gogh. Pero cuando el deseo es “ir hacia allá, irse, vagabundear”, nunca se satisface, ya que “la noche profunda, la del largo viaje” cansa, y entonces “es hora de volver, de huir hacia el desierto merecido”, donde el ciclo recomienza. Si bien estos versos, estos restos de experiencia se reconocen deudores de la mirada casi táctil de los imagistas norteamericanos, la civilización personal de la que vacilan en renegar se constituye en torno a un núcleo sereno de angustia más cercano a algunas fábulas de Franz Kafka. ¿Qué más parecido al héroe trágico de Informe para una academia, el mono demasiado humano que aprende a hablar a cambio de “libertad no, sólo una salida”, que esas ranas recién nacidas, “diminutas formas luchando/ por salir, por renunciar/ al límite” en un estanque dormido en medio de la pampa húmeda, entre el agua y el brillo del pasto?

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Dos chicas para un super-héroe

La Fuerza / Hernán La Greca
Bajo la Luna Nueva, Rosario, 2001.

 

Cómo jugar sólo / Romina E. Freschi

 

¿No es un don
tener el corazón como una dínamo, los músculos elásticos
y arrestos de leopardo?

 

Ser único, distinto, especial. Ser el mejor. Crecer fuerte. Tener fuerza. Son deseos y mandatos que nos persiguen desde la infancia y nos llenan de admiración y envidia ante la visión de héroes y heroínas y sus poderes y superpoderes.

 

Un escuadrón extraño es esta fuerza convocada por Hernán La Greca. Catorce personajes nos invitan a esperar con nostalgia la aventura del otro. Sin embargo, ese espectáculo, esa sobrenaturalidad ajena, no resaltan aquí. Sólo lo cotidiano reluce y nos somete a atravesar baños, calles y paredes, como todos los días.

 

Afeitarse, caminar, nadar, pensar, dormir. Solos.

 

La soledad es el archienemigo pero estos personajes deben llevarla consigo en el propio cuerpo poderoso, inmune, siempre entero y grande que impide la presencia de cualquier otro cuerpo, y llena la existencia de roces y sombras imposibles.

 

No quiero este cuerpo extraordinario
y sin uso, quiero esa fuerza que tenía mi padre
cuando cantaba los sábados al mediodía
“Capitán Frío”

Sufre por ser tan fuerte y no poder
perder un brazo, el corazón
en una balacera. Sufre
porque no ama, y es ése
el aire que le falta
. “La mujer maravilla”

 

La propia fuerza es una prisión, un traje ajustado que asfixia. Creer que se llega a ser grande y una vez allí permanecer hasta perecer por la fuerza grandiosa que no sirve para resistir la soledad por la que se ha trabajado. También el cuerpo miente y esa fuerza física enorme y reglamentada no puede superar la ausencia. Sea por accidente, o sea por disciplina, el arte de ser super es un arte de la soledad, un escapismo del amor.

Persiguiendo la fuerza como a un sueño, este primer libro de Hernán La Greca no flaquea en ningún lugar de su pequeño y encantador corazón. Y encuentra una fuerza otra, extraña e intangible, pero común a su lector como un globo rojo que nos lleva a casa en la madrugada.

 

 

Un traje que neutralice el corazón / Mariana Bustelo

 

Este libro de Hernán La Greca transita un mundo de superhéroes, seres solitarios cuya fuerza extraordinaria es consecuencia o causa de una pérdida o un accidente. Superhéroes anunciados en los títulos, que luego dejan paso a confesiones y escenas de otros hombres, individuos comunes; como avances de dibujitos animados o películas que luego no se nos muestran por ya conocidos. El imaginario pop queda desarticulado por un lirismo que aprovecha de los temas clásicos (el amor, el abandono).

En La fuerza asistimos a la creación de un mundo donde la infancia no es un paraíso que se percibe con nostalgia, sino un escenario trágico del que se viven las huellas. Leemos “nuestra madre nos dejó a los nueve/ sin despedirse o Había en mi cama al cumplir siete un obsequio, amuleto de infancia con el tiempo(...) un libro que anticipa Cómo jugar/ solo”. Niñez marcada por pérdidas, hechos extraordinarios; una zona que provoca reverberancias siempre transformadas: el llanero solitario está en "Silver Surfer" con traje de neoprén y tabla para galopar sobre las olas. Algo de la niñez permanece en la percepción (el hombre afeitándose, “mitad hombre, mitad papá noel”; las sandalias sobre la arena “desalineadas, como chicas lindas”) y en los juegos solitarios, lo que desarticula la nostalgia por ese tiempo como un todo.

No soy como los otros. Ni alado/ ni dueño de esa fuerza que viene/ no sé de dónde”. Pregunta que, de algún modo, tiene su respuesta: estos personajes adquieren fuerza por esconder el dolor o esperar el amor (o escapar de él, que acaso sea lo mismo) bajo un traje, cualquiera sea, que neutralice el corazón. “Sufre por ser tan fuerte y no poder/ perder un brazo, el corazón/ en una balacera. Sufre/ porque no ama, y es ése/ el aire que le falta”. Por momentos, querríamos que estos personajes no fueran tan fuertes, que tuvieran más momentos de debilidad, como en estas confesiones donde el resto de agua que resbala no es otra cosa que el llanto acumulado en la rejilla.

Desde la tapa, un muñequito del hombre araña con su casco en la mano mira, y es esta mirada del hombre por debajo del traje (de neoprén, de payaso, de superhéroe, de trabajo) la que impera en los poemas.

 

 

 

Flecha verde / Hernán La Greca

No tengo don, carezco de toda
habilidad, mi arte -se sabe-
es disciplina. Nada me ha tocado.
Del amor no obtuve sino el vano
trébol de la tierra; y del mar,
el caracol fallado.

 

No soy como los otros. Ni alado
ni dueño de esa fuerza que viene
no sé de dónde. Soy
arquero. Un vestido, un corazón,
una manzana. Mi arma atraviesa
las pequeñas cosas del mundo.

Soy el que al caer la tarde
se interna en el bosque encantado,

toca la áspera madera de los pinos y cruza,
con el frío acero de la flecha,
los nombres encerrados
en el corazón de la corteza.

 

Es de noche. Está todo oscuro. Mis flechas
han perdido el rumbo. Llevo la última

en la espalda. Tenso el arco, el canto
de la cuerda en el oído. No se oye nada. Sólo
las crujientes hojas del bosque, el batir
extraordinario de unas alas. Ya se ha ido. Ya
avanza por la noche, por el brillante día, la flecha
que no tiene blanco.

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Arte

 

 

Entrevista a Carolina Antoniadis / Eva Grinstein

 

La obra pictórica de Carolina Antoniadis se configura a partir de un proyecto vasto y ambicioso en el cual la artista aborda el tratamiento de diferentes problemas de composición y modo de construir la superficie del cuadro desde un punto de vista desestimado por las tendencias más expresionistas y amantes del gesto y la chorreada que dominaron el panorama de la pintura argentina hasta mediados de los 90. Así la amabilidad decorativa, tan desprestigiada por entonces, se combina con imágenes que para nada remiten a la quietud bucólica: seriados de rostros multiétnicos, pachucos en permanente tensión, chinos postrevolucionarios, dandys con sombrero conviven con mujeres estilizadas, lánguidas, propias de una revista de modas de la década del 50; éstas componen el plano con un círculo o la alusión de una esfera en donde resalta el paisaje de montañas, mariposas y cervatillos ridículos. Pasado el encuentro gratificante la imagen comienza a distorsionar y pervertirse ofreciéndonos un relato que nos inquieta como una piedra en el zapato. La materia es aplicada con obsesivo cuidado; construye tramas y fondos que simulan diseños textiles, armados en colores producidos por mezclas en las cuales agrega distintos barnices mate y brillantes que otorgan a las mínimas diferencias cromáticas un valor de contraste sutíl y refinado.

G. L.

 

-Podemos empezar hablando de cuál es la mecánica de construcción de tu obra.

Armo mi trabajo desde un eclecticismo total. Trabajo con archivos, voy juntando cosas que me gustan. Guardo desde ropas de época hasta imágenes totalmente personales. Están mezcladas la trama cultural y la personal, trato de hacer un juego, un diálogo entre las dos. Armo la obra desde la variedad de la información, justamente porque empiezan a rebotar los sentidos y se arman discursos que escapan de mí. Con respecto a las fuentes, siempre dije que yo soy cuentapropista: tengo mi kioskito propio. Se me puede circunscribir, históricamente, al grupo de la pattern painting, a la línea decorativa trabajada por la Secesión Vienesa. Me siento más cercana a ellos en lo formal que en lo ideológico. Un tema que estoy rondando últimamente es que justo Austria, que tiene una tradición decorativa tan fuerte, tiene esta ideología nazi, de derecha. Es increíble cómo lo decorativo, que es tomado por la gente como algo banal, superficial, inofensivo, viene con una carga ideológica terrible. Siempre trabajé en ese contrasentido, en la peligrosidad de lo inocente. Por ejemplo ahora, que estoy trabajando con la computadora, hago que muchas cosas bellas se transformen en algo horroroso, denso.

 

-¿Cómo te relacionás con el mercado, las instituciones y los fenómenos adyacentes a la producción artística?

Aquella idea de que había que mantenerse al margen del sistema yo nunca la compartí, ni aún viviendo en el coletazo de los setenta: sé que se pueden transformar las cosas desde adentro y no desde el margen. De todas formas debo reconocer que es difícil, hice mi carrera llorando. En los primeros tiempos había que hacerle frente a todo eso, a lo económico, lo cultural, la tradición... En la escuela de arte me atacaban porque usaba colores en la época del americanismo y los sepias. Por usar color yo era guerrillera. No necesitás llegar al mercado para sentirte condicionado: en la formación ya estás condicionado, el primer filtro es ese y si lo pasas estás más fortalecido para pasar otros. La mayoría de los estudiantes están condicionados sin saberlo, y eso es lo más peligroso porque ni siquiera lo detectan. Cuando ya conoces los peligros, te manejás con puras estrategias, es como manejar las leyes del juego. Con respecto a la relación con las instituciones, yo soy docente en la educación pública (esa es mi militancia) porque por lo menos no se trata a los chicos como clientes. Las galerías son lo que son, manejan productos: uno no va a ser tan soberbio de pensar que puede cambiar esa trama. Los museos son arbitrarios, el error es pensar que no lo son. Sería tranquilizador que se dijera “éste es mi recorte”, en vez de tratar de recubrirlo de justicia. Si se dijera más descarnadamente que las muestras son caprichosas, todos pensaríamos “hoy me toca a mí, mañana a otro”. La crítica me avivó de muchas cosas que yo no conocía. Que me encuadraran en lo decorativo, por ejemplo, me sirvió para investigar; cuando me pusieron en el cliché de “lo femenino” me hice más fuerte para luchar contra eso. La crítica y el público evitan que todo sea monólogo y autorreferencialidad, posibilitan el diálogo.

 

¿Cómo inciden en tu obra las nuevas tecnologías asociadas a la creación y manejo de imágenes?

Hace poco, cuando pasé de la pintura “artesanal” a lo digital, me pregunté cómo respondería el mercado, hasta qué punto la incidencia de mi huella personal era lo valioso de mi obra. Creo que, ahora, la huella no pasa más por lo fáctico sino por el pensamiento. Los programadores de computadoras son diferentes porque tienen distintas maneras de elaborar el concepto, en el arte creo que va a pasar lo mismo. Mi desafío es cómo, con este sistema tan ligado a lo técnico, lograr algo poético. Probar con lo digital es un riesgo, pero es así. Es lo perverso del sistema: termina premiando al que es transgresor, pero lo castiga mientras se forma. Todo el sistema es perverso: en el futuro van a decir que en el 2000 había gente que se moría de hambre y gente que iba al Dieta Club y pagaba para no comer. Cuando apareció la televisión se pensaba que la radio iba a desaparecer, y no fue así. Cada una tiene su lugar, conviven. No creo que porque aparezcan nuevas tecnologías vayan a reemplazarse: hay un sistema de simultaneidad. Lo nuevo no invalida todo lo anterior.

-¿Qué expectativas sentís en torno al futuro?

Creo que el mayor desafío es vivir sin expectativas, sin los conceptos de futuro y trascendencia. Es muy difícil. No es tener más ilusiones ni sueños, es no estar ansioso esperando algo. Las predicciones del 2000 son un poco absurdas: cuando me vi el 3 de enero viajando en un colectivo lleno de gente, me pareció lo más lejano a lo que me había imaginado. Yo esperaba un mundo como el de los Supersónicos.

-Hay agoreros que hace bastante profetizan el fin de la pintura, ¿cuál es tu opinión?

El otro día miraba un libro con las obras rupestres de Lascaux, y pensé: no puede ser que desaparezca la pintura, son 17.000 años. Yo no puedo ser testigo de que desaparezca la pintura. No porque exista la electroacústica desaparece el violinista. En la fotografía hubo un desplazamiento cuando cambió el concepto de materia prima: antes la base era el negativo y ahora es la copia. Tal vez en la pintura se produzca algún tipo de desplazamiento a partir de lo digital. De todas formas, creo que el arte parte de lo imprevisible, de lo excepcional. Al recorrer la historia del arte, ves que lo que se desarrolló quizás fue la fisura de algo, y no lo que supuestamente iba a desencadenarlo.

 

 

Carolina Antoniadis nació en Rosario en 1961, egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyredón, participó de numerosas exposiciones y obtuvo reconocimientos como el Primer Premio Fundación Klemm (1994) y el Premio Leonardo al Artista del Año (1994).

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Quizá porque caía la tarde sobre Avenida de los Incas / Rafael Cippolini

A Pablo Dreizik

 

En su tratado por la defensa y refundación del sujeto cartesiano, en ese maravilloso compendio de estratégicas razones políticas que se titula The Ticklish Subject (El espinoso sujeto), el filósofo esloveno Slavoj Zizek revisita fascinado algunas páginas de La filosofía de la nueva música, de Theodor Adorno. En el centro del teatro belicoso que juega en su lectura a su vez analítica y fascinada, “esa obra maestra del análisis dialéctico de la lucha de clases en la música”, dos pesos pesados miden sus fuerzas, sus recursos, hacen gala de sus universos forrados (como el Filiflor de Gombrowicz) en reglas prestadas por algún no tan incierto Freud con su pizarra de síntomas a cuesta. Así, en un costado, aguarda la Tendencia Schoenberg, (el compositor en cargada reunión de discípulos y plagiarios) “música progresiva que presenta los rasgos claros de una extrema tensión histérica – reacciones cargadas de angustia ante encuentros traumáticos -; en tanto, a su frente espera una Tendencia Stravinsky, hundido de perversidad polimorfa, dueño de un museo de máscaras sin ningún compromiso efectivo con nada ni nadie, maestro de la imitación, de la subjetividad presente en el tumulto.

Y una vez más pienso en una situación que integre la misma diversidad de fuerzas y caracteres pero en la singularidad y el pathos propio de la imagen (¿cómo se logra escapar de los trances del obseso? ¿trepando por lo alto del laberinto, como es sabido que escribía Marechal en libertina lectura de los gnósticos?).

 

Así me paseo, en estricto orden alfabético, por dos típicos productos de nuestro país: para empezar, por un argentino nacido en 1911 en Torroella de Montgrí, Cataluña y, así continuar, por otro procedente de Chietti, Italia, fallecido en Buenos Aires en 1987, a los noventa años.

 

El primero un histérico exquisito, intenso y a la vez plácido reservorio de figuras ligeras, un árbol de sucesivas promenades, piezas de cámara teñidas de luz. Ya lo saben, sí, acertaron, estoy haciendo cita de Batlle Planas. Si en 1936 hizo publicas sus Radiografías paranoicas, lentamente, como quien está en apuros, fue deslizándose hacia la discreción histérica.

 

Ahí en frente, gran degustador de sanguches de milanesa, convoco a Del Prete, pues ¿no es Don Juan nuestro más grande perverso, alguien capaz de ir y venir sin apenas salirse de sí?

 

Ahora, que lograra mantenerse en su centro en la tormenta de todos los estilos, de todas las libertades, no es óbice que sí sacara a, por ejemplo, ciertos críticos.

“Caía la tarde en ese barrio vecino a la Avenida de los Incas. La temperatura era inusualmente fresca para un día de fines de diciembre. Para mantenerme a la par de Juan Del Prete tuve que apurar el paso. Me acompañaba a tomar el colectivo en una parada que implicaba cruzar un par de avenidas que se encontraban en ese punto. Para seguirlo a mi guía lo tomé del brazo, lo que me permitió sentir debajo de la manga del saco unos músculos que no hubiese adivinado en el rostro del hombre que hacía un par de meses había cumplido los ochenta y siete años. Aunque intenté que nos mantuviéramos por los cruces más seguros, el maestro con paso apresurado que obligaba al trote, caracoleó entre vehículos y gente hasta dejarme en el lugar indicado. Luego fue una amable sonrisa y desde la ventanilla del colectivo pude apreciar su saludo agitando la mano, mientras desaparecía una vez más en medio del tráfico y del bullicio”.

 

Esa fascinación táctil frente al vigor adolescente del artista anciano es producto de la pluma del crítico Rafael Squirru, en un texto de 1984 titulado, precisamente, El Hombre.

Como se demuestra, la atracción ejercida por los llamados perversos polimorfos, es impostergable.

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Recomendados

 

 

Cómo moverse en la telaraña / Antonio Alzamendi

 

Estamos de nuevo, y esta vez con la regularidad soñada: contra lo que pudiera parecer, amigos, no es poca cosa que el número de Enero vea la luz en Enero. Somos una revista argentina, por eso mismo el número anterior llegó más atrasado que salario de empleado estatal. Pero ya está, guardamos las cacerolas por un momento, nos untamos de bronceador y salimos en busca de las galvanizadas ¿arenas? de Puerto Galván, para retozar en ese paisaje de cangrejos mutantes y nubes multicolores provenientes de la pujante industria petroquímica y pergeñar allí las ediciones veraniegas.

¿Quién dijo que en Enero nunca pasa nada? En Argentina cada día que pasa trae cambios y transtornos que a cualquier país civilizado le llevaría años siquiera imaginar. Así las cosas, decir “se verá qué pasa mañana” equivale a preguntarse por la historia de los últimos veinte años y por el desarrollo de por los menos los próximos diez. Yo, al respecto, tengo un montón de preguntas planteadas: ¿Podrá la multitud aceitar sus mecanismos de organización, coordinar sus movimientos y aprovechar esta oportunidad histórica? ¿Dónde están los otrora mediáticos dirigentes sindicales ahora que todo el mundo está en la calle? ¿De vacaciones en Punta del Este? ¿Ocultos en Tora Bora? ¿Seguirá el ex – presidente Menem en su exilio mexicano acongojado por el destino del dólar? ¿Podrá el agente Fox Mulder, o en su defecto Víctor Sueiro, o de última Jorge Bucay, explicarnos cómo fue que el citado ex – mandatario gobernó durante diez años Argentina si nadie, absolutamente NADIE, recuerda haberlo votado? No se pierdan la continuación de esta apasionante historia.

He recibido muchos mails en mi residencia de Isla de los Guanacos. Iré de a poco dándolos a conocer; les agradezco desde ya por haberse comunicado y los invito a hacerlo a islaguanaco@yahoo.com.ar . Como yo no doy abasto con tanto material, y aparte tanta amabilidad me tiene un poco podrido, pedí la colaboración de alguien idóneo. Al no hallarlo, encomendé a uno de nuestros editores, Gustavo López, que se encargara de reseñar un par de revistas más que interesantes. He aquí el resultado:

 

 

Ramona 19 - 20
Revista de artes visuales
Buenos Aires, diciembre 2001
.

 

Es difícil decir “esta publicación” o “esta revista” por que Ramona es Ramona, uno de los referentes destacados de la cultura argentina. Dedicada a las artes visuales y su epifenómeno, no tiene en su gráfica una sola fotografía ni imagen: sólo textos, dossier, ideas, comentarios.

En los primeros ejemplares sus páginas daban cuenta de la crítica profesional y aficionada, investigaciones temáticas, discusiones entre artistas por un quítame de aquí esos bastidores y sobre todo las opiniones de gusto y chusmerío del ambiente, aunque con el correr de los números algunos de estos abordajes se han ido perdiendo.

También Ramona engordó y tiene ahora 190 páginas. A pesar de ello, como sus colegas en época de crisis (me refiero a las chichis que dan vueltas por Constitución), se consigue por lo que usted desee entregar, a voluntad: pero si puede deje por lo menos 5 pesitos o patacones, no sea ratón.

En el 19 - 20 se puede leer un informe sobre las Jornadas de la Crítica en Mendoza que se desarrollaron en octubre pasado con la participación de artistas, críticos y curadores peso pesado. El artículoPequeño proyecto de ciudad futura” de Ricardo Piglia, una serie de cartas inéditas entre Emilio Petorutti y el pensador peruano José Carlos Mariátegui, “Cómo resusitar una liebre muerta” por Alfredo Prior, están entre otros materiales de primera. Ramona también tiene una página web donde se pueden consultar números anteriores, las muestras que están funcionando en Buenos Aires y otros puntos, participar de un foro y dar opiniones:

http://www.proyectovenus.org/ramona

G.L.

 

 

Milpalabras
Letras y artes en revista
Buenos Aires, verano 2001

 

De cachilete nos llegó el número 2 de la revista de artes y letras Mil Palabras dirigida por Alejandra Laera, Martín Kohan, Marcelo Cohen, Gonzalo Aguilar y Graciela Speranza desde la populosa Buenos Aires, Reina del Plata.

Empieza la revista con un acertado señalamiento de la definición de realismo extraída del diccionario, ya que esta palabra y distintos abordajes e interpretaciones de su significado son el leiv motiv del número.

Arranca entonces luego con tres poetas que echan sus dados sobre el asunto. Jorge Aulicino dedica la mitad de su artículo “La verdad está afuera” a construir una serie de inferencias y conexiones entre el voluntarioso Goethe, Isaac Newton, Courbet, Kepler y algún otro; estas nos acomodan a una noción de realismo desde la cual la nota enfila hacia la poesía de los noventa. Pero de pronto lo que prometía ser un artículo brillante y lúcido se troca en una especie de berrinche contra la revista Diario de Poesía y algunos de sus integrantes por el mapa que estos han relevado del firmamento poético argentino y del cual, según cree Aulicino, se han recortado algunas estrellas novas y fulgurantes. Paradójicamente los lectores que no vivimos en Bs. As. tuvimos la fortuna de conocer a estos poetas a través de las páginas del Diario de Poesía en donde han sido publicados, comentados y premiados desde la época en que Aulicino integraba el consejo de dirección. Estos poetas, dice la nota, “trabajan en la semi oscuridad en laboratorios altamente radioactivos... construyendo su prestigio con ediciones secretas y un perfil obsesivamente bajo”, etc.Y a esta altura chau pinela, la reflexión sutil se hace reproche y queda la sensación de aquellos partidos inolvidables del Diego en que en una jugada apilaba 5 rivales mordiéndose la punta de la lengua y en la otra protestaba al árbitro casi hasta el llanto porque le cobraron orsai; una costumbre que a veces aleja la mirada de los poemas y con la cual el ejercicio responsable de la crítica y la manera con que ésta ilumina los textos pasan a segundo plano para convertirse en una forma de dirimir el territorio entre gallos.

Sigue Roberto Echavarren y “El Protocolo Poético” donde extiende una serie de consideraciones sobre su obra literaria y el fetiche, regalando por momentos reflexiones de esta delicadeza: “Las descripciones poéticas no son ni interiores ni exteriores, sino que se mantienen en un estadio intermedio que participa de ambos. Es lo que llamo por falta de mejor término, el fetiche. El fetiche es un centro de atracción impersonal, un objeto no objetivo que irradia, sin que en principio sepamos por qué, un poder que reúne lo interior y lo exterior ...”.

En “Apuntes sobre el realismo en Groppa, Raimondi y Rubio”, Daniel García Helder desarrolla el enunciado del titulo pero sus expresiones se remiten a los textos. Por fin, dice uno aliviado, por fin aparecen los poemas y las reflexiones se circunscriben a ellos y a la particularidad que aportan a esa masa heterogénea llamada “realismo”.

La revista pasa de la poesía al cine con una nota de Gonzalo Aguilar que va de los comienzos del neorrealismo a las últimas producciones fílmicas argentinas, en especial “La Libertad” de Lisandro Alonso.

Guillermo Kuitca y la crítica australiana Lynne Cooke despliegan, en el íntimo intercambio de correspondencia a través de e-mail, análisis profundos sobre el arte contemporáneo y la manera en que se van construyendo las últimas telas de K con la naturalidad de dos amigos que se cuentan cosas. Las imágenes de su ultima producción ilustran además la bellísima tapa y páginas del interior.

Hay notas de Martín Kohan, Graciela Speranza, Marjorie Perloff y un reportaje de lujo de Pablo Bardauil al talentoso dramaturgo Rafael Spregelburd que da cuenta de un teatro que rumbeó lejos de la dicotomía entre absurdistas y realistas para dar lugar a la convivencia de lenguajes y pluralidad de materiales narrativos.

Mil palabras es una revista de lujo, editada con maestría y atenta a todo lo que un lector exigente puede esperar de una publicación de letras y artes. Ya esperamos el número 3.

Mil palabras - Apartado postal Nº440 sucursal 28 - cp 1428 - Buenos Aires – Argentina.

e-mail: milpalabras@yahoo.com

G.L.

 

Bueno, pasemos ahora a las páginas que recomienda un servidor:

·         Una amplia convocatoria bajo el nombre de ARGENTINA ARDE han realizado grupos de videastas, fotógrafos, documentalistas independientes. ¿En qué consiste el llamamiento? En acercar todo regístro fílmico o fotográfico que pudiera haberse tomado desde el 20 de diciembre en adelante, de las marchas, cacerolazos, piquetes y sus previsibles represiones. Pueden ver ese material en argentina.indymedia.org . Armarse de paciencia porque es un sitio muy visitado en estos días.

·         Nos llegó el aviso de que ya salió un nuevo número de LA IDEA FIJA. Albricias. Aquí la gacetilla que nos acercaron:

 

Cuando todo parecía perdido... Cuando la esperanza era puesta a prueba... Cuando incluso los más optimistas veían el vaso medio vacío... se abrieron los cielos y en un rayo de áurea luz bajó un Ángel del Señor y proclamó para todos los hombres y mujeres de buena voluntad: "¡Ya salió el número 4 de La Idea Fija! ¡Regocijaos!" Sí, ya está abierto al público el nuevo número de la revista bastante literaria preferida por grandes y chicos. Al mismo precio de siempre (es decir, lo que te cuesta estar conectado a Internet), en el lugar habitual (http://www.laideafija.com.ar) y con material de primera calidad. Para empezar, tenemos tres especiales: El primero está dedicado al poeta colombiano JOTAMARIO, con un texto de JAIME JARAMILLO ESCOBAR, poemas del libro del homenajeado MI REINO POR ESTE MUNDO y un reportaje exclusivo. También incluye un anexo nadaísta con material de GONZALO ARANGO y MARÍA DE LAS ESTRELLAS. El segundo es sobre el escritor de fantasía inglés TERRY PRATCHETT, también con un reportaje exclusivo, fragmentos de sus novelas, una bibliografía comentada y una nota introductoria de SAURIO. Y el tercero completa el de C. E. FEILING iniciado en el número 3. En este caso incluye un cuento de Feiling y dos traducciones, una que hiciera de SAMUEL BECKETT y otra de FLANN O'BRIEN, ambas con sendos artículos introductorios por el homenajeado en cuestión. En el cuerpo de la revista tenemos una coincidencia de tres poetas de sexo femenino: GRISELDA GARCÍA nos presenta EN MIS SUEÑOS DIOS ME LA CHUPA, ANA LEMA hace lo mismo con MADAME LA MORT y MIRIAM REYES con ESPEJO NEGRO. En un ataque de egolatría SAURIO publica completo su libro de poemas ¿QUÉ CULPA TENGO YO SI SOY HERMOSO? ELOÍSA SUÁREZ ofrece un nuevo capítulo de su novela LA PRUEBA DE DANIEL SIRVA. GLADYS LUQUE, quien hasta ahora había colaborado con sus fotos en nuestras postales promocionales, muestra algunas de sus imágenes en LOCUS ISTE. Y, por supuesto, el correo de lectores, la posibilidad de leer números anteriores, participar en DOS DEDOS DE FRENTE y alguna que otra cosa más.

 

  • Y para terminar, David Wapner nos invita desde Israel a suscribirnos a Correo Extrema Ficción, cosa que hicimos con suma celeridad y que sugerimos imitar. Para leer todo el mes, y releer al mes siguiente en los ratos libres. He aquí su gacetilla:

C o r r e O E x t r e m a f i c c i o N Es un envío mensual de ficciones. Idea y dirección: David Wapner Equipo: Israel: David Wapner, Ana Camusso, Chiflón. Argentina: Sebastián Bianchi, Gabriel Yeannoteguy El CorreoExtremaficción, que se envía por correo electrónico los días 5 de cada mes, y desde la ciudad de Beer-Sheva, Israel, inaugura en febrero su Tomo III. La colección completa del CEF, que es continuidad en formáto electrónico del tabloide Extremaficción, publicado en Buenos Aires entre 1996 y 1998, puede ser consultada en: http://www.paginadigital.com.ar/index/lectura.html (Cliquear "CorreoExtremaficción" en el menú principal) Para suscribirse, tan sólo enviar un e-mail a: vafner@shani.net


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